LAS GRANDES MANIFESTACIONES CIUDADANAS
Darío Ruiz Gómez
Nuestros llamados
politólogos bogotanos quienes parecen recortados por la misma
tijera ante la evidencia de las grandes
manifestaciones contra Petro y su
gobierno, puestas de presente en las grandes ciudades pero también en
municipios sometidos a la violencia del ELN, el GAOR y El Clan del Golfo una
vez más se limitaron a dar cifras inventadas “la Derecha avanza en un 23%
mientras la Izquierda retrocede pero en unos meses la Izquierda volverá
a recuperar…” Mostrando así no solo su desconocimiento del país sino el hecho de que aplicar esos conceptos que ya en el mundo han pasado a convertirse en
clichés al uso, a una sociedad como la
colombiana carece de cualquier sentido.
Definir es desconocer las dinámicas internas, las contradicciones que la
política conlleva en su seno, ese imperceptible paso que se da entre el
fascismo, el hitlerismo y el leninismo, entre una idea de cambio social y el
bandolerismo. Además, como lo he
repetido, el hecho de que quien define a
otra persona políticamente se está definiendo a sí mismo y lo que es peor cayendo en la intolerancia
ante quien no piensa como ellos o ellas.
Los comentarios o “análisis” que han hecho sobre estas imponentes manifestaciones cívicas pone de presente además, repito, su
desconocimiento lamentable de las realidades que diferencian por ejemplo a
quienes en los Llanos se enfrentaron a las represalias de los narcotraficantes
disfrazados de guerrilleros, de quienes en Medellín hemos vivido la corrupción
del quinterismo, o las poblaciones que
aún continúan confinadas por el ELN en el Chocó, la tragedia del Cauca que esas
cifras ocultan: la visión de la política como chisme es muy diferente al juicio
moral sobre estas afrentas a la humanidad entera. Aferrados a un concepto muerto de la política
creyendo que aún los diferentes grupos políticos representados en el Congreso y
el Senado constituyen la representatividad del pueblo colombiano, esta
representatividad es lo primero que es necesario cuestionar después de estas
grandes manifestaciones por parte de una ciudadanía que no es militante de
ninguna agrupación política y que espontáneamente salió a las calles a
“condenar el mal gobierno”
Pequeños comerciantes,
la nueva clase media que va surgiendo al paso de la inevitable
urbanización del campo, vecinos de barrio, señoras y jóvenes de Comités Cívicos de Municipios y Corregimientos, la
clase media tradicional urbana, los nuevos empresarios, las amas de casa, las mujeres cabeza de familia,
las mujeres profesionales independientes que son en conjunto quienes han padecido la
traición de la clase política y los oprobios de la corrupción de los
gobernantes actuales. Ettiene Balibar el gran pensador francés ha escrito al
respecto del ciudadano y de la
ciudadanía luminosos ensayos recordando al ciudadano como un actor fundamental
de la Democracia y de las reivindicaciones
de igualdad y libertad, como un modo de democratizar sin eludir las antinomias, la dinámica de
inclusión, exclusión que continúan “produciendo asimetrías dramáticas,
aperturas y clausuras” Por lo tanto ni el niño ni la niña ni la mujer ni el
hombre pueden ser cosificados como cifras de un censo electoral y clasificados
como de “derecha” o de “Izquierda”como si no pensaran o lograran hacer presente
continuamente sus experiencias de la
violencia, como si no representaran el gran logro de la modernidad: la existencia del individuo, de la
persona que define su futuro con los otros. Rousseau
lo explicaba: el reconocimiento del
ciudadano es lo único que legitima la
vida política y le concede vigencia a ésta en la vida de las distintas comunidades
superando las dañinas fracturas étnicas –negro, blanco, amarillo, verde que son
las peores cárceles- , por ejemplo o el
el electorerismo que degrada la representatividad de una sociedad
plural. La vía para una verdadera democracia está en marcha. Es esta dinámica ciudadana que protesta la que
dictará el nombre de los nuevos líderes y lideresas.
