viernes, 14 de noviembre de 2025

Fotografías de Medellín (1935-36), Martin Horst ....Patrimonio Medellin (111)


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Horts Martin



--- Medellín, fotografías de Horst Martin (1935-36)

--- --- Víctor Bustamante

--- Horst Martin nació en 1902. Se capacitó durante siete años en la escuela de formación de maestros en Zschopau. Trabajó entre 1923 a 1928 en escuelas de Mittweida-Markersbach, Steinheidel y Breitenbrunn en el Erzgebirge sajón. En 1928 realizó un viaje para perfeccionar idioma en España antes de comenzar su servicio en Chile, donde enseñó en gimnasia, música, dibujo, artesanía y danza, hasta 1931 en la Escuela de alemán en la ciudad de Temuco. Después de su regreso a Alemania, trabajó desde 1931 hasta 1934 en la escuela primaria de Oelsnitz en Vogtland. En 1934, Martin volvió a inscribirse en el servicio escolar extranjero y fue a la escuela secundaria alemana en Bogotá durante tres años, donde enseñó gimnasia y música. En 1937 enseñó durante tres meses en la escuela secundaria alemana en la Ciudad de México y, luego, otra vez en la escuela primaria en Oelsnitz. A solicitud de la junta escolar de la escuela secundaria en Bogotá, regresó a Colombia en enero de 1938 por otros cuatro años y enseñó allí hasta que la escuela fue cerrada en 1942.

--- Horst Martin estuvo en Medellín durante varios años donde, a lo mejor, dio clases en el Colegio alemán. Lo cierto del caso es que entre 1935-36 caminó Medellín, junto a otras dos personas: una mujer y un hombre, seguro de ascendencia alemana; personas que aparecen en diversas fotografías. Me llama la atención que Martin haya centrado su tema fotográfico en los alrededores de la ciudad.

--- Por Niquitao, seguimos su caminada, vemos las callecitas en tierra, las casas humildes y algunas personas que bajan de la montaña a la ciudad. Él comienza a atisbar a Medellín. Seguro que ellos, los visitantes, van hacia el  Morro de El Salvador, que se convertiría en su mirador, obtendríamos  desde allí panorámicas de Medellín que evocan no solo por la mirada tan peculiar de Horts, sino por esa pregunta que resurge, por qué razón el fotógrafo se dedicó a mirar los alrededores de la ciudad, en realidad cuál era su objetivo, cuáles eran sus motivos para mirar la ciudad como un objeto de estudio, desde la lejanía, desde los cerros, ya que la mayoría de sus fotografías en Medellín se dirigen desde lo alto o desde las afueras, como si a él no le interesara la ciudad en su interior. Qué ha motivado a que Horst solo diera este tipo de rodeos. Esa es la peculiaridad de sus fotografías, inclinarse ante el paisaje. Pero al realizarlas completaría ese álbum fotográfico de Medellín, realizado por fotógrafos extranjeros que dan su definición peculiar sobre la ciudad, ya que  Folke Winqwist, Robert Platt, Dmitri Kessel, Sorencen y Harris, indagaron más la ciudad en su interior, lo cual, a pesar, de los años cada fotógrafo no solo da una visualización sobre la ciudad, sino que nos sobrecogen debido a esa Medellín oculta durante tantos años. De ahí que Martin al buscar los paisajes y alrededores de la ciudad sería quien completa esa mirada con sus imágenes.

--- En las estribaciones de las callecitas de los suburbios de Medellín, cerca al cementerio de San Lorenzo, vemos como caminó y, además, fotografió varias casas de fachadas coloniales con pocas personas y muchas veces en una soledad casi suprema, o con habitantes ocasionales en las aceras.

--- Es posible observarlo desde el Morro de El Salvador, donde incluso aparece con la pareja referida de acompañantes, es como si disfrutara el solaz de esas caminadas a los lugares altos de los alrededores para mirar la ciudad anclada en el valle, serena, con su arquitectura de casas coloniales con paredes blancas y techos bermejos. En ese instante era posible detectar desde allí, en su magnificencia, la Estación de ferrocarril, las iglesias de La Candelaria y La Metropolitana, el Palacio Nacional, así como el Claustro de San Ignacio; edificios que comenzaban a romper no solo la topografía de la ciudad, sino la arquitectura uniforme heredada, ahora resquebrajada por otros estilos que comenzaban a imponerse en esa dialéctica que mantendría la ciudad. Desde uno de sus sitios preferidos, el Morro de El Salvador, Martin no solo tomaba varias panorámicas, sino que se relajaba, sentado en lo alto, para divisar el paisaje no solo con sus compañeros de viaje, sino junto a algunas vacas que pastaban. Lo cual le da motivo para imprimir algunas placas, así como a las escasas personas que se perciben. Es como si Horts Martin buscara ciertos atisbos de soledades, como si quisiera reflexionar, mirar esa ciudad allí en su transcurso lento, pero posible, donde se define a lo lejos las líneas inmutables de esas montañas lejanas, verdes y soleadas; paisajes que son silenciosos, paisajes caros que poco a poco desaparecerían. Ningún fotógrafo en su momento reflejó ni mucho más tarde esos paisajes rurales que lo cautivaron; es más, los suburbios de la ciudad misma.

--- Otra caminada de Horst Martín fue hacia las estribaciones de Robledo donde retrató la iglesia, así como ese accidente, la Iguaná desbordaba como tantas veces ocurrió por estos parajes. Además, desde allí también observó la ciudad, con esa mirada furtiva, desde otro ángulo, como si la espiara a lo lejos. Eso sí, en estas fotografías no hay la mirada curiosa sobre campesinos, sobre cultivos, sobre huertas o sobre personas a caballo. Si a Horst lo cautivaron los paisajes, para el observador de ahora es detectar, como en algunos lugares, las casitas y las calles van abriéndose paso por los suburbios; señal de la ciudad que devora a su paso, lento y seguro, las montañas.

--- Del interior de la ciudad solo aparecen visibles en, dos ocasiones la Candelaria, y dos fotografías de la calle Bolivia. No sabemos cuál era su referente de esa calle para que la prefiriera dejar para la posteridad. Y eso sí, hay una fotografía de la calle San Félix que es única ya que recupera un pedacito del Medellín destruido.

--- No sé qué le ocurrió a Horst Martin para no haber profundizado más en el interior de la ciudad, ya que, en este archivo inestimable, por supuesto, existe la mirada acuciosa del turista con los paisajes; es más, paisajes con poca historia. Una explicación posible podría ser que sospechaba que era espiado y por esa razón se cuidaba de dejar sus huellas impresas en fotografías. En 1942 su nombre apareció en La lista Negra elaborada por los Estados Unidos donde se sospechaba de su participación en diversas ceremonias nazis en el país. No olvidemos que la cantidad de agentes dobles que llegaban por estas tierras era relevante, es decir, poseían dos oficios, el de ser personas con inclusión social y trabajo normal y eso sí, a las sombras, mantenían su armadura de espías bien reluciente.

--- Horst Martin mantuvo su ideología nazi, incluso, en una foto realizada en Bogotá aparece la bandera con la esvástica del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y un saludo a Hitler. El Colegio Alemán, donde enseñaba, fue clausurado por orden del presidente Eduardo Santos tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El Comité Kilgore añadía de una manera perentoria, pero precisa que Horst era miembro del partido nazi. Martin fue deportado a los Estados Unidos en abril de 1942, junto a ciento cincuenta y un alemanes, tres italianos; todos residentes en Colombia, fueron llevados a Buenaventura para ser embarcados en el vapor Etolin hacia Estados Unidos, y serían encarcelados en el centro de detención de la ciudad de Kenedy, Texas. El vapor navegaba desde El Callao y traía otros ciudadanos alemanes y japoneses, que tenían su residencia permanente en Perú, Ecuador y Colombia. Horst Martin, ya liberado, regresó a Alemania en 1944, para asumir la dirección de la escuela primaria en Landwüst y nuevamente en la escuela primaria de Oelsnitz. Horst Martin murió en 1962.

---  Martin Horst dejó como legado un archivo de unas 16 mil fotografías tomadas en diversos países latinoamericanos. Es celebrado en Pasto, en Villavicencio, en Bucaramanga, en Bogotá; ciudades donde dio una mirada muy precisa sobre diversos aspectos de su vida cotidiana y eso sí de los paisajes calmados; agrestes, otras veces, de sus montañas.

Martin utilizaba una cámara Rolleiflex, sus fotografías fueron tomadas en blanco y negro, y se imprimieron en papel de gelatina de plata, en tamaños de 9x12 cm, 13x18 cm y 18x24 cm.  En el Museo de Etnología, sus dueños, fueron digitalizadas para consultas de investigación.




LA FURIOSA DESINFORMACION / Darío Ruiz Gómez


LA FURIOSA DESINFORMACION

 

Darío Ruiz Gómez

 

¿Es cierto como lo informa “El Colombiano” que Iván Mordisco acaba de adquirir por una suma desconocida el Frente 18 que pertenecía a Calarcá  y que delinque en la región de Ituango. Frontino, Briceño? ¿A través de cuáles entidades financieras se hizo esta transacción mientras Calarcá continúa sentado en la Mesa de Paz? ¿No se había recuperado en los Acuerdos de Paz el Nudo de Paramillo? ¿A este grado de degradación se ha llegado en lo que se llama el capital global? Como recuerda Baumam lo característico de estos capitales es que circulan sin fronteras y sin que ya la ética sea un obstáculo pues lo que importe es el capital por el capital. El Cauca, el Chocó, Remedios, Anorí seguirán enriqueciendo a desconocidos personajes en los nuevos paraísos creados a la medida de sus extravagancias mientras en esos lugares primitivos las poblaciones nativas son sometidas a toda clase de desplazamientos, mantenidas en la incomunicación y la miseria. Vuelven a entrar en juego los conceptos de Centro y Periferia  donde la desinformación sobre la realidad del país ha establecido con fines claramente  políticos una separación entre el Gobierno central y el azar y el peligro que supone vivir aislado en las periferias  donde esta situación se mantiene gracias a la más refinadas técnicas de la desinformación sobre todo a través de las redes sociales. ¿Por qué cada vez sabemos menos de lo que  supone  el acuerdo Maduro-Petro sobre la zona de” integración” en la frontera dominada por el ELN y las FARC y el Tren de Aragua?  ¿Cuánto armamento y cuántas tropas binacionales han sido estacionadas en estos corredores de la droga? Que Calarcá y Mordisco compren y vendas territorios es ya la demostración de que en vísperas de la caída de Maduro  se está acelerando la toma de territorios  y que Hidroituango está desde hace tiempos en el centro de estas estrategias.

