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Álvaro Noreña y Augusto Restrepo
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AUGUSTO RESTREPO MOLINA “Maracho”
Álvaro Noreña Jiménez
«Sin memoria no hay justicia»
Helena Urán. Politóloga colombiana
Hoy es 14 de diciembre de 2024. Hoy recibí la infausta noticia de parte de Oliverio Bustamante Pareja, que el amigo “Maracho” se encuentra en un centro geriátrico del barrio La Floresta de la ciudad de Medellín padeciendo un cáncer de colón que lo tiene en un estadio terminal y marchita su alegría, mirada, voz, cuerpo y alma.
Augusto es amigo de vieja data con él cual compartí horas y horas de conversa y verso en su casa de la calle Cuba en la tierra de los hombres libres. Muchas veladas de extraordinarios momentos de oralidad, música, cine, arte y literatura.
Augusto de Jesús, nació un 30 de noviembre del año 1949 en Fredonia, Antioquia. El de Jesús, era una garantía bautismal de origen de ser de Fredonia y de familia muy cristiana apóstolica y romana.
Era hijo de don Marco A Restrepo (ya fallecido), un amante de los clásicos de la literatura universal y un referente obligado de la lectura en Fredonia. Don Marco residía en compañía de las hermanas Angel, cerca al comando del distrito de policía de Fredonia, enseguida de lo que fue la empresa antioqueña de telecomunicaciones Edatel. A don Marco A Restrepo se le conocía en el histórico pueblo como “Marco Maracho”. Ya octogenario, siempre lucía bien vestido, de sombrero fino, bastón, gafas de pasta dura, pipa y libro, buscando la luz para las letras, en la ventana de su casa.
Cuando falleció su padre don Marco A Restrepo; Augusto “Tuto” tuvo que realizar un juicio de filiación ante los estrados judiciales y demostrar que era hijo de él y de doña Rosa Molina la mujer más hermosa que tuvo Fredonia.
Gracias a ese juicio de filiación, doña Rosa la madre de Augusto, logró obtener parte de la herencia y los activos de su padre que se reflejó en una casa en el parque principal de Fredonia, enseguida de La Alaska. Casa de la cual tomó posesión Augusto y arrendó parte de ella al artista plástico, maestro del bricolaje y fotógrafo profesional fredonita Guillermo Betancur.
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De la posesión de esta casa se deriva la siguiente historia relacionada con don Gregorio Ramírez:
Éste personaje era considerado como el tío Grandet de la novela de Honorato de Balzac. Prestamista, usurero, y avaro. A don Gregorio Ramírez, le conocí por conducto de un amigo llamado Augusto Restrepo que obtuvo una herencia representada en una casa por conducto de su madre Rosa y que le autorizó a vender. Augusto pedía por la casa $ 23 millones y don Gregorio ofreció $ 17 millones. No pudieron ponerse de acuerdo en el precio. No obstante Augusto logró obtener un préstamo de dinero en hipoteca en la propiedad.
Cuando Augusto tomó confianza con el agiotista e iba a pagarle los intereses de la deuda, le decía:
_Don Gregorio bájele a esos intereses de usura y sea más humanista.
Y don Gregorio Ramírez , respondió:
_ Augusto a mi págueme los intereses, el humanismo póngalo usted.
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Gracias Augusto por tu gestión cultural y dirección de esas amigas y amigos que en el tiempo, gracias a su generosidad nos dio pie en el año de 1994 para crear las bases de la onege cultural independiente Club de Música. “Tuto” dirigió la Presidencia de la institución en 1997. Una entidad pionera en el municipio de Fredonia, creo que en el departamento y la nación, da ejemplo como en comunidad y en unión se construyen los grandes sueños y se alcanzan las utopías. El pasado 4 de diciembre de 2024, el Club de Música de Fredonia, cumplió 30 años ininterrumpidos de existencia y de una extraordinaria gestión cultural y patrimonial que la desearía cualquier casa de la cultura de la oficialidad del país.
