lunes, 15 de septiembre de 2025

Un poeta de Simón Mesa, entre la ruptura y el encantamiento / Víctor Bustamante


 

Un poeta de Simón Mesa, entre la ruptura y el encantamiento

--- Víctor Bustamante

--- Para Natalia

--- Para Marcela

 

--- Lo que hay que abonarle a Un poeta es que poco a poco empezamos a salir de ese estorbo, de esa mácula; mejor, mancha en que se ha convertido el cine no solo en Medellín, sino en el país, ya que algunos realizadores por imitar la obra de Víctor Gaviria, terminaron convertidos en epígonos y falsos analistas de la relamida realidad social al hacer películas sobre sicariato, como si ante su falta de creatividad y riesgo descansaran en el oasis bajo y barato de la mafia. Esa idea de visualizar o escribir sobre el presente que siempre huye viene de la apoteósica definición de Miller, que sé que muchos cineastas no saben quién es, y por lo tanto no lo han reflexionado; y es cuando el talentoso Henry, añadía que el artista no es una a arista, sino que es como una antena que capta la sociedad. Estas palabras han sido recogidas por algunos ávidos y avivatos de la realidad social dizque para expresar, en este caso a Medellín. Ciudad solo expresada desde la óptica cómoda, simplista y sin crítica, sino frágil miserable y domeñada por los noticieros como único referente intelectual de estas personas que solo ven a Medellín desde esa óptica empañada de mugre al pensar que la ciudad es solo una tina sangrienta. De tal manera si nos atenemos a lo de Miller vemos que estos cineastas solo dirigieron sus antenas oxidadas a mirar hacia los barriecitos de las comunas donde la vida no solo fluye en las babas injuriosas de las bandas, sino que va de la mano de lo que no tuvieron en cuenta, la dura concepción y dura lucha por la existencia. La vida no se vive allí la vida vive.

--- Además, esta actitud ha llevado a que Medellín solo sea mirada y admirada en el exterior como un nido de matones y de droga, pero quienes aún realizan documentales sobre los barriecitos y solo idealizan una parte nefasta, dejan de lado el rico ambiente popular olvidando que solo es una parte de la ciudad, ya que hay otros paisajes, hay otras actitudes y momentos emblemáticos. Así, inferimos que quienes hacen este tipo de películas solo revalúan la porno miseria como intento de arte, no como reflexión. Desde esta pobreza mental solo buscan asistir y ser premiados en festivales de alta y baja estofa, adosados al sentimentalismo por los sicarios, por el paisaje inacabado de ladrillos que arden al sol de verano, astillando de una manera barata la falsa conciencia social de aquellos que persisten en el mismo tema que sirve de impronta para darle una mínima mirada a lo que en realidad es Medellín.

--- De ahí lo valioso de Un poeta de Simón Mesa, ya que deja de lado esa temática, y al buscar otro camino, ha creado una ruptura con el cine en Medellín y quizá del país. Al abandonar ese quejumbroso neorrealismo paisa que se muerde la cola y llena de admiración a los estólidos jurados de festivales europeos.

Un poeta, por fortuna, se ha salvado de seguir ese camino recalcitrante tantas veces realizado, ya que se atreve en parte a una mirada diferente, y esa mirada diferente nos agasaja, aunque sea de una manera parcial. De ahí que, Un poeta, ha creado una ruptura en parte con la temática mohosa que creo que ha terminado con algo tan lamentable como, Matar a Jesús, y con todo ese ripio que prosigue con cine y libros sobre sicariato.

--- Un Poeta es admirable, a pesar de alguna parte de los diálogos, y a recurrir a la palabra gonorrea que ya estamos jartos de escucharla, lo cual da signos de que Simón Mesa no debe ser un gran lector, pero sí tiene algún sentido de la crítica y gusto por hacer otro tipo de cine. Afirmo lo de los diálogos porque a veces me da la intención de pensar que, debido a ellos, a Simón aun lo seduce el neorrealismo de paja y cartón corrugado de colegio que ha debilitado el cine y la literatura en el país.

--- Oscar Restrepo entrega su visión no solo de la poesía, sino del ser poeta, él no vive de la poesía, sino para la poesía, lo cual da una mirada honesta de su ser. Eso sí, es un poeta anacrónico que exhibe, como un centinela, en la pared de su cuarto la fotografía de José Asunción Silva, aquel poeta, al cual le decían los bogotanos José Presunción Silva por vestir elegante y parecer un dandy francés en las calles polvorientas de una ciudad fría y distante. Además, de mantener comunicación con Huysmans a quien le enviaba orquídeas frescas a París, para que, sensible y decadente, percibiera el olor del trópico, y viviera sus deliciosas depravaciones. Pero Silva no se suicidó por ser un poeta maldito como slogan, sino debido a que se había gastado la fortuna familiar en excesos y en viajes. De ahí que Oscar Restrepo al marcarse el corazón como el poeta bogotano lo hace más como imitación, y por no ser un gran poeta, que por la deficiente percepción de lo que es un poeta maldito, ya que prefiere beber en las calles, como si en ellas exprimiera su poesía y, además, mostrara su sed de sacrificio entre comillas por la sociedad que no lo escucha en esa autoinmolación de tanto poeta sin poemas, puros nonchalants. Hay un dicho en el Centro, de que si en Junín alguien grita: Hey, ¡poeta!, miran aludidas y aturdidas las personas que caminan pensando que han sido reconocidas. Eso sí, en la peli, como añaden los gomelos, hay un gran momento cuando el poeta en plena noche de la calle y de la vida, recita a todo pulmón el Nocturno; uno de los grandes poemas de un excepcional poeta como fue Silva.

