domingo, 12 de septiembre de 2021

LA LUCHA POR EL LENGUAJE / Darío Ruiz Gómez

 


LA LUCHA POR EL LENGUAJE

Darío Ruiz Gómez

Sabe Stalin cuando todo el poder es suyo que lo decisivo es la tarea de crear un lenguaje acorde con su proyecto totalitario  que sea  capaz de borrar  la presencia  de la odiada  “cultura burguesa” – permítanme que insista en ello porque es lo que nos está sucediendo-  instrumentando  brutalmente un lenguaje burocrático  en el cual no existe el recuerdo y mucho menos la duda porque sencillamente ya no hay individuos sino camaradas felices y  por lo tanto la Filosofía  que es duda, desgarramiento  está proscrita y la neolengua debe limitarse a perseguir a quienes  prefieren la vida a  las falsas utopías . A Thzdánov,un rígido funcionario, le corresponde entonces crear una Academia de Escritores que deben seguir al pié de la letra estas instrucciones: en una sociedad colectiva ha desaparecido el individuo, el amor individual se condena, no puede existir la pesquisa policíaca porque en la “diáfana sociedad colectiva” solo debe darse el buen humor de las camaradas arando la tierra o entonando cantos revolucionarios en las grandes fábricas. Por lo tanto escritores como Dostoievsky que analizan el dolor humano, los infiernos del remordimiento, deben ser borrados, eliminados de las Bibliotecas, de la memoria de las juventudes. Naturalmente los escritores que Zhdánov recluta para sus Academias  eran  escritorzuelos  con todo el resentimiento de quiénes  saben que no son nada literariamente. En Colombia la tarea de socavar el lenguaje  sigue encontrando  en las redes sociales el medio más eficaz  para  que los enemigos de la Democracia lleven  a cabo su tarea  destructora  “descolonizando” la lengua de la pluralidad y de la vivencia de las tradiciones para sustituirla por los estereotipos “revolucionarios”, por las estrategias de la ignorancia para someter a niños y adolescentes. Estos grandes lavados de cerebro  dejan unas dañinas secuelas. La provinciana pataleta de algunos escritores de izquierda por no haber sido invitados a Madrid muestra que si algo no les interesa es la literatura.

Nada mejor entonces que los medios de comunicación – de los cuales es imposible esperar una visión crítica de los hechos- para continuar con la degradación del lenguaje y la instauración de la falsedad y la calumnia. La noticia de que la Real Academia Española de la Lengua ya aceptó la palabra “abudinar” como significado de estafa pareció ser corroborada por un supuesto informe de la RAE que dijo haber recibido “suficiente información”  pero que aún no se había  pronunciado al  respecto lo cual  ha puesto al descubierto  el montaje de  una flagrante  mentira  que se constituye en un verdadero linchamiento mediático donde lo que sí se ha quedado en claro  es que la línea más radical de la llamada “Oposición” está dispuesta  a recurrir a lo peor con la sorpresiva colaboración de los nuevos “contestatarios liberales”  que cayeron  en la trampa tendida por esa Oposición al no  darse cuenta de que lo que buscan éstos es  quebrantar la democracia haciéndolos creer que el único enemigo  a combatir  es  el Presidente Duque. Y esto es lo peor: carecer de la  honradez  necesaria  para darse cuenta de  que  linchar a la Ministra sin oír antes sus descargos, sin haber sido condenada o  absuelta  por la Fiscalía o la Procuraduría  es lo que buscaba el fundamentalismo criollo,  a  través -¿Qué tal León Fredy Muñoz convertido en paradigma de la Ética?-  del montaje de una plataforma para desinformar  a la opinión pública. La gran tragedia de Francia, de Alemania, recordemos, partió de la traición de los llamados  Partidos  políticos que  entregados a vanas disputas  electoreras, se olvidaron de su tarea de defensa de las instituciones   y cuando quisieron reaccionar ya el totalitarismo había  destruido la democracia. 

P.D   A través de la T.V. asisto a Mociones de Censura  en El Congreso de los Diputados de España  que se constituyen en verdaderos debates de ideas. Cualquier  tipo de linchamiento  es una afrenta a la Democracia y al deber ético de una verdadera información mediática.

 

         

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