NIETZSCHE. ENCUENTRO
DE LA PSICOLOGÍA A TRAVÉS DE LA LITERATURA
Faber
Alzate
Las alusiones de Nietzsche a la psicología parten de
las pretensiones de ciertos individuos en este dominio, de la puesta en punto de
la psicología que él reclama, de la falta de requerimientos psicológicos de
Alemania y aun de Europa, a excepción del pueblo francés, pues “Los psicólogos
de Francia - ¿y en qué otro lugar existen hoy psicólogos?-” (Nietzsche, 1886/2016, Obras completas, Vol. IV, Más
allá del bien y del mal, p.381); psicólogos franceses que avizora en el
campo de la literatura. Allí Stendhal ejercen su influjo, su determinación,
aunque el ruso Fiòdor Dostoievski es también ejemplar. Ambos son considerados
por Nietzsche, psicólogos; ellos son los que representan el tipo de psicólogo,
digamos, más logrados para él, aunque Nietzsche no deja de hacer mención a ciertos
psicólogos franceses, así encontramos:
No atisbo en absoluto en qué siglo de la historia se podría
pescar de una sola vez a psicólogos tan curiosos y a la vez tan delicados como
en el París actual: nombro a modo de ejemplos — puesto que su número no es nada
pequeño — a los señores Paul Bourget, Pierre Loti, Gyp, Meilhac, Anatole France,
Jules Lemaître, o, para destacar a uno de la raza fuerte, a un auténtico
latino, al que aprecio de modo especial, Guy de Maupassant. (1908/2016, Obras
completas, Vol. IV, Ecce homo, pp. 800-801)
¡Qué es lo que
ve Nietzsche en ellos? ¿Qué es lo característico en estos escritores que lleva
a presentarlos como psicólogos, curiosos y delicados? De manera general, se nos
dice que “todos los autores citados en Ecce
Homo ven en la novela el instrumento privilegiado de investigaciones psicológicas”
(Campioni, 2000. p.213). Paul Bourget, Pierre Loti, Anatole Frances, Jules
Lemaitre, Henri Meilhac, Guy Maupassant son literatos o novelistas, adelantan
escritos literarios y, a su vez, hacen análisis psicológico; -se sabe que Gyp
fue una novelista cuyo nombre sería Gabrielle Sybille Aimée…-. En suma, en la
práctica hacen parte del campo literario, adelantan ejercicios psicológicos y
se adentran en el mundo de lo humano, del alma humana. De allí, que para
Nietzsche asuman el carácter de psicólogos.
De Bourget, con quien Nietzsche se sintió próximo, se conoce
que fue un novelista y crítico literario, influenciado por Stendhal, escribió ensayos,
novelas y otros géneros literarios, y en el decenio de 1880 dos textos o
volúmenes que tenían el nombre de psicología: Essais de psychologie contemporaine (1883) y Nouveaux essais de psychologie contemporaine
(1885); este último se encontró en la biblioteca póstuma de Nietzsche en Weimar;
ambos textos fueron objeto de lectura por él. Los dos volúmenes abarcan diez
estudios que Bourget publicó hacia 1880 en la Nouvelle Revue[1]. En el
volumen de1885 Bourget expresa acerca de la tesis que subyace en ellos, donde
se mirar los estados del alma y cómo estos se encuentran de alguna manera en la
generación anterior, en una suerte de herencia con modificaciones de los que
llegan luego -nuevas generaciones-, a partir de sus experiencias y vivencias,
por lo cual “Les œuvres de
littérature et d'art sont le plus puissant moyen de transmission de cet
héritage psychologique. Il y a donc lieu d'étudier ces œuvres en tant
qu'éducafrices des esprits et des cœurs”[2] (Bourget, 1885/2011, p. II).