 

Entre los objetivos de la desinformación está el causar daño a una sociedad dándole como información la falsedad, valiéndose de nuestra indolencia esta estrategia está alcanzando en este momento un nivel muy peligroso sin que al parecer nadie se percate de ello. Esta semana para recordar la muerte de uno de sus Comandantes, Mordisco hizo explotar un vehículo en Suárez matando a dos personas y arrasando varias humildes viviendas. ¿No había muerto  Mordisco en un enfrentamiento con el ejército o herido había escapado? ¿No es en Suárez donde Francia Márquez vivía en una casita humilde antes de ser Ministra de igualdad y de trasladar su residencia a un lujoso condominio en Cali? Vecinos suyos han sido estos demoníacos Comandantes. ¿No conoció  Francia a Mordisco  para ridículamente venir ahora a exigir que se descubra a los responsables de este atentado que cada semana se repite con más inocentes muertos?  Recordemos que  Mordisco es un terrorista posmoderno ya que cuenta con una oficina de Relaciones y otra de Prensa y que es un “narcotraficante- Petro dixit-  disfrazado de guerrillero”? La desinformación busca caotizar la situación del país recurriendo como en el Sur de Cali a un terrorismo sucio contra las gentes de los barrios con falsos cilindros bomba y carteles amenazantes. La Fiscalia en tiempo récord y por solicitud del Presidente ha detenido a dos oficiales y siete soldados acusándolos de haber torturado hasta la muerte a un desconocido que merodeaba  por las instalaciones del Batallón de Frontino. Según el comunicado parece y no parece que después arrojaron el cadáver a una quebrada. ¿Realidad o ficción en tiempos de asedio a nuestras Fuerzas Armadas y en un territorio con más de dos mil familias desplazadas por las Disidencias? P.D. Sigo en mi tarea como corresponsal de guerra.  

¿Cómo decirte todo eso si ya no valen las palabras? / Santiago Serna

 ¿Cómo decirte todo eso si ya no valen las palabras?

Santiago Serna

¿Cómo decirte todo eso si ya no valen las palabras?

¿Cómo decirle a una mujer que me duele su libertad? Qué su danza me supera y es más fuerte que mi voluntad

¿Cómo decirle al que está postrado en una cama: "gracias, ya puede descansar"?

¿Como saber cuándo es el final de los finales? ¿Cómo saber cuándo termina una canción?

Cuando quien canta

Tiene una pena y no hay sueño que lo venza

¿Cómo decirle a un compañero que no hay lucha posible, que no hay esperanza, que todo es una ilusión?

Qué se reirán de compasión, si ahora la palabra no alcanza para el soñador.

Que mientras todo el mundo duerme yo me pongo a pensar y ese es mi mal

¿Cómo decirte que solo me consuelan los muertos y que me siento más solo que nunca?

¿Qué mi única compañía es un gato negro y que todavía creo en la poesía?

¿Cómo decirte todo eso si ya no valen las palabras?

POLITICA Y SIMULACIÓN / Darío Ruiz Gómez

 

POLITICA Y SIMULACIÓN

Darío Ruiz Gómez

La verdad es que aún no he podido saber qué fue lo que la Registraduría de la Nación celebró este último  domingo con un gran despliegue de fuerza pública, Ley Seca, etc. No hubo necesidad de  verificar si en los departamentos donde la violencia impera era imposible hacer estos comicios sin que corrieran peligro los funcionarios encargados de traer las urnas de votación desde territorios apartados ya que Pablito, por ejemplo, el mayor asesino que ha tenido Latinoamérica en su historia, asesinó a once de estos funcionarios mientras el ELN conversaba de Paz en Quito y los ejemplos cunden. Llama entonces la atención que en estos comicios no se presentaran quemas de urnas y asesinatos de funcionarios y reinara la completa tranquilidad bajo el conjuro de Iván Cepeda y sus colaboradores. Fueron pues unos comicios de, como decía el bobo del pueblo, de yo con yo. La farsa comenzó a descubrirse cuando los líderes y lideresas de el Partido único salieron a hacer sus primeras declaraciones de triunfo total ya no recurriendo a las gestualidades del viejo Partido Comunista, con el puño en alto sino, insólitamente con el alborozo de un candidato de provincia norteamericano.  El Registrador nunca nos aclaró cuáles fueron los propósitos de este bazar de barrio que  tanto dinero costó pero con los días lo primero que ha quedado al descubierto es que votaciones libres no hubo ya que electores(as) libres no hubo tal como lo puso de presente la maquinaria que un don nadie hasta ayer como Quintero puso en marcha a través de sus plataformas demostrando que efectivamente como lo anunció hace mucho, Baudrillard el dato es  más importante que la presencia  del votante ¿El Quintero que vemos a ratos sin barba a ratos con ella no será una creación de la inteligencia artificial?  El electorado de Quintero no huele, ni bosteza ya que la imagen que del pueblo nos da la pantalla es la de un holograma, la inteligencia artificial viene, en esta farsa tecnológica, a “darle voz a quienes no la tenían” En las ciudades nadie votó y en los remotos territorios donde las FARC y El ELN reinan bajo el terror a nadie se le permitió hablar. Se cayó el sistema y después del tiempo que se tomaron para volver a él nos encontramos con que el número de votantes había insólitamente aumentado en más de 400. 000 votos. Claro, se jugó sucio pues la consulta fue manipulada introduciendo votación por Senado y Cámara tal como lo denunció oportunamente Melquisedec Torres. Los informes sobre   Iván Cepeda Cepeda ya lo describen a secas como a un “líder de la izquierda tradicional” no como lo que verdaderamente es. También Cepeda ha sido convertido en un holograma.

 

Que a partir de las plataformas de datos la información sobre este evento ha sido manipulada contando  con la inteligencia artificial nos indica lo que puede ser la capacidad de mentira que puede alcanzar esta maquinaria creando personajes ficticios, sustituyendo un pasado criminal para dar paso a  un gesticulador que intenta convencernos y convencerse a sí mismo de que es otro personaje diferente al que es en realidad. El verdadero ganador en esta otra realidad ha sido  Willy “el dientudo” y sus 85.000 votantes después de enterrar para siempre a los representantes de la caverna, los Uriel Uribe, Isabel Zuleta, borrados por sus mentiras y complicidades. La verdadera decadencia del periodismo comienza por la corrupción de la palabra, por la sustitución de la verdad por los eufemismos, no me canso de repetirlo porque una cosa es la falsedad y otra el engaño calculado. Todos los días en el Cauca esos ejércitos de mercenarios matan un soldado, un policía, dejan una familia en el dolor en este país de la política virtual.      

miércoles, 12 de noviembre de 2025

LA CUIDADANÍA: APUESTA A LA DESCOLONIZACIÓN de Marisol Castaño Suárez[1].

 

Marisol Castaño Suárez

LA CUIDADANÍA: APUESTA A LA DESCOLONIZACIÓN.

UNA REFLEXIÓN DESDE LA IMPLICACIÓN PSICOSOCIAL

Basta ser más humano con el otro para llegar a la otredad

Marisol Castaño Suárez[1].

La importancia de las prácticas profesionales en psicología cada vez más cobra valor, ya que dichas prácticas deben ser supervisadas como lo nombra Benatuil (2013), Las practica profesionales supervisadas se dirigen a estimular y producir el aprendizaje, saber hacer, poder hacer y saber estar. No se trata solo de conocer y saber aplicar técnicas y estrategias de intervención, sino sobre todo de adquirir un aprendizaje del rol” (p. 401). Es en las agencias de práctica donde se consigue poner en práctica los conocimientos aprendidos durante el transcurso de la carrera y es allí donde se obtiene el aprendizaje como bien lo ha nombrado Benatuil y a ello se le suma la importancia de la hermenéutica que en Viveros (2019), tiene que ver con Asunto hermenéutico es aquel que da algo para pensar y que sirve de foco para que los dialogantes deliberen sobre él y ejerzan así su capacidad interpretativa. (p. 346). Se puede deducir que toda practica está llamada a un ejercicio psicosocial que permita develar e interpretar lo que a el otro le acontece, es decir como desde la hermenéutica se evidencia maneras de pensar y de actuar siendo dos elementos importantes para poder comprender al otro desde su propia realidad. 

      En este sentido, la cuidadanía en la implicación psicosocial ha de estar centrada en unas prácticas con un alto grado de responsabilidad hermenéutico con el fin de proporcionar en los acompañamientos psicosociales el respeto por el otro dado que, no se trata de manosear la información dejando de lado el acto político y ético del mismo; en lo que sigue se brinda algunas reflexiones sobre este tema.   

     Reflexionar sobre la Ciudadanía, es hablar del cuidado del otro que parafraseando a Junco, et al.,  (2006), la cuidadanía se trata de darle lugar al otro desde su diversidad, reconocerle la vida en compleción y permite el derecho a cuidarnos y que nos cuiden, esto es  un derecho ético y político a cuidar en condiciones dignas de equidad fomentando las participaciones socio comunitarias para la emancipación de los mismos, como lo nombra Barrero (2012), en cuanto a una psicología de la liberación, que hace ruido para una implicación emancipatoria y liberadora del que no tiene voz y una psicología social que está anclada en el acompañamiento psicosocioespiritual como lo esboza el padre Vives, la Espiritualidad es vivir el espirito para estar más cercano a las personas”, una espiritualidad que se áncora a la cuidadanía y en la psicología social conectándose con el saber de las ciencias humanas y sociales, como una impronta dando lugar a otras posibilidades de relación.

    Otros grupos domésticos, otra diversidad sexual, superando la oscuridad de lo privado en su marco más clásico que es la familia, estableciendo redes de cuidado más amplias que pueden abarcar el barrio, las organizaciones sociales... Cuidadanía como una nueva forma de reconocernos como sujetos no sujetados siendo responsables de una sociedad no jerárquica que apueste por poner la vida en el centro, y es ahí donde la psicología social, la teología de la liberación, y la propuesta da la cuidadanía pretenden hacer estallar una forma de pensamiento que ciñe y nos somete a una percepción de la realidad totalmente disociada de lo que vivimos y hacemos día a día.

    En ese mismo orden de ideas, se quiere encarnar nuestro discurso en lo que somos, en lo que hacemos más allá del modelo del ciudadano de mercado atomizado que se impone. Aunque pretendan hacer creer (y muchas veces lo logren), que la mayoría de las relaciones están fundamentadas en el individualismo, eso es una falacia porque si fuera a sí ninguno de nosotros sobrevive a tanto horror neoliberal.

    Es menester que las prácticas de psicología se deben cuestionar frente al hacer, desde una mirada critica que permita la reflexión de nuestros jóvenes, comunidades, colectivos, grupos sociales entre otros, para no fundirnos en un discurso mimético como bien lo nombra Platón citado por Barrero (2012). Con relación a la mimesis, plantea lo siguiente: Vista desprevenidamente – es un bello proceso natural de fundición del Yo, en el todo.  Es un estado en el que poco existe la posibilidad de lo reflexivo y mucho menos de lo crítico.  Es una especie de encantamiento místico, en el que el sujeto desconoce su realidad concreta de existencia y su deseo se aleja de pretensiones de transformación histórica. (p. 140).

