sábado, 14 de octubre de 2023

LA PRESENCIA DE LAS REGIONES / Darío Ruiz Gómez

 LA PRESENCIA DE LAS REGIONES

Darío Ruiz Gómez

El Centralismo colombiano  único y nuclear destruyó mediante una división territorial en abstracto  las voces  y experiencias socio-culturales  de las distintas regiones de un país rico en diversidad cultural, en fauna y flora, en expresiones musicales, técnicas constructivas, tal como lo había constatado la Expedición Botánica con la presencia de José Celestino Mutis y su magistral trabajo de clasificación de plantas  e incorporación a la cultura de Occidente de  imágenes singulares donde la creatividad de los dibujantes  plasmaba lo que llamaría el espíritu de cada  planta, hoja, tallo o sea el trasfondo climático de llanuras y altas montañas, de la orilla de los ríos o de los barrancos. Tarea que Codazzi retomará con el mismo aliento científico que Foucault señala en la obra rigurosa de Linneo con su cuadro del conocimiento y la taxonomía de clasificaciones. El espíritu de la Ilustración que entendía que la construcción de una nación debía partir del previo conocimiento palmo a palmo de cada región en particular para que cada región sumara experiencias a ese concepto de Estado en que bajo el horizonte de la libertad se prosiguiera la tarea de reconocimiento de geografías, de habitantes y costumbres convertidos en ciudadanos(as) por encima de diferencias de razas y credos religiosos tal como lo llegó a señalar Rousseau. ¿No fue este mismo espíritu de identificación desde una geografía y sus particularidades territoriales  la que condujo a John Muir, a Tohreau a  reconocer en la vivencia  de los grandes bosques, ríos norteamericanos  el origen y punto de arranque para la construcción de una nueva sociedad?  ¿Existiría una noción de ser del antioqueño, como recordaba Juan Luis Mejía, si ese punto de arranque y de origen no nos lo hubiera dado una obra magna como “La Geografía de Antioquia” de Manuel Uribe Ángel o investigaciones como “La flora sonsonesa” de Joaquín Antonio Uribe? Recuerdo que en una vereda de Marmato una losa recuerda el paso de Humbold  el fundador de la Universidad alemana depósito  de todas sus clasificaciones –muchas de ellas con Bonpland-  de  nuestra flor, de los grandes  cambios climáticos, de estas orografías todo bajo, repito, el iluminado cielo proyectado por la Ilustración.

Cuando observo  en los canales regionales de T.V a diferentes  grupos de historiadores que han recuperado la importancia de la historia local y la tarea de admirables grupos de investigadores de la flora, la fauna, de especialistas ilustres en Planificación Regional, pienso que en el momento en que la estructura política del país se vuelva a identificar  con estas realidades  verificadas in situ  y no continuemos  bajo  la visión abstracta del centralismo no solo bogotano sino el de las capitales de los diferentes Departamentos, cuando recabo en la obra de un genio científico como Víctor Manuel Patiño  y su historia de las plantas, del concepto de cultura, del paisaje como construcción pienso entonces que  los distintos puntos de arranque para la recuperación del  país nacional que no es otra cosa que la certificación de este sinnúmero de historias locales, de testimonios  invisibilizados  por el totalitarismo  y  la pereza intelectual, debe  empezar  ahora mismo bajo la perspectiva única del reconocimiento real de la autonomía  de las regiones, la única además que puede sacarnos de las criminales polarizaciones a que estamos sometidos regresando a la más atávica de las violencias . PD Oyendo en Jardín este fin de semana unos conciertos de los adolescentes de la Escuela de Música con su magistral ejecución de obras de suma complejidad volví  a entender  el llamado de Goethe de que la cultura moderna debe  partir de la experiencia de la aldea hacia lo universal. 

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