miércoles, 25 de diciembre de 2019

ROY BARRERA: LA FARSA POLÍTICA Y EL ACTOR / Darío Ruiz Gómez


ROY BARRERA: LA FARSA POLÍTICA Y EL ACTOR
Darío Ruiz Gómez
La farsa, nos recuerda el diccionario, es una pieza breve cuyo único objetivo es hacer reír. Se habla de  farsa cuando se  nos hace  creer que  hay  un proyecto serio cuando en realidad es la escenificación  de una gran mentira hecha por actores mediocres que  nos  causan  una risa amarga: Marx en “El dieciocho Brumario” retrató al  pequeño  burgués que con Luis III irrumpe como protagonista de la vida social  y  que  creyéndose  un personaje histórico decide vestirse, peinarse como lo hacían los patricios romanos, la farsa. El  Congreso se  convierte  en el   escenario que propicia  esta simulación: la necesidad de una nueva retórica  se convierte en la casposa grandilocuencia de  personajillos  que destierran la grandeza y lo trágico de los verdaderos tribunos y entronizan  el esperpento  político “Es característico de nuestra época; -  aclara Ortega y Gasset-  no que el vulgar crea que es sobresaliente y no vulgar, sino que el vulgar reclame e imponga el derecho de la vulgaridad, o la vulgaridad como un derecho”. Cuando una sociedad al nivel de clase política  cae en estas bajezas impera  el descrédito de la confianza  entre otras cosas porque el  maquillado actor  político  al pasar a un primer plano en la vida pública,  trae como consecuencia que los falsos tribunos   usurpen  el lugar de los héroes morales que toda sociedad necesita para crecer éticamente.  No es extraño por lo tanto que al desaparecer la opinión pública como fiscalizadora de la política  descubramos que en Colombia nos continúa  acechando la continuidad de lo que con acierto se ha llamado la Patria Boba, ese condenable  interregno que sirve para que de soslayo se introduzcan en las costumbres ciudadanas  la semilla de los malos hábitos de las traiciones y de  las mermeladas. Ante las cámaras de t.v. Roy Barrera  calculadamente se coloca  de perfil en el momento en que Timoschenko  y Santos firman  la Paz Fashión en Cartagena: con los ojos semicerrados, el cuerpo envarado  en actitud solemne como un héroe patrio, el aplauso en ralentí. No es un intrigante de Palacio, un Rasputín criollo sino el hombre camaleón, “Zelig” el protagonista del film de Wooody  Allen que se transforma a conveniencia   y  que ha utilizado su ingenio, paradójicamente,  para desacreditar  la vida política, fungiendo de poeta, de hombre culto, impostando en  la voz un tono cavernoso con el cual él confía en que su histrionismo  sea un argumento  histórico  ante un público parroquial.  Su escenografía  para montar la moción  de censura al Ministro de Defensa fue la de un coreógrafo  de Broodway, él fue el protagonista único pues convirtió en pálidas comparsas a quienes lo apoyaron en el coro, las exguerrilleras que “nunca vieron a los niños reclutados por las FARC; vejados, violados, asesinados”;  el títere enviado por César Gaviria para que mal leyera los fake news de “Semana”, etc. Fragmentó  estratégicamente  del bombardeo a un asesino narcotraficante  la muerte  de los niños guerrilleros  en ese bombardeo, y , con el gesto  melodramático de un actor de telenovela,  obscenamente ideologizó   el horrible atentado donde ” solamente se logró rescatar las manos de una niña” . Banalizó  gracias a este melodrama la verdadera responsabilidad de los reclutadores de niños de las FARC  y les dio a éstos  y a los narcotraficantes vía libre para seguir actuando  con impunidad. La renuncia del Ministro debió hacerse mediante la crítica democrática- yo no estuve nunca de acuerdo con su nombramiento por su falta de contundencia ideológica- y no recurriendo a una moción de censura escenificada por la oposición para levantar una nube de humo frente al próximo enjuiciamiento de las FARC por el reclutamiento de niños, para disimular la cobardía y el fatal egoísmo de Cambio Radical,  del Partido de la U y el Liberalismo conspirando al lado de los terroristas en lugar de defender críticamente  la democracia.  Curioso, Petro dijo lo importante: los grupos mafiosos se están apoderando de los territorios del Cauca y sometiendo a las comunidades indígenas a su dominio. ( A la memoria de Guillermo Gaviria Echeverri)  

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