Gracias a la armonía de estos variopintos amigos y amigas que ya no se encuentran en lo físico entre nosotros se logró consolidar la adquisición de la sede del Club de Música, que siempre será la casa de ustedes:
William León Gil; Francisco “Pacho” Montoya el hijo de doña Rosa que un día Augusto le dijo que deseaba un mirardorcito en el techo de la sala de su casa y “Pachito” como siempre animado, ni corto ni perezoso tomó herramientas y empezó la idea con tan mala fortuna que una bala perdida cerca al puesto de comidas que tenían en el parque de Fredonia acabó con su vida y el miradorcito se quedó inacabado generando por muchos años una gotera de tristeza y lágrimas en nuestros corazones; los músicos e ingenieros de sistemas Aldrin Freddy Jaramillo Franco y Walter Adrián Ramírez; Yaneth Atehortúa, Alberto “Colmena” Mejía Palacio, Augusto y Javier Díez Escobar, Teresita Betancur Betancur, Gustavo “Susto” Jaramillo, Francisco “Pacho” Ríos Maldonado, el ingeniero electrónico de Edatel Gustavo Sierra que un día se nos perdió en el atrio de la ausencia; los artistas plásticos Jaime Arango y Marió Pilló García; el escultor y escritor Ángel Rodrigo Arenas Betancur; el músico Rodrigo Alvarez Gómez nieto del escritor fredonita Francisco de Paula Nacianceno María Gómez Escobar más conocido como Efe Gómez; el capitán Hernán Zuluaga hermano de la manizalita Luz Marina primera Miss Universo que tuvo Colombia; el eterno peregrino y capellán del Club de Música Padre Mario de Jesús Castaño Pérez; el docente Guillermo “Memo Mica” Fernández Gil, y ahora Augusto de Jesús “Tuto Maracho” Restrepo Molina.
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En las honras fúnebres de Augusto, Álvaro Noreña leyó el poema «Casa Loca» del poeta cielorroteño Ciro Mendía:
Mi casa está embrujada y está loca,
Una casa sin juicio, destemplada
Que vive de milagros y engañada,
Que sufre, que se irrita y se sofoca .
Con balcón y salones es la roca
De un Prometeo criollo, y, apenada,
Sabe que está al olvido condenada ,
Pues ya a su puerta ni el demonio toca.
Se las dá de bohemia, a ratos canta
Y baila y con los músicos se encanta,
De juerga anoche, al viento, se ha largado.
Y regresó a la aurora con los ojos
Rojos y labios y cabellos rojos,
Despeinada, borracha y sin tejado.
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Recuerdo, que alguna vez se produjo un impasse o malentendido en la sede del Club de Música entre el Augusto apasionado por las piedras y Aldrín Freddy Jaramillo, porque Aldrin Fredy demolió el lavadero y tanque de cemento de aprovisionamiento de agua que existía en el patio. Lugar en el cual Augusto se sentía en el paraíso y se bañaba como Adán. En esa liturgia diaria, Augusto pensaba y elucubraba sobre el suicidio y alguna vez hablamos sobre este tema, y “Maracho” Augusto Restrepo Molina dijo: «Hay que pensar las cosas con cabeza fría». «La fórmula para evitar la idea del suicidio, lo mejor es bañarse desnudo o empelota, en el patio de la casa, sacando a totumadas el agua fría del tanque para echársela en la cabeza».
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Yo le oí hablar y contar a el amigo Norona, una imagen surrealista: Cuando dirigía el Club de Música en Fredonia, entidad cultural sin ánimo de lucro, ubicada en la calle Cuba. Pasó por el frente de la sede, un domingo de los tantos meses de 1990, cómo a las tres de la tarde, una gallina muy aseñorada y sin una sola puntada, que la atrajo el olor a tierra del antejardín. Traspasó la verja metálica y se encarretó escarbando y alimentándose de insectos y hierbas. Pensó Norona, que con ella se ahorraba un jornal por la deshierba. Allí la cogió la noche. La gallina escogió una escultura propiedad de Augusto “Tuto” Restrepo Molina, que estaba en un rincón del exterior de la institución cómo dormitorio. Al otro día los compañeros del Club preguntaban que cómo había llegado esa gallina y solicitaban uno a uno que le guardara un pernil, otro la pechuga y otro mas la rabadilla. Todos la veían en un sancocho.
