lunes, 24 de junio de 2024

NO VUELVAS A DECIR LA VERDAD / Darío Ruiz Gómez

NO VUELVAS  A DECIR LA VERDAD

Darío Ruiz Gómez

La Iglesia autoriza en ciertos casos particulares decir mentiras piadosas.  ¿Qué qué se buscaría  en los tiempos actuales  dominados por lo político  con exigir que se diga la verdad? En Colombia  asumir  la verdad nos convertiría en locos ante  tanta crueldad como la que nos rodea  y sobre todo ante la miserable  ausencia  de la justicia para castigar  debidamente  al culpable(a) Ahora que recordamos a Kafka sabemos por él que las instituciones   encargadas de repartir  injusticia tienen como tarea demostrarle a las cándidas almas de los seres humanos que decir la verdad puede llevar al castigo de la ley y a la venganza de los jueces.  Cada día los grandes  corruptos  eluden la sanción  de la ley y los violentos son dueños de ésta, así con total impunidad. Por esto ningún ser humano  en cualquier relato de Kafka tiene nombre ni apellido ni ninguna niña o niño ha  sido bautizado.  La infame retahíla de que es necesario rescatar la memoria colectiva  es realmente una agresión al dolor de  seres  que despojados  de sus nombres  desaparecen hoy convertidos en cifras por los distintos medios de comunicación. El  Clickbait   de  los noticieros y diarios - recordaba hace un tiempo- que convierte la inmediatez y el impacto en los principales valores de una noticia, ha hecho que la recuperación, la contrastación o el más elemental control brillen, como recuerda Javier Benejés, por su ausencia. Con razón el titular de una noticia en las páginas de cultura de un periódico español  declara que “el fin del pensamiento crítico está anunciado” como si pensar críticamente fuera un producto  de supermercado y no el análisis  de los hechos, la profundización en los grandes temas de lo humano.  Y ¿qué hacer cuando los medios de comunicación  mediante la utilización de la mentira  disfrazada de verdad cono los Fake News o la llamada Verdad Postmoderna se han encargado de que el pensamiento crítico desaparezca y  tengamos dócilmente  que  aceptar lo que diga una justicia  mediatizada por el poder?

Pero la gente recuerda y piensa cuando ha escuchado a los verdugos públicamente narrar sus asesinatos y nada ha sucedido o cuando la Comisión de la Verdad en un texto impreso nos reconoce que 22.00 muchachos fueron reclutados o que 32.000 personas fueron secuestradas, etc, etc pero los jueces  de la justicia restaurativa optaron  por el silencio. ¿Qué es para el Derecho el ignominioso delito del secuestro o el reclutamiento de niños  que aún hoy  a  los siete años como en el reciente informe de la ONU prefieren suicidarse a seguir sufriendo ignominias  por parte de los facinerosos de Iván Mordisco? ¿Cuántos  niños  cuyos nombres  nos  serán desconocidos para siempre se suicidaron en una decisión de dignidad para demostrarle a los verdugos que sus crímenes serán castigados un día por la verdadera justicia?  Lo importante ¿A qué jueces, catedráticos, poetas de la izquierda brilli brilli, militantes de rostro  amargados, monjas rebeldes, sindicalistas, les ha conmovido esta demostración de crueldad contra la infancia? La Justicia ante los cuerpos de los  niño que murieron  sin nombre, sin Dios; ¿ No  ha debido detener las conversaciones  y a partir de estos hechos reconsiderar la falacia de que mientras se está  hablando  de Paz con los verdugos éstos  en lugar de ser debidamente sancionados continúen sentados  en “una mesa de conversaciones”? Pero decir la verdad en tiempos donde  han colocado al asesino a la altura de los jueces de la República es imposible. “Legislar la memoria –Albiac  dixit- es dictar el olvido”

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