domingo, 2 de junio de 2019

A CONSTANTE TOTALITARISTA / Darío Ruiz Gómez


                                                            Beksinski


LA CONSTANTE  TOTALITARISTA
Darío Ruiz Gómez

“La violencia y la crueldad son inseparables compañeras de la ignorancia”, recuerda Emilio Lledó el más importante pensador español actual. Y quiero recordar aquella certera diferencia entre el llamado(a)  alfabeta  analfabeto y el analfabeto(a)  ya que este último si bien ni lee ni escribe pertenece a esas profundas culturas de la memoria común gracias a las cuales existió la agricultura, la arquitectura y se pasó de lo crudo a lo cocido y un saber ancestral  se transmite  de los ancianos a las niñas  y niños y se da  en los campesinos, en las sociedades pobres la ética del ascetismo. El alfabeto(a)  analfabeta  lee  y escribe  de corrido, cuenta con  títulos universitarios, firma cheques, dirige negocios, escribe novelas, poemas incluso pero es el resultado  de una información  instrumentalizada  que no se llega a implicar  como conocimiento  responsable, ya que desconoce el libre albedrío y bajo  esta inercia está predispuesto a acogerse a que otros  piensen por él ya que como sabemos pensar es siempre algo muy  peligroso. Pero es más y Magris lo aclara: salvaje es quien vive en una cultura distinta a  la cultura racional de Occidente  y vive, como lo ha demostrado Lévy Strauss con códigos admirables  de conocimiento y normas profundas de convivencia que deben ser estrictamente respetadas. Bárbaros  en cambio son aquellos que con apariencia de civilizados  justifican cualquier forma de violencia que beneficie sus intereses. ¿Cuál puede ser entonces la política que un bárbaro como estos puede proponer? ¿Cuál la paz que trata de imponer?  Es aquí donde irrumpe  la crueldad  que conlleva  esta  ignorancia  que  se impone  no con la razón   sino   manteniéndose, como hoy en Colombia,   en una  conspiración permanente  que  imposibilita  el diálogo, la posibilidad de  un nuevo pacto social.  Por eso, dice Hannah Arendt: “el sujeto ideal para un gobierno totalitario no es el nazi convencido ni el comunista convencido, sino el individuo para quien la distinción entre hechos y ficción, entre lo verdadero y lo falso han dejado de existir”.

La  finalidad  obsesiva  de esta falsificación de la verdad es, como lo vemos,  tratar de convencernos  jurídicamente  de  que  el narcoterrorismo no existió y por lo tanto la extradición no tiene justificación.  Pero  lo peor es que existan bárbaros  alfabetos  que se crean esto, ya que su fundamentalismo  político  los  ciega a la hora de enfrentar   la complejidad del  postconflicto,  el cual reducen  a lo  más fácil: propugnar el relativismo moral  y no la investigación, el testimonio, inventando  sofismas de distracción ante  la tragedia  de  las secuelas de la violencia.  En las elecciones de Europa acaban  de triunfar  la juventud y el Liberalismo,  o sea el humanismo y la democracia, el derecho a la pluralidad;  en España políticamente ha desaparecido  el populismo de  “Podemos”  de Pablo Iglesias, o sea la versión de nuestro petrismo, lo cual  constituye  el triunfo de la voluntad de cultura y de  civilización  contra  la amenaza  de los  fundamentalismos.  Supuestamente  aquí ni llegamos a enteramos de lo que ha acontecido  porque  mantenernos  aislados, confundiendo  ignorancia  deliberada con inocencia,  ha sido  precisamente una de las estrategias utilizadas  para  crear indiferentes ante la barbarie que el narcotráfico y la política anuncian  de nuevo. 

P.D En “Marea” la publicación gallega, Enrique Santiago, tal como lo denuncié entonces, puso el ejemplo de Colombia amnistiando a las FARC para solicitar que España amnistiara  a ETA. Y todavía no se había firmado el “Acuerdo de Paz” en Colombia.

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