sábado, 1 de noviembre de 2025

Parirás con dolor de Dina Rac / Víctor Bustamante

 

Dina Rac




Parirás con dolor de Dina Rac

Víctor Bustamante

En el refranero paisa, sí, aquel que, recreando una peculiar forma del ser religioso y usurero, de un habla específica, de ser interesado, ha donado diversos dichos, llamados filosofía popular. Para el tema que nos incumbe refiere: Cada hijo trae su arepa debajo el brazo, que es el más conocido, y eso sí, advierte que, a pesar de la responsabilidad por ese hijo, él tendrá como sea su manutención necesaria. En otro, se añade, Tiene más hijos que un maguey, que posee un tono irónico, y al compararlo con un vegetal añade, como no existe en esos hijos en serie algo de humanidad, sino una cantidad desmesurada de retoños. En otra sentencia se afirma, Muchos hijos riqueza del pobre, o sea, se denota una consolación a esa familia desmesurada que trae hijos cada año. Esos tres refranes aparecen y reaparecen en algunos libros sobre costumbres locales, y se cuelan al habla de malas series de televisión o en textos nerviosos de algunos que se las dan de costumbristas. Lo cierto es que detrás de esos tres refranes existe un poderoso drama popular, cómo hace un padre de familia para lograr proteger a sus hijos, además de mantener en equilibrio a su esposa y al hogar como motivo de vida.

En Antioquia hay dos casos que llaman la atención, el de Epifanio Mejía con su desmedida prole y su locura casi mítica. A veces pienso en su alegato personal al mantenerse en su almacén de telas de la carrera Palacé, inquieto y nervioso, en lograr el sustento necesario para su familia, a veces pienso que esa locura fue debido a sus preocupaciones, ya que aun en el manicomio añadía que esperaba mulas cargadas con toneladas de oro y bultos de telas. Otro caso, es la fotografía de Efe Gómez con sus innumerables hijos, y eso sin mencionar su otra familia paralela y secreta que vivía en El Picacho. Un verdadero loco del volante.

 A estas preguntas que aparecen con los refranes mencionados, a esa extensa camada de hijos de tantas familias en Antioquia, responde una novela: Parirás con dolor de Dina Rac. (Grámmata, 2024). La novelista, su hija, decide, curiosa, conversar con su madre acerca de su experiencia en el transcurso de su matrimonio, así como sobre diversos rumores que ocurren en las familias, donde la historia personal de los padres, se dejan de lado, en ese olvido mutuo, y de las cuales sus hijos muchas veces no saben sus trasiegos y desasosiegos. Total, poco a poco van surgiendo los comienzos de cada una de esas dos personas: Raquel la mujer cuidada y cuidadosa en el hogar, y perseverante con una persona a la cual dejó, un enamorado, Salvador, que se quedó en el camino y que ella siempre recodará, ante Cristóbal, su esposo, todo un hombre galante y comprometido con su puesto de venta en El Pedrero, enamorado, y rezandero de alto calado.

Raquel guarda en secreto, un accidente casero lo cual desacomoda a Cristóbal ya que ella no es virgen, luego de su primer hijo, ante los miedos de ser estéril, comienza ese extenuante periplo por la vida de dos personas, ambos, clásicos personajes que hemos vivido y de los cual nunca se había narrado en Antioquia, salvo en los refranes pronunciados muchas veces con tono despectivo. La autora se centra en algo presente, en algo olvidado, el dolor de tener hijos, el sufrimiento de los embarazos que claudican en abortos, y como, con los días que son la vida, se da la conformación de una familia, a medida que crecen sus hijos, con las utopías, y el carácter de cada uno, lo cual nos da la idea de una suerte de odisea familiar que no había sido contada en Antioquia desde este punto de vista.

Y eso sí, el barrio Altavista, allá en Belén, como escenario de lo que es el nacimiento de una familia, con la incertidumbre que trae ese trasiego de dos personas con sus vidas paralelas, con diferencias y coincidencias, donde se acentúa la responsabilidad de procrear y los celos de la madre ante un padre amoroso con su familia y también con sus vecinas.

Hay un quiebre cuando la madre es llevada al hospital mental, en un acceso de locura. Aquí la escritura no toma partido por esa enfermedad, es distante, fría, indolente, parece no afectar a quien escribe, sino que prosigue simple, demudada con un solo objetivo, ir descubriendo poco a poco como en cada familia existen puntos altos, cotas bajas, pero también, en esa pausada norma general de tranquilidad, momentos que no se tocan, que pasan de soslayo en conversaciones, y que constituyen la valiosa historia familiar, la explicación plausible cuando se miran esos álbumes con fotografías en blanco y negro, raídas, casi desvaídas, pero precisas y preciosas, que guardan la historia recuperada, interminable, sorprendente  de cada familia.

Entonces, después de pensar en Belén, en ese barrio tan poco narrado en Medellín, del cual uno quiere saber más, surgen tantas preguntas, ¿Por qué razón esas personas tuvieron que encontrarse para vivir a su manera la dulce y cruel ensoñación del amor? Y es ahí donde la autora narra, e indaga sobre su origen, porque ella necesita respuestas a preguntas que de seguro la han embargado hace muchos años, y nada más preciso que la madre para narrar sus sueños, para sacar de su memoria diálogos que nunca realizaron, así como irrealidades, sus frustraciones, sus depresiones, sus alegrías; síntesis de una total consigna de su poderosa definición del amor cotidiano, desde que no podía salir a la calle hasta que un galán perseverante la cerca con su propuesta de matrimonio. Sin duda, Cristóbal y Raquel, son personas normales que pasan por la calle y no les prestamos atención, cuando dentro de sí llevan y guardan poderosas historias con sus peculiaridades, la inexperiencia de Raquel; otra, a paso ligero al recobrar su cercanía familiar con esa persona valiosa, única, certera como Fidel Cano, que en la novela  son tan familiares a nosotros, y saber cómo, en cada familia existen peculiaridades que son propiedad solo de ellos: a pesar de la frialdad de la narradora que toma tanta distancia con esos seres caros que como ellos no hay otros tan distintivos en su mundo familiar.

Pero, en efecto, estos seres ya absolutamente involucrados y tan religiosos, a los que la autora no hace reparos, como debe ser, ya que no solo forman parte de la familia, sino del medio que circunda, que, sin embargo, se ven abocados a vivir y desvivir con la alegría de los hijos que nacen pero también de los que mueren en esa sucesión descarnada de trece embarazos que, con los días, junto a las salidas sin explicación de su esposo, eternamente enamorado de sus vecinas, prosigue por esa Medellín que aquí revela el comportamiento masculino, sin excesos, pero sí con su presente. La autora, en apariencia, no toma partido por ninguna de las personas amadas, solo cuenta, no interviene, para que la narración no pierda veracidad. Ella no opina ni interrumpe la narración, simplemente deja que la vida prosiga su curso normal, que muchas veces sorprende en los acaeceres de esa cotidianidad que ninguna mujer había narrado de esa manera cruda aquí en Medellín.