--- Pero si al poeta Oscar Restrepo lo cautiva la distorsionada lectura de la vida de Silva, lo que es notorio es su complicado amor por las letras, al no querer trabajar, por querer vivir de la poesía, lo cual es difícil, al no ser  uno de los  avivatos del Festival de poesía, porque el poeta Òscar con su actuación cautiva, así como cautiva a su madre, porque es un buen hijo, eso sí contemplado e incomprendido a morir solo por su madre aunque no le presta el auto, él se lleva, y eso sí,  y lo mantiene azotado para que sea profesor, lo cual contradice el poeta ávido de la calle y de la noche y de sus dos libros, y que en la calle exhibe sus andrajos de poeta triste o mejor de poeta maldito, entre comillas, porque esta decisión y entereza es de más peso, ya que si bien hay una perturbadora y honda crítica sobre algunos poetas, la cosa es de más peso porque sí hay verdaderos poetas que son inmolados por la indiferencia de cierta cultura paisa arrodillada a los culebreros y trovadores que habitan La Alpujarra.

--- Lo cierto es que Oscar, valiente a veces, cobarde y timorato en otras ocasiones, pero eso sí decidido con su arte, termina alejado de la poesía en parte al trabajar como profesor improvisado; y en esas aulas como jaulas encuentra lo que él considera una gran poeta, que es Yurlady, la cual lo deja perplejo, ya que una chica que no sabe nada de poetas ni de sus menjurjes, escribe poesía íntima y tan fresca y tan fácil, que cautiva a Oscar que, a pesar de su facha, a pesar de su amor a la poesía y a pesar de sus dos libros no ha expresado su ser. En otras palabras solo ha escrito basurita personal: le huye la dura experiencia, ante la cantaleta familiar que le exige la farragosa necesidad de ser útil. Pero Oscar no se enloquece, al aislarse en un colegio, sino que se convierte en el manager, consejero y admirador de Yurlady. Sus mismos alumnos, molestos y envidiosos, le dicen que solo le gustan los poemas de esa chica indolente que escribe para desagraviar su interior y para salir de ese embotellamiento y pobreza ante una familia destrozada, ante hermanas ya madres a temprana edad y ante padres ausentes y sin cinco, y cosas de esas que ya sabemos que ocurren allá en los barrios altos, y es aquí donde Simón no es capaz de apartarse de ese paisaje visto tantas veces en otras películas como si este fuera el paisaje férreo de Medellín para cautivar los europeos y su remordimiento tercermundista.

--- Hay una parte valiente en Un poeta, y es la crítica mordaz a aquellos muñidores que, con su microempresa familiar de poesía, pensaron que eran los dueños y expertos de la poesía en Medellín y no dejaron de ser unos charlatanes, como si se pudieran fabricar chorizos totalitarios,  persistiendo en añadir que con su festival  habían salvado a Medellín ante los ríos de sangre que corrían por las calles, según ellos, lo cual cautivó  a los europeos otra vez para que les dieran más dinero a estos agalludos, que aun piensan que son los mesías y salvadores de la poesía en el país cuando solo siguen la tradición de los comerciantes paisas.

--- Unas palabras de Yurlady, que escribe por pasión para desahogarse, los define, no le gusta ir a esas reuniones, ya que en ese antro de Epicuro, lo que se enseña y escribe en la Escuela de poesía, no le gusta, claro que ella tiene razón por algo específico, allá en la llamada Escuela de poesía, donde seguro han dictado clases otros poetas del exterior y de la comarca fingiendo de malditos y malitos, solo se demuestra  esa parte mentirosa que avasalló y puso de rodillas a los ingenuos vates que querían dizque ser reconocidos internacionalmente. Y es precisamente allí donde la película adquiere otro aire más poderoso, ya que ahí están ellos, estos vividores de la poesía, estos negociantes, estos mentirosos y okupas que piensan que su concepción de la poesía, con su fraternidad de pandereta, como poesía social militante y mugrosa,  es la que vale, y no el alma pura a veces cándida, y eso sí honesta como la de Yurlady que, a pesar de ser indiferente al ámbito de reuniones como que poéticas, nos conmueve. Y eso sí Yurlady, que sí es poeta, no se soporta así misma con su indiferencia, con su desazón, con lo interesada que es como su madre y su padre y esa familia que habita una pieza con perro a bordo.

--- Pero aquí no acaba la película ya que subyace como, una corriente subterránea, la relación de Oscar con su hija, esa hija que, sí es su amor, a pesar de ser una adolescente cruel, intransigente y mala persona, que le da pena que la vean con su padre. Al final del filme se reencuentran y ella le lee uno de sus poemas. Juro que vi durante la proyección en el teatro lleno, allá en la Florida, madres llorando y profesoras con los ojos acuosos, parejitas moqueando; lo cual da cuenta del manejo de los tiempos narrativos de su director.

--- Oscar Restrepo, protagonizado por Ubeimar Ríos, quedará como un personaje en el cine; es preciso, cauteloso, conversador, acelerado, lloroncito, trabajador de calle, medio vago y medio poeta, además valorado en medio de esa tragedia no solo de la película de la cual lleva el peso no solo con su inteligencia y su corazón de cristal, sino también con su buena actuación.

Con Un poeta ocurre una ruptura temática en parte, lo cual da un aire diferente, fresco, donde es posible buscar otras historias, eso sí despojándose del mismo paisaje allá en los barrios que ha sido contado no solo por la literatura de quiosco que vuelve cada año sobre la ciudad como una peste negra, sino por el cine que aniquila con el mismo tema. Cierto, en Medellín existen otras historias que contar como dice el cantautor Harold Dávila, y esas otras historias hay que decirlas, escribirlas, no quedarse solo con la misma temática de siempre y apartar a la ciudad de ese velorio continuo con matoncitos en cada película y en cada novela, con el mismo telón de fondo las callecitas inacabadas, los muros desolados y desnudos de ladrillo cariado, donde a los ingenuos, pero interesados, que posan de cineastas, hacen turismo irregular, como los estólidos turistas de otros países y del interior, incluso; que de día van a San Javier a montar en las escaleras eléctricas, ven los mercadillos de chucherías y pasan de largo por esas calles que fueron violentas, ya que la noche los espera para el festín. Droga, sexo y licor o lo uno o lo otro, no se tiene escapatoria decía el Poeta triste a Heleno de Troya.   

--- Al salir del teatro, atestado de personas, uno siente cierta felicidad. Hemos visto una hermosa película. Nunca del fracaso como se estila porque el poeta debe persistir. Recordemos que unas ochenta editoriales rechazaron la obra de Samuel Beckett, y por ninguna razón el irlandés se dispuso a llorar con lágrimas de cocodrilo como Oscar; por el contrario, tenía su arma personal, eso sí sin vanidades, su voluntad, y su armazón y talento. Lo demás son las volutas elaboradas con detergente para el éxito.

 ….

 

Poemas de Key Serna Herrera (2)

 

Key Serna Herrera

No contestes el teléfono

 

Me sobresaltan las naranjas

que caen sobre el techo.

Temo quedarme dormida

dentro de un sueño

del que ya no pueda despertar.

Me asusta cuando mi hermano

sale de casa

y mi madre le da la bendición en el aire,

como si se fuera a la guerra.

Pero solo va al supermercado.

Su uniforme:

un impermeable a prueba de gotas.

Y aún así, tengo miedo.

Porque conozco la muerte:

una vez vino a casa

y se llevó a mi hermana

a beber un trago de licor verde.

Nunca regresó.

Le temo a las malas noticias.

Me asusta el teléfono cuando suena.

Mi cuerpo se pone alerta,

Se anticipa al caos.

Contesto leyendo el tono de voz,

como si leyera el clima del alma:

¿Hay angustia?, ¿hay calma?

A veces, antes de sonar,

ya estoy despierta.

Escucho un zumbido,

como un insecto que no encuentro.

Y entonces suena.

Hoy llamó la funeraria.

Ofrecían:

“Si pagas cinco meses,

te regalamos uno más de vida.”

Duermo con un ojo abierto

y el otro soñando,

un pie en el suelo

y el miedo en el bolsillo,

como una piedra

que aprieto

y sé que sigo viva.

No contestes el teléfono.

..

Diosa de la luna

(A mi hermana)

 

La fase lunar de su vida

se eclipsó para siempre

en aquella tarde fatídica.

El viento no trajo el rumor del bosque,

el mar no anunció con su brisa

el secreto oscuro que tejía la noche.

Fue el tintineo de las copas

el que despertó a la muerte dormida,

invitándola a brindar por la noche eterna

con veneno verde inocente:

néctar del jardín del duende.

Como diosa en un mundo mortal,

cabello de luna creciente,

sostiene en su copa Artemisa,

y bebe su último sorbo de alegría.

Su alma libre deja a su cuerpo inerte,

se adentra en la espesa bruma,

vaga buscando una luz diferente,

una estrella fugaz sin deseo.

