jueves, 18 de abril de 2019

DELITO POLÍTICO Y SOCIEDAD 7 Darío Ruiz Gómez


DELITO POLÍTICO Y SOCIEDAD
Darío Ruiz Gómez

La histérica reacción de  César Gaviria ante siete objeciones a los 159 artículos del acuerdo de Paz de la Habana, por parte del Presidente Duque, lo que  ha puesto de presente es el hecho de  que,  en lo que cualquier democracia  constituye  un derecho inalienable, no solo de parte del Presidente sino de cualquier ciudadano de opinar libremente sobre cualquier tema que concierna a la vida en común,  para la izquierda  y  bochornosamente  para el Partido Liberal  y Cambio Radical, el Partido de la U,  se ha convertido en  un despropósito  que, sin leer siquiera,  han  rechazado  de inmediato. A un Partido como el Liberal  históricamente referenciado  en  su afirmación de los derechos ciudadanos,  de libertad de  credos, al derecho a la libre asociación, a la libertad de expresión; contenidos   sometidos a sangrientas persecuciones  y cuyos logros  se han objetivado en la defensa permanente de la vida republicana ante las agresiones de la barbarie,  no pueden ser olímpicamente   olvidados   por  quien dejó de ser el dirigente de una colectividad democrática para convertirse en un politiquero  que impone tiránicamente sus caprichos  “Pero César Gaviria –recuerda Carlos Alberto Giraldo en “El Colombiano” -  cree que la amnesia social  de los colombianos  siempre cobija sus reculadas, que nadie se acuerda de que cada año fija posturas al límite de antítesis disparatadas. Ahora pareciera darse por indignado frente a las objeciones del Presidente Duque a la JEP ¿Era que esperaba algo  distinto?  ¿Tal vez  una sobredosis de incoherencias como las que él acostumbra inyectarle a su liberalismo  matrero, parásito, hueco?” Es desde esta coyuntura de pataleos y de caprichos personales,  desde donde podemos hacer un  análisis objetivo sobre el gran político que fue hace diez años  Vargas Lleras  convertido en  el actual aventurero  dedicado a obtener resultados electorales y nada más sin que le importe la problemática del país. “El Partido Liberal, según la célebre frase de  Alfonso López Pumarejo,  debe ser siempre un Partido de oposición” recordando la necesidad de mantener en todo momento una actitud fiscalizadora contra la corrupción, el despilfarro, el caciquismo.  ¿Crisis de los Partidos, nostalgia de una verdadera clase política? Lo uno y lo otro porque la erosión callada y sistemática de la Democracia se ha instaurado desde una parodia  de vida parlamentaria, desde la declarada inmoralidad de estos  dirigentes  capaces de olvidar  su responsabilidad  ante los valores de la República, para, por puro resentimiento  personal ,  ponerse  del  lado de quienes llenaron de dolor y sufrimiento a la sociedad colombiana, y continúan en la tarea de  socavar las instituciones.

 Recordémosle  a nuestra justicia que existen los delitos de terrorismo e incitación al odio consagrados por la justicia universal y que castigar estos delitos no corresponde ni al Ejército ni a la Policía sino a los altos jueces.  ¿Qué están o estuvieron  haciendo en el Cauca  Piedad Córdoba  y Robledo, Petro? ¿Justificar  el terrorismo tal como lo ha hecho el CRIC? Incitar  al odio llevó  ha llevado a  una reacción justificada de campesinos, pequeños comerciantes, transportadores, viajeros, indígenas democráticos,  frente a estos desenfrenados  dirigentes,   en una reacción de inconsecuencias imprevisibles pues lo que ha puesto al descubierto la Minga es que lo que debería haber  servido para abrir  el camino hacia el reconocimiento de una sociedad plural,  ha terminado por convertirse  en una abierta demostración de negación de esta pluralidad. Está claro en los acuerdos de Paz que ellos firmaron y está claro en la justicia  universal,  que si  habían renunciado a las diferentes formas de lucha armada,  deben cumplirlo para que esa Paz que tanto pregonan sea cierta con el diálogo y no con las vías de hecho.   

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