1. "Antioquia acrisolada, amalgama de razas”-
ORLANDO RAMÍREZ-CASAS
Hola, jóvenes:
Pensé
que podría hacer una reseña del transcurrir del día de ayer en el auditorio de
Plaza Mayor durante el foro “Presencia de
Antioquia en la construcción del país”, patrocinado por la gobernación
departamental para celebrar los 210 años de la fundación de la Universidad de
Antioquia, pero no va a ser posible hacerlo en un solo correo porque el
contenido fue tan rico que, cosa sorprendente para quienes bien me conocen, ¡No
me dormí ni una sola vez! Eso es mucho decir en alguien de quien se dice que “se duerme cuidando un tigre”.
Lo
primero que observamos mis acompañantes y yo es que faltando un cuarto para las
8 el auditorio ya estaba lleno; lo que significaba que el registro de ingreso
de los asistentes, que nos habíamos inscrito previamente con semanas de
anticipación y recibido un código de barras, fue muy ágil. Tenía que serlo,
puesto que había no menos de 10 o 12 auxiliares con escaners y pantalla de
computador para imprimir las credenciales. A cada asistente se le regaló un
maletín de plastilona con el programa del día, libreta de apuntes y bolígrafo,
y un folleto escrito por la historiadora María Teresa Uribe de Hincapié en el
que justifica por qué la universidad está celebrando los 210 años. Habrá que
leerlo con atención y confrontarlo con las argumentaciones de Bernardo González
White –Begow– que asegura que el verdadero bicentenario es en el 2022. Tal vez
ocurra con eso como con el comité de damas payanesas que recibieron al
presidente de la época y prepararon el almuerzo para agasajarlo. El postre que
entró al horno se les vaneó, y lo pusieron en una heladera encontrando que
había adquirido una nueva textura y un nuevo sabor. Al postre helado le dieron
el nombre del presidente y, como las familias payanesas están emparentadas
entre sí, en este momento todos los payaneses aseguran que “ese postre se lo inventó mi abuela”.
Sobre la fecha fundacional de la universidad habrá que esperar, pues, el veredicto
de la Historia.
La
empresa Colcafé tuvo un puesto permanente de degustación de café y había guías
orientadores por doquier ayudando en la logística de sonido y en la
acomodación; con la infraestructura de baños suficiente para una alta demanda
que tiene esa edificación. Dos mesas buffet recibieron a los asistentes a la
hora de los refrigerios, y otras dos en el restaurante del segundo piso los
atendieron para el almuerzo. Ignoro el aforo o la cantidad de asistentes, pero
no menos de mil personas fueron despachadas con su refrigerio en veinte minutos
y con su almuerzo en menos de una hora, sin que hubiera tropiezos. Una
logística impecable. Al finalizar el evento, cada asistente recibió un diploma
y un libro de memorias, y a pesar del gran número y del largo de la fila los
auxiliares imprimieron los diplomas en tiempo récord. En algún momento fue
claro para los asistentes que la idea de hacerlo, y la organización logística
del evento, con todo lo que eso implica, tenían el liderazgo administrativo y
gerencial de una barranquillera de nacimiento y paisa por adopción, la Dra.
Lavive Rebage de Álvarez, a quien se le vio atenta a los detalles que hicieron
que el evento saliera irreprochable.
Quince
panelistas, más invitados especiales, fueron los oradores con un límite de
tiempo para cada uno que fue controlado por auxiliares dotados de cronómetro y
semáforo para indicar al orador cuando entraba en franja de amarillo y cuando
se le encendía la luz roja. En algunos se percibió que les faltó tiempo para
decir todo lo que habían pensado decir, y yo tuve la sensación de que las ocho
horas dedicadas a ese foro fueron insuficientes para un tema que daría para
más. La sola mención de los profesionales importantes que ha dado la
universidad al manejo del país sería una lista interminable, y sólo unos pocos
–muchos, pero que son pocos frente al total– pudieron ser mencionados. Tuve la
sensación de ser ese apenas un abrebocas que abre espacio a la reflexión.
Es
entendible que la gran masa laboral no pudo asistir por estar en sus
respectivas ocupaciones, y que los allí presentes tenían vínculo con la
universidad (había muchos estudiantes) o pertenecían al feliz grupo de los
jubilados que podemos ser perros de toda boda.
Al
final el tiempo salió justo dentro del cronograma, y el presentador oficial
Mauricio Ortiz, que es tenor egresado de la Academia de Música de la
universidad, improvisó para los asistentes un programa que estaba por fuera de
la programación y fue su interpretación a capella de dos canciones: la “Serenata de amor”, de Jaime R.
Echavarría; y la canción “América” de
Nino Bravo. Medírsele a tal demostración y salir airoso, sin pistas ni
acompañamiento orquestal, fue un alarde de solvencia musical por parte de este
artista que afrontó el reto sin enlodar el brillo del evento ni desmerecer. No
cualquiera sale indemne de una prueba así.
Poco
a poco, pues, estaré escribiendo sobre los temas de la antioqueñidad y sobre la
Presencia de Antioquia en la construcción del país o constructo de nación, que
llaman; y allí plasmaré mis impresiones sobre los temas tocados en el
transcurso del día que tuvieron que ver con la Educación, la Medicina, la
Ingeniería, y el Derecho en la formación de nuestra dirigencia. Formación que
tiene que ver tanto con los nativos de la región como con los venidos de otras
partes a recibir aquí su educación como es el caso del guajiro exsenador y
actual Ministro de Minas y Energía Amilkar Acosta que es egresado de la
universidad y en sus tiempos de estudiante era organizador de paros y pedreas
como la que ayer ensombreció esta celebración porque la ciudad universitaria
volvió a estar sembrada de papas bombas y tanquetas por cuenta de los
revoltosos.
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