De este mundo se desprende.

Ahora su pasión duerme en las rosas,

su sangre retorna al mar.

El rojo de su vestido deja

las copas rebosantes de vino

y su luz en el cielo,

como luna nueva,

Siempre aparece.

….

Partida

El médico era tan alto

que no pude ver su rostro.

Solo su voz

cayó sobre mí:

—Está muerta—

y siguió caminando.

Ni un segundo de silencio,

ni una grieta para mi alma.

Corrí a verla.

Su cuerpo aún tibio.

Tomé su mano,

un objeto pesado,

el alma salía de su cuerpo

y yo no podía sujetarla

Yo quería soplarle vida,

darle mi respiración,

abrirme las venas

y vaciarle dentro

todo lo que me quedaba.

La metieron en una bolsa negra.

Y la llevaron por el pasillo.

La gente se abría como el mar,

miraban sin saber qué hacer

con tanto dolor expuesto.

Salimos a la calle.

Y afuera,

los edificios seguían de pie.

Las personas reían.

Los vendedores ofrecían dulces,

los carros seguían sonando.

No entendía.

¿Por qué reían?

Y entonces,

los edificios comenzaron a caer.

La tierra se abrió en dos.

Se tragó a la gente.

A los puestos.

A la normalidad.

Yo gritaba sin sonido,

yo veía el fin del mundo.

Pero era solo yo.

Una bocina sonó.

Y todo volvió:

los edificios en su sitio,

la gente de pie,

el mundo intacto.

Solo yo

me había partido en dos.

 

Polvo de hada

Las cosas de ella

cargan el polvo del olvido,

como el polvo de un hada muerta.

Su ropa no huele a su perfume de fiesta.

Los bolsillos no guardan el rastro de sus días.

Inmóviles, sin baile,

sus vestidos no giran.

Cuelgan de hombros de plástico

Sin la forma de su cuerpo.

Sus zapatos yacen sin pasos;

algunos, nunca los usó.

El tiempo lo desgasta todo:

los tacones, como los de cenicienta

no le sirven a otras.

Su reloj se detuvo

En el instante en que se fue.

Las perlas de su collar

ruedan por todas partes,

No se detienen

Hasta perderse en una grieta.

Sus cosas ya no tienen alma,

no cumplen su función.

Son recuerdos moldeados,

piezas que no encajan en esta realidad,

donde intentamos conservar:

el molde de sus pies,

el contorno de su cuerpo,

el color de sus labios

en un labial gastado…

para no olvidar

lo que era,

y lo que hizo.


domingo, 14 de septiembre de 2025

POLITICA Y DISPARATE / Darío Ruiz Gómez

 POLITICA Y DISPARATE

Darío Ruiz Gómez

Armando Benedetti ha sido a lo largo de su carrera política un personaje sin relieve alguno, eso sí un oportunista dotado del olfato necesario para saber hacia dónde se mueve la política y él moverse con quienes nunca pierden. Acaba de decir, cito de memoria,  con el desparpajo propio del vivo que “la derecha no da para nada ni siquiera para futbolistas” De manera que según él cuando Lucho Días mete un gol en vez de gritar de júbilo levanta el puño en alto como un atleta comunista y sonríe al pueblo alborozado.  Esta falacia de una increíble bobería refleja sin embargo  el nivel intelectual de un personaje  mediocre que mediante sus habilidades para “guardar secretos” de fechorías de amigos importantes ” piensa que seguirá para siempre en el poder. Pero no es cierto como ya lo dije una vez, que la política todo lo permita. Las supuestas complicidades en fiestonones,  constituyen desde siempre el tema  de una narrativa que se extiende desde la novela galante del siglo XVIII  hasta los extravíos de un personaje tan interesante como  Jeffrey Epstein dispensador de toda clase de compañía masculina o femenina, de juegos eróticos a algunos poderosos del mundo en una isla de la fantasía. Epstein sabía manipular a su antojo en cada personaje su bajeza y en ese juego pasará a la historia como un verdadero maestro en el conocimiento de la maldad. Pero así como en la España izquierdista cuya justicia tiene imputado a Benedetti por agresión a su esposa, el ex Ministro Ábalos al ser acusado de corrupción a  puesto a disposición de los creadores de folletines pornográficos  a la par que sus negocios ocultos algo que ha dejado mudo a todos, su inaudita capacidad erótica. Personajes de alcantarilla, desconocedores a conciencia de la ética política, de  la finalidad de la vida política han   desacreditado  la política con su  vulgaridad hasta hacer de ésta lo que hoy estamos viviendo en Colombia, un verdadero disparate con un sangriento telón de fondo. Solamente que los disparates de los gobernantes conducen siempre al atraso de las comunidades,  a la muerte de la cultura y los disparates de la falsa clase política conducen a la corrupción.

