viernes, 3 de agosto de 2018

POLÍTICA Y AMISTAD / Darío Ruiz Gómez



POLÍTICA Y AMISTAD

Darío Ruiz Gómez

¿Por qué  a causa de  diferentes concepciones políticas llegan dos amigos a distanciarse para siempre?  Ya en mi niñez fui testigo de las atrocidades cometidas por diferencias insalvables de creencias religiosas  no solo entre ciudadanos sino lo peor, entre hermanos o familiares. ¿Matar a otro ser humano a nombre de Dios? ¿Discriminar a una niña a causa de las ideas políticas de su padre? La presencia de esas salvajadas se queda impresa para siempre en el recuerdo de un niño o de una niña, de una madre,  como un interrogante que va abriéndose al dolor a medida que con los años la vida nos va descubriendo toda su complejidad, mostrando  sus  encrucijadas.  La mano del amigo certifica la compañía necesaria para enfrentar las tinieblas que  los falsos profetas  arrojan continuamente  sobre el mundo. Hablar  por hablar   –las inmortales  lecciones socráticas de los amigos en las esquinas del  barrio-  es despojar al lenguaje de cualquier  asomo de  fatalismo  porque  cuando  a causa de la peor de las cerrazones mentales  que es el fanatismo  político  se cierran las puertas al diálogo,  se abre, recordaba Antonio Machado, la irracionalidad   extrema del cainismo: las depresiones  individuales se manifiestan como un odio cerrado que al negarse al diálogo busca chivos expiatorios  en los cuales descargar esa frustración y a nivel de la sociedad estalla en un conflicto irracional entre amigos y hermanos. La justicia no puede limitarse a dar como verdadero  lo que informan los soplones, los conspiradores  de taberna,  esa metodología despiadada  que  termina por  introducir   la sospecha en el espacio de lo que fue la confianza. Volvamos con Ortega y Gasset a distinguir  entre las ideas que son hijas de la duda, hipótesis sobre la realidad  y las creencias  que  nos acogen cuando el porvenir  se ensombrece pero que en la sociedad  actual  se han  transformado  en fundamentalismos  feroces. Al desaparecer el individuo como raíz  de una sociedad libre nace el zombie  actual. En una revista fundamental para el pensamiento moderno  “Le Temps Modernes” coincidieron  tres grandes  pensadores  amigos: Sartre, Merleau -Ponty y Camus, una  gran amistad que termina abruptamente  cuando, como lo narra Simone de Beauvoir en su novela “Los mandarines”,  llega la noticia  de la existencia de los Gulags soviéticos, campos de concentración donde mueren cerca de quince millones de personas.

El dogmático Sartre vota por callar  ya “que esta noticia puede ser aprovechada por el capitalismo norteamericano en contra de la revolución” Camus y Merleau Ponty se niegan a ello y la amistad con Sartre  se rompe para siempre. Cabrera Infante en un texto estremecedor, “Mea Cuba” y sobre todo en “Mapa dibujado por un espía” nos  describe  lo que más le duele en el momento en que llega a constatar lo peor a su regreso a Cuba: las  traiciones  de los viejos amigos  a nombre de una revolución que  lleva dentro signado su fracaso y que  hoy, como en una broma, acaba de suprimir   la palabra comunismo. A la muerte de Merleau- Ponty, Sartre escribe un texto magistral  sobre la  amistad perdida,  esa tarea  permanente de discusión y discrepancia, de lucidez, un  ejercicio cotidiano de la contradicción. Sartre comprobará sin llegar a aceptarlo públicamente la caída de ese cruel paraíso comunista. Si la política convertida en utopía de burócratas siniestros  destruye los lazos humanos creados por el afecto, lo que resta es un mundo sin  lealtad  al origen. ¿Escribir en la lengua de los asesinos o desde la desolación de quienes lo han perdido todo?  En tiempos así Borges prefirió al amigo invisible. P.D La construcción de la democracia necesita urgentemente del aporte crítico de Jorge Enrique Robledo, Sofía Gaviria, Sergio Fajardo.

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