    De esto puede inferirse como un ensalmo en la que no existe la posibilidad de reflexión y mucho menos el pensamiento crítico es algo así como un obrar sin una cavilación permanente en el contexto individual, social, cultural y familiar es por ello que el acompañamiento psicosocial su plus esta en un acompañar desde el amor, pero también desde la apertura, del despertar humano como una oportunidad descolonizante de práctica foráneas que no tienen nada que ver con nuestra realidad Latina.

    La tesis que se defiende es que la cuidadanía no es una ciudadanía, ya que la ciudadanía integral como lo nombra el informe sobre derechos humanos citado por Fernández y Girado (2013), desde la cual se debe considerar que él ciudadano de hoy debe acceder a sus derechos cívicos, sociales, económicos y culturales, y que todos ellos conforman un conjunto indivisible y articulado, (p. 157).  Basta con afirmar que la ciudadanía reconoce al otro en la sociedad, y la historia lo ha demostrado que desde la ciudadanía hay una exclusión, una invisibilidad de los derechos negados, ultrajados y no reconocidos y está marcado por el mercado capitalista que deja de lado a los menos favorecidos en todas las instancias, de ahí que la cuidadanía atiza una manera diferente de reconocer a las personas en colectividad, como un estrado distinto, esto es revindicando los derechos negados a la población, A sí mismo la cuidadanía, la psicología de la liberación en su quehacer pretende robustecer las prácticas psicosociales reconociendo la voz de los que no tienen voz y de todas las demás personas que están por fuera del sistema, como una apuesta a la derrota total de prácticas nefastas que no dan el lugar y no reconocen al otro como diferente, como distinto en pensamiento, en forma y, ¿por qué no?, en las distintas estéticas que muestran los medios de comunicación sobre el prototipo de ser macho o hembra es como un encantamiento en el ideal de ser como lo exigen las sociedades capitalistas dejando de lado el valor de cada persona en su esencia y en sus valores que están cimentados en sus acciones, es por ello que la psicología social en su quehacer social pretende una humanidad humanizante donde se dé el lugar al otro como lo señaló Viveros (2016 ), “El otro se opone a ser idéntico y reclama su lugar de diferencia. Exige una ruptura con la ipseidad que he ido construyendo y me pide un paso más lejos, el acto de la proximidad. En ese instante me reconoce como posibilidad de relación. Ahí están las condiciones de reconocimiento mutuo”, (p. 5).  Reconocer al otro implica protegerlo, darle el lugar desde obras encaminadas a preservar lo bello, pero también lo distinto.

    Es por ello que las prácticas profesionales de psicología deben trascender en la cuidadanía porque esta, no excluye y sus matices están enraizados en cuidar y permitir que el otro al ser diferente forme parte de la humanidad como un componente importante para el aprendizaje y es aquí donde Levinas (2002), refiere que el ser-para-el-otro no es una relación entre conceptos cuya comprehensión coincidiría, ni la concepción de un concepto por un yo, sino mi bondad. El hecho de que, existente para el otro, existo de otro modo que al existir. para mí es la moralidad misma, (p 271), lo anterior implica,  que solo se puede ser estando con otros y esto es cuidadanía porque se está haciendo humanidad a partir de la implicación con el otro y los otros que se complementan para la evolución y el desarrollo psicosocial, como bien lo nombra Honneth (citado por Tello, 2011), al hablar del reconocimiento en la esfera del derecho refiere que: es la que procura la libertad individual de los sujetos posibilitando el libre ejercicio de sus capacidades (p, 48), y es aquí donde el ejercicio de la psicología social cobra más relevancia, debido a que dicha esfera busca la dignidad humana y el reconocimiento social como también lo hace la perspectiva psicología social  en los diferentes contextos y objetos de intervención.

    La cuidadanía en la implicación psicosocial en Colombia, tiene como tarea importante desideologizar lo foráneo como lo nombra Baro citado por Pavón (1.986), implica: Rescatar nuestra experiencia original, (p. 337), esto es un descolonizar que en el buen sentido de la palabra invita a una psicología en la cual sea pensada por nosotros mismo, a través de nuestras experiencias en las prácticas psicosociales, es dejar de limitarnos a manipular ideas ajenas que no tienes nada que ver con nuestra realidad Latina, es implicarnos como psicólogos desde una cuidadanía que permite una enfoque integral del contexto y las personas que lo habitan y es ahí donde nos invita  Pavón al referirse a la Ética de la liberación ( 2016 ), se trata entonces, “trabajando a la par de los empobrecidos (as), los oprimidos (as), las explotadas (os), de asumir el desafío de construir una nueva praxis de la psicología (…) (p. 88).  Lo anterior involucra a ser humanidad para el encuentro con el otro o con aquel que pide a gritos la lucha por la libertad de pensamiento o de otras maneras de hacer las cosas en el buen sentido de la palabra, es por ello que en palabras de Vives y González (1986), se podría decir que: el sentido de vida está en hacer humanidad a través del amor y la espiritualidad siendo el foco fundamental para crecer en humildad”.

    Las ideas de Vives y González, y enraizándolas con la implicación psicosocial sobra dejar claro que lo que se pretende con las diferentes perspectivas psicosociales es construir humanidad a través de una psicología incluyente como bien lo propone la cuidadanía que no es más que otra cosa que poner: el cuidado de la vida en el centro (1986, p.3), y eso le interesa a la psicología social la cual cobra sentido cuando se está con el otro para ser y hacer humanidad porque de lo contrario se cae en el peor error de la ciudadanía que lo que pretende es un sistema excluyente, que solo pretende abrir nuevas vías para la domesticación y para la poca reflexión. (1986, p. 1).

 

Conclusión

En este mismo orden de ideas es urgente que la psicología social se implique como bien lo nombra Ventura (2011): el orden implicado debe pues, considerarse como un proceso de pliegue y des- pliegue continuo de un espacio multidimensional, donde la estructura general de la materia implica un orden implicado multidimensional. (p. 95).

    Es un trabajar desde adentro en donde el psicólogo/a pone en su accionar su saber psicosocial pero también se implica en cada acontecer individual, social, cultural entre otros, de ahí que la perspectiva psicosocial en la impronta de los practicantes de psicología puede adentrarnos a las diferentes posturas psicológicas que pueden comprender una problemática psicosocial. Así mismo, una perspectiva social que trabaja por la democracia, la dignidad humana, y que se asuma como una apuesta por la vida, dando lugar a una psicología libertaria que permite las expresiones subjetivas de cada consultante o porque no de cada persona que se acercó en las diferentes zonas de escucha de las/os practicantes y que pusieron allí sus situaciones, angustias entre otros.  Fue allí, donde cada practicante se implicó en las historias, hechos y experiencias de cada persona utilizando diferentes herramientas psicosociales no solo para conocer al otro sino mas bien para logra comprender su angustia, preocupación o por llamarlo de otra manera su dolor y llama la atención en las experiencias de cada practicante el trabajo con el cuerpo inconsciente. Dice Barrero (2020), al hablar del cuerpo inconsciente, que: se puede entender como un conjunto articulado de dispositivos simbólicos altamente ideologizados para la naturalización, normalización y enraizamiento social de fenómenos sociales, políticos, económicos y militares potencialmente dañinos para la condición humana. Un proceso de acostumbramiento sutil para la sumisión extrema y para la obediencia ciega hacia las crueles condiciones de existencia que imponen las elites. En el cuerpo inconsciente es que se puede normalizar lo anormal ideologizado”. (p. 137).  Interpretando la postura de Barrero da lugar a que el cuerpo inconsciente es donde se normalizan las violencias, los actos crueles que permiten de algún modo la sumisión y justificación de situaciones que afectan todo un entramada emocional en las personas que acudieron a las zonas de escucha, los talleres reflexivos entre otros.

    Es posible creer que hay varias formas de expresión de la psicología latina y lo importante no es que estás sean sólo respuestas emancipadoras sino también liberadoras, debido a que la psicología de la liberación no se liga necesariamente a ideas de izquierda. Hay que pensarla desde perspectivas más democráticas, progresistas, dado que la psicología tiene que ir ganando confianza entre las personas. Esto puede lograrse, entre otras cosas, a través de propuestas como la de formular conversatorios de arrepentimiento, para Barrero ( 2014 ), “destaca el arrepentimiento como elemente importante, el mostrar formas concretas de arrepentimiento, de los responsables cómo participaron directa o indirectamente en la construcción de esta violencia política que estamos viviendo, pero lo que se ve es que no hay tales muestras de arrepentimiento al contrario lo que se hace es aumentar la polarización social, aumentar el odio y el desprecio hacia el contradictor, (…) entonces el perdón, el famoso perdón del que se habla pues se vuelve una cosa mucho más compleja porque tienen que irse dando muestras de arrepentimiento y tiene que irse dando muestras de reparación frente al daño que se ha generado”. Esta consideración de Barrero nos ofrece una idea sobre la importancia del arrepentimiento para ir desconfigurando la violencia y crear espacios para dialogar sobre lo acontecido en la historia Colombina.

     Para finalizar, toda la psicología es social y es política, no es posible sin una relación con el otro y como psicólogos/as debemos hacer una apuesta de vida que atraviese lo que pensamos, somos, decimos y hacemos, en términos de clínica, se trata de trabajar con la verdad, la justicia y la reparación, porque, el problema de la psicología no es de praxis es de imposiciones políticas y no podemos ser sólo activistas. Hay que pensar, ser, hacer y hay que humanizar la psicología por ello hay que hablar de prácticas contra el capitalismo salvaje, porque el anticapitalismo ya es suficiente de ahí que nuestro papel como psicólogos/a es ser diferentes: ayudar a que los conflictos grandes no sean manejados políticamente. En este sentido podemos contribuir a la dignificación de las personas y hay que encontrar formas de expresión que conlleven a la superación del fatalismo y es necesario democratizar el saber psicológico.

    Desde mi ventana miro a lo lejos y siento tus huellas con sabor a tú alma, que enuncian un nuevo regreso a tú casa a nuestra casa esperando tú regreso intermitente y que espera aun, un nuevo regreso.

    Esos nuevos regresos alegran no solo la belleza de tú alma sino también la alegría de mi alma que se sumerge no solo en sus perspectivas psicosocial si no también con tu presencia que me envuelve, en la fragilidad de mi cuerpo, a través de la oscuridad de la noche, y que dan luz desde la belleza de tú alma. Pero, no solo es la presencia de la belleza de tú alma, son tus huellas que encienden y han encendido en las practicas psicosociales la pureza del amor que siento por las practicas psicosociales, un amor con olor a rosas rojas que perfuman la suavidad de los hechos vividos, bajo la belleza de aprendizajes que aflora un bonito recuerdo en cada experiencia vivida.