Nuestros llamados
politólogos bogotanos quienes parecen recortados por la misma
tijera ante la evidencia de las grandes
manifestaciones contra Petro y su
gobierno, puestas de presente en las grandes ciudades pero también en
municipios sometidos a la violencia del ELN, el GAOR y El Clan del Golfo una
vez más se limitaron a dar cifras inventadas “la Derecha avanza en un 23%
mientras la Izquierda retrocede pero en unos meses la Izquierda volverá
a recuperar…” Mostrando así no solo su desconocimiento del país sino el hecho de que aplicar esos conceptos que ya en el mundo han pasado a convertirse en
clichés al uso, a una sociedad como la
colombiana carece de cualquier sentido.
Definir es desconocer las dinámicas internas, las contradicciones que la
política conlleva en su seno, ese imperceptible paso que se da entre el
fascismo, el hitlerismo y el leninismo, entre una idea de cambio social y el
bandolerismo. Además, como lo he
repetido, el hecho de que quien define a
otra persona políticamente se está definiendo a sí mismo y lo que es peor cayendo en la intolerancia
ante quien no piensa como ellos o ellas.
Los comentarios o “análisis” que han hecho sobre estas imponentes manifestaciones cívicas pone de presente además, repito, su
desconocimiento lamentable de las realidades que diferencian por ejemplo a
quienes en los Llanos se enfrentaron a las represalias de los narcotraficantes
disfrazados de guerrilleros, de quienes en Medellín hemos vivido la corrupción
del quinterismo, o las poblaciones que
aún continúan confinadas por el ELN en el Chocó, la tragedia del Cauca que esas
cifras ocultan: la visión de la política como chisme es muy diferente al juicio
moral sobre estas afrentas a la humanidad entera. Aferrados a un concepto muerto de la política
creyendo que aún los diferentes grupos políticos representados en el Congreso y
el Senado constituyen la representatividad del pueblo colombiano, esta
representatividad es lo primero que es necesario cuestionar después de estas
grandes manifestaciones por parte de una ciudadanía que no es militante de
ninguna agrupación política y que espontáneamente salió a las calles a
“condenar el mal gobierno”
Pequeños comerciantes,
la nueva clase media que va surgiendo al paso de la inevitable
urbanización del campo, vecinos de barrio, señoras y jóvenes de Comités Cívicos de Municipios y Corregimientos, la
clase media tradicional urbana, los nuevos empresarios, las amas de casa, las mujeres cabeza de familia,
las mujeres profesionales independientes que son en conjunto quienes han padecido la
traición de la clase política y los oprobios de la corrupción de los
gobernantes actuales. Ettiene Balibar el gran pensador francés ha escrito al
respecto del ciudadano y de la
ciudadanía luminosos ensayos recordando al ciudadano como un actor fundamental
de la Democracia y de las reivindicaciones
de igualdad y libertad, como un modo de democratizar sin eludir las antinomias, la dinámica de
inclusión, exclusión que continúan “produciendo asimetrías dramáticas,
aperturas y clausuras” Por lo tanto ni el niño ni la niña ni la mujer ni el
hombre pueden ser cosificados como cifras de un censo electoral y clasificados
como de “derecha” o de “Izquierda”como si no pensaran o lograran hacer presente
continuamente sus experiencias de la
violencia, como si no representaran el gran logro de la modernidad: la existencia del individuo, de la
persona que define su futuro con los otros. Rousseau
lo explicaba: el reconocimiento del
ciudadano es lo único que legitima la
vida política y le concede vigencia a ésta en la vida de las distintas comunidades
superando las dañinas fracturas étnicas –negro, blanco, amarillo, verde que son
las peores cárceles- , por ejemplo o el
el electorerismo que degrada la representatividad de una sociedad
plural. La vía para una verdadera democracia está en marcha. Es esta dinámica ciudadana que protesta la que
dictará el nombre de los nuevos líderes y lideresas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario