NO VUELVAS A DECIR LA VERDAD
Darío Ruiz Gómez
La Iglesia autoriza
en ciertos casos particulares decir mentiras piadosas. ¿Qué qué se buscaría en los tiempos actuales dominados por lo político con exigir que se diga la verdad? En Colombia
asumir
la verdad nos convertiría en locos ante tanta crueldad como la que nos rodea y sobre todo ante la miserable ausencia de la justicia para castigar debidamente
al culpable(a) Ahora que recordamos a Kafka sabemos por él que las instituciones encargadas de repartir injusticia tienen como tarea demostrarle a las
cándidas almas de los seres humanos que decir la verdad puede llevar al castigo
de la ley y a la venganza de los jueces.
Cada día los grandes
corruptos eluden la sanción de la ley y los violentos son dueños de ésta,
así con total impunidad. Por esto ningún ser humano en cualquier relato de Kafka tiene nombre ni
apellido ni ninguna niña o niño ha sido
bautizado. La infame retahíla de que es
necesario rescatar la memoria colectiva es
realmente una agresión al dolor de seres
que despojados de sus nombres
desaparecen hoy convertidos en cifras por los distintos medios de
comunicación. El Clickbait de
los noticieros y diarios - recordaba hace un tiempo- que convierte la
inmediatez y el impacto en los principales valores de una noticia, ha hecho que
la recuperación, la contrastación o el más elemental control brillen, como
recuerda Javier Benejés, por su ausencia. Con razón el titular de una noticia
en las páginas de cultura de un periódico español declara que “el fin del pensamiento crítico
está anunciado” como si pensar críticamente fuera un producto de supermercado y no el análisis de los hechos, la profundización en los
grandes temas de lo humano. Y ¿qué hacer
cuando los medios de comunicación mediante la utilización de la mentira disfrazada de verdad cono los Fake News o la
llamada Verdad Postmoderna se han encargado de que el pensamiento crítico
desaparezca y tengamos dócilmente que aceptar lo que diga una justicia mediatizada por el poder?
Pero la gente
recuerda y piensa cuando ha escuchado a los verdugos públicamente narrar sus
asesinatos y nada ha sucedido o cuando la Comisión de la Verdad en un texto
impreso nos reconoce que 22.00 muchachos fueron reclutados o que 32.000
personas fueron secuestradas, etc, etc pero los jueces de la justicia restaurativa optaron por el silencio. ¿Qué es para el Derecho el
ignominioso delito del secuestro o el reclutamiento de niños que aún hoy
a los siete años como en el
reciente informe de la ONU prefieren suicidarse a seguir sufriendo ignominias por parte de los facinerosos de Iván Mordisco?
¿Cuántos niños cuyos nombres
nos serán desconocidos para
siempre se suicidaron en una decisión de dignidad para demostrarle a los
verdugos que sus crímenes serán castigados un día por la verdadera justicia? Lo importante ¿A qué jueces, catedráticos,
poetas de la izquierda brilli brilli, militantes de rostro amargados, monjas rebeldes, sindicalistas,
les ha conmovido esta demostración de crueldad contra la infancia? La Justicia
ante los cuerpos de los niño que
murieron sin nombre, sin Dios; ¿ No ha debido detener las conversaciones y a partir de estos hechos reconsiderar la
falacia de que mientras se está hablando
de Paz con los verdugos éstos en lugar de ser debidamente sancionados
continúen sentados en “una mesa de
conversaciones”? Pero decir la verdad en tiempos donde han colocado al asesino a la altura de los
jueces de la República es imposible. “Legislar la memoria –Albiac dixit- es dictar el olvido”
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