Álvaro empezó a defender la gallina diciendo que era inteligente, que además era critica de arte, porque lo que no le gustaba se cagaba en ella y daba cómo ejemplo la escultura. La seguiría llamando Marta Traba.
Otro día el profesor de música (Augusto “Tuto” Restrepo Molina, estaba dando una clase de organeta a una señora muy estirada del municipio, cuando Marta Traba, entró al salón de clases y en vuelo rasante colocó sus patas en el teclado demostrando sus dotes musicales y causándole un gran susto a la estudiante.
Otra vez, llegó a la institución el finquero Hernán Zuluaga, aviador jubilado de la fuerza aérea colombiana, hermano de Luz Marina Zuluaga, la única Mis Universo que ha tenido Colombia y encontró a Marta Traba en plena sala de espera. Don Hernán manifestó su inconformidad diciendo:
- “Ah, no, está institución está muy mal, desde que las gallinas estén en la sala”.
Noreña le replicó inmediatamente:
-“Disculpe don Hernán, pero ella es Martha Traba, y está esperando un turno para una práctica de computadores”.
Martha Traba, habitó el Club de Música por el termino de un mes. De sus huevos de oro se alimentó su protector. Hasta que una noche entró a la institución de forma furtiva «Chimbo Tieso», un personaje para una película de terror y se la robó terminando ella en su sancocho.
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Gracias a Augusto, mucha gente en Fredonia, fue tocada por la magia de la música. Él estaba tocado por la guitarra y escuché decir de su propia voz que su profesor en guitarra fue el maestro y compositor colombiano León Cardona García (1927-2023) un pionero del jazz y un revolucionario de la música andina colombiana y de la interpretación de la guitarra. Era un gusto escuchar a Augusto Restrepo en su guitarra y ejecutar una composición francesa del siglo XVII, conocida como Bourrée, que no puede faltar en el repertorio de la guitarra clásica.
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Encuentro de ciudades fraternas en 1993 entre Fredonia, Antioquia y Sevilla Valle del Cauca. Fotografía realizada por Guillermo Betancur.
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Otra faceta de Augusto Restrepo Molina que se debe reseñar, era su compromiso político con la comunidad de Fredonia. Lideró en forma local las banderas de la Alianza Social Indígena ASI con la diputada Emberá chamí Eulalia Yagarí y en 1992 producto de la Asamblea Nacional Constituyente y de la Onic Anatolio Quirá Guauña ( 1932-2004) fue el primer senador indígena. Y en representación de las negritudes fue elegida la afrodescendiente quibdoseña Zulia Mena García a la Cámara de representantes que luego sería viceministra de cultura y alcaldesa de Quibdó. Por Augusto tuvimos la visita en la sede del Club de Música de Abadio Green Stocel y su familia. Abadio Green es un indígena líder, teólogo, poeta, educador y etnolinguista del pueblo gunadule de nacionalidad panameña y colombiana. También ayudamos en politica al indígena Gerardo Antonio Jumi Tapias del pueblo Emberá Eyabida, experto licenciado en Ciencias Sociales , elegido Diputado de la Asamblea Departamental de Antioquia por la ASI.
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Encuentro de ciudades fraternas en 1993 entre Fredonia, Antioquia y Sevilla, Valle del Cauca. La reina de Buenaventura Damaris de Diego, reina nacional del café por el Valle del Cauca que luego sería la compañera del cantante Jairo Varela, vocalista del Grupo Musical Niche. Fotografía realizada por Guillermo Betancur. |
Augusto fue elegido por la ASI, concejal de Fredonia y armó una coalisión fuerte que lo llevó a formar parte de la mesa directiva durante la alcaldía popular de Héctor Patiño Acevedo. Producto de esa coalisión fue nombrado secretario general del concejo Alvaro Noreña Jimenez y fue derrotada la coalisión guerrista de Javier Castaño Ochoa quien llegaba con su tic nervioso al recinto del concejo a deliberar y poner una pistola sobre la mesa de su curul.
