lunes, 24 de junio de 2024

LAS GRANDES MANIFESTACIONES CIUDADANAS / Darío Ruiz Gómez

LAS GRANDES MANIFESTACIONES  CIUDADANAS

Darío Ruiz Gómez

Nuestros llamados politólogos  bogotanos  quienes parecen recortados por la misma tijera ante  la evidencia de las grandes manifestaciones contra Petro  y su gobierno, puestas de presente en las grandes ciudades pero también en municipios sometidos a la violencia del ELN, el GAOR y El Clan del Golfo una vez más se limitaron a dar cifras inventadas  “la Derecha avanza  en un 23%  mientras la Izquierda retrocede pero en unos meses la Izquierda volverá a recuperar…” Mostrando así no solo su desconocimiento del país  sino el hecho de que aplicar esos conceptos  que ya en el mundo han pasado a convertirse en clichés al uso, a una sociedad  como la colombiana  carece de cualquier sentido. Definir es desconocer las dinámicas internas, las contradicciones que la política conlleva en su seno, ese imperceptible paso que se da entre el fascismo, el hitlerismo y el leninismo, entre una idea de cambio social y el bandolerismo.  Además, como lo he repetido, el hecho  de que quien define a otra persona políticamente se está definiendo a sí mismo y  lo que es peor cayendo en la intolerancia ante quien no piensa como ellos  o ellas. Los comentarios o “análisis” que han hecho sobre estas imponentes  manifestaciones cívicas  pone de presente además, repito, su desconocimiento lamentable de las realidades que diferencian por ejemplo a quienes en los Llanos se enfrentaron a las represalias de los narcotraficantes disfrazados de guerrilleros, de quienes en Medellín hemos vivido la corrupción del quinterismo,  o las poblaciones que aún continúan confinadas por el ELN en el Chocó, la tragedia del Cauca que esas cifras ocultan: la visión de la política como chisme es muy diferente al juicio moral sobre estas afrentas a la humanidad entera.  Aferrados a un concepto muerto de la política creyendo que aún los diferentes grupos políticos representados en el Congreso y el Senado constituyen la representatividad del pueblo colombiano, esta representatividad es lo primero que es necesario cuestionar después de estas grandes manifestaciones por parte de una ciudadanía que no es militante de ninguna agrupación política y que espontáneamente salió a las calles a “condenar   el mal gobierno”

Pequeños  comerciantes,  la nueva clase media que va surgiendo al paso de la inevitable urbanización del campo, vecinos de barrio, señoras y jóvenes de Comités  Cívicos de Municipios y Corregimientos, la clase media tradicional urbana, los nuevos empresarios, las  amas de casa, las mujeres cabeza de familia, las mujeres profesionales independientes  que son en conjunto quienes han padecido la traición de la clase política y los oprobios de la corrupción de los gobernantes actuales. Ettiene Balibar el gran pensador francés ha escrito al respecto del ciudadano y de  la ciudadanía luminosos ensayos recordando al ciudadano como un actor fundamental de la Democracia y de las reivindicaciones  de igualdad y libertad, como un modo de democratizar  sin eludir las antinomias, la dinámica de inclusión, exclusión que continúan “produciendo asimetrías dramáticas, aperturas y clausuras” Por lo tanto ni el niño ni la niña ni la mujer ni el hombre pueden ser cosificados como  cifras de un censo electoral y clasificados como de “derecha” o de “Izquierda”como si no pensaran o lograran hacer presente continuamente  sus experiencias de la violencia, como si no representaran el gran logro de la modernidad:  la existencia del individuo, de la persona  que  define su futuro con los otros. Rousseau lo   explicaba: el reconocimiento del ciudadano  es lo único que legitima la vida política y le concede vigencia a ésta  en la vida de las distintas comunidades superando las dañinas fracturas étnicas –negro, blanco, amarillo, verde que son las peores cárceles- , por ejemplo o el  el electorerismo que degrada la representatividad de una sociedad plural. La vía para una verdadera democracia está en marcha.  Es esta dinámica ciudadana que protesta la que dictará el nombre de los nuevos líderes y lideresas.