Los disparates de alguien que como nuestro Ministro de Salud se ha comportado como un matón c ha conducido a que millones de pobres gentes lleguen al sufrimiento y la muerte sin que nadie lo castigue. También Quintero y sus rendidos admiradores comprueban la vigencia de estos disparates esperpénticos que no han contado con la crítica oportuna sin la cual el disparate continúa destruyendo  los restos de racionalidad política con que es necesario contar  para construir una propuesta electoral democrática. Caterina Meych Puyana es Magistrada de la JEP  la cual “a nombre propio” acaba de solicitar el congelamiento de las cuentas de las empresas colombianas que han exportado carbón a Israel. La filiación política de la Magistrada no es difícil  de adivinar pero lo que uno se pregunta es por los años que lleva en la JEP  y porqué en debida proporcionalidad   como es que no ha denunciado en Colombia a los terroristas que continúan asesinando por miles de  miles a ciudadanos olvidados sin que hayamos escuchado, insisto, su voz de protesta. Mala conciencia burguesa llama Marx a estas conductas inmorales que suelen caracterizar a la pequeña burguesía que lejos de responsabilizarse por lo que sucede a su alrededor solamente protestan por aquello   que su ideología progre le exige.  Al gran Gabriel Albiac acabo de leerle una sentencia que no quiero que olviden: “En política aplazar lo malo es precipitar lo peor” Pasemos entonces a devolverle a la política su misión civilizadora, a sacarla del disparate a que el Gobierno la somete cada día.

 

LA HISTORIA IMPREDECIBLE / Darío Ruiz Gómez

 

 LA HISTORIA IMPREDECIBLE

Darío Ruiz Gómez

Cuando yo digo que al subir al poder Petro no había engañado a nadie es porque en ningún momento de su campaña política se disfrazó de demócrata para engañar a los electores tal como sí lo hizo Chávez. Lo que no vieron o pretendieron no ver los engañados es las argucias publicitarias con que se creó un supuesto adversario, contó con un electorado de base, Fecode, el Sindicalismo de izquierda, la masa de universitarios creyendo que apoyarlo era apoyar una revolución que iba a cambiar de inmediato la sociedad introduciendo de salida las reformas profundas con que de una generación a otra se habían ido intercambiando la supuesta herencia de una revolución marxista. Soñaban unos y otros, la clase política arribista que nada más poner pie en el Palacio de Nariño que la educación se plantearía radicalmente hacia la “incorporación de los saberes ancestrales” y la saludad llegaría de inmediato a pueblos, veredas apartadas, barrios con miles y miles de hospitales, clínicas, profesionales de la salud, una industria farmacéutica nacional. Ya a estas alturas los campos de Colombia verían a campesinos alegres explotando con nuevas tecnologías la tierra, etc., etc. Nadie ni muchos de ellos mismos hubieran pensado que este grupo de exguerrilleros con una ideología populista sin bases científicas, con un desconocimiento total de la realidad del país, hubiera caído desde el primer día de gobierno se transformara en la mayor organización criminal que haya conocido nuestra historia, basuras provenientes de lo peor, ávidos por enriquecerse para escapar de su condición social, es decir traidores a su clase. ¿Cuántos miles y miles de millones gastados aún en un Ministerio fantasma como el de la Igualdad cuando lo que han demostrado es su aversión hacia la igualdad? Y también ciertos grupúsculo de los intelectuales, del profesorado que sin  reato  se deslizaron de la izquierda  al populismo, destruyendo  los principios de nuestro civilismo, de nuestra  educación superior tratando de  disimular su medianía,  prohibiendo lecturas, referencias de la cultura universal para reducirse a un pénsum para  perezosos porque  bajo los sofismas de “dar voz a quien carece de ella”, desapareció el rigor académico, la investigación,  pensando que “inevitablemente  la revolución tenía que llegar”.

Es la hora de las tinieblas, de la más infame censura y persecución a la libertad lo que estamos viviendo en un momento en que la violencia de los grupos criminales – esto parece un pleonasmo- va de la mano de la afirmación de sus territorios y en que ante la mirada impasible y por eso cómplice de quienes se llamaban demócratas se desplazó a 60.000 personas a bala y fuego para establecer un territorio sin fronteras al ELN y ahora quiere Petro instalar 25. 000 soldados. ¿Qué supone entonces la presencia de los navíos norteamericanos en aguas venezolanas cuando Putin, Jin Ping, Kim Jong- On y el presidente de la India han firmado un acuerdo con un ostentoso desfile de tropas de por medio para “combatir el fascismo ucraniano”?  Maestros y empresarios, universitarios y gentes humildes han sido traicionados. De aquí a un año y bajo esta ola de terrorismo sin limitaciones ya no habrá carreteras, la ley del Oeste se impondrá por encima de la justicia universal, la estrategia de incomunicar al país tal como es evidente en el incumplimiento de la doble calzada Popayán-Cali, de la Panamericana, etc., convertirá la geografía nacional en un infierno. Y a estos territorios se trasladarán los contingentes del ELN y las FARC que serán desalojadas de Venezuela, pero Maduro y sus capos caerán, no lo duden. La historia es imprevisible como lo demuestran las caídas de los grandes dictadores, de las falsas utopías políticas, sobre todo cuando, como ahora, ha irrumpido un imprevisible detonante del caos como lo es el narcotráfico. Repetir, repetir en voz alta el número de asesinatos semanales de soldados y policías, de campesinos. Repetir.    