    La belleza de tú alma, que engrandece la inmensidad de la lucha por la justicia y por la vida de cada persona, a través de sus aportes teóricos y prácticos en el ejercicio de las prácticas y esa es la belleza de la psicología que no se toca, pero se siente.

 

Referencias

Barrero, E. (2012). Psicología de la liberación. Del discurso encantador a la praxis liberadora. Ediciones Cátedra Libre.

Barrero, E. (2020). Clínica psicopolítica. Hacia una psicología de la subversión en tiempos del horror neoliberal. Ediciones Cátedra Libre.

Benatuil, D., & Laurito, J. (2015). El rol de las prácticas profesionales supervisadas en una muestra de estudiantes de psicología de una universidad de gestión privada argentina. PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica, 7, 397-410. doi: 10.5872/ psiencia/7.2.141

Giraldo y Fernández. (2013). La formación de una ciudadanía democrática: Una prioridad de la responsabilidad social universitaria.

Junco, C.  Pérez Orozco, A., y del Ríos.  (2006). Hacia un derecho universal de cuidadanía (si, de cuidadanía). Revista libre pensamiento, 51, 44-49.

Levinas, M. (2002) Totalidad e infinito Ensayo sobre la exterioridad. Ediciones sigueme Salamanca.

Pavón, D. (2016), Ignacio Martín-Baró: una lectura en tiempos de quiebres y esperanzas. Editorial Arlekín.

Pavón, D. (1987). Descolonizar e indigenizar: Dos tareas urgentes en el proceso de liberación de la psicología Latinoamericana.  

Tello Navarro, F. (2011). Las esferas de reconocimiento en la teoría de Axel Honneth. Revista De Sociología, 26, 45–57. https://doi.org/10.5354/0719-529X.2011.27487

Universidad de Nariño. (2014). Reconciliación y construcción de paz en el Departamento de Nariño. Conversatorio Pasto.

Vives, J. y González, A. (1986). Monseñor Luis Amigó y Ferrer. Obras completas. Biblioteca de autores Cristianos de la Editorial Católica, S.A.

Ventura, Mª C. (2011).  Reflexiones acerca de una nueva psicología del orden implicado: sistemática, fenomenológica y psicofísica.  Educación y cultura, 22, 89-98. http://ibdigital.uib.es/greenstone/collect/educacio/index/assoc/Educacio/_i_Cultu/ra_2011v/22p089.dir/Educacio_i_Cultura_2011v22p089.pdf

Viveros, E. (2019).  El dialogo como fusión de horizontes en la comprensión hermenéutica de Gadamer.   Perseitas Vol. 7.

Viveros, E. (2016).  Sobre la necesidad de reconocimiento.  Perseitas.

 



[1] Marisol Castaño Suárez. Licenciatura en Pedagogía Reeducativa Fundación Universitaria Luis Amigó. Especialista en: Farmacodependencia Fundación Universitaria Luis Amigó. Psicóloga Universidad Católica Luis Amigó. Magister en: Intervenciones Psicosociales Universidad Católica Luis Amigó. orcid.org/0000-0002-1723-0027 marisolpsicologia.especialista@gmail.com

EL CONOCER COMO UN ALEPH / Carlos Alberto M-Gómez[1].

 

                                                             Carlos Alberto M-Gómez


EL CONOCER COMO UN ALEPH

Carlos Alberto M-Gómez[1].

 

Re/pliegue



Estimado lector, estimada lectora. No propongo una teoría. No propongo conclusiones. Lejos estoy de esas pretensiones. A lo sumo, presento en esta oportunidad una conjetura o presunción desde un diálogo iniciático con algunos de mis guías: Jorge Luis Borges, Ítalo Calvino, José de Sousa Saramago y Michel Foucault. Este dia/lógos tiene como referencia el cuento de Jorge Luis Borges: El Aleph.

     El cuento El Aleph, se nos estaría revelando quizás como una (auto)exploración de nuestra unidad trascendente con la naturaleza del cosmos, su energía y simultáneamente, para algunos, se nos estarían revelando los límites de nuestra percepción humana. En El Aleph, se nos presenta un punto infinitesimal —el Aleph— que contiene, sin confusión ni superposición, todos los puntos del universo, donde el pasado, el presente y el futuro coexisten en una simultaneidad absoluta. Por ello invito a aceptar por un momento que esta imagen evoca las enseñanzas de las tradiciones sapienciales no occidentales, que postulan una realidad última más allá de las apariencias, un principio unificador que subyace a la multiplicidad fenoménica.

     En el vedanta, se habla de Brahman, lo Absoluto, donde Tat Tvam Asi (Tú eres Eso) señala la identidad entre el ser individual y el Todo. Plotino describe el Uno como fuente inagotable de donde emana toda existencia. Por tanto (señala Plotino) el uno no es ninguno de los seres, sino que es anterior a todos los seres. Así pues ¿qué es? La potencia de todo. Si no es, nada existe, ni los seres, ni la inteligencia, ni la vida primera ni ninguna otra. Plotino lo describe así en sus Enéadas:

Que el Uno no es ninguna de todas las cosas, quiere decir que es «distinto de todas las cosas» (III 8, 9, 48-49; V 3, 11, 18), y eso, porque es «anterior a todas las cosas» (III 8, 9, 54) y «está más allá de todas las cosas» (V 3, 13, 2; V 4, 2, 39-40), y eso, porque es «principio de todas las cosas» (V 3, 15, 27; V 4, 1, 23), «causa de todas las cosas» (V 5, 13, 35-36; VI 9, 6, 55) o también «potencia de todas las cosas» (III 8, 10, 1; V 1, 7, 9-10), pero potencia activa, no pasiva como la materia (V 3, 15, 32-35) (Plotino, 1982: 36)[2]

     El Aleph encarnaría esa visión no dual, donde el observador y lo observado se funden, trascendiendo la ilusión de separatividad que llamamos maya. Esta concepción no dual se refleja en la convergencia entre el ser individual y el Todo (absoluto). El Aleph niega la linealidad del tiempo, mostrando todos los instantes a la vez, lo que remite al eternalismo de tradiciones como el hinduismo (Bhagavad Gita: El tiempo soy yo) o el budismo, donde el samsara es un eterno presente.

     El texto también introduce una autocrítica: ¿el Aleph es auténtico o una ilusión? Esta duda no debilita la tesis, la refuerza poniendo de manifiesto una paradoja central en las tradiciones místicas. El Aleph, como símbolo, encierra esa paradoja de lo infinito contenido en lo finito, una idea presente en la Cábala (el Ein Sof que se contrae para dar lugar al mundo), en el hermetismo (Como es arriba, es abajo) y hasta en la física moderna (los agujeros negros, donde el espacio-tiempo se curva hasta lo inconcebible). Pero siendo momentáneamente escépticamente lúcidos podríamos aventurarnos a cuestionar si el Aleph es auténtico o una ilusión, un falso infinito (no un falso positivo[3] como los presentados en Colombia). Esta duda podría reflejar la tensión entre la certeza mística y las limitaciones de la mente humana: La mente humana, finita, lucha por comprender lo infinito, para comprender la verdadera naturaleza de lo absoluto, planteando la posibilidad de que toda representación de lo divino sea, en última instancia, una construcción mental o una ficción del lenguaje.

     Dice el texto sagrado de los cristianos: “¿Quién ha medido a puñados el mar o mensurado a palmos el cielo, o a cuartillos el polvo de la tierra? ¿Quién ha pesado en la balanza los montes y en la báscula las colinas? ¿Quién ha medido el aliento del Señor? ¿Quién le ha sugerido su proyecto? ¿Con quién se aconsejó para entenderlo, para que le enseñara el camino exacto, para que le enseñara el saber y le sugiriese el método inteligente? Mirad, las naciones son gotas de un cubo y valen lo que el polvillo de balanza. Mirad, las islas pesan lo que un grano, el Líbano no basta para leña, sus fieras no bastan para el holocausto. En su presencia, las naciones todas, como si no existieran, son ante él como nada y vacío.” (Is 40, 10-17) De ahí que podamos preguntar: ¿Cabe en nosotros la sabiduría del absoluto o de la divinidad infinita? ¿Puede lo finito contener lo infinito sin perder su naturaleza o esencia? ¿O acaso toda representación de lo absoluto es, de alguna manera, otra construcción mental, otra ficción del lenguaje? ¿Puede en mi actual existencia finita (lo corta que es nuestra vida y lo caducos que somos los humanos) contenerse el infinito de la divinidad, del absoluto eterno? ¿Puedo decir que Dios soy yo? (La pregunta ¿puedo decir que Dios soy yo? no significa que el ego finito sea Dios, sino que la esencia más profunda del ser individual es idéntica a la realidad última, el Brahman: “Esa esencia que es la más sutil de todas, tiene a todo este mundo como su Ser. Esa es la Verdad. Ese es el Ser. Eso eres tú, Oh Shvetaketu.” (Upanishads, Chandogya, 6.8.7)[4]. Tat Tvam Asi -Tú eres Eso-) ¿El infinito puede estar en un junco?: “Lo importante es lo que es, y cómo lo que es se revela cuando uno ya no quiere las cosas que tornan la vida miserable e impura.” Vidal, 2012: 244)[5]

Des/pliegue 1

Y aquí Queneau añade: «Pero la lógica es también un arte, y la axiomatización un juego. El ideal que se han fabricado los científicos en el curso de todo este comienzo de siglo ha sido una presentación de la ciencia no como conocimiento sino como regla y método. Se dan nociones (indefinibles) de los axiomas y de las instrucciones de uso, en una palabra, un sistema de convenciones. Pero ¿no será este un juego en nada diferente del ajedrez o del bridge? Antes de proseguir el examen de este aspecto de la ciencia, debemos detenemos en este punto: ¿es la ciencia un conocimiento, sirve para conocer? Y dado que se trata (en este artículo) de matemática, ¿qué es lo que se conoce en matemática? Precisamente: nada. Y no hay nada que conocer. No conocemos el punto, el número, el grupo, el conjunto, la función, más de lo que conocemos el electrón, la vida, el comportamiento humano. No conocemos el mundo de las funciones y de las ecuaciones diferenciales más de lo que “conocemos” la Realidad Concreta Terrestre y Cotidiana. Todo lo que conocemos es un método aceptado (consentido) como verdadero por la comunidad de científicos... Pero este método es también un juego, más exactamente lo que se llama un jeuì d'espirit. Por lo tanto toda la ciencia, en su forma más acabada, se presenta como técnica y como juego. Es decir, como se presenta, ni más ni menos, la otra actividad humana: el Arte». (Calvino, 1992: 258)[6].