Su psicología trata de mirar estados
del alma presentes ya en el campo de la literatura, en sus ensayos y sus
novelas, dar cuenta de estos estados o movimientos interiores a partir del
autor, los personajes y la atmosfera de la época. Su análisis psicológico trata
de mirar el fondo, lo que subyace allí en ellos, en sus obras. Nietzsche fue un
leyente de Bourget, del cual también tuvo en sus manos Un crimen de Amor (1892);
además, pensó que éste sería un buen traductor de sus textos al francés. La
misma noción de decadencia expuesta en Ensayos de psicología contemporánea
comportó gran fuerza en Nietzsche, en los análisis sobre su época.
Con Pierre Loti sucede otro tanto, sin embargo, de él
no se encontró texto alguno en la biblioteca de Nietzsche ni mención en su
correspondencia, y solo una anotación de Pescadores de Islandia (1886),
aunque se presume que pudo haber leído algunos de sus libros o parte de ellos,
es el caso de “Aziyadé, Le mariage de Loti
y Le roman d'un spahi”; mas no hay certeza al respecto como bien lo
propone Jean-Pierre Dumond (2021). Ahora, si
Nietzsche alude a Loti en el decenio de 1880, éste último solo descubre a
Nietzsche a finales de la primera guerra mundial, en una edad muy avanzada,
esto es, a los 68 años. En Loti existiría cierta habilidad en adentrarse en las
profundidades de lo humanos, en sus emociones y sentimientos, en dar cuenta del
mundo interior de los seres humanos, lo cual se puede observar en Pescador de Islandia (1886) y en Aziyadé (1879);
textos en los cuales los sentimientos y las pasiones de sus personajes, y de sí
mismos, se ven expuestas. Se trata de adentrarse en las profundidades, en las
configuraciones o estados emocionales lo que es característico de su labor
literaria, psicológica. Además, Loti comporta ciertos rasgos afines a Nietzsche,
en lo que se refiere a dios, la moral y a la tradiciòn y otros aspectos que bien lo señala
Dumond en su artìculo (2021). Nietzsche, precisamente, piensa que la psicología ha estado
opacada por la moral, la cual limita, oculta e impide la comprensión de la “naturaleza
humana”. Con todo, hay una distancia grande entre Nietzsche y Loti.
Lo anterior para destacar aspectos característicos de
Bourget y de Loti, a quienes Nietzsche alude en primer lugar en Ecce Homo (1908)[3], y
posiciona en tanto psicólogos -o quienes agencian una especie de “novela de
análisis”-. Se tiene, entonces, cierto reconocimiento que de alguna manera les
hace Nietzsche. No obstante, el influjo de escritores del campo de la
literatura no se reduce, de manera primera, a ellos; habrá otros escritores que
ejercen su influjo y determinación.
Así, se tiene que Nietzsche fue un lector de
Dostoievski; que de éste leyó varias de sus obras, aunque no se encontró texto
alguno en su Biblioteca de Weimar. Claro, se sabe que abordó Memorias del subsuelo, Humillados y ofendidos, La casa de los muertos, Crimen y castigo, El idiota, Los demonios,
y que reconoció a Dostoievski como un artista, pero así mismo como un psicólogo;
un psicólogo al que hubo de aprenderle:
“…Dostoievski, el único psicólogo, dicho sea de paso, del que he tenido algo
que aprender: forma parte de las suertes más bellas de mi vida, más todavía
incluso que el descubrimiento de Stendhal” (Nietzsche, Obras completas, Vol.
IV, Crepúsculo de los ídolos, 1889/2016, p.681). Dostoievski es reconocido
por Nietzsche como psicólogo, y del cual se establecen beneficios. El nombre y
la lectura de Dostoievski data de finales de sus años de filósofo errante; en una
de sus cartas a Peter Gast hace mención a 1887, aunque deja observar una
alusión antes a Frank Overbeck[4] o a Heinrich Köselitz[5], y en
1888 en
Ecce Homo y El
crepúsculo de los ídolos aparecen otras referencias, o aún, en el prólogo
de la segunda edición de finales de 1886 de Aurora
aparece la utilización del término subterráneo, el cual daría cuenta del
texto de Memorias del subsuelo de
Fedor Dostoievski,- texto que encuentra en una tienda de libros-
o, al menos, una parte de El
espíritu subterraneo[6]. En si, prevalece en Nietzsche alusiones a
Dostoievski como psicólogo en la correspondencia y en sus escritos. Hay un
carácter afirmativo de su agenciamiento psicológico en el campo de la
literatura; una suerte de literatura psicológica avizorada en él.
Asimismo, en un querer situar la relación de Nietzsche
con la psicología a través de la literatura, habría que hacer mención,
necesariamente, a Sthendal de quien dirá que es el “último psicólogo grande de
Francia”. La relación con Stendhal data, entonces, de una época anterior a la
de Dostoievski, pudiendo encontrarse alusiones en Más allá del bien y del mal; igualmente, en la correspondencia
Nietzscheana se reconoce a Stendhal y luego Dostoievski en sus dimensiones de
temporalidad, o si se quiere ser más precisos, mientras Dostoievski irrumpe a
finales de 1886, Stendhal lo hará en 1879, cuando tenía 35 años, incluso dos años
antes[7]. Empero,
lo importante es que ambos autores aparecen en la vida de Nietzsche a partir
del resultado de un encuentro; un encuentro que comporta el azar: “Con Dostoievsky me pasó como antes con Stendhal: el contacto
más casual, un libro que se hojea en una librería, desconocido hasta el nombre
— y el instinto que de pronto dice que allí se ha encontrado un pariente [un
espíritu afín]” (Nietzsche, 2012, Correspondencia,
Vol. V, p. 280).
Nietzsche efectuará con estos novelistas un descubrimiento y, por lo mismo, una
habilitación de la agudeza de sus observaciones, con la particularidad de
reconocer en ellos el buen tono del psicólogo.
En la obra de
Nietzsche se pueden encontrar referencias que remiten a textos Del amor, Rojo y negro, -Roma, Nápoles
y Florencia-, Correspondencia inédita.
Éste no ahorrará desde Más allá del bien
y del mal, mención a Stendhal. En ese texto, por ejemplo, reconoce, entre
otras cosas, “un valor inapreciable por su psicología anticipadora” y habla de
él como “el último psicólogo grande”; en La
genealogía de la moral, lo coloca en un combate con Kant sobre lo bello; en
Ecce homo señalará el desconocimiento
de los profesores alemanes del psicólogo Stendhal; mas en El crepúsculo de los ídolos, Dostoievski ha reemplazado Stendhal,
el brillante ruso ha opacado, relegado, al célebre francés, pues Nietzsche dirá,
citado arriba, que Dostoievski ha sido “el
único psicólogo […] del que he tenido algo que aprender” (Nietzsche, 1889/2016, Obras
completas, Vol. IV, p. 681), siendo más importante que la relación con la obra
de Stendhal. Este giro muy bien puede llevar a restar importancia a las
contribuciones de Stendhal en la vida de Nietzsche, sobre todo cuando se
fragmenta su obra. De todos modos, si Nietzsche menciona a Dostoievski en su
obra final, como el único psicólogo del cual ha aprendido algo, habría
necesariamente que aludir, igualmente, a Stendhal. Nietzsche le “debe” aquí a
Dostoievski, pero también, de alguna manera, al mismo pensador francés. Hay,
pues, un encuentro en Nietzsche con la psicología a través de la literatura; un
encuentro en el que, si bien reconoce a varios autores, no sería abrupto el
decir que Dostoievski, Stendhal, en cierta medida Rochefoucauld[8], referentes
primeros, y, bueno, aquellos novelistas mencionados ya, ocupan un lugar capital
en esa mediación de la literatura, en tanto posibilidad de avizoramiento del
ámbito psicológico. He allí, una paradoja. ¿Por qué es preciso situar a
Stendhal y a Dostoievski en tal ámbito? ¿Por qué estos escritores, esos
literatos, se pueden considerar psicólogos? Ya se ha adelantado algo, pero insistamos
puesto que la respuesta a ello es importante en la comprensión de la psicología
nietzscheana, en su filosofía psicológica. Miremos al respecto.