Este desgaste, esta desgracia a este movimiento infinito de nacer o morir que existe en los hijos presentes o en los ausentes queda en la memoria como el único recuerdo de ellos. En los presentes porque la vida continúa, pero en el caso de los ausentes siempre subsistirán esas preguntas de cómo hubieran crecido, y es entonces que se da esa progresión por el extrañamiento como una manera de mediar el camino de esas personas que no crecieron.

Trakl loa había dicho:

 ¡Cómo arde mi boca! ¿Por qué lloro?

¡Hijo mío, beso mi vida en tu rostro!

De tal manera, se configura un concepto irremediable de una ausencia por fin aceptada por la jornada religiosa en cada uno de esos rosarios efectuados en las noches como una manera de encontrar una calma y serenidad a través de ellos mismos, en las que Cristóbal, el padre, busque sanar esas heridas con las oraciones y plegarias nunca respondidas, como si habitara una lenta y letal fatalidad en este llamado valle de lágrimas donde el destino continúa con una progresión, que a veces destruye y fulmina el presente y sus tentaciones más a la mano.  Pero eso sí, en esta pausada sucesión de la vida de una familia, está presente el valor de Raquel, la madre, que, lejos de mantener esas cicatrices mentales, al regresar del hospital a casa, lo hace con una naturalidad como si el tránsito de lo cotidiano prosiguiera, y es allí donde ella continúa como si nada, con la simpleza y con la maravilla de su amor a esos hijos presentes; dejando de lado esa estadía donde los hospitales de la droga y los choques eléctricos la han mantenido cautiva y, de repente, a su regreso, se abren sus puertas para ella retornar y retomar el trascurso de la vida, y ella, sin ningún subterfugio ni duda filosófica llegar, con ese tesón y su certeza, y dispuesta a abrazar su causa, la casa con su ámbito y su familia ausente de una manera momentánea que la protege en su espera, sí, de ella.

Cristóbal, a pesar de su infidelidad que destroza, no se ha liberado ni se liberará, del yugo femenino, y aun así posee sus límites y su otra cara: su devoción por rezar lo antepone a las mujeres, que nunca lo liberarán de su presencia ante su familia, de su afecto y colaboración con sus vecinos en el ámbito más cercano que se da en los barrios, para la atención a los demás. Él no es un libertino, pero sí es un enamorado consecuente que no hablará del amor no posesivo, no individualizado, no ilimitado, sino que se hará, podríamos decir, el loco, ante los reclamos de su esposa. Así, Cristóbal es paciente, sereno, sin traumas. Él sospecha que, en la esquina, al salir se ofrecerá otro mundo y otras vecinas. su silencio nunca lo delata, su silencio es síntoma de su confabulación por la tentación que merodea tras las puertas y ventanas ajenas.

Parirás con dolor, es toda una sentencia que evoca el trasiego de una familia desde su comienzo con boda a bordo, la construcción de la casa, la lucha por un trabajo que demarque la responsabilidad por los hijos que poco a poco van llegando. Así se observa la irrupción de familiares nunca como extraños, sino tan cercanos en lo filial, y con sus historias verbales. Y, además, con la certera presencia de un dios vigilante desde el título que reaparece a cada momento de diversas maneras, como la síntesis de una ciudad encerrada en las montañas con su soltura lujuriosa en las noches de ciertos desvelos, y eso sí con la vigilancia de los cuadros del Sagrado Corazón de Jesús que atisba desde la sala de la casa, con la educación sentimental macerada desde los rosarios y de la tranquila vida en la calle. Todo como una educación controlada y vívida, sin remordimientos, sino con paciencia en ese Medellín que se narra en la novela, cuando la calma familiar y la ciudad nunca monótona, sino de acuerdo a lo sugerido por los principios religiosos que se desenvuelven sin ninguna premura, pero sí muchos temores interiores y con demonios cercanos e infiernos portátiles.

Así se despliegan hombres y mujeres sitiados en ese pasado tan cercano que aun sueñan con el porvenir, eso sí lejos de la gravedad de motivos políticos, solo vivenciales en la cuestión calmada del hogar y de lo religioso, con rasgos tan humanos, a veces de tanto dolor. De ahí que Cristóbal y Raquel sean tan singulares. Cristóbal en su desdoblamiento tan presente en esa relación característica consigo mismo, del cual podría decir, quien peca y reza empata.

Vida y muerte, amor y deseo escritas y descritas como en un palimpsesto que denota una Medellín que hemos vivido y sentido. La autora trae a la memoria esos tableaux descritos en cada capítulo donde la embarga algo presente, el nacimiento de sus hermanos y así mismo la muerte de sus hermanos en un momento de una ciudad en apariencia tranquila donde en ella no aparecen personas de mala calaña, astutos o pícaros que luego vendrían a poblar la caída de Medellín.

Dice la autora “Desde la muerte de Cristóbal casi no creías que podías ir, venir, hacer lo que te diera la gana, volar. Por primera vez en toda tu existencia, tenías tu propio dinero de los alquileres y lo manejabas a tu antojo, lo gastabas en lo necesario y en lo que querías. Ya nunca tuviste que depender de sus migajas, ni dar explicaciones, y soportar la cantinela diaria en la que le pedías a tu esposo que te dejara mil pesos más para comprar las arepas o el quesito. Los últimos fueron los mejores años”.