     Con la anterior cita de Queneau, reproducida por Calvino en su libro Por qué leer los clásicos dejo algunas preguntas a manera de pro/vocación inicial para pensar-nos simultáneamente como humanos que educamos educándonos: ¿Se conoce el mundo? ¿Se conoce el mundo investigando? ¿Investigar es conocer el mundo? ¿Realmente investigamos? ¿Se enseña a investigar? O, acaso será que ¿Todo lo que conocemos es un método aceptado (consentido) como verdadero por la comunidad de científicos... ¿Pero este método es también un juego? Cuándo se enseña investigación ¿se enseña a conocer o se valida un modelo, un método aceptado? O, como quizás lo podríamos intuir con José de Sousa Saramago, ¿con la tal investigación científica capturamos gente para la caverna o confinamos más ciegos en un internado?

A que no eres capaz de imaginar adónde nos han traído, No, iba a añadir, A un manicomio… No vale la pena, desde donde están no te oyen, y, aunque te oyeran no te harían caso, Pero tú puedes ver, Por ahora, lo más probable es que me quede también ciega un día de éstos o dentro de un minuto, Vete, por favor, No insistas, además, estoy segura de que los soldados no me dejarían poner un pie fuera, No te puedo obligar, No, amor mío, no puedes, me quedo aquí para ayudarte y para ayudar a los que vengan, pero no les digas que yo veo, Qué otros, No creerás que vamos a ser los únicos, Esto es una locura, Debe serlo, estamos en un manicomio… Si es así, váyase, en tal caso, objetaría que no podía irse de allí sin su marido, y como el ejército no dejaba salir a ningún ciego de la cuarentena, no tendrían más remedio que consentir que se quedase.” (Saramago, 2001: 59, 177)[7]

     Los ciegos fueron internados en un manicomio abandonado, aislados del mundo, como si la ceguera fuera una enfermedad contagiosa que debía ser contenida y apartada. Al infectado, hay que apartarlo, marginarlo del resto de los no ciegos, de los no infectados. Será obligatorio, hay que someterlos a una estricta cuarentena (como se vivió durante el 2020 con la pandemia global por el coronavirus, covid-19). El lugar, el espacio elegido por las autoridades, será un manicomio abandonado, vacío y degradado. Este lugar, albergará a los que cruzando el quicio de la puerta entrarán en un infierno. Obviamente, la idea del confinamiento forzado de los ciegos en un internado podría interpretarse como una metáfora del control social y la exclusión. Quizás también sea una metáfora del control social al que nos tiene acostumbrados la ciencia materialista y materializada. Pareciera que, por actos de poder, solo su saber es verdad, son evidencias, objetos, ídolos. Lo demás es pseudociencia o chamanismo o mera especulación.

     Saramago alude a la condición de estar atrapados en una caverna metafórica que puede entenderse como una captura o encierro en una realidad limitada y controlada. Lo que importa no es la caverna, sino la gente que en ella se encierra, que se encierra a sí misma, que se encierra en la caverna, porque la caverna no es sino el reflejo de la prisión que cada uno lleva dentro. Vivimos en la caverna, rodeados de sombras y ecos, prisioneros de una realidad que no podemos tocar, mientras afuera el mundo verdadero sigue su curso indiferente.

El Panóptico es un lugar privilegiado para hacer posible la experimentación sobre los hombres, y para analizar con toda certidumbre las trasformaciones que se pueden obtener en ellos. El Panóptico puede incluso constituir un aparato de control sobre sus propios mecanismos. Desde su torre central, el director puede espiar a todos los empleados que tiene a sus órdenes: enfermeros, médicos, contramaestres, maestros, guardianes; podrá juzgarlos continuamente, modificar su conducta, imponerles los métodos que estime los mejores; y él mismo a su vez podrá ser fácilmente observado. Un inspector que surja de improviso en el centro del Panóptico juzgará de una sola ojeada, y sin que se le pueda ocultar nada, cómo funciona todo el establecimiento. Y por lo demás, encerrado como lo está en medio de ese dispositivo arquitectónico, ¿no se halla el director comprometido con él? El médico incompetente, que haya dejado que se extienda el contagio, el director de prisión o de taller que haya sido torpe, serán las primeras víctimas de la epidemia o del motín. (Foucault, 2006: 207-208)[8]

     Pero... ¿Y en dónde nos podemos apuntalar para asumir esta provocación?

En una época determinada, el saber -que es instalado por un tipo de poder- produce un específico tipo de sujeto. Los sistemas de poder producen efectos de verdad y estos efectos de verdad producen sujetos. El poder no solo reprime.    También produce realidades. Produce dominios de objetos y rituales de verdad. El poder es positivo y productivo:

Lo importante, creo, es que la verdad no está al margen del poder ni carece de poder… La verdad es de este mundo y se produce debido a múltiples coacciones. Y tiene en él efectos pautados de poder. Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su política general de la verdad, es decir, los tipos de discurso que acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos y la manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que se valoran para obtener la verdad, y el estatus de quienes tienen a su cargo decir lo que funciona como verdadero. (Foucault, 2019: 42)[9]

     La preocupación es por cómo es que se traman, en torno de los discursos considerados verdaderos, efectos de poder específicos y se producen sujetos:

Estaba la cuestión de la verdad. Si se quiere, por verdad no entiendo, en efecto, una especie de norma general, una serie de proposiciones. Entiendo por verdad el con junto de los procedimientos que en todo momento permiten a cada uno pronunciar enunciados que se consideran verdaderos. No hay en absoluto una instancia suprema. Hay regiones donde esos efectos de verdad se codifican a la perfección, y en las que los procedimientos mediante los cuales se pueden llegar a enunciar las verdades se conocen de antemano, están pautados. Me refiero, en términos generales, a los dominios científicos. En el caso de la matemática es definitivamente así. En los casos de las ciencias empíricas, por decirlo de algún modo, ya la situación es mucho más fluctuante. Y, por otro lado, al margen de las ciencias, tenemos también los efectos de verdad ligados al sistema de informaciones: cuando alguien, un locutor de radio o televisión nos anuncia algo, creemos o no creemos, pero la cosa empieza a funcionar en la cabeza de millares de personas como verdad por el mero hecho de que es pronunciada de esta manera, con este tono, por esta persona, a esta hora. (Foucault, 2013: 77-78)[10]

     Inspirada en la rejilla analítica descriptiva poder–saber–subjetividad, esta conjetura sostiene que el sujeto del capitalismo industrial no es el mismo que el sujeto del neoliberalismo atravesado por la inteligencia artificial y la hiperconectividad.

     El sujeto que se formó en la era previa a la computadora, a los motores de búsqueda, a Wikipedia y a los teléfonos inteligentes no coincide con aquel que emerge bajo la lógica del big data, el tecnoaprendizaje y los algoritmos generativos. En cada momento histórico, el sujeto se constituye en/desde un campo de fuerzas donde saberes, tecnologías y regímenes de verdad se entrelazan con formas de poder que modelan no solo sus acciones, sino su propia experiencia de sí:

Para ilustrar la relación entre tecnología y subjetividad, [Edgardo Castro] traza un paralelo histórico: “En tiempos de Platón, la escritura era la tecnología que desplazaba funciones de la subjetividad, como la memoria. Luego la imprenta hizo lo suyo. Hoy, con la IA, se exilian de la subjetividad elementos como los actos de habla. Eso nos lleva a preguntarnos qué entendemos por subjetividad y qué haremos con ella”. (Los Andes, 2025: párrafo 10)[11]

     Poder-saber se encuentran implicados de manera estructural: no hay relación de poder sin la constitución correlativa de un campo de saber, ni saber que no suponga y no constituya al mismo tiempo relaciones de poder. Por ejemplo, el sujeto de deseo o el sujeto de conocimiento no son entidades universales, sino productos históricos resultantes de esas implicaciones. Veamos un poco estos dos ejemplos.

     Ese sujeto de deseo que tiende a ser característico de la investigación contemporánea podría ser cualquier joven académico que, en lugar de orientar su deseo únicamente a la búsqueda de verdad, lo dirige —moldeado por las políticas de financiamiento y los sistemas de indexación— hacia la obtención de métricas, rankings y visibilidad en redes académicas. Aquí, el objeto de deseo no surge de un impulso autónomo, sino de un campo de poder–saber que define qué cuenta como éxito, impacto o relevancia. Este sujeto pareciera que hoy se campea libremente por las universidades.

     De manera análoga, el sujeto de conocimiento se transforma radicalmente entre épocas. Por ejemplo, el botánico del siglo XIX, cuyo saber se construía en la observación directa y la correspondencia erudita, encarna un modo de conocer vinculado a la temporalidad lenta y a la mediación mínima de dispositivos. En cambio, el investigador del siglo XXI que estudia el cambio climático opera en un régimen donde el conocimiento es mediado por sensores remotos, bases de datos masivas y algoritmos de machine Learning. Lo que este investigador conoce está ya filtrado y configurado por las infraestructuras digitales que posibilitan, pero también limitan, su campo de visibilidad. ¿Es este investigador un apéndice de la máquina? Aceptar esta premisa implica reconocer que las formas de subjetividad se configuran tanto por tecnologías materiales como por regímenes de verdad que delimitan lo decible, lo pensable y lo posible.

     Se podría, de querer hacerlo, introducir otro matiz: la historia de la subjetividad moderna y contemporánea no solo está marcada por transformaciones en la relación de poder–saber, sino también por una progresiva aceleración de la experiencia.

Si en el siglo XIX el tiempo disciplinario organizaba la vida según los ritmos mecánicos de la fábrica y la linealidad del archivo impreso, en el siglo XXI el tiempo digital se vuelve instantáneo, fragmentario y omnipresente. La velocidad no es un mero atributo técnico, sino un operador estratégico que reorganiza la percepción, el espacio y el cuerpo. En este sentido, la subjetividad contemporánea no solo se ve atravesada por nuevos saberes, sino por una cronopolítica[12] que impone la inmediatez como régimen de existencia. La sensación de que los días, los años son más cortos. Se dice que todo va a la velocidad de la luz.

     La irrupción de la velocidad en la vida cotidiana se consolidó durante y después de la Segunda Guerra Mundial (IIGM). La guerra, en sí misma, fue un catalizador tecnológico que aceleró la dromología[13].

     La producción masiva de armamento, el desarrollo de la aviación supersónica, las telecomunicaciones militares, la logística bélica, la comunicación instantánea entre frentes distantes y la movilidad acelerada de tropas y suministros introdujeron un nuevo umbral temporal con una lógica de eficiencia y rapidez que, al finalizar el conflicto, se transfirió a la vida civil a través de la aviación comercial, la televisión y las redes de transporte masivo. De este modo, la aceleración dejó de ser un fenómeno excepcional para convertirse en una condición estructural de la modernidad tardía. Esto generó una cronopolítica en la que la velocidad se convirtió en un instrumento de poder, reconfigurando la sociedad en torno a la movilidad, la información instantánea y el consumo rápido. El tren de alta velocidad, el avión comercial a reacción y la televisión como medio de comunicación en tiempo real son ejemplos históricos que evidencian cómo la lógica de la aceleración post-IIGM no solo transformó la tecnología, sino que impuso un nuevo ritmo de vida, marcando un antes y un después en la forma en que los individuos habitan el tiempo y el espacio.