En este campo de la literatura, Nietzsche asume su
posición, no por Shakespeare -el cual tuvo
la oportunidad de leer en sus años de juventud, siendo en el Instituto de
Pforta donde ya había tenido contacto con él-, sino, entonces, por Stendhal y
Dostoievski, y demás novelistas franceses. Pero, ¿No es precisamente
Shakespeare ese escritor que escarba, que se mueve en el hombre, en sus
pasiones? ¿Qué aguza sus sentidos y mira los apetitos, las apetencias de los
hombres, y las pone a jugar en sus personajes? ¿No es Shakespeare portador de una
mirada psicológica? Muy probablemente, sin embargo Nietzsche no se identifica
con él; no lo siente como un ideal a seguir. Los valores que sitúa Shakespeare
en su obra se presentan en contraposición de la afirmación de la vida, de la
vida ascendente; asunto que tanto preocupa a Nietzsche. El Rey Lear (1608), por ejemplo, que se considera su obra más
lograda, representa la negación de la elevación de un grado mayor en el hombre; los aspectos que en un
comienzo identifican y determinan a Lear se verán desdibujados al final de su
obra; así mismo, lo que representa Cordelia, no obstante su trágico desenlace,
o mejor, gracias a el; y aún, en otra de sus obras, el personaje Hamlet, con su
dilema de ser o no ser: “…la cuestión, de si no ser es mejor que ser, es ya,
por sí misma, una enfermedad, un signo de declive, una idiosincrasia” (Nietzsche, 1996,Voluntad de poderío, p. 48). La
afirmación y determinación activa de las fuerzas es fundamental para éste; allí
descansa su proyecto, su agenciamiento para la humanidad.
Así mismo, es de establecer que en uno de los últimos
textos de Nietzsche como es Ecce Homo hay un cierto silencio frente a
Dostovyeski, de aquel que dijo que era el único psicólogo de quien había
aprendido, pues no lo referencia y sí a otros novelistas. Así, en el apartado Por qué soy tan inteligente, a
la hora de hablar de ciertas necesidades, de no cometer un desacierto enuncia
acerca de la recreación, donde la lectura ocupa un lugar determinante, la cual,
a su vez, “lo libera de sí, y lo recrea de su seriedad”; en ese apartado alude
al influjo de grandes autores y a “…libros agradables. Ingeniosos,
¡inteligentes!”, mas no aparece Dostoievski y si varios autores franceses,
citados arriba, y el mismo Stendhal, “uno de los más bellos azares de mi vida”
y quien poseería un “anticipador ojo de psicólogo, con su garra para los hechos”
(Obras completas, 1908/2016, Vol. IV, Ecce
Homo, p. 801), con lo cual vuelve a posicionar a Stendhal en su lugar de
determinación y reconocimiento. Quizás se podría ver allí el influjo de Georges
Brandes, así lo insinúa Stellino (2007), quien atribuye a Dostoievski, fuera de
otros caracteres, ser portador de una moral de esclavo: “Es un gran poeta, pero
una criatura abominable, bastante cristiano en sus emociones y, al mismo
tiempo, bastante sádico. Toda su moral es lo que tú has bautizado como moral de
esclavo” (Brandes, 1914, p.72)[9]; días
antes éste le había señalado que Sören Kierkegaard era uno de los psicólogos
“más profundos que ha existido”. La
respuesta de Nietzsche a George Brandes el 20 de noviembre de 1888 reafirma su
reconocimiento: “Acepto de manera incondicional sus palabras sobre Dostoievski;
yo lo valoro, por otra parte, como el material psicológico más valioso que
conozco, — le estoy agradecido de una manera admirable, por mucho que vaya
siempre contra mis instintos más básicos” (Nietzsche, 2012, Correspondencia, Vol. VI, p. 298). Con todo, se abre, a lo mejor, el
distanciamiento comprensible frente a Dostoievski, como lo fuera con
Shakespeare, comportando un mayor peso lo que éste representa que la misma
observación psicológica, aun cuando no se deje observar en esa correspondencia;
un mayor peso al escote que a la mirada. Bien puede reconocerse en Dostoievski
la capacidad analítica crítica, psicológica, para adentrarse en los confines
del alma, mas su manera de estar en el mundo, su posición frente a la vida, no
es, digamos, un ejemplo a seguir; no es lo que Nietzsche esperaría del hombre,
de los seres humanos; éste no hará parte de su estirpe. El proyecto
nietzscheano no descansa, tampoco, en los hombros de Dostoievski, ni siquiera se
insinúa una tenue configuración; no se perfila en él, aun cuando la observación
psicológica lo caracterice.
