LOS ESTUDIANTES Y MARX
Darío Ruiz Gómez
“Ha habido revuelta
de estudiantes en el PC alemán. Desde hace dos o tres años multitud de
estudiantes, literatos y otros jóvenes burgueses desclasados se han lanzado al
Partido, han llegado a tiempo para ocupar la mayoría de los puestos de
redactores en los nuevos periódicos que pululan y como de costumbre consideran la
universidad burguesa como una escuela de Saint-Cyr socialista que les da el derecho de entrar en
las filas del PC no con título de oficiales sino de Generales. Estos señores
practican el marxismo, pero de la especie que se conoce en Francia desde hace
diez años y del que Marx decía: ”Todo lo que sé es que yo no soy marxista” Y
probablemente diría de estos señores lo
que Heine decía de sus imitadores: “Sembré
dragones y coseché pulgas” En esta carta
de Federico Engels a Paul Lafargue el inolvidable autor de “El Derecho a la
Pereza” del 27 de octubre de 1890 se
analiza con fina ironía
lo que supuso la presencia de los estudiantes de la pequeña burguesía tratando
de adscribirse al Partido Comunista el cual como reclama Engel debía estar únicamente conformado por esa nueva fuerza histórica que era el proletariado como
esperanza hacia la anulación de la Historia en una sociedad sin clases . Lenin
llegaría a ser más claro respecto al intento de ciertos intelectuales burgueses
de “dar voz a los oprimidos”
recordándoles que esa voz solo es legítima en quienes hablan
desde la opresión y el sufrimiento. Pero detrás de
estas consideraciones está el escenario de unos grupos sociales degradados tal como visionariamente lo analiza Dostoievsky en su grandiosa novela “Los demonios”
donde la derrota de la razón, la sustitución de Dios por un cruel
Comisario, el surgimiento del terrorista
y del terrorismo responden a la derrota de los valores espirituales y a la brusca caída en el profundo abismo que supone el nihilismo como la sin salida de una sociedad putrefacta. Necháiev el terrorista que escribió el espeluznante "Catecismo del revolucionario” repudiado hasta por el mismo Bakunin y por los más lúcidos anarquistas, expresa
ese sentimiento de vacío existencial que se transforma en un odio enfermizo propio del estudiante
dostoievskano reclutado en la
franja más miserable del estudiantado pobre de Moscú. Necháiev un personaje de
la vida real que terminó asesinando a su camarada, dice en su “Catecismo” : “El
revolucionario es un hombre perdido. No tiene intereses propios ni sentimientos
propios. Todo en él está absorbido por un único y exclusivo interés, por un
solo pensamiento, por una sola pasión: la revolución” ¿Cuántas engañadas estudiantes
han muerto colocando una bomba? ¿A cuántos muchachos les estalló antes
de tiempo el material destinado para un atentado? ¿Qué clase de pérfidos les reclutaron
y los adoctrinaron? En esta
novela el mediocre profesor Stepan Trofimovich y su hijo natural Piotr y Nicolái su amigo pretenden con su célula anarquista destruir la ciudad
corrupta de funcionarios corruptos en que viven, pero la protesta, en principio
justa, se degrada en manos de estos terroristas que convierten un medio en un fin.
Hace unos años al llegar
a clase una mañana varios de mis estudiantes me recibieron con la noticia de
que uno de ellos se había suicidado “incapaz de resolver la aporía
entre su fervor revolucionario con su condición de burgués” Dostoievsky incomparable escrutador de la condición humana,
de la derrota del individuo, se adentra
con la piedad necesaria en las pestilentes
tinieblas de la decepción y la
pérdida de la esperanza, si Dios ha muerto todo está permitido como lo enuncia
Iván Karamazov: ninguna luz a la distancia para el perdido de sí mismo, ninguna
voz de aliento desde la borrada imagen de la madre: el adoctrinamiento de los
reclutadores está encaminado a demostrar que nada es puro ni limpio pues lo que
están haciendo a través de sus adoctrinados es dar rienda suelta a sus odios personales contra la sociedad. La política ha sido sustituida por falsos
mesías en las cuales no existe la heroicidad ni por supuesto la grandeza que
posibilitaba una causa noble. Cualquier parecido con lo que nos está haciendo vivir
nuestro populismo es mera coincidencia. Grandeza, heroísmo lo da el ejemplo de
las familias que saliendo de Iquitos durante casi dos meses recorrieron la
selva atravesando ríos, padeciendo calamidades hasta llegar a Florencia.
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