     Esta aceleración redefine las tecnologías del yo: las prácticas reflexivas mediante las cuales el sujeto se relaciona consigo mismo. Allí donde antes estas prácticas podían desplegarse en temporalidades extensas —el estudio prolongado, la escritura como ejercicio de sí, la conversación sostenida—, hoy se ven comprimidas por la urgencia de la actualización constante, la respuesta inmediata y la interacción perpetua en entornos virtuales. El sujeto digital se convierte, así, en un operador multitarea que navega un océano de datos, sometido a algoritmos que filtran y jerarquizan la información, mientras su identidad se negocia y se exhibe en pantallas que condensan, en un único marco visual, la ilusión de totalidad.

     No se trata de imaginar al poder como un titiritero que mueve hilos desde una instancia externa ni como una ideología que cae de manera vertical sobre sujetos pasivos como en efecto cascada. Más bien se trata de advertir que el poder opera capilarmente, modulando la experiencia temporal y espacial del sujeto:

Omnipresencia del poder: no porque tenga el privilegio de reagruparlo todo bajo su invencible unidad, sino porque se está produciendo a cada instante, en todos los puntos, o más bien en toda relación de un punto con otro. El poder está en todas partes; no es que lo englobe todo, sino que viene de todas partes. Y "el" poder, en lo que tiene de permanente, de repetitivo, de inerte, de autorreproductor, no es más que el efecto de conjunto que se dibuja a partir de todas esas movilidades, el encadenamiento que se apoya en cada una de ellas y trata de fijarlas. Hay que ser nominalista, sin duda: el poder no es una institución, y no es una estructura, no es cierta potencia de la que algunos estarían dotados: es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada. (Foucault, 2011: 87)[14]

     La virtualidad, al abolir distancias y retrasos, instala una simultaneidad continua que no solo transforma los modos de conocer, sino también las formas de habitar el mundo y de habitarse a sí mismo. El sujeto contemporáneo, forjado en la intersección de la aceleración técnica y la gubernamentalidad algorítmica, encarna así una mutación histórica en la que el poder, el saber y la velocidad convergen para producir nuevas condiciones de existencia. Un ejemplo notable de esto es el uso de MOOCs (Massive Open Online Courses), que han proliferado en la última década y han puesto al alcance de millones de personas recursos educativos anteriormente limitados a instituciones específicas. Estas plataformas ofrecen cursos donde los estudiantes pueden interactuar en tiempo real con colegas y profesores desde diferentes continentes, lo que genera una experiencia educativa global y simultánea. Según Boris V. Markov & Svetlana V. Volkova: “La sociedad de la información es una nueva etapa del desarrollo tecnológico, que no solo afecta a los medios de comunicación, sino que también va acompañada de profundas transformaciones antropológicas y sociales.” (Markov & Volkova, 2020: 62)[15]

     En el campo de la investigación, el desarrollo de las vacunas contra el COVID-19 constituye un ejemplo de cómo la virtualidad, al abolir distancias y retrasos, instaura una simultaneidad continua que produce nuevas condiciones de existencia. A partir de la secuenciación del genoma del virus SARS-CoV-2 en enero de 2020, la información fue compartida globalmente de forma inmediata a través de plataformas digitales. Esta acción, que en un pasado habría tomado meses o años, no solo aceleró la investigación científica, sino que forzó una convergencia sin precedentes entre el saber académico, el poder estatal y la lógica del capital: “La secuencia genómica de este virus fue compartida rápidamente con la comunidad internacional, lo que permitió el desarrollo acelerado de diagnósticos” (Wu et al., 2020: 265)[16]

     La investigación se transformó en una carrera dromológica donde la velocidad del flujo de datos, los modelos predictivos y los ensayos clínicos se fusionaron con la gubernamentalidad algorítmica (la gestión de la pandemia a través de algoritmos, big data y aplicaciones de trazabilidad). Esta convergencia de poder, saber y velocidad no solo nos dotó de una vacuna, sino que produjo un sujeto contemporáneo y nuevas formas de habitar el mundo y de habitarse a sí mismo, donde la salud, la movilidad y la libertad están mediadas por tecnologías y sistemas de control que validan y gestionan la vida en tiempo real: “Una creciente automatización acelera la producción y los medios digitales conectan a personas en todo el mundo de formas más rápidas que las anteriores comunicaciones analógicas”. (Glezos & Torres, 2021: 153)[17]

     La pregunta de fondo sobre si la ciencia es realmente conocimiento fue planteada por Queneau, citado por Calvino, al afirmar: “Todo lo que conocemos es un método aceptado (consentido) como verdadero por la comunidad de científicos... Pero este método es también un juego, más exactamente lo que se llama un jeu d'esprit. Por lo tanto, toda la ciencia, en su forma más acabada, se presenta como técnica y como juego. Es decir, como se presenta, ni más ni menos, la otra actividad humana: el Arte.” (Calvino, 1992: 258)

     La concepción del poder como una red capilar que modula la experiencia del sujeto y la reflexión sobre la ciencia como un juego de reglas y convenciones revela una crítica profunda a las certezas modernas. Ni el poder ni el conocimiento son entidades absolutas o transparentes. Más bien, operan como sistemas complejos de prácticas y acuerdos que configuran nuestra realidad y subjetividad. El poder se infiltra en la temporalidad, espacialidad y epistemología del sujeto, transformando su modo de habitar el mundo en la era de la virtualidad y la aceleración técnica. El conocimiento de la ciencia es en esencia un método consensuado, un jeu d’esprit que, como el arte, crea mundos a partir de convenciones y reglas. Así, la mutación histórica del sujeto contemporáneo no solo es producto de una gubernamentalidad algorítmica, sino también de la comprensión de que el saber científico es una construcción lúdica y técnica que, al igual que el poder, participa en la producción de nuevas formas de existencia y sentido. En este entrelazamiento, el poder y el saber se revelan como juegos simbólicos que, lejos de ser meras imposiciones externas, constituyen las matrices dinámicas que configuran la experiencia humana en esa complejidad temporal, espacial y epistemológica.

     En este sentido, Jorge Luis Borges, con su cuento El Aleph, parecía anunciar que en el siglo XXI tendríamos el mundo contenido en un punto o en un dispositivo móvil, como una laptop o un teléfono inteligente.

Sin embargo, este sujeto contemporáneo es, en gran medida, un sujeto algorítmico: accede a datos, procesa información, pero no necesariamente cultiva emociones, ni se compromete con el conocimiento y cuidado de sí. Se nos ha enseñado que el mundo es un objeto de observación y manipulación, al cual nos acercamos con métodos. Se ha instalado en nosotros el principio cartesiano de que yo ya no soy cosmos, soy pensamiento y el cosmos ha quedado fuera, junto con la totalidad y multiplicidad de la naturaleza en lo íntimo del humano.

     Italo Calvino en su novela Palomar nos invita a interpretar el mundo como multiplicidad abierta, como totalidad potencial y conjetural. La mirada de Palomar se desplaza, recorta, aísla (tal como lo haría un buen científico). Pero también sabe que ningún fragmento puede entenderse fuera de la relación con el todo y que el todo es inabarcable, móvil, cambiante. El Sr. Palomar sabe que lo que ve no es nunca la totalidad, que cada visión remite a otras visiones, y que el conjunto es inabarcable. Visiones realísticas locales. Pero esta visión del mundo como multiplicidad abierta no es algo fuera de mí. No es un objeto de observación y manipulación al que me acerco con los instrumentos del físico o del alquimista. El Sr. Palomar enfatiza que esa multiplicidad no está fuera del sujeto, sino que forma parte de su propio modo de estar en el mundo. Lo que ve fuera de sí es inseparable de lo que siente dentro: el universo se prolonga en su interior y se modifica con él. No se puede separar lo que está fuera de él de lo que está dentro; su mirada cambia las cosas y las cosas cambian su mirada.

     El Sr. Palomar piensa que lo que quiere saber es una especie de cosmogonía: el mundo tal como es, su inmensa multiplicidad y totalidad potencial y conjetural, y que todo eso no puede ser conocido a menos que él, el observador, forme parte de ello. Sabe que no puede mirar el mundo como un objeto de observación y manipulación, sino que debe habitar en él, asumiendo su existencia en la misma medida en que el mundo existe. El Sr. Palomar despliega una concepción del mundo como multiplicidad abierta y totalidad potencial, imposible de poseer en un único acto de conocimiento. recordándonos que toda percepción es fragmentaria y conjetural. Esta perspectiva, sin embargo, no sitúa la multiplicidad como un objeto externo que el sujeto manipula desde fuera; por el contrario, la inscribe en un tejido de implicaciones recíprocas. Así, el sujeto no es un mero observador de un universo fragmentario, sino parte constitutiva de la trama que observa, en una reciprocidad donde conocer equivale a transformarse junto con lo conocido.

     En la perspectiva de asumir el enmarañamiento humano/cosmos como superadora de la diada sujeto/objeto me apuntalaré en el cuento La distancia de la luna que aparece en Todas las cosmicómicas de Italo Calvino cuando recoge un informe de sir George H. Darwin, quien recuerda el tiempo en que la luna estaba muy cerca de la tierra, hasta que poco a poco las mareas fueron empujándola lejos. Con esa referencia, Qfwfq, el protagonista que posee la edad del universo narra la época en que los hombres (¿o células?) visitaban la luna para recoger una densa leche lunar, como una especie de requesón:

Cuando la Luna se hallaba más baja, las mareas subían hasta el punto de que nadie las podía sujetar. Había noches de luna llena baja baja y de marea alta alta que si la Luna no se bañaba en el mar era por un pelo, digamos unos pocos metros. ¿Que si no intentamos nunca subirnos a ella? ¿Cómo no? Bastaba con ir justo debajo de ella en barca, apoyar en ella una escala de mano y subir. (Calvino, 2024: 14)[18]

     En este cuento la luna esta tan cerca de la Tierra que podía alcanzarse con una escalera devolviendo al humano su pertenencia cósmica. Es decir, el mundo soy yo, yo mismo soy universo, yo soy cosmos. De aquí que conocer es una búsqueda de sentido existencial. Sin embargo, con el célebre pienso, luego existo yo ya no soy cosmos, soy pensamiento. Y bajo este principio se instala la relación sujeto-objeto como brújula de la relación humano-cosmos. Yo sujeto/pensamiento que piensa el objeto/cosmos. Ya no soy cosmos que se piensa a sí mismo. La totalidad y multiplicidad de la naturaleza no está en mí. Ya no existe el cosmos en lo íntimo del humano.