Sea lo que fuere, no es suficiente para Nietzsche, en
el proceso de identificación, el hurgar en los bajos fondos, esto es, en los
recovecos del alma, sino que se hace necesario mirar el escote que cada cual
lleva; pues el hombre objetivo, nos dice éste, no es un modelo que se deba
seguir y ese escote, debe mirarse de cara a la vida; lo mismo vale para otro
tipo de hombres o sujetos. El psicólogo nietzscheano será un “militante”, es
decir, un individuo henchido de esperanzas, un individuo para quien la vida es
el referente de lo que emprende, de sus empresas, de su gran caza. Adentrarse
en el alma es parte de su empeño. Allí ve, entonces. “a diestros tiradores, que
tocan siempre el centro, pero el centro de la naturaleza humana”. Y bueno, hay
algo más que la mera caza o, al menos, debería de haberlo.
Que el alma es una noción muy genérica, que con ello
se está en las preocupaciones iniciales del mundo antiguo, del mundo griego y
de las tradiciones que le siguen, es algo que muy bien puede salir al paso. Mas
el hecho de optar por algo activo ya marca distancia, y cuando Nietzsche escoge
la noción de alma situándola como un término que campea en la historia, está
pensando en otra configuración que las que se han enseñoreado de ella. El alma
no desaparece del horizonte nietzscheano, simplemente asume una connotación o
un sentido diferente; él no cree en su carácter trascendental, metafísico, que
las religiones o algunas filosofías le han dado. A esta mistificación Nietzsche
la llama “atomismo anímico” y su crítica irá dirigida a develar tal pretensión;
igualmente, establecerá líneas que dejan percibir la nueva configuración que
asume en él: “«Soy cuerpo y alma» — así habla el niño. ¿Y por qué no habría que
hablar como los niños? […] Pero el
despierto, el sabio dice: solo soy cuerpo y nada más; y el alma es solo una
palabra para un algo que hay en el cuerpo” (Nietzsche, 1883-84/2016, Obras
completas, Vol. IV, Así Habló Zaratustra,
p.88). El alma, en tanto hace parte del cuerpo o es cuerpo, el alma como
pluralidad de afectos mortales y aún, el individuo en tanto pluralidad de almas
mortales. He ahí, la manera en que Nietzsche pretende acceder al alma, para que
ésta no rebote al trasmundo, y para escabullirse a los sentidos dualistas en
los cuales ha devenido. Un psicólogo muy bien se puede mover en ella y
establecer su dominio; hacerla su botín, su gran caza:
El alma humana y sus límites, la
extensión de las experiencias interiores del ser humano hasta ahora alcanzada,
las alturas, profundidades y distancias de dichas
experiencias, toda la
historia precedente del alma y sus
posibilidades todavía
inagotables: he aquí el territorio
de caza predestinado para un psicólogo innato
y amigo de la «caza mayor». (1886/2016,
Obras completas, Vol. IV, Más allá
del bien y del mal, p.328)
El alma es parte de las empresas a
las cuales está abocado el psicólogo en Nietzsche; ese psicólogo del siglo XIX
y, aún, el psicólogo del presente y del futuro. Por tanto, la psicología
nietzscheana establecerá su injerencia en ese dominio. Que Kant sea un mediocre
psicólogo, que Shakespeare no sea asumido en tanto ideal, que Dostoievski vaya
siendo reconocido como alguien que va en contra de sus instintos más hondos, es
algo que liga este dominio de la psicología con el carácter activo, militante,
que exige en rigor Nietzsche para ésta. Nietzsche en su texto Ecce homo menciona un acontecimiento
sumamente relevante: “¿Quién, antes de mí, ha sido, entre los filósofos,
psicólogo y no más bien lo contrario, «charlatán superior», «idealista»? Antes
