INDÍGENAS E INDIGENISTAS
Darío RUIZ GÓMEZ
En su comunicado la CRIC
amenaza al Gobierno , recordando que si ahora “a puesto a temblar al país”, no vacilará en volver en hacerlo de nuevo cuando lo consideren necesario mediante las mismas vías de hecho o
sea recurriendo al terrorismo. La
historia de la CRIC responde en
principio a reivindicaciones que esencialmente son aquellas que las minorías indígenas oprimidas reclamaron,
recordemos a Quintin Lame, pero al cual
el CRIC actual permeado ideológicamente
por las doctrinas revolucionarias de los
movimientos guerrilleros, incorpora formas de lucha propias del leninismo
fariano. Y un lenguaje que, como lo comprobamos en la fraseología de sus dirigentes, de sus comunicados, cae inevitablemente en los mismos tópicos pequeño
burgueses de las
minorías que hoy en la ciudades insisten
en imponer un modelo supuestamente
socialista, completamente desfasado ante
las nuevas realidades sociales, ante el hecho de que algunas minorías étnicas tal como la afrosdescendientes,
ya se incorporó plenamente al reto de crear una nueva sociedad plural, mientras
bajo inconfesados intereses, estos líderes tratan de congelar el proceso histórico de sus
comunidades hacia su redención, aislándolas
bajo falaces conceptos sobre
una “autonomías territorial” que,
curiosamente, les permite recibir
cuantiosas ayudas del gobierno pero no rendir cuentas por el destino de estas
ayudas. El reconocimiento de la ciudadanía, como lo recuerda Rousseau, nos
convierte en ciudadanos integrados con
los mismos derechos y deberes que los demás, precisamente para eliminar la
tendencia al paternalismo, que es, otra disimulada manera de seguir
considerando al otro como un ser inferior. Y este es el error del CRIC al
usurpar la vocería de diversas comunidades
indígenas que cuentan con sus propias
teogonías, con formas de vida diferentes
que exigen un respeto a sus propias vías
reivindicatorias que el terrorismo viola de la manera despiadada.
Si la Iglesia Católica comprendió los errores que conllevaba la llamada
“catequización de infieles” a cuyo nombre se justificaron tantas tropelías ¿Por
qué los adoctrinadores blancos de la
guerrilla no tuvieron respeto alguno para estas culturas y disfrazados de redentores al imponer a estas comunidades el uso de la llamada
violencia revolucionaria, les negaron su espiritualidad? ¿No los están degradando al
convertirlos en narcotraficantes imponiéndoles formas de violencia inaudita y
enfrentándolos – como sucedió con los Awá- ofendiendo así las voces de sus antepasados? ¿Hubiera permitido Quintín Lame que los
sagrados recintos del Cauca se convirtieran en el territorio de la coca? La
aculturización de una comunidad ; y este es el problema que todas las
comunidades indígenas de Latinoamérica siguen afrontando, conduce inevitablemente a la destrucción de sus
valores de referencia, a que el indígena se preste a convertirse en una
caricatura de su raza, en objeto de los antropólogos, a que se le niegue el
derecho a confrontar sus conocimientos ancestrales con la tecnología agrícola,
por ejemplo, con la ciencia, y a ser condenado eternamente a quedarse en las
artesanías, en la pobreza, utilizados como comparsas y no como protagonistas. Incentivar
el odio étnico es una actitud repulsiva. Pero hay algo más importante y es el
hecho de que el CRIC no es el único portavoz de todas las comunidades tal como
lo ponen de presente dirigentes indígenas que los han denunciado por su totalitarismo, por su corrupción.
Desconocer esas otras vocerías ha sido parte del plan de la llamada oposición para
desestabilizar el gobierno de Duque. P.D. ¿Dónde está el informe sobre sus
inmensos territorios, sobre sus planes educativos, sobre el rescate de sus
lenguas, sobre la salud?
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