martes, 28 de enero de 2020

FABRICAR MENTIRAS: DECIR MENTIRAS / Darío Ruiz Gómez



Pawel_Kuczynski


FABRICAR MENTIRAS: DECIR MENTIRAS
Darío Ruiz  Gómez

“El arte, dice Don Tomás Carrasquilla, es le mentira significante”  Y lo dijo anticipándose en setenta años a los pensadores  modernos que han tratado de verificar los significados de la verdad como opuesta a la mentira pero también la necesidad de la ficción o sea de las fábulas morales. Ya Santo Tomás nos hablaba de mentiras piadosas necesarias en el caso de quien, por ejemplo,   a una persona  físicamente fea le dice  que es bella con tal de no hundirla en la tristeza  a causa de  una  anomalía de la naturaleza. ¿De qué otra manera se podría afianzar en medio  de las desdichas de la condición humana la presencia indispensable de lo sublime? ¿De qué otra manera hoy en medio de tanta   fealdad,  de tanta agresión a la belleza,  la milagrosa inocencia  de quienes  lograron  permanecer como el niño sabio del templo  podrían  persistir en la esperanza de un mundo más justo? En  política mentir es en casi todos los casos una falsa  habilidad  alabada  con tal de  alcanzar  unos objetivos. El “miente, miente  que de la mentira algo quedará”, era un pecado abominable que el hermano Agustín lo recordaba en el colegio para que nunca fuéramos a cometerlo. El imaginar  las llamas del infierno que esperaban  al mentiroso nos hizo ser fieles a esa verdad moral mediante la cual sabíamos que respetábamos al prójimo(a) y éramos gratos a los ojos de Dios al  entender que la verdad sólo se abre al limpio de corazón. Ser adulto, vendríamos amargamente a descubrir, consiste  en  vivir  en la mentira  y sobre todo en la desconfianza  y la sospecha,  de ahí lo que llamamos  la pérdida de la inocencia.  La falsificación de la verdad introduce  la laxitud  ética  que acepta  la monstruosidad del delito  encubriéndolo  bajo cualquier  argumentación  política. Nada  tan  perverso entonces  que la publicidad oficial  al  dar  paso a una abominable indiferencia ante el sufrimiento de las gentes, ya que, enajenada  en  la verdad posmoderna,  la mentira  ha dejado  de constituir  un  problema moral  para convertirse en un  fake news  o sea en mentiras  que se fabrican  con el único objetivo de  hacer daño  propagando falsedades  sobre un personaje, un gobierno; destruyendo de este modo el vínculo social más importante: el lenguaje  y  eludiendo toda responsabilidad  en las funciones   de la comunicación al no reconocer los valores que definen  a ésta. Difamar  ya no es un problema moral sino un fin justificado por unos  medios.

¿No conduce esta mentira fabricada  a que desaparezca  el  discurso político  como una necesaria crítica de las costumbres y como reconocimiento de la libertad de expresión? El fake news no es la palabra ni es el lenguaje porque  en él no hay escritura. Viendo hace poco un noticiero de t.v la presentadora comenzó con los cincuenta “falsos positivos” encontrados supuestamente  en el cementerio de Dabeiba  y a través de testigas de una organización de “víctimas del Estado” se llegó sin pudor alguno a  decir que en tan pequeño  cementerio estaban enterrados  “300 falsos positivos- traídos de Medellín…- y  3.0000 en la hacienda  La Palma”. ¿Porqué la JEP entregó esta falsa información a una revista amarillista como “Semana”? ¿Bajo qué estrategia  Yamid Amat el pasado  martes en su noticiero  presentó como actual un viejo  documental sobre  Bojayá  ignorando la presencia desde hace un mes del Ejército y la Policía, de  funcionarios de la Presidencia?  ¿El rencor de quiénes  se niegan a  aceptar  su derrota política   manteniendo  una  sucia  campaña contra la Presidencia y atentando contra la democracia?  ¿No es ésta como señala Michiko Kakutani, la muerte de la verdad? El medio desde  el cual se lanza una mentira  señala Mcluhan, define la credibilidad  de la denuncia: no es  desde el Wall Street  Journal desde donde un obrero podría solicitar un aumento de salarios. El discutido Pedro Sánchez busca en España castigar penalmente  a los enemigos de la escritura o sea a los  fabricantes de mentiras.

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