de mí no ha habido en absoluto psicología. — Ser aquí el primero puede resultar
una maldición; en cualquier caso, es un destino...” (1908/2016, Obras
completas, Vol. IV, Ecce Homo, pp. 856-857). Esto muy bien puede sonar
algo sumamente pretencioso, o si se quiere, según se diagnosticaba ligeramente
en los miércoles psicoanalíticos en tiempos de Freud, a megalomanía. Ecce homo sería un texto en el que
predominaría este tema; su mismo compendio ya era ilustrativo (Por qué soy
tan sabio. Por qué soy tan listo. Por qué escribo tan buenos libros. Por qué
soy una fatalidad), empero, habría que darle todo su alcance al
agenciamiento psicológico que se reclama allí, pues la psicología, como él la
concibe, no había sido ni siquiera agarrada de las orejas y, ello aún, de haber
habilitado a Dostoievski y Stendhal en este terreno; y es que Nietzsche, aunque reconoce el valor de estos
en relación a lo que sería la observación psicológica, no espera a tales pensadores para ejercer su
análisis psicológico, para situarse en los recovecos del alma y habilitar tal
dominio. Que en todas sus obras se encuentre el arte y el análisis psicológico,
a excepción de las dos últimas intempestivas, esto es, Schopenhauer como educador (1874) y Richard Wagner en Bayreuth (1876) apunta ya a concebir ello.
Nietzsche tampoco dudará en afirmarse, en autoproclamarse, psicólogo.
Encontramos alusiones al respecto, sobre todo, a partir de Humano, demasiado humano I, y de allí en Más allá del bien y del mal, en La
genealogía de la moral, en Ecce homo,
en La voluntad de poder. En fin,
existe una identificación de Nietzsche con la psicología que a él le gusta
situar, le gusta recalcar. Que la psicología no haya existido antes de
Nietzsche, no quiere decir que no se haya llevado a cabo análisis o desarrollo
sobre el alma, sobre sus facultades, en épocas anteriores. Y si esto se ha dado,
entonces, ¿Qué entiende Nietzsche por psicología? ¿Cómo concibe Nietzsche la
psicología? El hecho que se hubiera presentado estudios sobre las facultades
del alma, no implica la irrupción de la psicología en tanto dominio específico
y autónomo. Con Nietzsche se ha mencionado su dominio y en cierta forma el
combate por la vida, pero aquí se hace necesario señalar un parágrafo muy
diciente, que ya se ha situado del texto Más
allá del bien y del mal en él cuál introduce propiamente el carácter de la
psicología que el trata de establecer y en éste concibe Nietzsche la psicología
“como morfología y doctrina de la evolución de la voluntad de poder” (1888/2016,
Obras completas, Vol. IV p. 312). Ahí se tiene lo característico, la
especificidad de la psicología que él insinúa a tener en la cuenta como
agenciamiento y fuerza para la humanidad, la cual han tratado de dilucidar
algunos teóricos en las postrimerías del siglo XX e inicios del siglo XXI. Es suma,
la literatura potencia en Nietzsche la irrupción de una psicología, no
concebida hasta su momento, de la cual espera que determine a la humanidad. Y allí
ya nos encontramos en otro registro, menos en el registro de la literatura que
el de la filosofía; nos encontramos ya en una suerte de filosofía psicológica.
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(2007). El descubrimiento de Dostoievski
por parte de Nietzsche. Dialnet-ElDescubrimientoDeDostoievskiPorParteDeNietzsche-2862977.pdf
[1] Revista literaria francesa establecida en 1879 donde escribían diversos
intelectuales o autores sobre literatura, aunque también sobre otros ámbitos
como la ciencia y la política. Su primer número salió en 1880.
