Jaime Jaramillo Panesso |
ANTE
JAIME JARAMILLO PANESSO
Darío Ruiz Gómez
“Negro, te recojo” Me anunciaba
cuando salíamos a buscar algún bar de tangos para
charlas y matar la tarde y si me sonó raro fue debido al hecho de que le
acababan de extraer un riñón. Llegamos a un cafecito e
inesperadamente pidió una botella de wisky y comenzamos a beber, yo con la confianza de
que después de tres tragos regresaríamos temprano a casas pues con solo un
riñón ya no podría beber. Gran error al no darme cuenta de que el riñón que le
habían extraído era el riñón que no bebía y el que le habían dejado era el que mantenía
su vocación de dipsómano empedernido. Unos años después sentados en un bar sacó
una botella de “Glenfiddich” pidió hielo y comenzamos a brindar solemnemente por nuestras vidas y
nuestros hijos hasta que
un profesor que pasaba preguntó
por la celebración y le contamos y que estábamos celebrando 50 años de amistad
lo que lo emocionó pues consideraba que nunca había encontrado en su vida un
amigo. Nos conocimos hacia el año 57 en la recién inaugurada BPP en la Playa y
formamos un grupo intelectual definido por el periódico “Movimiento”. Se dice hoy que alguien se levanta y exclama: ”Soy
de izquierdas” y ya está. A nosotros la barbarie nos cortó la juventud ante la
visión directa de las represiones , ante la constatación in situ de cómo se
asesinaba la Constitución y la República
y ante el hecho de que definirse por un Partido político implicaba el conocimiento previo de lo que
filosóficamente suponía la teoría política escogida: era el escenario de las razzias de los grupos de choque, el
bandolerismo, la nueva violencia
guerrillera, enmarcando la derrota de la propuesta de una verdadera democracia,
estaban los despidos masivos y la intemperancia del ultramontanismo. Al
comenzar los estudios de Derecho la violencia ya nos había definido en defensa
de los valores de la Cultura Occidental y la defensa de la libertad. La
catarsis la constituía el amor al tango y al baile, escogencias de vida,
contenidos de juventud como repulsa a la opresión, amor a los valores del
barrio. Durante mis largos años en España Jaime no dejó de informarme sobre la
situación del país y su compromiso ya definitivo frente a la lucha por un país
más justo. Creyó en la filosofía de la
Alianza Popular Nacional y desde esa plataforma se convirtió en un agitador,
en un gran orador, el joven Jaime, el eterno enamorado de las mujeres y de la amistad, enamorado de un país que fue conociendo a través de su lucha, a través
de su compromiso con la Paz traicionada una y otra vez por el ELN, las FARC , en los distintas conversaciones y conocedor directo de las marrullas de esos
personajes sanguinarios convertidos en supuestos emancipadores por la “Iglesia de la liberación”. Fue capaz
en la cárcel de convertir en amigos a un grupo de exguerrilleros y de
exparamilitares , tarea silenciosa para responder con la debida civilidad a los verdaderos enemigos de la paz
disimulados éstos en refritos de proclamas pseudorevolucionarios. Contradictorio, injusto como todo espíritu
recio muchas veces dejamos de hablarnos, pero jamás dejamos de considerar que
sin lo que nos hace humanos o sea la contradicción, la política nos convierte
en simples marionetas. Un intenso fuego interior lo ha llevado a pelearse con todo el mundo, a
deshacerse insatisfecho con cualquier tipo de conformismo político y el más puro
sentido de la amistad le ha permitido demostrar su admiración por Álvaro Uribe y
soportar los denuestos de esa izquierda “científica” que aún se cree
inteligente sin darse cuenta de que ya
los hechos la han sobrepasado. Hay quienes viven de la política y quienes viven
desde dentro los azares y desventuras de la política. ¿Cuántas veces estuvo Jaime en la cárcel
acusado por su rebeldía? ¿En selvas y montañas cuántas veces se expuso a morir
con tal de convencer a unos guerrilleros de que dejaran libre a unos secuestrados?
El eterno muchacho jamás recurrió al exhibicionismo de alardear de su hoja de
vida pues en su caso ya la suerte está echada.
¡Me quito el sombrero! Hermano Jaime.
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