Aquí, en estas palabras, hay un tour de force, despiadado, que sorprende como si la muerte de Cristóbal, el padre, sacara a flote una suerte de agravios por su manejo personal de las finanzas familiares. Reflexión y dureza en contra, de quien a través de la novela se nota que fue responsable hasta el desespero, ya que después de perder un empleo se fue al Pedrero, territorio de mercado y de malandrines al rebusque para sostener a su familia. Al leer estas palabras, el elogio a la madre, “que quería volar”, se sobrepone a la responsabilidad del padre, palabras muy escuchadas y manoseadas en otros lugares: aquellos que reivindican sin reflexión, y en líneas generales, una actitud ante la vida, con el eslogan parasitario, reiterativo sobre las desventuras causadas por la sociedad patriarcal, ya que Cristóbal no puede ser destruido, ya que su actitud ante la vida, su actitud ante los hijos, la brillantez de su presencia no debería quedar devastada con ese juicio, que habla de “migajas”, como si él solo existiera en un cielo vacío, agreste, sucio; tachonado de juicios de valor a posteriori. Y no pensemos que estas palabras pronunciadas en esta época donde todo se examina, pero también todo se especula, pueden acabar con la dignidad del padre, en su lucha por sobreponerse a la dura vida cotidiana, ahora trasgredido por esos límites desde otras ópticas, sin tener en cuenta que, en su momento vital, él, sí precisamente él, poseía una conducta propia de esos años, otras creencias, otros despojos, pero también otros sueños. Tumultuosos, desde ahora, unos años después estas venganzas manchan la responsabilidad y el amor a su familia de un padre, sí de Don Cristóbal, cuya presencia franquea a través de la novela con una inmensa melodía escuchada desde lejos que no debería ser destruida.

 



viernes, 31 de octubre de 2025

"Orgullo y prejuicio” de Jane Austen de Antonio Arenas Berrío

 

Jane Austen

Antonio Arenas B.


"Orgullo y prejuicio" de Jane Austen

(250 años de su nacimiento y 212 de haberse publicado la novela)

Antonio Arenas Berrío

 

 

antonioarebe1@hotmail.com

 

“Orgullo y prejuicio es, quizá la mejor novela de Jane Austen y la que contine todas las características de una obra nunca ajena al gusto de cualquier moda o momento histórico. De ese modo podemos decir que es una novela entretenida; de suspense; con un argumento construido de manera perfecta; de diálogo irónico y ágil, muchas veces brillante; que ataca los vicios sociales más clásicos, entre ellos el egoísmo, la arrogancia, la avaricia, el materialismo, la hipocresía, el esnobismo etc. (…) una novela que mantiene al lector inteligente con una continua sonrisa irónica”.

Ahora bien, esta ficción es una de las piezas literarias más bien logradas de una de las mejores escritoras inglesas nacida con el  paso del siglo XVIII al siglo XIX. La novela gira alrededor de un deseo, la señora Bennet desea casar a sus cinco hijas y lidiará de manera vehemente por hacerlo, hasta caer en los grados más altos de la extravagancia y la falta de vergüenza.

“Orgullo y prejuicio”, es una novela divertida, cómica, irónica, que crítica la sociedad y los individuos en que Jane Austen vivió. El humor y el lenguaje figurado de la ironía rompen con las leyes de la realidad y la razón dando paso al orgullo y los prejuicios sociales de clase y notándose en los personajes esenciales, Darcy, Elisabeth, Jane y Bingley etc.

El mundo creado y descrito por Jane Austen, es el de la vida de la aristocracia campesina de comienzos del siglo XIX.  los asuntos como el matrimonio, la familia, la riqueza, la reputación de una clase social y la ética son tratados admirablemente y con sagacidad. El retorno al pasado en la novela es una de las cosas que la hacen ver como una ficción encantadora.

Empero, es una novela que se puede leer de principio a fin sin que se pierda el interés por la historia, sus personajes y el sentido del tema. ¿El casamiento? ¿las costumbres sociales de una época? ¿la vanidad y el orgullo de una clase social? Todas las acciones dramáticas están complementadas con sus personajes y revelan en cierta medida el carácter y la conducta humana. Mostrar lo que harían ciertas personas y que no harían, pésele a quien le pese contra viento y marea.

La narración opera a través de las conversaciones, diálogos, bailes, cenas, cartas, viajes, caminatas, encuentros y desencuentros en un lenguaje irónico y el orgullo del Sr Darcy, su personaje masculino. La primera y más obvia particularidad de la novela es que, trasmite lo visto, lo oído, gustado y los chismes en un contexto verosímil de un condado rural. La historia de la familia Bennet y las demás familias.

La novela, es una forma velada de hacer una crítica al matrimonio y sus intereses económicos, algo que no puede decirse de otra manera y en la ficción cuenta cada una de las acciones, las declaraciones, las palabras, las oraciones para divulgar el tema. “El tema lo es todo”, el sentido del tema no es un sentido genérico, sino un sentido que se experimenta con la lectura y su interpretación. Lo cierto es que esta ficción describe “la complejidad del orgullo dual” entre un hombre y una mujer. Elisabeth Bennet y el Sr Darcy. La autenticidad del orgullo ha sido “deformada” en la ficción.

Antes bien, una cierta distorsión entre Elisabeth Bennet y William Darcy, ha sido perpetrada como forma de llegar a la verdad de su amor. Una de las escenas más brillantes se da cuando Elisabeth Bennet, rechaza al Sr William Darcy y este asombrado no lo puede creer a pesar de haber conversado del sentimiento de inferioridad que tenía de ella, el proceder y el desagrado de su familia que el buen juicio había opuesto a la estimación, así el Sr Darcy se degradaba ante Elisabeth: “Quizá pudiera desear que me informase de por qué con tan escaza prueba de cortesía soy rechazado así. Más eso es de poca monta”.

Sea como fuere, “Orgullo y prejuicio” para un lector poco usual podría estar entre las diez mejores novelas del mundo literario y muchos dirían que es “una comedia amorosa” que termina en tres matrimonios y una farsa de máscaras y en especial los de las hermanas mayores, Jane, Elisabeth y los demás personajes…

Hay varias razones para que nos cautive la novela, su tema revelador de la ironía, el ritual del matrimonio, el ambiente rural, la naturaleza, su bella y encantadora heroína, Elisabeth Bennet: “Es la primera heroína a la cual Jane Austen, le permite responder al mundo de la misma forma que ella lo haría”. El ambiente musical, el baile y sus acciones o situaciones que nos conmueven frente a los sentimientos y el amor y sobre todo la capacidad moral de sus principales personales y la dificultad de conocer a las personas sin exponerse a la crítica Una ficción encantadora que narra compromisos, sentimientos, el orgullo y los prejuicios de los seres humanos.

Una lección de ética para la sociedad, un toque delicado de las cosas habituales. Se puede decir que en la novela hay “una estética de la creación literaria”, en su lenguaje, tanto que la novela posee una organización en los LXI capítulos y no va más allá de cuatrocientas páginas. Se puede añadir una estructura estilística de la narración y elegancia en el lenguaje irónico.

La ficción se abre como si fuera una obra de teatro: “Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero poseedor de una gran fortuna necesita una esposa”. Asunto que, repetirá con pillería y mucha gracia la señora Bennet, pensando en sus cinco hijas: “Un hombre soltero y de gran fortuna; cuatro o cinco mil libras al año. ¡Qué buen partido para nuestras hijas!

