LA
NUEVA PROTESTA
Darío
Ruiz Gómez
La clase obrera que andaba a la deriva
encontró en Marx el ideólogo que necesitaba para reconocerse históricamente.
Desde entonces la huelga general, el
paro, se consideraron como la estrategia culminante no sólo para lograr conquistas sociales sino para “desestabilizar la sociedad burguesa”. La huelga desempeñó esta tarea desestabilizadora pero Marx alertó sobre la burocratización de
los Sindicatos. Los espacios urbanos sirvieron para
facilitar el escenario
propicio al encuentro de las multitudes revolucionarias que fueron fácilmente manipuladas por demagogos tal como lo analiza
de manera contundente Elías Canetti en
“Masa y poder” ¿Qué es una masa en este sentido? La masa supone la pérdida de
la individualidad, de la conciencia, el regreso a la barbarie del individuo
que azuzado por consignas
irracionales se transforma en fieras
humanas que destruyen todo a su paso. La masa transformada en horda. Pero no es
mi ánimo hacer un recuento de las diversas clases de protesta planteadas hoy
por los populismos y desde luego el
anarquismo que busca destruir cualquier “símbolo
de poder”. Hoy en España ordenadamente se dan marchas contra todo hasta poder hablar
de un protestador(a) que ha hecho de las
marchas su modus vivendi.
En
Colombia el vivir durante décadas bajo el Estado de Sitio impidió que la conquista del espacio público en la
vida urbana estuviera traumatizada por
enfrentamientos y represiones. Fueron los espacios conquistados por los
Partidos Políticos, por los Sindicatos y Agremiaciones religiosas. Asocio a estos procesos las turbas
populistas rojaspinillistas, los desfiles obreros y universitarios, la furia de
los extremismos o sea el paso desde el
evento cívico a los espacios definidos
por el miedo. ¿Qué va entonces de las reivindicaciones revolucionarias cuando existía la clase obrera
a los bailes y caceroladas de los muchachos de las
nuevas clases populares así como de algunas universidades privadas que supuestamente renunciaron al uso
de la violencia y pretenden imponer sus vagas e ingenuas
reclamaciones políticas olvidando el derecho del trabajador, del
empleado a regresar a su casa, a caminar libremente o sea auspiciando una
inminente crispación social entre gentes provenientes de un mismo estrato
social? Ya esto es una demostración de
totalitarismo, de aceptar ser parte de la violencia de unas trifulcas programadas por
astutos ideólogos parapetados detrás de mediocres sindicalistas que nunca
representaron a las clases trabajadoras, del gordo mochiludo de una Fecode cuya
tarea ha consistido en destruir la educación . Por la candidez de sus reclamos
ante el gobierno parece claro que es una
juventud que ya no está manipulada por los grupos extremistas ni obedecen tal
como lo hacen los capuchos a objetivos
de violencia destructiva. ¿No tenemos la
impresión de estar asistiendo a un deja vú? Llevar la revolución a las calles:
filosofía de Petro y estrategia de Márquez, Romaña y el Paisa contando con las
nuevas células urbanas. ¿Son de “derechas” los pequeños comerciantes cuyos ahorros fueron convertidos
en ceniza por estos bárbaros? Kant celebró
la presencia del estudiante – “el hombre es un niño pequeño, educando y
estudiante”- como el portavoz de lo que llamó el entusiasmo
que abría las luchas y conquistas por la libertad, por el conocimiento y la
ciencia para lograr emanciparse de las lacras de la ignorancia pues
partía del reconocimiento de que el ser humano es el único animal que
necesita educarse. El progreso que era
moral y suponía un compromiso con el
rigor del estudio se fue despojando de estos contenidos para convertirse en
retóricas arengas carentes de ese amor
al conocimiento que Kant esperaba que
mantuviera el entusiasmo.
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