Paul Kuczynski |
LA CARRETERA ES UN LOGRO DE CIVIVILIZACIÓN
Darío Ruiz Gómez
Comunicados de prensa, noticias ambigüas, declaraciones escuetas de escuetos
funcionarios: lógicamente todas estas piruetas tienen una sola finalidad,
negarnos la verdad de los hechos sobre un grave percance que los habitantes de
una región han comenzado a vivir. La
realidad, diría Baudrillard, es tratada de anular hasta de los mismos imaginarios de las gentes
con fines eminentemente políticos para que la opinión pública carezca de los elementos de
juicio indispensables a la hora de
señalar responsabilidades. ¿En qué lugar del mapa queda situado finalmente
Ituango? Cobro conciencia del problema cuando propongo hacer
un viaje por carretera hasta Tolú para revivir recuerdos ya que esta carretera
ha sido el escenario de mi vida y de la de millones de antioqueños desde hace
sesenta años pero me indican que no ha pasado el peligro de que se rompa la presa y se
desaten sus aguas cubriendo a cerca de 150.000 personas con sus viviendas, sus
negocios y la carretera a la Costa ha sido cerrada e incluso ya se habla por
parte de las autoridades de construir
una nueva carretera. Y esto se dice sin medir lo que sentimentalmente significaría
borrar lo que suponen miles de imágenes
atesoradas a lo largo de los años
como un patrimonio personal y colectivo tan intangible como la sombra que los muertos arrojan sobre los
aleros de las modestas casas a lo largo de los distintos tramos entre el vaho
poderoso del agua que por todas partes
nos rodea. Imágenes de adioses en
silencio, imágenes de encuentros inesperados con familiares que un día
debieron abandonar su hogar huyendo de
la pobreza y la violencia para buscar
nuevas fronteras y recordarnos que la patria no es un territorio
acotado por los intereses políticos sino el encuentro con lo que nos acoge y
que finalmente se convierte en un crisol de experiencias comunes. ¿No fueron
los chilapos cordobeses los primeros colonos
del territorio de Urabá? Bajar de las tierras dominadas sempiternamente
por la neblina, por el barbecho y la
intolerancia para buscar después de Puerto Valdivia las sabanas luminosas de
Córdoba y Sucre, el mar sublime o sea la libertad, un hábitat espiritual.
Traspasar esa frontera nos
ayudó a dejar atrás las lacras de un dañino regionalismo
pues también la Costa invadió nuestra endogamia con sus gestualidades,
con su música y hoy hace parte decisiva de lo que somos y anhelamos ser. Una carretera
no solo reduce distancias sino que nos enfrenta a las preguntas que aparecen al
encuentro de una diversidad social que nos era desconocida; pero ¿Quién traza el programa de carreteras,
los contratistas o la lógica de los habitantes de las regiones que desean salir
del aislamiento y hacer reconocer su territorio? Ventiseis billones de dólares recuerda Mumford se despilfarraron
en Estados Unidos en programas mal concebidos de carreteras,
destrucción del medio ambiente. ¿Cuántos miles y miles de millones
despilfarraron los contratistas corruptos en el
proyecto de nuestras grandes vías nacionales en el gobierno de Santos? Recuperar el país consiste en replantear el concepto de Obras Públicas fuente de corrupción en manos de la burocracia.
El gobierno necesita a partir de esta
nueva Presidencia hacer un close up sobre
cualquier lugar de nuestro territorio para descubrir lo que significan el
esfuerzo y la creatividad de ese
ciudadano desconocido a partir del cual debe nacer hoy la Colombia real.
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