LA
COMUNICACIÓN FALSIFICADORA
Darío
Ruiz Gómez
Ha
llegado el momento en que cuando leo ciertos periódicos o escucho ciertos
telediarios me entran unos deseos firmes
de no volver a leer periódicos ni a escuchar los noticieros de t.v pues es tal la manipulación que hacen de la
información que ni siquiera ya la sección deportiva se escapa de estas perversiones políticas o comerciales. Jean
Baudrillard analizó casi que
exhaustivamente estas mutaciones de la
comunicación desde cuando los medios de comunicación tenían en cuenta el debido respeto al lector o el televidente para crear opinión pública respecto a los
grandes problemas nacionales o para ilustrar debidamente los conflictos
internacionales que incidían de manera directa en nuestra sociedad tal como
sucedió con la Guerra Civil española o con la Segunda Guerra mundial con la
guerra de Corea, con las guerras africanas, hasta cuando Baudrillard llegó a una única y palmaria conclusión: la
muerte de la verdad, la conversión de los hechos en noticia de consumo y no de
reflexión y por supuesto lo que supone hoy la sociedad, la cultura, la política
del simulacro, el grado Xerox de la escritura en una sociedad definida por lo
líquido. El periódico pasó de ser el portador de ideas esenciales sobre la
libertad, sobre la defensa de la sociedad, o la condena de cualquier tipo de
violencia que pero que al
convertirse en una mera empresa comercial adoptó la línea más fácil: suplantar las páginas de opinión, de la crónica por una
información taquigráfica, incolora e insabora propicia al fake news, a la
llamada verdad posmoderna o sea a una terrible ausencia de responsabilidad
ética. En Colombia la información crítica sobre los acontecimientos
internacionales no pasa de tener un
tiempo mínimo ante las secciones de frivolización de la vida política y de
información sobre la vida de farándula lo que permite que el desconocimiento de
la verdad sobre Venezuela o Nicaragua o Chile se convierta en un vacío
informativo fácil de manipular. Cristian
Salmón notable pensador de quien hace algunos años reseñé un texto muy
importante: Storytelling o sea el relato
que cada gran empresa comercial o política construye mentirosamente para imponer su
imagen, para dar credibilidad a los
mensajes que emite tal como se hizo evidente en el relato que sobre el proceso
de Paz construyó oficialmente el Santismo a través de los diversos medios
de comunicación. Como aclara Salmon el storytellin llevó la política al terreno
de la teatralización, al entretenimiento y la irracionalidad de los afectos, a formatear las mentes, adueñarse de
la opinión pública, de las prácticas sociales y la memoria de individuo. Un
elemento de persuasión y dominio. Pero sucede que como lo demuestra la
publicidad, la proliferación de relatos
termina por caer en la saturación, por anular su eficacia difamatoria y como señala
Salmon: “Hoy vivimos de narradores no confiables y ante este descrédito se
recurre a la transgresión, a la provocación”.
La desinformación deliberadamente crea ambigüedad sobre un hecho doloroso como
el de Bojayá en cuya ceremonia religiosa
manifiestamente se ha olvidado hacer referencia necesaria a los victimarios cuyo nombre todos conocemos, todos sabemos
dónde están ahora. Supuestamente
entonces nadie de las FARC arrojó el cilindro de gas que al estallar asesinó a cien personas,
treinta niños entre ellos. Es además dice Salmón la nueva información donde se
acorta el tiempo en las noticias: antes era el informe de 24 horas, después de
24 minutos y ahora de 24 segundos, un flash que evita recordar las responsabilidades
éticas personales. En una reciente
entrevista con el “País” Salmón es muy claro. “Una sociedad pilotada por la
comunicación falsificadora y por las medias verdades va directa al abismo”
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