 

 

miércoles, 3 de septiembre de 2025

No, no, esta es la verdadera Emily Dickinson… más fotos, más teorías

 

Emily Dickinson



Emily Dickinson y Kate Scott Turnes

No, no, esta es la verdadera Emily Dickinson… más fotos, más teorías

 

« “Vivía con tres horas de sueño y humo de pipa.” Por qué la realidad no aprecia a los poetas »

Por fin me he unido a los “pensadores más destacados del mundo”. Hace unos días hablé sobre la investigación para determinar si la mujer de la izquierda en el retrato de arriba es Emily Dickinson, con su amiga Kate Scott Turner a la derecha. La publicación recibió varios comentarios, más tuits y alguna que otra noticia.

Ayer, la publicación se mencionó en BigThink, que se describe a sí misma como “Blogs, artículos y vídeos de los pensadores más destacados del mundo”. Sin embargo, agradezco a la publicación algo más que la promoción: gracias a mis compañeros "linkees" citados en el artículo, encontré el supuesto retrato de Emily Dickinson, circa 1860, que había intentado encontrar varias veces sin éxito.

La razón: en algún momento de la década de 1980, visité la casa en Los Altos de Janet Lewis, poeta, escritora y viuda de Yvor Winters. No recuerdo el motivo de mi entrevista; de todos modos, el artículo nunca se publicó y permanece en algún lugar de mi garaje, en un disquete de 5 pulgadas, junto con las notas de la entrevista. Sabía muy poco sobre la escritora octogenaria en aquel entonces, pero ahora me alegro de haber tenido la oportunidad de conocerla, sea cual sea el motivo; y sí, recuerdo el legendario níspero de los Winters.

También recuerdo haber contemplado una foto en su cocina, colgada en lo alto de la pared. Janet Lewis siguió mi mirada y preguntó: "¿Reconoces quién es?". No la reconocí. "Es Emily Dickinson, ya adulta". Era una foto inigualable, atenta y sensual. Me dijo que estaba incluida en la biografía de la poeta escrita por Richard Sewall, y que la había arrancado del libro para colgarla en la pared. Años después, encargué la biografía en línea precisamente para recuperar ese retrato. Pero, al parecer, entretanto había sido desacreditada y eliminada de ediciones posteriores.

Ahora la foto tiene una nueva defensora, la poeta Daniela Gioseffi, autora de una nueva novela biográfica sobre Dickinson. En la sección de comentarios de un artículo sobre su libro, escribe (con una ligera corrección por mi parte; necesita más):

El prólogo de mi libro Wild Nights, Wild Nights, The Story of Emily Dickinson’s Master (en http://www.Amazon.com y plainviewpress.com) explica exactamente cómo investigué la foto para incluirla. Muchos estudiosos de Dickinson no dudan de que se trata de Emily Dickinson a los treinta años, ya que sus rasgos coinciden al compararlos con la foto de hace 17 años que todos conocemos arriba, donde las imágenes tienen el mismo tamaño y se superponen. Lo que muchos no estudiosos de Dickinson, que no han leído la obra tan a fondo como yo, no comprenden es que la famosa foto de ella fue tomada cuando era una joven de 17 años enfermiza, recién salida de una cama. Años después, quienes la vieron la describieron como una joven de ojos brillantes, piel clara, atractiva y femenina. Sí, fue diminuta toda su vida, pero se describió a sí misma con "cara de gitana", y esta foto encaja con la descripción que ella misma tenía de sí misma, con la que su hermana Lavinia coincidía.

Quiero que el retrato sea fiel porque me gusta y porque me conecta, de una manera peculiar, con Janet Lewis. Sin embargo, admitir un juicio tan sesgado y poco científico por escrito me arriesga a ser expulsada de un blog para los "pensadores más destacados del mundo". Estoy en un dilema.

Así que permítanme añadir otra pista falsa: el retrato de la derecha, que data de alrededor de la década de 1850. Su defensa está aquí, y la imagen parece encajar con la autodescripción de Emily: "Soy pequeña, como el Reyezuelo, y mi cabello es intenso, como el castaño, y mis ojos, como el jerez en la copa, que deja el invitado".