[2] La traducción al español sería: “Las
obras de literatura y arte son el medio más poderoso de transmisión de este
legado psicológico. Por lo tanto, hay lugar para estudiar estas obras como
educadoras de los espíritus y los corazones”.
[3] Se sabe que Nietzsche
terminó de escribir Ecce Homo en
noviembre de 1888, y que solo fue publicado en 1908 con censuras y sin el
apartado “por qué soy tan sabio”.
[4] “¿Te he escrito
sobre H. Taine? ¿Y que me encuentra infiniment suggestif? ¿Y sobre Dostoievsky?”
(Carta a Obverbeck del 12 de febrero de 1987).
[5] “¿Conoce a Dostoievsky? Fuera de Stendhal,
nadie me ha dado tanto placer y sorprendido tanto: un psicólogo con el que «me
entiendo»”. (Carta a Köselitz del 13 de
febrero de 1887).
[6] “De Dostoievsky,
hasta hace pocas semanas, no conocía ni siquiera el nombre — ¡yo, hombre
inculto que no lee ningún Journal! Un movimiento casual en una librería puso
ante mis ojos la obra l’esprit souterrain” (carta a Oberbeck, 23 de febrero de
1887).
[7] Lo cual se observa
en nota de los editores de la Correspondencia
a carta Marie Baumgartner del 26 de enero de 1877: “Después de estos autores se
ocuparon de Montaigne, La Rochefoucauld, Vauvenarges y la Bruyére (a propuesta
de Rée) y de Stendhal…” (Correspondencia, 2012, Vol. III, p.426).
[8] La lectura de Rochefoucauld data del decenio de 1860, y su
influjo está presente en Humano demasiado humano I, al igual que en otras de
sus obras y, por supuesto, en su mismo pensamiento. Él se le presenta como uno
de los “francotiradores" del alma, aquel que da cuenta de lo humano
demasiado humano, por lo “que siempre da[n] en el punto más oscuro,
pero aún más oscuro, de la naturaleza humana”; es un tirador con puntería infalible.
La forma de expresión aforística es también característica de Rochefoucauld.
Bien propone Nietzsche que la observación psicológica, la cual ve en Rochefoucauld,
“forma parte de los medios para aliviar el peso de la vida, que el ejercicio de
este arte proporciona presencia de espíritu en situaciones difíciles y
distracción en un ambiente aburrido, que además pueden extraerse máximas a
partir de los rasgos más espinosos y desagradables de la propia vida y sentirse
así un poco mejor: todo esto se creía, se pensaba — en los siglos anteriores…”
(Nietzsche, 1876/2014, Obras completas, Vol. III, Humano
demasiado humano I, p. 94). Rochefoucauld bien sabía de ello allá en el
siglo XVII, y Nietzsche lo afirma en su época.
[9] George Brandes era
un intelectual danés reconocido, un filósofo, historiador y crítico literario
que era profesor de la Universidad de Copenhague, y mostró interés por la obra
de Nietzsche, un tanto afín a su pensamiento, y con quien tuvo correspondencia
a partir de noviembre de 1887; Brandes llegó a impartir lecciones sobre la
filosofía Nietzscheana en dicha universidad y adelantó un ensayo con el título
de Radicalismo Aristocrático (1889) ); éste le
había señalado a Sören Kierkegaard como
uno de los psicólogos “más profundos que ha existido”. Y dice
Brandes: “Mi conexión personal con Nietzsche comenzó cuando me envió su libro, Más
allá del bien y del mal. Lo leí, me causó una fuerte impresión, aunque no
clara ni decidida, y no hice nada más al respecto, en primer lugar porque
recibo demasiados libros a diario como para reconocerlos. Pero como al año
siguiente el autor me envió La genealogía de la moral, y como este libro
no solo era mucho más claro en sí mismo, sino que también arrojaba nueva luz
sobre el anterior, le escribí a Nietzsche unas líneas de agradecimiento, lo que
dio lugar a una correspondencia que se interrumpió trece meses después por el
ataque de locura de Nietzsche.”
(Brandes, 1914, pp. 46-47).