 

Nuestros llamados politólogos  bogotanos  quienes parecen recortados por la misma tijera ante  la evidencia de las grandes manifestaciones contra Petro  y su gobierno, puestas de presente en las grandes ciudades pero también en municipios sometidos a la violencia del ELN, el GAOR y El Clan del Golfo una vez más se limitaron a dar cifras inventadas  “la Derecha avanza  en un 23%  mientras la Izquierda retrocede pero en unos meses la Izquierda volverá a recuperar…” Mostrando así no solo su desconocimiento del país  sino el hecho de que aplicar esos conceptos  que ya en el mundo han pasado a convertirse en clichés al uso, a una sociedad  como la colombiana  carece de cualquier sentido. Definir es desconocer las dinámicas internas, las contradicciones que la política conlleva en su seno, ese imperceptible paso que se da entre el fascismo, el hitlerismo y el leninismo, entre una idea de cambio social y el bandolerismo.  Además, como lo he repetido, el hecho  de que quien define a otra persona políticamente se está definiendo a sí mismo y  lo que es peor cayendo en la intolerancia ante quien no piensa como ellos  o ellas. Los comentarios o “análisis” que han hecho sobre estas imponentes  manifestaciones cívicas  pone de presente además, repito, su desconocimiento lamentable de las realidades que diferencian por ejemplo a quienes en los Llanos se enfrentaron a las represalias de los narcotraficantes disfrazados de guerrilleros, de quienes en Medellín hemos vivido la corrupción del quinterismo,  o las poblaciones que aún continúan confinadas por el ELN en el Chocó, la tragedia del Cauca que esas cifras ocultan: la visión de la política como chisme es muy diferente al juicio moral sobre estas afrentas a la humanidad entera.  Aferrados a un concepto muerto de la política creyendo que aún los diferentes grupos políticos representados en el Congreso y el Senado constituyen la representatividad del pueblo colombiano, esta representatividad es lo primero que es necesario cuestionar después de estas grandes manifestaciones por parte de una ciudadanía que no es militante de ninguna agrupación política y que espontáneamente salió a las calles a “condenar   el mal gobierno”

Pequeños  comerciantes,  la nueva clase media que va surgiendo al paso de la inevitable urbanización del campo, vecinos de barrio, señoras y jóvenes de Comités  Cívicos de Municipios y Corregimientos, la clase media tradicional urbana, los nuevos empresarios, las  amas de casa, las mujeres cabeza de familia, las mujeres profesionales independientes  que son en conjunto quienes han padecido la traición de la clase política y los oprobios de la corrupción de los gobernantes actuales. Ettiene Balibar el gran pensador francés ha escrito al respecto del ciudadano y de  la ciudadanía luminosos ensayos recordando al ciudadano como un actor fundamental de la Democracia y de las reivindicaciones  de igualdad y libertad, como un modo de democratizar  sin eludir las antinomias, la dinámica de inclusión, exclusión que continúan “produciendo asimetrías dramáticas, aperturas y clausuras” Por lo tanto ni el niño ni la niña ni la mujer ni el hombre pueden ser cosificados como  cifras de un censo electoral y clasificados como de “derecha” o de “Izquierda”como si no pensaran o lograran hacer presente continuamente  sus experiencias de la violencia, como si no representaran el gran logro de la modernidad:  la existencia del individuo, de la persona  que  define su futuro con los otros. Rousseau lo   explicaba: el reconocimiento del ciudadano  es lo único que legitima la vida política y le concede vigencia a ésta  en la vida de las distintas comunidades superando las dañinas fracturas étnicas –negro, blanco, amarillo, verde que son las peores cárceles- , por ejemplo o el  el electorerismo que degrada la representatividad de una sociedad plural. La vía para una verdadera democracia está en marcha.  Es esta dinámica ciudadana que protesta la que dictará el nombre de los nuevos líderes y lideresas.

 

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