¿Y qué hay del nuevo descubrimiento anterior? Según Austin Allen, uno de los pensadores más destacados del mundo en BigThink:

 De las dos mujeres, Kate es la que tiene la mirada perdida. (Había enviudado recientemente). Pero observen más de cerca a su amiga: hay algo peculiar en esa mirada. Las pupilas son asimétricas, como en la foto conocida (Emily podría haber sufrido astigmatismo e iritis), pero también son grandes, soñadoras y un poco divertidas. Dickinson comparó una vez sus ojos con «el jerez en la copa que deja el invitado»; la mujer de la foto casi hace honor a la comparación. …

Miren: la misteriosa mujer incluso ha abrazado a su amiga, un gesto que difícilmente podemos imaginar a la Reclusa de Amherst. Si estaba al borde de una crisis, aún no se nota. En el fondo de mi corazón dudo que sea Emily —esa barbilla simplemente no encaja—, pero a la espera de nuevos informes sobre muestras de ropa, registros de imágenes, pliegues nasolabiales, etc., seguiré creyendo y descreyendo a la vez, lo que, como dijo Emily, «mantiene la Creencia ágil».

 Al menos he recuperado la foto de «mi».


--Traducción de:

https://bookhaven.stanford.edu/2012/08/no-no-this-is-the-real-emily-dickinson/


sábado, 30 de agosto de 2025

Fotografías de Medellín en 1960. Clarence W. Sorensen y Eugene V. Harris/ Patrimonio 109

 

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--- Fotografías de Medellín en 1960. Clarence W. Sorensen y Eugene V. Harris

--- Víctor Bustamante

--- Nacido en 1907 en Nebraska, Clarence Woodrow Sorensen obtuvo su maestría y doctorado en geografía en la Universidad de Chicago. Sorensen fue el primer presidente laico de la Universidad Augustana. Su presidencia abarcó la turbulenta época de finales de los años sesenta y principios de los setenta.

--- Clarence W. Sorensen tambien fue explorador, editor y corresponsal extranjero para la cadena CBS. Por tal motivo viajó por el mundo capturando imágenes de la vida, el trabajo y los eventos históricos de diversas culturas. Sus estudios geográficos en esas zonas dieron lugar a quince libros.

--- Sorensen estuvo en Medellín en 1960 en compañía del fotógrafo Eugene Vernon Harris. Harris acompañaría a Sorensen durante diez años en sus viajes por el mundo para ilustrar sus libros. Juntos, crearon una extensa colección de más de 64.000 fotografías.

--- Harris había nacido en Dakota del Norte y se graduó en educación en 1937. Luego trabajó en el Servicio Exterior, sirviendo en embajadas como Chile, Buenos Aires y la India.  En 1953, dejó el Servicio Exterior para dedicarse a la fotografía. Entre 1954 y 1964, fue fotógrafo en la editorial Silver Burdett Publishing.

--- Ellos trabajaron juntos realizando una labor documental sobre costumbres, personas y paisajes en diversos países. También es cierto que surge una pregunta, de qué manera realizaban la labor de la fotografía ya que, seguro que a los sitios que fueron, quien a lo mejor solicitaba una foto determinada era Sorensen, y Harris accionaba la cámara. Ese tipo de colaboración crea una zona gris ya que, en el archivo de la Universidad de Milwaukee, los créditos de las fotos aparecen a nombre de los dos. Eugene V. Harris posee una obra indiscutible en solitario por diversos países.

--- Estas fotografías de Medellín, unas 40, evidencian el interés de ambos sobre la ciudad. Algunas de ellas se centran en mirar la topografía citadina desde el Hotel Nutibara, luego siguen algunas fotografías alrededor de la Plazuela Nutibara; otras en Palacé, donde parece que los deslumbrara el edificio de la Naviera, así como la caminada que realizan por la calle Junín. En estas fotografías se sintetiza su mirada sobre el Centro, una ciudad ordenada, sin hacinamientos, con escasos transeúntes, donde aún el ornato de los edificios se mantiene en su carácter esencial sin haber sido mutilados. Llama la atención los escasos vendedores ambulantes y, sobre todo, el niño que toca un tambor, lo cual rememora esa fotografía clásica de Harris, el Flautista, tomada en el Perú.

--- Luego, las fotografías se centran en las diversas fachadas de algunas fábricas como Noel, Shellmar, Pepalfa, Apolo y Wayne. Ellos no solo fotografiaron la fachada de la textilera Coltejer, sino que recorrieron el interior de la empresa a la cual le dedican varias tomas. Y como no podían irse sin realizar un tour por los alrededores, van a las montañas, al Salvador, donde registran algunos paisajes con palmeras destacando algunas casitas y la línea de las montañas a lo lejos.

--- Hay una mirada distante, muy previsible, lo cual contrasta con otras fotografías de ellos en otros países, como si no los hubiera cautivado Medellín al no profundizar en el alma de los habitantes que poco aparecen en sus placas. No sé si debido al poco tiempo en que estuvieron de visita, pero si es plausible que estas fotos muestren una ciudad aun intacta, calmada donde aún no es previsible lo que vendría después.