Son dos expresiones, idénticas, verdaderas y objetivas y en la trama se descubre que son una burla que se notará en las relaciones que se establecen entre los personajes.

Ahora bien, los críticos dicen que, el narrador de esta novela es omnisciente y tiene “una voz femenina” y en ocasiones Jane Austen, le hace creer al lector que todo es real y el papel de la ironía reside en dar luz y sombras y máscaras sobre cada uno de los personajes, sus relaciones y poder así establecer su carácter y sus comportamientos.

Esto le permite a la autora de la novela juzgar a los personajes y sobre todo a la institución del matrimonio y los aspectos que se deben mejorar en una sociedad. También le permite edificar una trama amorosa entre Elisabeth y el Sr Darcy, Jane y Bingley, Lydia y el Sr Wickham, Charlotte y el majadero de William Collins.

Para muchos intérpretes de la novela, la ironía: “Consiste en oponer, para burlarse, el significado a la forma de las palabras en las oraciones, declarando una idea de tal modo que, por el tono, se pueda comprender otra, contraria”.

Ahora bien, antes decíamos que era una novela encantadora, sutil, irónica, “una obra literaria que le da sentido al pasado” y a un mundo ficticio inventado por Jane Austen. Un mundo con valores y tergiversaciones. Elisabeth Bennet y el Sr Darcy son dos posibles arreglos de carácter que se van acercando a un posible casamiento. La novela es “una especie de comedia”, con personajes que se “encubren” de manera consciente.

El lenguaje usando la ironía “conforma” la novela. Hay en la historia una ironía tenue y radiante.  Por eso:“Es la ironía una función de suspenso y a la vez de crítica, un sentido ético, una manifestación cómica de incongruencias de los personajes, humor, risa”.

La literatura es el lenguaje con que esta trazada la vida. La novela es la vida, toda la ficción es un sentimiento de orgullo, prejuicios, experiencias.

Los personajes están relacionados el Sr Wickham y Lydia Bennet, Jane y Bingley, Elisabeth y el Sr Darcy, el señor y la señora Bennet, los Lucas, los Gardiner, Caroline Bingley, Collins, Georgina, Charlotte, Catherine Bourgh, etc. En los capítulos de la novela se forma un encadenamiento donde el lenguaje y la vida y las cosas comunes están presentes.

Los críticos subrayan que en la novela “hay un juego apasionante de ironía”, de comedia, de máscaras, de la parodia amorosa y mucho humor. Todo esto nos lleva a descubrir el orgullo y los prejuicios de las clases altas, El Sr Darcy, Catherine Bourgh, son el mejor ejemplo de esto. Y la importancia de la sátira social que hay en la ficción.

La heroína Elisabeth Bennet posee un temperamento firme y una individualidad, que asombra al lector. El humor y la ironía habitan en ella. La ironía más que, un tropo es en la novela: Un estado del lenguaje literario. Una muestra del sistema de valores de esa sociedad y sus personajes. “Lo bello de la narración, es el lento y progresivo entendimiento entre el Sr Darcy y Elisabeth Bennet a pesar de todas las dificultades. La felicidad de los dos es un proceso de mortificación que empieza temprano y finaliza tarde”. En esta perspectiva cada uno de los personajes el Sr Darcy, Elisabeth, “complementa el orgullo del otro”.

Elisabeth Bennet, anhela ser querida por el Sr Darcy. Darcy aspira ser querido y amado por Elisabeth. Es fundamental que en la primera propuesta de matrimonio del Sr Darcy solo se muestre la “inferioridad de Elisabeth”, pero el Sr Darcy por muy rico que sea no es superior a ella.

Sabemos por la novela que Elisabeth Bennet, encarna la conciencia irónica y la manera como Jane Austen ve la naturaleza y la vida. “La novela parte de la misma premisa de la novela sentimental para describir la historia de Elisabeth Bennet y la sociedad que la rodea”. Y establecer la importancia de una crítica social.

Vale decir hoy al leer o releer la novela lo que Sir Walter Scott, contemporáneo de Jane Austen dijo y escribió sobre ella: “He vuelto a leer por tercera vez al menos, la muy fina novela de la señorita Austen Orgullo y prejuicio. Esa dama tenía talento para describir compromisos, sentimientos y personas de la vida ordinaria, un talento que yo considero el más maravilloso que he conocido. Los efectos impresionantes los sé producir yo al igual que otro escritor cualquiera, pero me ha sido denegado “el toque exquisito” que reviste de interés las cosas comunes y los personajes corrientes”.

En este enunciado Walter Scott dice casi todo, Jane Austen era una estupenda y talentosa novelista, puesto que escribió seis maravillosas novelas. Orgullo y prejuicio describe sentimientos y responsabilidades de las personas de la vida común, hay en ella un toque exquisito por las cosas, la naturaleza y la creación de sus personajes. Una novela que hoy podemos decir histórica narra una pasada época y fue publicada hace 212 años y se nos presenta como una apasionante comedia y un festival de máscaras. Hay una reflexión después de leer la novela. ¿Es el amor lo que nos hace libres? ¿Cómo conseguir la felicidad con el amor y el matrimonio?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PASEO / Juan Fernando Uribe

 


PASEO

Juan Fernando Uribe

El silencio camina en la calle con un desplazamiento de gotas abatidas. 

Facilita un frío que emerge de la noche,

cuando mis manos como cuna de peces,

me propagan difuso hacia un océano de fiesta.

Se alienta la idea de ubicar la sombra para expeler la luz

y así redimir de lágrimas los ojos del anciano que fuma tembloroso en un balcón.

Una serpiente se carcajea mientras con sus anillos parte un pájaro.

La alondra canta desde un árbol un himno de alelíes.

Un enjambre de abejas codornices acecha mi paseo desde la miel de una flor.

No hay humano digno para una cena de polución

Del cielo emerge un manantial que no acalla tu aullido

Alguien abrió la puerta para permitir mi paso

Después te llamé,

y un guerrero sonriente prefirió dormir antes de ir otra vez a la guerra.

miércoles, 29 de octubre de 2025

Juan de Dios Uribe, el Indio, desterrado de Medellin

 

.. ..

Patrimonio Medellín (100)

Juan de Dios Uribe, en su memoria.

