sábado, 26 de agosto de 2023

EL TEMOR A LA VERDAD / Darío Ruiz Gómez

Jaime Guevara


 EL TEMOR A LA VERDAD

Darío Ruiz Gómez

El bolero que cantaba la inolvidable voz de Bienvenido Granda finalmente decía:”…Miénteme una eternidad que me hace tu maldad feliz” Textos y textos se han escrito con enorme variedad de opiniones sobre la verdad y su necesidad en la buena marcha de una sociedad.  Hipótesis que muchas veces caen  en el problematismo ya que por un lado está la verdad como desafío a nuestra capacidad de enfrentamiento a un horror histórico o personal o en contraste se da la llamada mentira piadosa que nos ayuda a sobrevivir, a seguir adelante creándole momentos de luz a la confianza en el ser humano. O asistimos hoy a la estupidización   de los enjambres de seres sin alma que permiten que otros piensen y tomen determinaciones por ellos. El desarrollo de las tecnologías de información nos ha llevado a  ser cautos ante lo que se nos ofrece  como verdad, pero  también la muerte de la imagen es algo constatable como lo comprueba la fotografía de guerra, ciertas crónicas “antropológicas” manipuladas a placer.  Ya el tema, repito, ha dado para mucho  y a lo largo de estos años yo mismo lo he tratado en mi columna de opinión. Solamente que al leer esta semana que ha muerto Harry G. Frankfurt recordé uno de sus textos publicado en español por la editorial Paidós en 2013, “Sobre la charlatanería y sobre la verdad”.  Frankfurt fue un ejemplo de ese filósofo de un aparente  bajo perfil  que  asumió la tarea de recordarnos que las grandes preguntas existenciales no están sólo en las gavetas de los estólidos  académicos  sino que esas grandes preguntas le salen al paso al más común de los seres humanos y por esto insiste en la necesidad precisamente  de conservar el sentido común, en la voluntad para mantenernos libres a partir de las responsabilidades  personales, de nuestra decisión por la autonomía. Tanto en Marx como en Sartre es notable la  ausencia de una ética  que corresponda  a una responsabilidad personal a diferencia de una militancia   que  exaltan y que llevan ciegamente a cumplir las órdenes que la Organización te exige a costa incluso de tu vida.

A la charlatanería  la llama Frankfurter “Bullshit”(caca de toro)  identificada  con el leninismo por su desprecio a la verdad a través de una perversa retórica en cuyo fondo alienta  el  conformismo, la irresponsabilidad  ante la suerte de los otros, el nuevo robot, la nueva sociedad robotizada características de las nuevas clases medias políticas  que sueñan finalmente  no con un cambio social hacia la justicia y la equidad sino para sentir que ”han cambiado de estatus, de barrio”. Por esto Frankfurt insiste en la libertad de la voluntad, en la construcción del yo y los ideales personales, en el hecho definitorio de construirnos como personas. El noble ejercicio de la Política, tal como lo he venido repitiendo en los ejemplos del populismo,  ha sido radicalmente suplantada  por la Caca de Toro  y el charlatán se ha convertido en  el embaucador  que nos dice que  la verdad carece de importancia y que a cada segundo puede mentir y en seguida desdecirse sin decoro alguno. Y no es necesario establecer las diferencias entre la verdad, la falsedad y la mentira. Se avecinan tiempos oscuros para la cultura especialmente, para la libertad pero no podemos salir de la opresión contra la cual no dejaremos de luchar, para entregarnos a las  nuevas castas dominantes del populismo. Necesitamos acompañar a la  niña que en Neiva el asesino  Iván Mordisco acaba de dejar huérfana luego de que sus sicarios  mataran a su madre, una joven patrullera, y, no  seguir escuchando  el blablablá de los “juristas de la Paz”.

 

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