     ¿Llegaremos a ser humanos/educadores capaces de recuperar un orden mental tan sólido y complejo que contenga en sí mismo el desorden del mundo y que tienda a establecer un método tan sutil y dúctil que sea equivalente a la ausencia de armonía como lo intenta el señor Palomar?

De lo anterior se desprende la necesidad de abrir un amplio debate que estimule avanzar para cruzar los umbrales desde los cuales madurar una visión enriquecida de la realidad, en particular de sus potencialidades. ¡Recuperar la idea de que más importante que el conocimiento es asumir una postura de conciencia que convierta la duda, e! límite o e! bloqueo en nuevas posibilidades. Pero se requiere saber ubicarse entre estar determinado históricamente y ser protagonista de la historia, entre evolución y construcción, entre hecho y esperanza, entre verdad y lucha.” (Zemelman, 2005: 21)[19]

     Conocer es entonces salir en la búsqueda de mí mismo. Es salir en búsqueda de la isla desconocida de José Saramago:

...Qué isla desconocida, preguntó el rey, disimulando la risa... La isla desconocida, repitió el hombre, Hombre, ya no hay islas desconocidas, Quién te ha dicho, rey que ya no hay islas desconocidas, están todas en los mapas, En los mapas están sólo las islas conocidas, Y qué isla desconocida es esa que tú buscas. Si te lo pudiese decir, entonces no sería desconocida... (Saramago, 2003: 20-21)[20]

     O como nos lo propone Jorge Luis Borges conocer es encontrar mi aleph: “...el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos” (Borges, 2001: 136)[21]. Yo soy cosmos, yo soy aleph, soy lugar donde están sin confundirse, todos los lugares del orbe. De ahí que conocer el universo es un acto de conocimiento de sí mismo, salir en búsqueda de la isla desconocida es salir en búsqueda de mí mismo:

Después, apenas el sol acabó de nacer, el hombre y la mujer fueron a pintar en la proa del barco, de un lado y de otro, en blancas letras, el nombre que todavía le faltaba a la carabela. Hacía la hora del medio día, con la marea. La Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí misma. (Saramago, 2003: 73)

     El conocer como aleph nos remite nuevamente a la meditación de Italo Calvino sobre el humano/cosmos/sociedad en Las cosmicómicas cuando Qfwfq, comenta:

Claro, vivía algo concentrado en mí mismo, eso es cierto, no hay comparación con la vida de relación que se lleva ahora; y también reconozco haber sido –un poco por la edad, un poco por influencia del ambiente– lo que se dice ligeramente narcisista; estaba allí observándome todo el tiempo, veía en mí todas las virtudes y todos los defectos, y me gustaba, ya sea en las unas ya sea en los otros; puntos de comparación no tenía, también hay que tener en cuenta eso… Pero no estaba tan atrasado como para no saber que además de mí existían otras cosas: el escollo encima del cual me había pegado, por supuesto, y también el agua que me alcanzaba en cada ola, sino también otras cosas más allá, es decir el mundo. El agua era un medio de información fiable y preciso: me traía sustancias comestibles que yo sorbía a través de toda mi superficie, y otras incomibles, pero por las cuales me hacía una idea de lo que había por ahí. El sistema era el siguiente: llegaba una ola, y yo, pegado al escollo, me alzaba un poquito, pero una cosa imperceptible, me bastaba con moderar un poco la presión, plaff, el agua me pasaba por debajo llena de sustancias y sensaciones y estímulos… Así supe que existían los otros, el elemento que me circundaba rezumaba de sus huellas, otros hostilmente distintos de mí o bien fastidiosamente semejantes. No, ahora os estoy dando de mí una idea de un carácter antipático y no es verdad; claro, cada uno seguía ocupándose de sus cosas, pero la presencia de los otros me daba seguridad, describía a mi alrededor un espacio habitado, me liberaba de la sospecha de constituir una excepción alarmante, por el hecho de que a mí sólo me tocase existir, como en un exilio. (Calvino, 2024: 122).

     Calvino recuerda que descubrir a los otros es también liberarse del exilio de la soledad: “la presencia de los otros me tranquilizaba, descubría a mi alrededor un espacio habitado” (Calvino, 2024: 122).

     Porque al final, la isla desconocida que buscamos es, en realidad, una búsqueda de nosotros mismos. Recuperar el Aleph interior no significa renunciar a la tecnología, sino integrarla en una ética del conocimiento que nos devuelva a la pregunta esencial: ¿qué significa conocerme a mí mismo en un mundo donde todos los lugares del orbe caben en la palma de mi mano? Conocerse a uno mismo es, en última instancia, reconocer la unidad profunda que subyace a la multiplicidad aparente; es descubrir que el centro del ser no está limitado por espacio ni tiempo, y que en ese centro reside la totalidad del cosmos, tan accesible en la intimidad del propio corazón como en la vastedad del mundo. En un mundo donde todos los lugares del orbe caben en la palma de la mano, la pregunta por el conocimiento de sí mismo adquiere una densidad inédita. La inmediatez digital nos ofrece la ilusión de un acceso total al mundo exterior, pero deja en suspenso la interrogación más radical: ¿qué significa conocerme en medio de esta simultaneidad?

 

     Como recuerda Schuon, “Pero decir que el hombre está ‘hecho a imagen de Dios’ significa precisamente que él representa una subjetividad central y no periférica, y, en consecuencia, un sujeto que, emanando directamente del Intelecto Divino, participa en principio del poder de este; el hombre puede conocer todo lo que es real, y por ende conocible, de lo contrario no sería la divinidad terrenal que de hecho es.” (Schuon, 1993: 155)[22] Conocerme a mí mismo, en lo fundamental, es conocer lo Divino que es a la vez inmanente en nosotros y trascendente más allá de nosotros. Así, frente a la dispersión global de imágenes y datos, el verdadero conocimiento de sí revela que la interioridad humana está anclada en lo divino, sosteniendo una unidad que ninguna red ni dispositivo puede contener.

 

Des/pliegue 2

El monismo materialista, cimiento de gran parte del pensamiento científico moderno, ha postulado una realidad escindida, limitada a lo tangible, medible y perceptible por los sentidos. El caso con la ciencia materialista y materializada es que se enfoca únicamente en el cuerpo biológico y en la materia, es decir, en un solo aspecto de la realidad. Esta concentración se basa en un acto de exclusión fundamental: desconoce, descarta, niega y excluye, tal vez por voluntad o simplemente por mantener las apariencias, que la realidad —y nosotros mismos— somos, intrínsecamente, mucho más de lo que se percibe a simple vista. Como advierte Descartes, “Pensaré que… todas las cosas externas no son diferentes de los engaños de los sueños […]” (Descartes, 1987: 20)  La ciencia contemporánea, en su afán de objetos medibles, corre el riesgo de ofrecernos una visión parcial del entramado real del universo. El cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas exteriores no son sino ilusiones y ensueños.

     Si para René Descartes los sentidos podían engañarnos, hoy podríamos conjeturar que el instrumental de la ciencia materialista y materializada, en su celo por la precisión, nos engaña de un modo aún más sutil, pues nos ofrece una visión parcial del universo, como si este fuera un objeto que podemos sostener en la palma de la mano, ignorando su verdadera naturaleza inconmensurable:

Fiado en lo que los ojos creen haber visto, el cerebro de la cabeza afirma que, según la luz y las sombras, el viento y la calma, la humedad y la secura, la playa es blanca, o amarilla, o dorada, o gris, o violácea, o cualquier cosa entre esto y aquello, pero después vienen los dedos y, con un movimiento de recogida, como si estuviesen segando la cosecha, levantan del suelo todos los colores que hay en el mundo. Lo que parecía única era plural, lo que es plural lo será aún más. No es menos verdad, con todo, que, en la fulguración exaltada de un solo tono, o en su modulación musical, estén presentes y vivos todos los otros, tanto los de los colores que ya tienen nombre, como los que todavía lo esperan, de la misma manera que una extensión de apariencia lisa podrá estar cubriendo, al mismo tiempo que las manifiesta, las huellas de todo lo vivido y acontecido en la historia del mundo. Toda arqueología de materiales es una arqueología humana. (Saramago, 2003: 108)

Recordemos esto: Lo que parecía única era plural, lo que es plural lo será aún más. El Aleph describe “una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor… Cada cosa… era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo… el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos.” (Borges, 2001: 139, 136). Esa visión total encapsula la posibilidad de acceso simultáneo a lo finito e infinito: una omniperspectiva que la ciencia fragmentaria no alcanza.

El Aleph se alza como una metáfora potente y esclarecedora: otra alternativa a la razón cartesiana. El Aleph no es solo un punto físico en el sótano de una casa; es un símbolo de una omni-perspectiva, un portal que nos permite acceder a la totalidad del universo sin distorsión, abarcando en un solo instante todos sus puntos, sus tiempos y sus mundos.

Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó... vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.” (Borges, 2002: 139-140).

     Vi el inconcebible universo entero… pero que ningún hombre ha mirado.

     Si la ciencia materialista nos invita a la disección y el análisis fragmentario, el Aleph nos impulsa a una síntesis total, a una comprensión de la interconexión de todo lo existente. El universo y la consciencia, en lugar de ser sistemas mecánicos aislados, pueden ser concebidos como un Aleph, un punto de intersección donde lo finito y lo infinito se tocan, donde el yo individual se disuelve en una totalidad que lo contiene para reencontrarse en su verdadera esencia. Este enfoque no rechaza la ciencia; la complementa, integrándola en un marco ontológico enriquecido. La realidad, comprendida así, es un campo de conciencia e información. Reconocer esa trayectoria no es una fuga, sino una expansión integradora: un Aleph interior que nos enseña que el universo se revela en cada instante.

     Así como Borges nos invita a concebir la totalidad desde un solo punto, las tradiciones filosóficas ancestrales han señalado la existencia de planos de la realidad más allá de lo físico, accesibles mediante el conocimiento interior y la apertura de la conciencia.

Pasamos nuestras vidas en nuestro propio «estanque», confiados en que nuestro universo consiste sólo en aquellas cosas que podemos ver o tocar... nuestro universo consiste sólo en lo familiar y lo visible. Nos negamos con suficiencia a admitir que puedan existir universos o dimensiones paralelas cerca de nosotros, apenas más allá de nuestro alcance. Si nuestros científicos inventan conceptos como fuerzas, es sólo porque no pueden visualizar las vibraciones invisibles que llenan el espacio vacío que nos rodea. (Kaku, 2016: 23)

     Esta narrativa reverbera entre las filosofías perennes, que sostienen que la realidad no se agota en lo físico:

El tema de la Filosofía Perenne es la naturaleza de la Realidad eterna, espiritual; pero el lenguaje en que debe formularse fue desarrollado para tratar fenómenos temporales. Por esto, en todas estas formulaciones hallamos un elemento de paradoja. La naturaleza de la Verdad-Hecho no puede describirse por medio de símbolos verbales que no le corresponden adecuadamente. En el mejor caso, sólo puede aludirse a ella en términos de non sequitur y contradicción. (Huxley, 2017)

     Tradiciones como el Vedānta, el misticismo cristiano y sufí mantienen que el espíritu puede participar en una conciencia cósmica que abarca más allá del plano material.

