Eduardo Escobar |
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Eduardo
Escobar
Para Raquel
Escobar
Víctor
Bustamante
Entre
la tregua de la palabra y la niebla de tu cigarro que envuelve con su aura
bajo la novela de la noche,
que son nuestros pasos, que se escriben en las aceras y
calles,
que
se inscriben en las losas y en las paredes, y en las personas y en tus amigos nacidos
en otras circunstancias y en otras fachadas que moderas y eso sí aquí tras tus
pasos de este verano
Y es que escucho un ligero, pero seguro golpe de remos que se hunden en las aguas, despedida de marzo
Mientras
los remeros del olvido con sus rostros cubiertos por trapos blancos llevan al continente de la niebla y de la nada
Entonces
pienso en la primera vez que te vi en persona allá en el Paraninfo
Mientras
leías el poema a las cucarachas encerradas en el radio Sanyo, envuelto en tu
barba de apóstol y en tu cabellera larga de rockero que a veces se retira a sus
aposentos y otras salta al escenario que son las escenas de la vida que pasan y
que llegan y definen en tu serena insolencia
En
el humor y en la arcadia de querer redefinir otra sensibilidad para la poesía
Entonces, pienso en tu ejercicio de la escritura alrededor del arsenal de libros que acompañan
y de autores que leerás y regresas a ellos porque son los amigos tan
callados como diría Quevedo
En
este 20 de marzo pienso en la existencia con toda la gravedad que reviste, como
diría tu amado Schopenhauer a quien le decías el gruñón,
no
es sino un caminar, transeúnte nocturno, por las calles de tantas ciudades que viviste
no
es más que deslizar los dedos mientras emergen palabras, pensamientos de marzo
mientras el barquero chapotea los remos lentos y sonoros en esa laguna espesa que es la vida que huye y quizás en la otra orilla exista una fogata intermitente en el sabio y sombrío oleaje de los días y sus decisivas noches
lentos
pasan los amigos,
lenta
pasa la memoria de mujeres como una velada escondida
lentos llegan los parques vacíos en las noches con su sabor a hierba recién cortada tras los entierros.
En
una casa entre los bosquecillos de San Francisco lejos de las montañas y de las
autopistas
cuando ya sin quimeras creíamos que no quedaba nada sino hablar y recordar es que llega de una manera tranquila el idioma del silencio
entonces se revela tu voz y entre las voces de sus amigos ya idos entregando el sentido de la vida que es solo una y por esa razón la viviste en toda su desmesura y también en sus calmadas aguas mientras la lluvia de los amaneceres te sorprendió en su ejercicio de la escritura tras galopar sobre el teclado de las calles
entonces
nombrabas nombres: Gonzalo, Jaime, Alberto, Amílkar, Darío, Humberto, Jota, Jaimeespinel,
Mario, Elmo, y Pablus, el estado mayor del círculo y la llama
ah,
incesante majestad del mundo que con solo mencionarlos le das sentencia a tu
vida
pero
ahora llega tan de repente la estridencia de una puerta que ya no se abrirá tras
la nada y la fiesta.
Y
llega tan de repente el espacio entre los manifiestos que supuran y sacuden sobre el pantano de las terrazas,
Lejos
de los ventiladores de cuartos deshabitados con mujeres desnudas bocabajo que duermen
con libros en sus manos mientras pasan las páginas de los días.
Sobre
la artimaña de estas calles la brisa borra los pasos escritos recostados en la fachada
del Miami o del Metropol, ahí en Junín
Eso
fue la vida que da latigazos mientras las sirenas de bomberos ciegos pasan buscando
a los manifestantes que corren por el parque.
Dibujaste
con cenizas tu rostro sobre los espejos del Astor mientras en la escarcha de las
horas pasaban efímeras mujeres de Delvaux
Por eso
Encender
los suiches de los parales con neones
Apagar
los timbres para que el día silente prosiga
Y
así escribir esos instantes con los nombres de ellos, los nadaístas éramos once,
Ah, tenue majestad del mundo.
Sí,
esos nombres escritos sobre las calles a veces polvorientas y húmedas
Atrapados
en carteles que de repente llenaban Junín con sus plumillas y ramas cortadas
Apacentar
los días en la brevedad de un encuentro, de una conjura para detener en un minuto
la huida de toda amistad.
Esa
era la vida:
Intensa
y definitiva en las cartas que se entrecruzan en Correspondencia violada
Pero temporal como un tinto en Versalles y la acedia de los sueños que aún no se habían derribado, o en las citas nocturnas con las pupilas breves que se maquillan en los espejos rayados.
Algo
era cierto en esa fiesta perenne de Los
días más felices del año
Aun esos días no eran tan felices pero si largos con sus noches arañadas como viajes perdidos alrededor del leño balsámico de la hierba salvaje desprendida de céspedes secretos.
Trato de una manera inútil juntar vivencias y aventuras por estos lugares que fueron tuyos, así como el escritor trata de trazar una vida que también sabe que huye como un condenado al cadalso
Encuentro
testimonios, juicios, piedras, ciudades, poemas, textos que son tus ejércitos y
tus batallas.
Y
saber que siempre este día en los aeropuertos y estaciones, no es un día común sin
la nobleza del pasado ni los augurios toscos del presente,
Cuando
espiamos absortos como se apaga la llama de una vela sin el soplo de tu presencia
Presencia
alta y veloz
Mientras
el cielo nocturno, pavesas de marzo
Nos
deja escuchar el rumor
Las
despedidas y los adioses de tu vasta ausencia
Ah,
dije vasta ausencia,
Mientras
los diálogos inconclusos resbalan sobre el agua infinita de esta noche.
Marzo
21 y 2024
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