--- Víctor Bustamante

  

--- Después de tantos años de silencio, ha llegado el momento de preguntar acerca de la vida y de la obra de Juan de Dios Uribe,  a quien se ha mantenido a raya, o es mejor decirlo de una vez, en el simple ostracismo, lo cual es previsible en una región como Antioquia, a veces tan ultramontana y enfrascada en lo que algunos llaman la cultura de todo el maíz, cuando se les caen el barbecho y las pelusas de las mazorcas, o para la comodidad de la plebe, solo ven en Medellín la imagen del pícaro como el supremo ícono de esta región que posee todos los matices, pero se deja de lado al desobediente, al crítico; olvidando precisamente a una persona de carácter, al Indio Uribe, honrado, sin genuflexiones y eso sí yendo de frente con sus  catilinarias que obligaron al  díscolo Núñez y al envidioso y camandulero de Caro a fustigarlo con el destierro, o extrañamiento como se estilaba para enviarlo esposado y encarcelarlo, lejos, en las islas de San Andres.

--- Así, se ha permitido con la aquiescencia solapada alejar su ideario, con la prosa directa y sarcástica del Indio Uribe, manteniéndolo lejos de sus panfletos, coherentes y certeros, de una llamada cultura paisa que lo oculta al no nombrarlo. La simulación que corre y corroe los diversos espacios de cultura en Medellín ha permitido ese desalojo, factible en medio de un mundo cultural que no permite espacios de discusión porque los funcionarios tan sensibles y perfumados se llenan de motivos en su intransigencia de aceptar al otro. Nunca nadie en Medellín y en el país fue tan osado y honesto como el Indio Uribe, ya que él lo arriesgó todo por la llamada libertad de expresión.

--- Algo es cierto, este reclamo nunca será tenido en cuenta en la sociedad del entretenimiento, ya que él, Juan de Dios Uribe, ha dejado de ser visible, y notorio, en un medio cultural endeble, estancado, simulador que se mira así mismo, persistiendo de una forma irreflexiva e imprudente su curso menesteroso, sin preguntas y con un exhibicionismo reconocido ahora en las medallas internacionales que compran para la ciudad.

--- El Indio Uribe no solo participó en las huestes del liberalismo radical, sino que presintió la farsa política y el acallamiento a los contradictores durante el gobierno de Núñez, caudillo preocupado por su inmortalidad y los blasones de sus argucias eróticas. Así, como con la intransigencia de su corazón oscuro y tenebroso exhibido desde El Cabrero. De ahí que el Indio, no se arredraba, fundó periódicos que fueron cerrados. De esta insurrección tan personal supo traducir la crisis de su tiempo, a veces uniéndose apasionadamente su ideario político a su escritura fértil y procaz. Nunca perdiéndose en inexactitudes, sino que a veces desviándose en su admiración a la poesía; siempre la tuvo muy cerca desde su juventud, y muy presente, ya que nunca olvidaría dos de sus poetas, a Gregorio Gutiérrez González a quien vino a visitar en su tumba en el cementerio de San Lorenzo, en Medellín y, sobre todo, a --- Epifanio Mejía, cuya voz le susurraba y se había vuelto indeleble, ya que sus poemas perduraban en su conciencia, sobre todo en El Canto del Antioqueño, y además ese poema musicalizado con guitarras que escuchaba desde niño en las fiestas familiares, La Tórtola. De ahí, que el Indio Uribe, al llegar a caballo a Medellín en 1877 ya enrolado en el ejército liberal, lo conocería en su almacén de la carrera Palacé. Allí, Epifanio, casi enajenado y silbando sin caer en cuenta de la desesperanza y de esa condición que vendría después, su desgracia, ya próximo a la pura indolencia de tocar esa zona absoluta y tenebrosa, sin canículas ni noches donde la luz de su inteligencia se perdería hasta llegar a ese ocaso en que añoraba su finca en Yarumal. Mucho más tarde, perdido en la nube de humo de sus cigarros no reconocía sus propios poemas e ignoraba la certeza de su valor, cuando fueron a visitarlo en el manicomio de Aranjuez, Juan de Dios Uribe y Antonio José Restrepo. Ambos, en medio de ese fragor político, mantenían su llama con la necesidad de preservar en su humanismo la propia circunstancia de la locura de Epifanio. Si Núñez era ambicioso, pésimo poeta, y sin certeza política. Epifanio era el poeta sencillo, que le cantaba a la vida cotidiana y a la libertad.

--- De ahí que la visita a Medellín del indio Uribe, después del destierro en Venezuela, fue de incógnito, para el homenaje a Epifanio Mejía, con el propósito de recoger fondos para buscarle un sanatorio en Europa, lo que se convirtió en una alternativa de solidaridad y franqueza que lo hace tan entrañable, incluso en la distancia que se toma frente al panfletario que amaba la poesía de Epifanio, sobre todo en esa simbiosis misteriosa entre esa solidaridad y a su sentido de su ser político tan diferente.

--- Su presencia en Medellín, en 1893, era nada menos para ser el orador en esa reunión dedicada al poeta. De ahí que en él no haya equivocaciones ni imposturas que podrían resquebrajar su quehacer y su obra, una obra nunca disimulada, sino tácita y tan presente, ya que el Indio era un escritor tan visible y presente en ese momento aciago, que no se nos puede escapar. Olvidarlo o reducirlo a un simple ser político, no es más que despojarlo de su valor, ya que dentro de esa aspereza de su destino público, se mantiene el comediógrafo, que supo también ser teatrero, y así no se nos escapa en su certeza anticlerical, en su valor, en su escritura y en su valentía, porque es fluido y no solo eso, sino sensible y siempre firme en sus ensayos, en sus diatribas políticas, en sus panfletos ácidos y directos; y eso sí,  no solo fiel a sí mismo, sino a su radicalismo, siempre dispuesto como su propia exigencia para la confrontación como una manera de reclamar justicia, lo cual le da presencia y prestancia a sus afirmaciones que lo guardan en sí mismo, desde su proba experiencia, desde su coraje, desde ser capaz de evadir el encarcelamiento para estar presente no como un simple acto de cortesía, sino en los valorativo de su coraje que tanto  se percibe en un político tan diferente como él; sí el Indio Uribe.

--- Sí, en la noche del 5 de agosto de 1893 Juan de Dios Uribe pronunció su discurso en el Coliseo o teatro Municipal o teatro Medellín que sería luego el Teatro Bolívar, ahí en Ayacucho, cerca de la calle Junín. Dicho discurso fue leído durante la velada literaria musical dedicada a Epifanio Mejía. Epifanio que hacía 14 años se encontraba recluido en el manicomio, ya, en ese momento, situado en Aranjuez. El recinto reventaba de entusiasmo con lleno total, marcado por la voz poderosa, poética y directa del orador que no se aguantó las ganas de ser incisivo con Núñez. Nunca se ha escrito un texto tan sentencioso y firme dedicado a un poeta aquí en Medellín de parte de un político. Un fragmento nos ilustra:

---  “Señoras y señores:

--- A estas horas de la noche duerme Epifanio Mejía, en su melancólico retiro, el sueño visitado por la locura, que es el mayor tormento de la vida humana. Cuando su nombre va aquí de labio en labio, él yace aletargado, o fabrica en los ruidos de la noche el palacio de sus quimeras. Hace catorce años que noches como esta arropan con su capuz esa pobre alma, y aglomeran sobre su ingrato destino las tinieblas, precursoras indolentes del sepulcro. La luz de la mañana baña en tristezas su calabozo solitario, y los arreboles de la tarde se apagan en la vaguedad de sus pupilas azules.