Como concejal de Fredonia, Augusto jalonó la creación de un Acuerdo municipal que creó por primer vez un fondo que estimulaba la creación de microempresas en el pueblo.
Tambien lideró el encuentro de ciudades fraternas en 1993 entre Fredonia, Antioquia y Sevilla Valle del Cauca, ciudad que entre las personajes destacados que ayudaron a su fundación en mayo 3 de 1903 se encuentra al fredonita e ingeniero civil Heraclio Melitón Uribe Uribe.
Al encuentro de ciudades fraternas estuvieron vinculados, alcalde, personero, concejales, Guillermo Betancur cómo fotógrafo profesional y documentalista del evento, el artista Guillermo Sánchez Betancur y Juan Guillermo López. “Juangui”, periodista, productor y guionista de cine, que nos dejó atrapados en las imágenes del video «Café y Licor», realizado entre el 25 y el 28 de diciembre del año pasado (1992) en el municipio de Fredonia, en el cual logró registrar en cámara lenta, el suspenso y el grito de la única muerte de la corraleja (Guillermo “Memo” Tabares). Y en el mes de mayo del año que transcurrió (1993) realizó el registro fílmico de «El Encuentro», de las ciudades hermanas de Sevilla Valle y Fredonia Antioquia en el cual se resalta la fraternidad de los pueblos.
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Debe quedar en está nota histórica que Juan Guillermo López gran amigo de Augusto Restrepo por su relaciones con el cine, fue asesinado al mes siguiente en la ciudad de Medellín. Hoy 21 de junio, la coordinadora de la Sección Cultura de “El periódico “El Colombiano” de Medellín, Ofelia Luz de Villa, confirma la infausta noticia y afortunadamente no como un «Suceso Breve»: «Justamente un artículo suyo fue publicado ayer (martes 22) en está Sección Cultural, con un comentario sobre la película “Disparen a matar “, que se presentaba en el centro Colombo Americano. Al enterarnos después de su muerte, supondrán los lectores nuestra sorpresa ante tan fatal coincidencia.
Juan Guillermo López, dejó una niña de cuatro años (Sarita), muchos proyectos y actividades que eran posibles gracias a su particular entusiasmo. Una vida de 36 años que se terminó porque alguien quiso tener violentamente una filmadora que había conseguido como fruto de su esfuerzo y como herramienta de trabajo»
La nota anterior trae a mi memoria que Augusto, tuvo muchos vínculos con realizadores de cine en Medellín en especial con los estudios de Ivo Romani. Allí conoció al Negro Billy (1935-2019) un cantante callejero de Spirituals representando la desesperanza de la ciudad, que trabajó en un documental de ficción de 23 minutos llamado «Balada del mar no visto» (1983) rodado en 16 mm por el realizador Diego García Moreno. Titulo inspirado en el poema de León de Greiff.
Augusto Restrepo fue colaborador de la revista Babel dirigida por su amigo y escritor Víctor Bustamante fundador de los blogs: Tango en Medellín, la Dulce Toma y Neonadaismo.
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LAS NOTAS DOLOROSAS
Alguna vez llegó al parque de Fredonia su compañera en un auto y descargó una bicicleta y a su hijo León. Un niño que Augusto tomó a su cuidado. Y el niño fue a la escuela y fue creciendo en su adolescencia. Luego en las épocas difíciles de violencia urbana en el área metropolitana de la ciudad de Medellín, León fue asesinado en el municipio de La Estrella.