     Estas tradiciones han sostenido que existe una consciencia cósmica, un campo de información o una mente divina que lo abarca todo. El conocimiento, en este marco, no se limita a la acumulación de datos externos, sino que se manifiesta como un proceso de autoconocimiento, una introspección que nos permite intuir y, a veces, experimentar, la naturaleza unificada del cosmos. En este camino, la razón y la intuición no son enemigas, sino aliadas en la búsqueda de la verdad, donde la primera se encarga de estructurar el mundo de los fenómenos y la segunda de revelar la esencia que subyace a ellos.

     Lejos de ser una negación del progreso científico este enfoque nos invita a una reorientación ontológica de nuestra mirada. La ciencia, en su papel de exploración de la realidad material, es una disciplina invaluable, pero su comprensión se intensifica cuando se enmarca dentro de un contexto espiritual más amplio. La visión integral no se contenta con un solo método de acceso a la verdad, ni con una sola perspectiva; intenta integrar lo que es válido en todas ellas, desde la ciencia hasta la mística. La visión integral intenta honrar y abarcar tantas verdades como sea posible, desde las más objetivas hasta las más subjetivas, desde las científicas hasta las espirituales, sin reducir unas a otras:

[…] la movilidad geográfica del hombre actual es mucho mayor y casi cualquiera tiene la posibilidad de estudiar todas las culturas conocidas del planeta. Y es que, en la aldea global, todas las culturas están abiertas a las demás… ¿Cuál de ambas visiones es la correcta? Obviamente, desde una perspectiva integral ambas lo son. Se trata, por así decirlo, de dos visiones diferentes de la misma cuestión que, en este caso, es usted mismo. El problema aparece cuando tratamos de negar o soslayar alguna de estas perspectivas. (Wilber, 2008: 11, 55-56)

     El universo no es solo una colección de leyes físicas y partículas, sino también un vasto campo de consciencia, información y potencialidad. Reconocer esta verdad supone ampliar la mirada, integrar lo material y lo espiritual, y abrirse a la experiencia de un Aleph interior que, como en Borges, nos muestre el todo en cada instante. Es entender que nuestra existencia no solo se mide por lo que podemos acumular o lograr, sino por la profundidad con la que somos capaces de experimentar, percibir y ser parte de ese Aleph universal que nos contiene y que, al mismo tiempo, es contenido en nosotros.

 

Referencias

Borges, J. L. (2002). El Aleph. Emecé Editores.

 Calvino, I. (1992). Por qué leer los clásicos. Editorial Siruela.

 Calvino, I. (2024). Todas las cosmicómicas. Ediciones Siruela, S. A.

Foucault, M. (2005). La hermenéutica del sujeto. Fondo de Cultura Económica.

Foucault, M. (2006). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores Argentina.

Foucault, M. (2013). El poder, una bestia magnífica, sobre el poder, la prisión y la vida. Siglo XXI

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 Huxley, A. (2009). La filosofía perenne. Editorial Edhasa.

Kaku, M. (2016). Hiperespacio. Una odisea científica a través de universos paralelos, distorsiones del tiempo y la décima dimensión. Editorial Planeta S. A.

Ken, W. (2008). La visión integral. Introducción al revolucionario enfoque sobre la vida, Dios y el Universo. Kairós.

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 Saramago, José. (2001). Ensayo sobre la ceguera. Algafuara.

 Saramago, José. (2003). El cuento de la isla desconocida. Punto de lectura.

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 Torres, F., & Glezos, S. (2022). Politics and Speed Today. A conversation with Simon Glezos. Castalia - Revista De Psicología De La Academia, (37), 149-157. https://doi.org/10.25074/07198051.37.2220

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Zemelman, H. (2005). Voluntad de conocer: El sujeto y su pensamiento en el paradigma crítico. Anthropos Editorial.

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[1] Magíster en Educación de la Pontificia Universidad Javeriana Cali (Colombia). Magíster en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana Cali (Colombia). Especialista en Gerencia de Servicios Sociales de la Universidad Católica Luis Amigó, Medellín (Colombia). Ph. D. Doctor Filosofía en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá (Colombia) con tesis doctoral distinguida. Investigador en el campo temático: filosofía como educar/se y espiritualidad. Minciencias: Investigador Junior (IJ). CvLAC. GrupLAC. Orcid: 0000-0002-6153-7675.camolina@uniquindio.edu.co molinagomezcarlosalberto@gmail.com

 [2]        Plotino. (1982). Eneadas. I-II. Gredos

[3]        Es nombre que en Colombia se les da a los asesinatos de civiles inocentes presentados como bajas en combate por las fuerzas armadas de Colombia entre 2006-2008. Los principales responsables de estos asesinatos de civiles no beligerantes que los hacían pasar como bajas en combate en el marco del Conflicto armado interno de Colombia son principalmente miembros del Ejército Nacional de Colombia bajo el mando del comandante superior o presidente de la república de Colombia.

 [4]        YogaNidra. (S.F). Chândogya Upanishad. Yoganidra.com.mx. https://yoganidra.com.mx/wp-content/uploads/2022/01/Chandogya-Upanishad-espanol-yoga-nidra-mx-cdmx_2.pdf

 [5]        Vidal, Gore. (2012). Creación. Edhasa.

 [6]        Calvino, I. (1992). Por qué leer los clásicos. Editorial Siruela.

 [7]        Saramago, J. (2001). Ensayo sobre la ceguera. Alfaguara.

 [8]        Foucault, M. (2006). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores Argentina.

 [9]        Foucault, Michel. (2019). Microfísica del poder. Siglo Veintiuno Editores Argentina.

 [10]       Foucault, Michel. (2013). El poder, una bestia magnífica, sobre el poder, la prisión y la vida. Siglo XXI.

 [11]       Los Andes. (2025). Hoy y mañana dos conferencias en torno a la obra de Michel Foucault. Diario Los Andes Hnos Calle SA. https://www.losandes.com.ar/espectaculos/hoy-y-manana-dos-conferencias-torno-la-obra-michel-foucault-n5958867

 [12]       La cronopolítica, según Paul Virilio, se refiere al impacto del tiempo en la estructura del poder y la organización social, donde el control sobre la temporalidad influye en la gobernanza y en la inteligencia colectiva. Se entiende pues la cronopolítica como la gestión y control del tiempo en las estructuras de poder, donde la aceleración y la dominación temporal configuran la política misma. En otras palabras, la cronopolítica es la política del tiempo. Es el ejercicio del poder a través del control de la velocidad. Quien controla el poder, controla la velocidad del evento, de la información o de la acción y viceversa, al controlar la velocidad se controla el poder. En consecuencia, la cronopolítica, alude a la gestión del tiempo social, económico y militar como dispositivo de gobierno. Es una política que privilegia el tiempo corto, el instante, por encima del tiempo largo de la reflexión. Un ejemplo contundente es la investigación de la vacuna contra el coronavirus en 2020. En este contexto de la investigación sobre la vacuna contra el coronavirus en 2020, la urgencia de acelerar el proceso de creación y distribución de la vacuna ejemplifica la cronopolítica, ya que las decisiones se llevaron a cabo en un marco temporal anómalo, enfatizando la rapidez sobre la deliberación ética.

[13]       Para Virilio, la velocidad no es solo un fenómeno físico, sino una fuerza que transforma la realidad, la percepción y las relaciones de poder. De ahí que la dromología es la lógica del movimiento y la velocidad. Es la ciencia del vehículo, la velocidad y su poder para configurar la política y la sociedad. La dromología es la ciencia de la velocidad como categoría política fundamental: quien controla la aceleración controla el poder. La dromología se centra en las implicaciones sociales y políticas de la velocidad, argumentando que la aceleración de la vida moderna transforma nuestras relaciones y percepciones. En la lógica dromológica, también es la velocidad la que rige la sociedad contemporánea, imponiendo un ritmo vertiginoso que redefine las relaciones sociales y el conocimiento. Un ejemplo podría ser la carrera mundial por la vacuna contra el coronavirus en 2020: no fue solo un asunto científico, sino una cronopolítica, en la medida en que el tiempo de distribución y aplicación de las vacunas definió jerarquías geopolíticas y la gobernanza de las poblaciones. El uso de plataformas digitales y la colaboración internacional permiten una dromología que redefine la forma en que se realizan investigaciones científicas en tiempo real, exacerbando la velocidad y la interconexión.

 

[14]       Foucault, M. (2011). Historia de la sexualidad. Siglo XXI.

 

[15]       Markov, B. V. & Volkova, S. V. (2020). Philosophy of Education in the Digital Era. Open Journal for Studies in Philosophy, 4(2), 57-66. https://doi.org/10.32591/coas.ojsp.0402.02057m

 

[16]       Wu, F., Zhao, S., Yu, B., Chen, Y. M., Wang, W., Song, Z. G., … Zhang, Y. Z. (2020). A new coronavirus associated with human respiratory disease in China. Nature, 579(7798), 265–269. https://doi.org/10.1038/s41586-020-2008-3

 

[17]       Torres, F., & Glezos, S. (2022). Politics and Speed Today. A conversation with Simon Glezos. Castalia - Revista De Psicología De La Academia, (37), 149-157. https://doi.org/10.25074/07198051.37.2220

 

[18]       Calvino, Italo. (2024). Todas las cosmicómicas. Ediciones Siruela, S. A.

 

[19]       Zemelman, H. (2005). Voluntad de conocer: El sujeto y su pensamiento en el paradigma crítico. Anthropos Editorial.

[20]       Saramago, José. (2003). El cuento de la isla desconocida. Punto de lectura.

 [21]       Borges, Jorge Luis. (2002). El Aleph. Emece Editores.

 [22]       Schuon, F. (1993). The transcendent unity of religions. Theosophical Publishing House.

 [23]       Descartes, René. (1987). Meditaciones metafísicas y otros textos. Gredos.

 [24]       Saramago, José. (2003). La caverna. Alfaguara.

[25]       Kaku, Michio. (2016). Hiperespacio. Una odisea científica a través de universos paralelos, distorsiones del tiempo y la décima dimensión. Editorial Planeta S. A.

 [26]       Huxley, Aldous. (2017). La Filosofía Perenne. EDHASA

[27]       Ken Wilber. (2008). La visión integral. Introducción al revolucionario enfoque sobre la vida, Dios y el Universo. Kairós.