Ya no canta:

Serenas son mis tardes

Con arreboles;

Cargadas de silencio

Pasan mis noches,

Y mis mañanas

Bulliciosas y alegres Llegan a casa.

 

---¡Cómo están tristes nuestras montañas sin el gorrión familiar, sin la golondrina errante, amiga del alero de la casa paterna! Allá viviría y moriría el poeta; pero vuestra piedad reparadora se anticipa a la muerte, invade con cariño el lugar de la penitencia desolada, y despierta a Epifanio a vida nueva, en el lecho de su miseria. La luz irá filtrando sus lampos en aquel cerebro dormido; el pensamiento se pondrá en relación con los objetos a él tan caros, y Antioquia tendrá otra vez, a la cabeza de su región, el romancero de sus virtudes, de su belleza y de sus glorias. Será vuestra esta resurrección, señoras y señores; os doy las gracias por ello en nombre de la literatura americana.

--- La poesía, dice Quintana “sirve de atractivo a la verdad para hacerla amable, o de velo para defenderla; enseña a la infancia en las escuelas, despierta y dirige la sensibilidad en la juventud, ennoblece el espíritu con sus máximas, le engrandece con sus cuadros, siembra de flores el camino de la virtud, y abre el templo de la gloria al heroísmo”.

--- Aventuraré algunas palabras, con perdón vuestro, sobre las causas que han rebajado este alto concepto de la poesía entre nosotros, y tributaré mi modesto homenaje de cariño y admiración a Epifanio Mejía.

--- Se advierte un tardío desarrollo o una prematura decrepitud en las letras colombianas, que se acomodan a asuntos extranjeros y desdeñan el Parnaso que la naturaleza nos abrió, delante de los ojos, con el Descubrimiento, y el camino que la libertad nos abrió, delante de los espíritus, con la Independencia. Se prefieren las viejas doctrinas, aun en presencia de los nuevos rumbos de la literatura, que la acercan a la tierra y dan a sus creaciones la vitalidad del medio ambiente, y se vuelve la espalda a los raudales aborígenes de nuestras costumbres. Y así, pueblos holgados sobre el planeta, nos falta campo para movernos con nuestras fantasías; sociedades venidas ayer a la libertad, cargamos con tradiciones seculares del mal gusto, y huéspedes de la Historia contemporánea, estamos rehaciendo la historia de las letras; si no es que exabrupto botamos al agua nuestro equipaje criollo, y somos como mendigos a la puerta de los extraños, que comen las sobras de sus banquetes y encienden las luces de sus fiestas. Es odioso este papel subalterno de la literatura colombiana.

--- En la distribución de los dones del arte, si los pueblos guerreros dan la epopeya, si los pueblos viejos dan la leyenda, si los pueblos conmovidos dan el drama, si los pueblos martirizados dan la elegía, si los pueblos coléricos dan la tragedia, si todos elaboran lo que les es propio, Colombia, en la América tórrida, tiene, para dar de sí, la juventud, el paisaje, el encanto indiano, la vida independiente, es decir, un escenario nuevo de hombres y de cosas. Mas la poesía conserva la esclavitud en sus carnes, la estremece la selva virgen, tiembla en la vida libre, y renuncia al albedrío que la hizo señora de su suerte. Desposeída de sus atributos, se rinde y nada vale, porque el gran incentivo del arte es la novedad, como que provocar sensaciones nuevas, o fuertes asociaciones de ideas, constituye el triunfo intelectual. El talento tiene de la sorpresa.

--- Bastaría para la reivindicación americana del arte, mirar en torno nuestro y reproducir el paisaje “al través de un temperamento”, como quiere Zolá; repasar nuestras sensaciones, y dar la conciencia colombiana; mirar hacia atrás y repoblar el mundo muerto de los recuerdos indígenas; seguir en el polvo las huellas de los padres de la patria, y cantar con bordones de acero el futuro que se entrevé para los pueblos libres. No se rechazaría el progreso cosmopolita, sino que nos serviríamos de sus herramientas para nuestra obra, como el progreso se servirá de la obra nuestra para sus nuevas conquistas. ¡Hermosa perspectiva que trunca en hora pérfida la tradición española! Hablo a un auditorio patriota.

--- De aquí no se fueron todos los peninsulares, con las últimas cargas de Ayacucho: quedaron algunos devotos del pasado colonial y, cuando fue tiempo, levantaron en la literatura el pabellón arriado en los combates, como un medio de contener la expansión de nuestra democracia. Con la Academia, primero, y después con el sofisma de la Madre Patria, introdujeron el contrabando de antigüedades y emprendieron el renacimiento arcaico. Se dejó sorprender el patriotismo por la gramática, y retrocedimos nosotros, sin que adelantara España, para darnos un abrazo con la monarquía delante de las naciones. El gran sollozo de Cuba, que rueda por las olas del Mar Caribe a todos los hemisferios, como queja de sirena y rugido de leona, no fue suficiente para detenernos. Y, ya veis qué lejos hemos ido en estas y otras promiscuaciones culpables, cuando un hombre engreído en el mando no se contenta con que tengamos a Cervantes de Saavedra en nuestros escaparates, sino que quiere darles un dueño a nuestras democracias. Nos trajeron el habla de Castilla los españoles; yo no quiero recordar cuánto nos costó este vocabulario, desde que los conquistadores arrancaron a los indios la palabra con la vida, hasta que los pacificadores clavaron en una escarpia la lengua de Camilo Torres; pero ya que tenemos un idioma, bueno o malo, aprovechémoslo en nuestros propios asuntos”.

 

--- Después del discurso el Indio Uribe fue victoreado por un público fervoroso, liberal y conservador, que le arrojaría sus sombreros al escenario como si festejaran en una plaza de toros, en síntesis, lo aclamarían. A la salida del evento lo esperaba el comandante de la policía, Luis M. Gómez, que le solicitó que lo acompañara a la gobernación. El Indio sorprendido le pidió que le permitiera presentarse al otro día a las nueve de la mañana.