En Fredonia también en una noche oscura y para olvidar tuvo un percance con unos personajes sombríos que habitaban la calle Cuba que lo acometieron a machetazos y le causaron heridas graves en los tendones de sus manos (su herramienta de trabajo para la guitarra) de las cuales se fue recuperando su movilidad y destreza a punta de autoterapias.
En el amor, fue su compañera Beatriz Castrillón hasta el fin de sus días. Tuvo uno o dos rupturas con ella que lo sacudieron en forma profunda que lo sumieron en la bohemia, en el desencanto, en el licor y las lágrimas. Ya en el momento de las despedidas en su último cumpleaños el 30 de noviembre conversó con Beatriz y le pidió perdón por todos sus errores y desatinos. Hasta tuvo tiempo de hacerle ojitos y ratificarle su amor hasta el fin del fin.
Beatriz, dijo que hasta en la proximidad de la muerte, Augusto fue siempre un coqueto. En su funeral, Noreña le dedicó a Beatriz, el poema de Carlos Mejía Ángel más conocido como Ciro Mendía, titulado: Después de Muerto:
Si me muero del todo –y Dios me asista-
Te excuso de llevarme aquellas flores
De amarillos y técnicos colores
Que el mentido dolor pone a la vista.
Te recomiendo amor de mis temblores,
Que cuando tú mi tumba tengas lista,
éste provista , pero bien provista,
De teléfono, baño y acensores.
Que sea una tumba confortable, grata,
Con vasos de oro y ventanal de plata,
sillones verdes, bar, tapices de seda.
Una tumba a la moda y con espejos,
Que no me quede de la tuya lejos
Para llamarte a gritos cuando pueda.
Y Beatriz hizo poner la canción «Mi negrita me espera» de Ismael Rivera, Kako y su orquesta. La letra de la canción es una sencilla pero emotiva narración de un hombre que se apresura a volver a casa con su amada, quien le ha pedido que no tarde:
Es tarde, ya me voy, mi negrita me espera. / Hasta mañana, porque cuando salí / Dijo: “Negro no tardes en la ciudad” / Si yo no vuelvo mi negrita se desvelará, no se acostará / déjenme ir que es muy tarde ya / Voy sin miedo de la noche que muy negra está / El hombre bueno no teme a la oscuridad / Yo ando por buen camino y en la soledad /...
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Esta historia la narró Augusto Restrepo Molina, en una noche de lluvia en abril de 1996. Fue publicada en la columna «Pálpito de Sombras» de la Revista de Cultura regional «Cielo Roto». Edición No 32 Julio. Agosoto de 1996. Dirigida por el periodista caldeño Juan Carlos Hoyos Guerrero (q.e.p.d):
BALBINA
Sofía vive en un cuarto amplio sin ventanas. Su residencia es una rara concesión del progreso, sino a sus años sí a su actual condición de reliquia de una ya casi extinta especie de aristocracia pueblerina.
En la profundidad del segundo piso de un sórdido edificio comercial, entre la oficina del correo y el despacho de un funcionario del estado, su habitación se abre a escasos visitantes. Hay allí una poltrona que fue mullida, hoy dura y desteñida, dos cuadros de santos alumbrados, el retrato de su padre, baúles, loceros, una cama, muchos trebejos (floreros, candelabros), un armario, tabretes; todo girando a una mesa grande, sobre la que un descolorido mantel plástico conmina a la humildad a tantos cristales y maderas labradas. No hay un espejo allí, no hay una cortina espesa y un estante con libros, ninguna joya de valor inapreciable. Solo Sofía quieta entre sus cosas que me pregunta por el alma.
- ¿El alma?
- Sí decíme, ¿qué es el alma?
- No sé tal vez nosotros mismos, sin la carne.
- Me da miedo morir dormida y de pronto resultar sola en esta pieza y quedar encerrada.
- ¿Encerrada?
- como Balbína Ángel.
- ¿Balbína?
- ¿Será cierto que el alma puede andar a través de las paredes de las casas?
No respondo. Ella calla.