--- En estas fotografías sobresale el culto a las empresas, sobre todo a la más relevante, Coltejer. También existe una mirada precisa, pero cautelosa al ámbito de la calle, como si ambos, Harris y Sorensen fueras espectadores tibios que solo miraron las calles conocidas con edificios de arquitectura para ese tiempo moderna, como si la ciudad no tuviera pasado que exprese otras construcciones, así como íconos sustanciales que son puntos de encuentro.

--- Eso sí ellos no reprodujeron iglesias, también le huyeron a las casitas coloniales y a las de estilo eclético, solo fotografiaron las edificaciones con el dominio de líneas rectas. Total, notamos una atmósfera espesada en lo conforme de la tranquilidad, así como una ciudad excesivamente limpia. Lo cual da una idea de un espacio que no fue auscultado, sino limitado en su presente.

 

martes, 26 de agosto de 2025

Poemas de Key Serna Herrera

 

Key


Poemas de Key Serna Herrera

 

Insomnio

¿Serán las puertas abiertas del armario,

o la inquietud de los zapatos

que no encuentran descanso,

o el temblor de las cortinas

cuando la noche respira,

las que me mantienen despierta?


¿Será que dejé encendido el fuego

de un amor en mi pecho,

o que, aún al final del día,

no encuentro consuelo?


¿Será que no me deja dormir tu silencio?


Sé que en algún momento

me rendiré al sueño sin saberlo,

me entregaré a los brazos de Morfeo

y la araña bajará de su seda

para tejer mis visiones.


Escucho ladrar a un perro

y a los que le responden a lo lejos.


Escucho, en mi pecho,

mi corazón latiendo lento,

y la tercera alarma del gallo.

La noche ya cobró su silencio.


La oscuridad me ofreció fantasmas y recuerdos.

La almohada ya me dio sus consejos.

El velo del aquí y el más allá es más delgado;

el cuerpo, más pesado.


Mientras los demás duermen,

mil ovejas han cruzado sobre mi cama,

y los zapatos se rindieron.

Por las puertas abiertas

Se cuelan tus ausencias,

por mis ojos,

pensamientos sin consuelo.

Si me llego a dormir,

no me despierten.

Morfeo no vuelve dos veces.

3:00 am

...


La bici - vino


Salía en una bicicleta paletera,

con una canasta al frente

y algunas botellas de vino artesanal

rodando conmigo por las calles.


Competía, sin querer,

con los vendedores de buñuelos y helados,

que a grito limpio ofrecían su mercancía.


Yo no.


El vino se vendía en silencio.

No hacía falta anunciarlo.

La gente me miraba

y algo en su intuición les decía:

“Ahí va vino”.

Me paraban en la esquina,

con esa complicidad callejera,

y me preguntaban, casi en secreto:


—¿Lleva vino?


Como si fuera un conjuro,

respondía:

—¿De cuál sabor quiere?

Mora. Banano. Naranja.


Y ahí mismo se lo entregaba.

Sin bolsa.

Sin servilleta.

Sin rodeos.

Ganándole a la vida,

una botella a la vez,

sobre esa bicicleta,

jugándomela en contravía.


Sobre – vivo

 

Sobreviví a mí,

a mi forma torpe y luminosa de existir.

A los venenos que bebo sin miedo,

a los que me sirven sin pedirlos.


Sobreviví a mis rituales:

poner la fe sobre la mesa,

sobre la montaña,

sobre un cuaderno viejo,

dentro de una botella.


Sobreviví a la muerte que me ronda:

la literal,

la metafórica,

la onírica y silenciosa,

la que tejí en noches de insomnio

para entender por qué sigo aquí,

si ya me fui tantas veces.


Sobreviví al insomnio.

Si no duermo

es porque algo en mí

exige ser dicho.

Lo escribo para no desaparecer.


Sobreviví a la cordura.

Sí, estoy un poco loca.

¿Y qué voy a hacer con eso?

Respirar.

Servirme otra copa.

Volver a caminar por el bosque

como si no estuviera rota.


Sobreviví a la incomprensión.

¿Qué se espera de alguien

que embotella su duelo,

que le habla a las paredes,

que se golpea con las puertas,

que se cree poeta,

que maneja en contravía

para volver a casa?


Sobreviví al pronóstico.

No me daban mucho tiempo de vida.

Pero aquí estoy.

Será mejor que queme mis poemas esta noche.


Sobreviví a la planta equivocada.

Casi muero por un té

que parecía inocente.

Lo tomaba creyendo que curaba:

el paico. Diariamente.


Sobreviví a su muerte.

Mi hermana,

mi Artemisa,

murió por un trago amargo.

Una planta,

un licor,

un secreto verde

que tengo prohibido nombrar.


Sobreviví a su ausencia.

Ella se fue.

Y yo me quedé,

sobreviviendo a otros venenos.

A mi propia sustancia.

...