Paula, la muchacha que esperaba los trenes en Puerto Berrío
Víctor
Bustamante
Así
como las calles del Puerto están vacías y arden en ese vacío de asfalto,
en la
desolada tarde que se evapora,
mientras
el río fluye lento y ceremonioso a cualquier lugar
vas
dejando tu huella
en tus
pasos que cada día resumen tus alfabetos
y en la
brisa de este agosto que barre las fachadas y acaricia las pieles efímeras de
cada transeúnte.
Alguien
te escribe, desde otra orilla
y tus
palabras llegan, frescas, como esa brisa,
sin
preguntar por tus afectos, por tus silencios, por tus desvelos
como
una señal de la noche y un rival de tus afanes y huidas,
de tus
vinos y tus arcadias.
La
ventana revela tus calles y las amenazas de una distancia perdida en las puertas
y en las aceras,
que no
hemos caminado,
Una
canoa cabalga sobre la línea del río mientras se extingue la tarde al sol que
enciende por última vez sus chispas en el espejo del Magdalena que va lento y
casi olvidado en su magnificencia.
Tu eres
palpable,
en los
diversos rostros que ahora siento rescatados en la hondura de tu cuarto.
en las
memorias y en los espejos y despojos
en las
palabras y en el puerto vacío
sin los
trenes que llegan y parten a cualquier hora y destino.
Pero
incluso en estos paisajes de oscuridades asoman sus cuchillos y sus enigmas,
Tu voz
sobrevive a mis licores nocturnos,
y
aunque intentes callar la luna siempre regresa esplendorosa y sangrienta,
así
caigo en cuenta que las músicas que acompañan dilapidan y empeñan para
alimentar esa tristeza que forma parte de cada día.
Sé que
caminas por calles vacías, y paisajes antes extraños
y sabes
que el río acecha con sus pescadores aburridos y sus playas desiertas,
Sé que
aguardas que retornen los días felices,
pero la felicidad siempre parte a estériles ciudades en trenes olvidados
el rio
a tu costado como el tiempo fluye despiadado con sus jinetes negros
mientras
buscas tu un camino en la vida.
Mientras
duermes aferrada al cansancio de esta noche
En las
orillas del río
conversan
con sus fuegos fatuos nuestros muertos
y en
los extramuros y paredes del puerto
En las
plazas y en los cementerios las multitudes de antepasados
son
barridos como las nubes con sus sombras.
Entonces
regresan los que huyeron a Liverpool, a la Costa o al interior
Y que
retornan por caminos vegetales a las esquinas y a las fronteras no escritas con
los lápices y las balas del desalojo
Pero
mientras tanto, desde la madrugada te aferras a las palabras,
de
aquellos que te buscan y no comprendes
Tu
cuarto es tu puerto donde escuchas las memorias de las brisas de agosto
y el
paso raudo de las motos
Tu
cuarto es tu refugio y tu reino
donde
buscas compañía
El
silencio y la luna escondida y las luces de los faroles somnolientos aguardan
la llegada del día.
¿De
dónde llegan esas voces invisibles que te cercan desde el móvil?
¿Esas
músicas que te despiertan en el corazón de las noches buscando tiempos y
silencios?
Mientras
las palabras de desconocidos solitarios y tristes transeúntes tejen las redes
de la noche bebiendo licores en sus cuartos.
Agosto 7 del 203
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