Balbína apenas tenia 18 años. Murió según los médicos una mañana del año 33 o 34 en el alto de Combia, hacia las diez. Estaba allí con sus amigas de paseo. Había tomado algunos tragos y, de repente, después de declarar que estaba viendo estrellas, se quedó en las tinieblas.
- ¡Estoy ciega ¡
Permaneció así cerca de media hora y como ya sus compañeras también empezaron a ver la cosa negra, dijo que no era para tanto, que sí moría, sencillamente la bajaran en dos palos. Media hora más tarde llegó a su casa con los pies por delante en una camilla improvisada. Diez minutos después dos médicos certificaron su deceso. Tras prepararla y dejarla por fin descansar sobre su cama su tía B, mandacallar de aquella casa, dijo alterada
- Y véanle esas uñas. Tanto que yo le dije que esas no eran cosas de señoritas educadas.
Sus uñas brillaban como chochos bellísimos sobre sus manos delicadas. Mas de dos horas luchó Sofía en vano por despintar las uñas de la muerta pues ya la tía B lo había determinado: muy poco se avenía aquel rojo brillante a la palidez y seriedad de lo que se trataba. Al cabo, de su ensimismamiento, Sofía salió con algo raro
- Balbína está caliente!
- ¿Caliente?
- Si, Balbína Ángel no está muerta.
- Son cosas tuyas.
- ¡No!.
- Es que bastante la has sobado.
- Llamen al médico.
Volvieron los dos ancianos matasanos. Tosieron y vacilaron
- Cierta tibieza dijo uno de ellos - , a veces pasa.
- En ocasiones el rigor mortis avanza con desgano. - Dijo el otro con menos rigor y aún más desganado.
- Esto está muy maluco. Dijo la tía B
- Y otra:
- Es aún temprano. ¿Doctores, podemos enterrarla?
- Nosotros respondemos.
Y una vez más tentaron el pecho y el pulso de Balbína con estetos, buscaron la huella de su aliento con espejos y no sé qué en sus ojos con unas lamparitas.
- Bueno, traigan la caja. No queremos velorio; no soportamos los borrachos y mucho menos los chismosos que solo vienen a ser que secretos se alzan de esta casa.
Sofía se les quedó callada, pensando en lo hermosa y poco hospitalaria que era en verdad aquella casa y en lo triste que era que Balbína no pudiera volver a contemplarla; tanto que se enorgullecía de sus patios todos plenos de flores y empedrados.
Pudieron al fin los deudos arreglar tantas “vueltas “y dar término a los servicios religiosos. Anochecía ya cuando lograron llegar al cementerio. A la luz de tres velas, el hambriento sepulturero pegó el último adobe. Al salir, dijo Sofía al celador del campo santo que pusiera cuidado por si oía algo extraño, púes, a pesar de que al tocarla por última vez ya Balbína se encontraba algo fría, ella pensaba que eso era por el clima. Y algo inquietó aquella noche al viejo celador ya que, cuando al amanecer, impelidas por la insistencia de Sofía, las parientas llegaron a ver qué había pasado con Balbína, todas notaron que no había pegado el ojo y poca o ninguna resistencia hizo cuando le exigieron deshacer el murito de la bóveda.
Lo que vieron allí no pudieron echarlo al olvido los sesenta y cuatro años que corrieron hasta el día en que Sofía me contó esta historia: Con los ojos abiertos, desgreñada con el sudario ya harapos, y todas las coyunturas del cuerpo destrozadas, Balbína había atravesado su diestra con los dientes que eran algo largos y conseguido por fin atenuar el vivo color rojo de sus uñas que, vistas así, rotas revueltas entre la sangre que ya empezaba a resecarse, no parecieron entonces tan escandalosas a sus enterrados visitantes.
Quizás buscando escapar de la infernal visión todas volvieron sus ojos a los médicos que de pronto llegaron agitados.
- Fue un error... somos humanos _ Acertó a balbucir uno de aquellos viejos.