--- Eso sí llegaron rencorosos telegramas desde la capital:

--- “Ministerio de Guerra. Bogotá, 8 agosto 1893.

 

Señor Gobernador, Medellín

Suspenda inmediatamente “El Espectador” y todo periódico que tome actitud subversiva.

Aprehenda y retenga a órdenes del Gobierno a los señores Fidel Cano y Juan de Dios Uribe. Obre con reserva para que no evadan providencia Gobierno José Domingo Ospina C.

 

--- Bogotá 16 Agosto, 93.

 

Señor Gobernador. Medellín.

Por haberse dispuesto el confinamiento de Juan de Dios Uribe R. suplico a Usía se sirva hacerlo trasladar al cuartel en donde permanecerá mientras se comunica orden al Coronel Castro. A Cano manténgalo preso en donde está.

Fdo. José D. Ospina O.

 --- A los días de apresado Juan de Dios Uribe la plazuela de la Veracruz y sus calles cercanas se hallaban atestadas de obreros y estudiantes. Ya se llevaban al orador, un liberal radical, humillado por última vez por Núñez y su secuaz Caro. Se hallaba allí para despedirse en la acera, junto a su madre, doña Teresa Restrepo viuda de Uribe, que vivía en la calle Boyacá entre Carabobo y Bolívar. Mezclados entre la multitud lo acompañaban los dirigentes liberales, Antonio José Restrepo, Ricardo Castro, Rafael Ángel, Antonio Orrego, Fidel Cano, Clímaco Uribe, Leocadio Lotero y Benjamín Palacio.

--- Deambulaba en medio de la multitud un joven conservador que lo apoyaba y que más tarde, en la guerra del 99, se volvería un furibundo asesino, ya que como dirigente ordenó el fusilamiento de nueve personas. A la puerta de su casa se asomó el Indio, Juan de Dios Uribe, ya listo para ser llevado al destierro, y subir, vigilado por algunos gendarmes, en un coche para luego, en las afueras de la ciudad, tomar una cabalgadura para ser llevado al destierro. En esos días el tren solo llegaba hasta Caracolí y se debían hacer jornadas de tres días para llegar allí.

--- Se le permitió al Indio Uribe ir en el coche de caballos para despedirse de su prima Clara y de sus hijos, que habitaban en el barrio San Francisco, hoy San Ignacio. En el recorrido fue acompañado por la multitud que le daba su apoyo. En la salida de la casa lo esperaba su prima, Pepita Uribe, quien le pidió que le escribiera una nota en su álbum. A Juan de Dios le chorreaba por su cara un lacio y abundante pelo rojizo. Afanado por los gendarmes y con un pie en el estribo del coche sacó su estilográfica y le escribió:

--- “Ya no seré testigo del porvenir y de la dicha de mi prima; pero desde donde la suerte me arroje, veré como un blasón de mi casa, de mi sangre y de mi nombre, el porvenir que está reservado a sus gracias y a sus virtudes. Ya que no puedo ser romero en su barco de triunfo, le dejo como recuerdo mi nombre en esta equívoca portada de mi ingrato destino... adiós”

--- También escribiría al año siguiente a la muerte de Núñez:

“Acaba de tragarse la tierra con asco al monstruo de la tiranía. El tiempo empieza a hacerle justicia al pueblo colombiano, que ha gemido bajo la más salvaje de las opresiones”.

 

Bibliografía:

-El Correo Liberal, Bogotá, 1893.

-La Batalla, Bogotá, 1892

-Revista Gris, Bogotá, 1893

 -Montoya y Montoya Rafael, Obras completas de Juan de Dios Uribe. Ediciones académicas. 1965, Medellín.

- Vives Guerra, Julio, El Tiempo, 1920-1950

 …………………………….

 

domingo, 26 de octubre de 2025

Habitantes del abismo (Visita al hospital mental de Bello) / Key Serna

 

Key Serna

Habitantes del abismo

(Visita al hospital mental de Bello)

Key Serna

 

luces parpadeantes.

La ciudad se queda atrás.

Paredes blancas,

olor a desinfectante y delirio.

—Viví en Júpiter —dice él,

Con los ojos desorbitados, piel marchita.

y allá hice enemigos.

Cuando volví, me alcanzó su rayo:

Un cáncer de riñón.

No era enfermedad,

era venganza.

Un parpadeo.

Me acerco.

No quiero romper su universo.

—¿Cómo era Júpiter?

Sonríe con la mirada.

Un secreto intergaláctico:

—Rojo,

rojo como los ojos de mi madre

cuando lloraba.

Se oye un tic-tac invisible.

Un doctor pasa, no nos mira.

—No perteneces aquí —me dice otro

pero tampoco allá afuera.

Allá la locura es silenciosa.

Aquí grita.

Su mirada se enciende:

un destello, una súplica

—Quiero una casa en el campo.

Un terreno baldío.

Una huerta. silencio.

Un perro.

Quiero que me dejen ir.

Una puerta se cierra.

Una risa lejana se arrastra.

Yo sigo ahí, en el borde,

caminando la cuerda floja

entre este mundo y el otro.

preguntándome

quién está más loco:

si ellos,

o el mundo que los encierra.

...



LAS DOS COLOMBIAS Y TRUMP / Darío Ruiz Gómez

 

LAS DOS COLOMBIAS Y TRUMP

Darío Ruiz Gómez

 Lo que a simple vista me pareció un encuentro de trabajadores(as) de una fábrica, en las fotos de “El Tiempo” -19 octubre-me fue descubriendo a sus protagonistas, hombres con cara de agitadores profesionales en la parte de arriba y abajo, ahí estaban todas las viejas luchadoras del Partido Comunista, posando para la foto como si lo hicieran antes de la batalla decisiva contra el “imperialismo norteamericano”. En seguida asistirían seguramente desde una cómoda tribuna al espectáculo de las hoy ya reconocidas tropas de El Pacto Histórico, matones a sueldo, la masa furiosa de indígenas adoctrinados y armados con flechas y lanzas. El espectáculo de la trifulca fue caricaturesco en su intento de demostrar lo que debería ser el triunfo de la selva sobre la “tecnología capitalista”. Lo que hizo con esta sangrienta asonada el Pacto Histórico fue mostrar la explícita utilización del terrorismo y el hecho de que son sus dirigentes, entre ellas estas veteranas activistas, las responsables de actos de violencia que no deben pasar inadvertidos para la just6icia.  Después de esta demostración de genuino terrorismo el Pacto Histórico no puede seguir siendo considerado como  un Partido político sino como una montonera de terroristas ¿Son falsas las fotos de la Pizarro y sus acompañantes en el Campus universitario? ¿Son falsas las acusaciones de Trump llamando al Presidente narcotraficante, sujeto de malestares cerebrales? Después de la entrevista de Daniel Coronel no queda duda alguna al respecto. A la ayuda militar norteamericana desde hace décadas se han opuesto de forma violenta todos los grupos de extrema izquierda. La supresión de esta ayuda y el anuncio de más altos aranceles a nuestros principales productos de exportación han servido para que se den de parte de la izquierda y de los gremios económicos respuestas en que algunas de ellas olvidan el marco social por el cual Trump ha hecho estos señalamientos.

