lunes, 24 de junio de 2024

SALVEN NUESTRAS ALMAS / Darío Ruiz Gómez

 

SALVEN NUESTRAS ALMAS

Darío Ruiz Gómez

Hay en primer lugar que recordar al primer barco que antes de hundirse lanzó el famoso mensaje pidiendo auxilio: SOS.  Una versión dice que su significado fue “Envien ayuda”  y el segundo Save Our Souls. Creo que cuando quien pide ayuda se da cuenta de que no la tendrá a punto de hundirse o de ser asesinado por el enemigo lo que suplica a Dios es que salve su alma. Muchas películas  y novelas han retomado estas situaciones límites  mostrando la grandeza humana de quienes son inmolados y  poniendo al descubierto la indiferencia o la cobardía de quienes bajo esas distintas circunstancias fueron incapaces de  responder a su  responsabilidad de salvar vidas humanas: “Ataque” un gran film de Robert Aldrich  nos ilustra sobre estas situaciones cuando en Diciembre de 1944 en pleno desarrollo de la 11 G.M. en Europa una unidad de Infantería del Ejército de los EE UU avanza en Francia y mantiene enfrentamientos bélicos con los alemanes que parecen retroceder pero contraatacan continuamente. Un oficial intenta ganar con sus hombres una colina pero en ese intento y bajo el fuego alemán es abandonado por su Capitán –o sea no recibe la ayuda necesaria dictada por la estrategia militar-  muriendo varios de sus soldados. Por pura cobardía el Capitán encerrado en su oficina permite esta desgracia y entonces el oficial lastimado por la pérdida de sus hombres jura matarlo. Esa obra maestra que es “Pacto de gloria” de 1956 de Kubrick hace igualmente un retrato de la distinción entre la tropa anónima y la llamada oficialidad tropera que muere, se pudre  o es abandonada en las trincheras mientras la alta oficialidad militar francesa se  mantiene en fiestas y en inútiles mesas de conversaciones. ¿Por qué quedaron abandonados a su suerte los cuatro soldados que finalmente fueron abatidos por los sanguinarios mercenarios de las Disidencias de las Farc?  “A cortar cabezas”. Que uno de estos soldados acorralados  propusiera que se llamara a una conocida periodista para que la Comandancia del Ejército los sacara de esa ratonera nos muestra  que  ella era en  esos momentos críticos la única posibilidad de que su Comandancia enviara refuerzos. Decir otra cosa es mera perversidad al uso de los degradadores de esta guerra donde nuestros muchachos y muchachos mueren y seguirán muriendo en cumplimiento  de  una tarea cuyos objetivos y contenidos no son muy claros y cuyo enemigo se transforma en su aspecto militar a cada momento gracias a la ambigüedad semántica auspiciada por los distintos medios de comunicación:¿Son guerrilleros que pelean por una causa política o es la presencia de mercenarios dotados de un armamento de última generación y puestos al servicio del Narcotráfico internacional? ¿Por qué si no la lucha por el Plateado?

¿No es curioso queridos ciudadanos y ciudadanos que estas guerras disfrazadas de fundamentalismo ideológico nunca hayan contado con  la respectiva documentación visual o es que  Colombia es el único país del mundo donde están prohibidos(as) los corresponsales de guerra y todo haya quedado en manos de los desinformadores, de los fabricantes de noticias falsas? Esta vez el mundo pudo ver  en directo la manera en que cuatro muchachos colombianos fueron sacrificados al abandonarlos decretando su muerte. Y esta vez el mundo ha sido testigo directo de lo que son  estos degradados mercenarios al servicio del narcotráfico al patearlos, escupirlos, orinar sus cadáveres: la queja de una joven columnista  “progre” de que “aún hay partes de nuestro cuerpo que continúan colonizadas” ha sido cumplida así como la expresada por uno de nuestros intelectuales leninistas: “La  mayor tragedia en la historia de América Latina  fue la llegada de Colón” o sea la llegada  de la civilización que es necesario desmontar mediante una “violencia deconstructora”. Las máscaras han caído y todos confiamos en la firmeza del General Federico Alberto Mejía.      

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