_ “Un error, sí, un error”. Pensó Sofía como si sus pensamientos descendieran vertiginosos por sus vísceras hasta la viscosa laguna de una náusea. “El error de Balbína fue morir y creer que dormía; tal vez pensó que era presa de un mal sueño y queriendo librarse de él, despertó en su terrible pesadilla.”
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Augusto Restrepo Molina "Tuto" y Sofia Restrepo "Sofía Chuzos".
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Estábamos en Fredonia, Augusto Restrepo Molina y otros tertuliantes oficiando palabra con el maestro Rodrigo Arenas Betancur, colgados de la noche, entre copa y tango. El escultor decidió irse a su apartamento ubicado en el quinto piso del edificio Nora. Lo acompañamos hasta él y lo subimos por las escaleras, sosteniéndole como pie de amigos. Ya en su morada optó por que nos quedáramos haciéndole compañía. Así lo hicimos. Cuando el sol se coló por los ventanales, despertó sobresaltado, pero apenas no vio en el cuarto se tranquilizó. Y empezó a indagarnos por sus pertenencias:
_“Chimbilas”
_ “Dónde está el bolso?”.
_Aquí maestro.
_¿La chequera?
_Aquí maestro.
_¿La pluma estilográfica Montblanc?
_Aquí maestro.
_¿El sombrero?
_Aquí maestro.
_¿La ruana?
_Aquí maestro.
_ ¿”Maracho”, (así le decía a Augusto), dónde está el revólver?
_Y “Maracho” le respondió: maestro con esos nos mataron anoche.
El maestro se cogió con las dos manos la cabeza parodiando al comics de Condorito y dijo “plop” entre carcajadas.
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Hoy es domingo 15 de diciembre de 2024, recibo la noticia (10 de la mañana) sobre el fallecimiento de Augusto Restrepo Molina. Quedó a la espera sobre las instrucciones sobre la fecha, hora y lugar de sus exequias:
«En nuestra memoria queda el recuerdo de los momentos vividos a tu lado. Aunque nos invade un sentimiento de profunda tristeza y soledad, nos consuela el saber que dejas una huella imborrable, porque la vida los que aquí quedamos no termina con tu ausencia, se transforma»
Medellín. Campos de Paz / Lunes 16 de diciembre / 11 de la mañana.
Asisto y doy gracias a Augusto por su amistad, por sus palabras orales y escritas para rubricar las presentaciones de autor:
«Alvaro es un contador de historias. Sus relatos poéticos se apartan de las formas que la cuentería ha venido asumiendo. El suyo es un lenguaje literario alimentado de lo cotidiano, expresión de una búsqueda nueva.
Escucharlo es viajar entre un maremagnum de voces, imágenes e ideas que nos ayudan a aclarar nuestro camino sobre esta tierra. La mayoría de sus escritos son inéditos».
Honro tu memoria leyendo el poema de Ciro Mendía «¿...Que se ficieron?»:
Se me acabaron los amigos.Trigo.
Se me acabaron los amigos.Creo.
Se me acabaron los amigos.Veo.
Se me acabaron los amigos.Ligo
Se me acabaron los amigos. Digo.
Se me acabaron los amigos.Leo.
Se me acabaron los amigos.Feo.
Se me acabaron los amigos.Sigo.
¿Donde se meten mis amigos? ¿Donde?
Aquel que yo más quise se me esconde
Y aquel que me quería se ha perdido.
Finaron unos y otros van despiertos,
Cargados de oro, de salud y olvido.
Sólo me quedan los amigos muertos.
Sigo el cortejo de la sala de velación entre la gravedad de los tacones, a la estación de la misa fúnebre y de allí a los hornos crematorios donde el fuego purifica todo.
Por último te cuento Augusto que gracias hasta éste encuentro de tristezas, volvimos a encontrarnos con el artista Fernando Fernández y con Claudia Zuleta, la hermana del docente universitario León Zuleta, asesinado a los 41 años el 23 de agosto de 1993.
Desde la otredad toda mi memoria para los ausentes.
Álvaro Noreña Jiménez