viernes, 27 de diciembre de 2019

LA DESTRUCCIÓN DE LA EJEMPLARIDAD / Darío Ruiz Gómez


LA DESTRUCCIÓN DE LA EJEMPLARIDAD
Darío Ruiz Gómez
La construcción de una vida en común basada en el pluralismo  debió ser la  tarea  inmediata que  las FARC  debió  empezar  una vez iniciado el Postconflicto, igualmente  la tarea  a cumplir  por la llamada clase política , considerando a ésta  como  representativa de la pluralidad de etnias, de regiones y de subregiones  que componen el país real, tal como históricamente  lo hizo la llamada renovación  en marcha del año 39  incorporando  las culturas regionales, al derecho a la educación pública y al nacimiento de unas formas democráticas necesarias basadas  en la noción de libertad  con el fin de combatir  los caciquismos, la lacra del contratismo;  pero  en lugar  de esta descentralización   lo que se ha dado a cambio es el regreso a  un nuevo  centralismo – tanto en las actividades de la Cámara y el Congreso-  del “país nacional bogotano” como lo llamó Gaitán al cual  nunca llegan las voces y exigencias de las regiones, ni se plantea  precisamente aquello que concierne  a las problemáticas  específicas  del postconflicto, recuérdese  el divorcio total entre los satisfechos excomandantes  y sus fabulosos sueldos de congresistas con los exguerrilleros abandonados  a su suerte.  La llamada violencia revolucionaria,  parodia de modernidad política, constituye el ejemplo más terrible de lo que puede significar  la depravación de una falsa utopía  pero  es más escandalosa  la amnesia que sobre algo que nunca  puede repetirse se ha apoderado  de una sociedad dominada por la frivolidad informativa y por el imbecilismo   de quiénes  al negarse a asumir  las responsabilidades que conlleva  la vida en común de una sociedad libre – ¿En qué momento ha dejado de conspirar Iván Cepeda?-  han permitido que  la vida nacional permanezca bajo una continua zozobra. Para salir de una sin salida moral   una sociedad que aspira a la madurez  debe  re-capacitar   sobre los  errores cometidos, sobre los estragos causados por la corrupción  de las costumbres políticas ,  para ello  se hace  necesario  recuperar  lo que Javier Gomá llama ejemplaridad  en la vida pública pues  “no puede haber integración social sin una concepción del bien común,  un conjunto de verdades” ,  premisa moral de la  ejemplaridad  que  quienes pretenden  hablar  a nombre de la paz  y la reconciliación deben radicalmente respetar.   Ejemplaridad para vencer la vulgaridad  y la marrulla de quienes   continúan  utilizando la política  pregonando la paz  sin dejar de alentar  soterradamente  sus propios  objetivos. Es  condenable moralmente   entonces  la tarea que  bajo  una abierta   conspiración  iniciaron  el PCC, y la “Oposición”  - donde se camuflan  extremistas de todas las pelambres -  y el santismo  apoyados  en  las falsedades  manipuladas por  los grandes medios de comunicación bogotanos   a través de fake news  en  una verdadera conjura para desestabilizar  el gobierno Duque,  mientras  reinsertados, habitantes de las remotas regiones, mineros, campesinos, empresarios, la gran clase media  – el 90% del país-  se han quedado esperando lo más importante de ellos: un gran pacto social que permita la reconciliación y  le dé  a la clase política la oportunidad de  recuperar  su desprestigiada imagen. Políticamente el concepto de  Paro Nacional para derribar un gobierno  supone  estrictamente en la estrategia  revolucionaria  la adhesión  inmediata  de las distintas fuerzas laborales, trabajadores, campesinos, asociaciones   femeninas, profesionales, pensionados,  para  paralizar , mediante el Terror, la  vida de un país  e iniciar  la toma revolucionaria del poder. ¿Puede llamarse  un Paro Nacional el desfile de estudiantes que no saben explicar porqué protestan, el de indígenas traídos de su Reservas por demagogos, el de sindicalistas sin crédito político alguno? El desastre en las pruebas Pisa de conocimiento pone de presente el grave daño a la educación pública  causado por FECODE. Alguien tiene  entonces  que explicar la aparición de un grupo terrorista como el “Jaime Báteman  Cayón” y si éste nuevo terrorismo es parte  del proyecto populista  bolivariano  cuyas cabezas visibles  son Iván Cepeda y el inefable Petro.

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