¿ES POSIBLE UNA IZQUIERDA
DEMOCRÁTICA?
Darío Ruiz Gómez
¿Qué afinidades políticas unen
actualmente a Jorge Enrique Robledo con Iván Cepeda? Esa pregunta que hace unos años me había
hecho en esta misma columna estaba enfocada a hacer claridad sobre la necesidad
de que existiera, luego de la firma del llamado acuerdo de Paz con las FARC una
oposición necesaria, una izquierda democrática en la cual hubiera sido superado
el recalcitrante estalinismo
del Partido Comunista, condenando explícitamente
la doble moral: narcotráfico y
“revolución”. Era necesario en todo caso
tener en cuenta la lección que en Europa
había dado la Izquierda histórica al aceptar su tarea de combatir lo que era y aún es
la nefasta amenaza del totalitarismo ya que
para reconocerse en los principios de las libertades democráticas era necesario dar paso a un lenguaje abierto
a la autocrítica, a los espacios de confianza necesarios para borrar de la
memoria de las víctimas, la crueldad y la insania que supuso el estalinismo ya que éste ha
permanecido como un virus presto a recuperar su virulencia en el momento menos
pensado tal como lo pone de presente el auge de los nacionalismos y populismos en Europa y en manos de un
grosero dictador como Maduro, curiosamente defendido aún por ciertos dirigentes
de nuestra más caduca izquierda. En Colombia la herencia de una
izquierda civilista en nombres decisivos como Gerardo Molina, Antonio García,
Diego Montaña Cuéllar fue rápidamente sofocada en su humanismo, en su
profundización de los problemas reales de Colombia, por el zarpazo de la línea
prosoviética del viejo Partido Comunista. ¿Alguien le ha escuchado a los viejos
dirigentes comunistas, al mismo Iván Cepeda, incorporar una sola idea, un solo
concepto fundamentado sobre nuestra realidad campesina, sobre las frustraciones
de la clase obrera? ¿Dónde están o dónde han permanecido los intelectuales
comunistas encargados de renovar los contenidos programáticos del PCC? Igual
que en la URSS o en China la línea dura guerrerista se ha impuesto a la línea
de los pensadores encargados de prevenir cualquier brutalidad. La convocatoria de
la llamada “Huelga general” como culminación de una serie de paros
desestabilizadores ¿No es precisamente la insistencia en las ya gastadas
estrategias de ese leninismo? Y esto es
lo que quienes reconocíamos su inteligencia crítica esperábamos de J.E. Robledo en momentos en que la irresponsabilidad de la oposición apoyada a su vez por la irresponsabilidad de los grandes medios de comunicación, ha desembocado finalmente en lo que Thierry Ways
califica justamente como “una nueva religión: el antiuribismo”.
Desenmascarando así esta
vasta conjura de verdades posmodernas, fake news que han buscado un objetivo: arrojar cortinas de humo
sobre los directos responsables de la
violencia, lo cual supone el más ofensivo
desconocimiento del relato de los otros
colombianos, partiendo del deleznable
sofisma de suponer que la
inteligencia es su privilegio y que el 90% de la ciudadanía que no les come
carreta es de Derechas. ¿Es Uribe el
causante del cambio climático? ¿Introdujo Uribe al Cartel de Sinaloa en el
Cauca? ¿Todo aquel que se opone a las violencias encubiertas de las FARC es un
analfabeto, un obtuso? ¿Todo aquel que pide la verdadera representatividad del
nuevo país nacional, herido, escupido, es un “derechista” ante ese sanedrín de
damas y caballeros pijoprogres? Pero olvidaron que toda manipulación de un contenido llega a un punto de quiebre. Y ese punto de quiebre se produjo
con la desfiguración del twiter “En una democracia no se producen matanzas” de
inmediato deformada con la más
sofisticada técnica totalitaria en
“Uribe elogia las matanzas” para
eludir sus responsabilidades ante la justicia,
fabricando un chivo expiatorio que ya les explotó y deberán buscarse otro
enemigo. ¿No era la tarea de Robledo construir otro lenguaje de confianza a
partir del reconocimiento de un país real, darle paso a las nuevas voces de la izquierda
democrática, si es que existen?
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