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Huelga
mundial por el clima / Extinction Rebellion / Medellín
Víctor
Bustamante
Bajo una capa de un cielo
gris, empozado sobre la ciudad, y en medio de lo que se llama el Parque de las
Luces, por supuesto, proyecto inacabado, ya que la totalidad de la iluminación
se dejó a medio camino por los altísimos costos. De todas maneras ahí en este
sitio que borró de golpe una manera de ser del medellinense, y ahora luce y
desluce, por supuesto, cierta asepsia, llena de asperezas como si ese lugar tan
gris, y aún más descolorido sirviera precisamente para una refundación de la
ciudad, la del caos, pero ahora es un lugar de encuentro para un puñado de
personas que reclaman la atención ante el cambio climático, como en este
momento ocurre en todo el mundo. Y no es para menos, las multinacionales
producen ávidas junto a una publicidad que alienta los egos de los consumidores
de chucherías de alta gama, y productos populares de cualquier gama, que
precisamente poco a poco acaban con el entorno en que vivimos.
Para frenar, controlar,
reglamentar esta avidez de una producción desbocada y de un exceso de consumo
aún más desbocado, como norma de vida, existen los estados, pero no olvidemos
que las leyes se promulgan precisamente para no cumplirlas; en este aserto
no olvidemos que un gobierno lejano, el de Pastrana, padre, dictó en el país
el código más severo sobre la preservación de recursos naturales, y precisamente no deja de ser una
charada debido a que nada de esto se cumple. No olvidemos que los estados y los
políticos, muchos de ellos, dependen de los apoyos económicos que en campaña les
otorgan los grupos económicos dominantes y, entonces, para ellos es necesario
pasar de agache, callarse. En este circuito vicioso nunca virtuoso con leyes
que no se cumplen y políticos que solo les interesa su representatividad y su
bolsillo, nunca una causa social de importancia, como la necesidad de entender
el deterioro del clima interesa. De ahí que este puñado de
personas acudan a decir, a mostrar la necesidad de que se comiencen a ejercitar
políticas públicas sobre el medio ambiente y, sobre todo, por preservar el clima. Pero
ya sabemos que esa dicotomía de los consumidores de todo, así no valga la pena, no hay manera que se sacien de otra manera sino con todo lo que le haga daño a
nuestra casa común, la tierra que esta próxima a colapsar debido a nuestro
propio descuido y abuso.
El nuevo romanticismo, la
nueva utopía, es pensar, luchar por una tierra digna, un clima cuidado, pero
ya sabemos que nadie le hace caso al poder imperial de las multinacionales, ya que si se dictan leyes, es solo para matizar y apaciguar un momento de incertidumbre
porque quienes gobiernan son los mismos con sus cerebros descuartizados por el
consumo y, además, son representantes de un sistema que solo se interesa producir y
producir y saquear y saquear.
Y es cierto, no había un
marco más desolado para este evento que estar en medio de un bosque de cemento
donde los troncos de las columnas solo sirve para que los pájaros se posen en
su remate, sin saber dónde están las ramas, las hojas y los frutos sino que se
posan allá en una continua búsqueda de su hábitat que ya ha sido avasallado. A
unas cuadras pasa lo que fue el río Medellín, y más arriba calles y cemento, es
decir, el paisaje creado para que su majestad el auto pase descontroladamente
vomitando sus heces de gas a la atmósfera bajo un sordo cielo, y, por supuesto,
las toneladas de dióxido de carbono que le otorgan esa capa gris a la cuidad; ese veneno que no permite que las luces del sol lleguen sino que nos mantengamos
en un permanente efecto invernadero.
A las empresas, las
multinacionales, las legislaciones como un atrezo de falsas representaciones,
se les dio un cheque en blanco, para que nos dieran comodidad, una comodidad,
un confort que cada día deteriora y destruye nuestra casa común, la Tierra. Bastan dos titulares hoy en El Colombiano,
15 de las 20 estaciones que monitorean la calidad del aire encendieron las
alarmas, y, por esa razón, han cancelado las ciclo vías y los ejercicios al
aire libre. Y otro titular añade que el 75 por ciento de la deforestación
ocurre en la Amazonía colombiana.
Varios líderes en este campo
refieren la desolada manera de no prestar atención a un problema que ya
padecemos, Edwin, Roberto, Álvaro, Juan David, Carla, Luisa, Damaris, Patricia,
Lucy, Carlos Mario. Así como a unos proyectos valiosos de ciudad que rebasan lo
institucional, -pues los concejales, los diputados, los representantes a la cámara
y los senadores deben de estar reunidos para subirse las dietas- mientras que BiciAngel, el Grupo Ambiental Poderoso, los
representantes del Colegio Soleira, Redajic, Penca de Sábila, Rebelión contra
la extinción (solo por nombrar algunos), son exponentes de otro sentir.
Por esa razón las marchas, por esa razón las calles; en ellas se dice lo que en los recintos de concejos, asambleas, cámaras y senados de todo el mundo se negocia, el sentir y el reclamo de las personas.
Por esa razón las marchas, por esa razón las calles; en ellas se dice lo que en los recintos de concejos, asambleas, cámaras y senados de todo el mundo se negocia, el sentir y el reclamo de las personas.
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