El lunes se daba la nueva cifra de desplazados por el ELN en el Catatumbo: 83.000 personas abandonadas a su suerte por el gobierno. Un video muestra a las gentes corriendo despavoridas cuando llegan los mercenarios disparando. Lo que no se nos dice es el número de población asesinada, torturada. En toda la geografía del país esto mismo está sucediendo, se está destruyendo el Guaviare, en el Cauca se fusila a campesinos diariamente tal como se hace en el Chocó, en Antioquia donde crece el número de víctimas. ¿Acaso no está causada esta tragedia por la coca y por la presencia de grupos internacionales de narcotraficantes? ¿Miente Trump un Presidente en las antípodas de mi liberalismo? Una estratagema para eludir la respuesta exigida es la de reducir esta acusación que ya es irreversible a un anecdótico enfrentamiento personal entre Petro y Trump, tratando de que olvidemos la existencia de la verdadera Colombia destruida por Organizaciones Criminales como el ELN comparado justamente por Trump con Al Qaeda. Tiene uno que estar demente para considerar que a un ataque a la Embajada Americana es una acción revolucionaria. Demostrar que Petro no es un narcotraficante sino un nuevo Mesías es tarea de Petro y de sus portavoces mostrando que en sus años de gobierno el crimen organizado ha sido combatido como ningún gobierno lo ha hecho, protegiendo a la población y a sus regiones, bajando los impuestos. Es el país esclavizado por estas organizaciones criminales el que debe recibir respuestas de Petro ante el concierto de las naciones del mundo. Y esto mismo debe hacer esa corte de áulicos, vivillos, agachados que al alabarlo se han beneficiado de este despelote general y han pretendido que sigamos creyendo  que la izquierda totalitaria es buena y bondadosa.

EL ARTE DEL DISFRAZ / Darío Ruiz Gómez

 

EL ARTE DEL DISFRAZ

 Darío Ruiz Gómez

 Acróstico es una composición poética que se lee verticalmente y cada letra se acompaña de un verso. Al acróstico que se popularizó en Colombia  recurrieron novios y novias, ingenios patrióticos. Llamó mi atención hace muy poco descubrir que un Partido político de extrema-extrema izquierda hubiera recurrido al acróstico para hacerse reconocer ante el “pueblo” pues como todos sabemos los de la izquierda solamente se dirigen “al pueblo” ARTE, sí créanmelo, Arte, es el nombre escogido por los encargados de crear la imagen política de Iván Cepeda. El acróstico dedicado a Cepeda y que según estos creadores de imagen debe hacerlo reconocer ante los empobrecidos por los impuestos al pan, al agua, al calzado, a todos los alimentos de la canasta familiar y que encima deben pagar para no ser asesinados por  las organizaciones criminales que dominan ciudades y territorios:  AUSTERIDAD, RESPETO, TRANSPARENCIA, ÉTICA. Virtudes morales propias del Derecho y la filosofía que enaltecen al ciudadano en la convivencia pero que aquí, sorpresivamente estos creadores de imagen lo aplican  al Quintero que con su organización criminal se robó Medellín, al Quintero muchacho de barrio que a los tres meses de Alcaldía compró en el Poblado una ostentosa residencia, a Carolina Corcho cuyas ridículas teorías socialistas sobre la salud  y en compañía de ese singular cínico, el Ministro Jaramillo, destrozó la Salud Pública. Este despropósito electorero es además una ostentosa mentira ya que su propuesta revolucionaria no es científica sino emocional que es lo más peligroso que puede darse cuando se pasa de manosear teorías del comunismo criollo a hacerle  frente ”a los problemas concretos de una sociedad concreta”. AUSTERIDAD: mientras a la guerrilla rasa que firmó el Acuerdo de Paz la matan, se pudren en las selvas recordemos la vida “austera” que se da Sandra Ramírez o los restaurantes de alta cocina que frecuenta el afectado Pastor Alape o las mansiones de “representantes del pueblo” como Calarcá, Iván Mordisco y todos los especímenes que el bandolerismo y la jungla han dejado como legado a nuestra sociedad. ¿Respeto?

Jua jua como dicen los niños cuando escuchan algo sin sentido en boca de personajes sin sentido. Matar por matar, destruir territorios patrimoniales para dar paso a sus camionetas de última gama. La última de sus estrategias que consiste en apoderarse del discurso de sus opositores para negar el mal que han hecho no les está dando buenos resultados porque como fonomímicos son muy malos y la historia no se cambia así de buenas a primeras. El arte del travestismo requiere en política de una estética refinada que está muy lejos de estos desagradables disfraces con que quieren mostrarse amables, comprensivos para engañar a los demócratas. TRANSPARENCIA. ¿que nos ha dicho Iván Cepeda de las tomas a sangre y fuego de Urabá o el Magdalena medio? ¿De su amistad irrestricta con Iván Márquez? La matanza, recuerda Orwell, no es un acto de guerra sino una brutalidad.  Hubiera bastado no con arrepentirse públicamente si no con la condena abierta de la barbarie. ¿ÉTICA? Que algunos de sus intelectuales citen a Kant para ilustrar su desorden mental es un despropósito. Ya Merleau-Ponty en su denuncia sobre las pretensiones de Lenin de superar a Kant había desenmascarado el intento de un carnicero por disfrazarse de filósofo. ¿ÉTICA? ¿Cuántos policías asesinados con drones, cuántas formas de violencia mediante la tecnología del mal? ¿Cuántos intentos de diálogo rechazados? El video donde unos sádicos mercenarios de las Disidencias colocan contra el pavimento a dos pobres conductores y proceden a dispararles para luego quemar sus vehículos lanzando amenazas es ya el culmen de la brutalidad y ante todo una demostración de la falta de ética de los arrogantes cómplices de este acto repetido una y otra vez, como suprema ofensa a los seres humanos. Disfrazarse de demócrata no es tan fácil, recuerden.