sábado, 21 de abril de 2018

LA NOCHE DE LAS BRUJAS / Darío Ruiz Gómez




LA NOCHE DE LAS BRUJAS

Darío Ruiz Gómez

La noche de Walpurgis  es una tradición popular  alemana. Es la noche en que sobre el cielo oscuro  todas las brujas y lémures se convocan en un vértigo de brincos, chillidos  detrás de los cuales se esconden las criaturas  de las catacumbas, el hedor de los muertos insepultos, de los huesos desconsolados de quienes sufrieron la brutalidad de una injusticia. Nada tiene que ver con el doméstico y festivo aliento del Halloween norteamericano lleno de niños pecosos, de brujas que reparten caramelos. No hay nada más terrible  para  la lucidez   que lograr captar  detrás de estos desmanes  de ultratumba  aquello  espantoso que las gentes no alcanzan a ver: la tragedia  escondida detrás de quienes  beben y folgan sin darse cuenta de la catástrofe inminente  que desatará  el horror y el espanto – entonces  el nazismo ad puertas-  apoderándose  de todos los lugares, de los ojos de los recién nacidos  y las palabras, sobre todo las palabras  se arrugarán como hojas secas  frente a la estampida de las gentes. Karl Kraus murió en 1936 pero sus reflexiones sobre la crisis de la sociedad alemana en ese terrible periodo  de entreguerras  cuando  ésta se va  precipitando en la irracionalidad, constituyen la  cima de un pensador cuya clarividencia  aún nos estremece al constatar que sus lacerantes  reflexiones  continúan describiendo nuestras  actuales  situaciones, la mediocridad que nos impide calibrar lo que entraña una catástrofe moral cuando una sociedad pierde sus guías espirituales y cae  en manos de oscuros demagogos.  “La tercera noche de Walpurgis” fue su último y estremecedor texto  donde avisa a los negligentes, a las almas tibias  sobre las consecuencias  del desastre que él descifra primeramente en la corrupción de los periódicos, en ese seudolenguaje  donde  se degrada  la tarea de la palabra al ser sustituida  por la falsedad de la propaganda. Una prostituta puede ser redimida, decía con su causticidad habitual ¿Pero quién podría  redimir a un periodista? No pues el periodista que es carne de verdad como Camus, indagatoria permanente sobre el acontecer histórico y el desvalido ser humano como en Ortega y Gasset sino hoy el fabricante imperturbable de “ Fake News”, de verdades posmodernas lanzadas a destajo y a capricho de lo que pida  el poder , aquel que adultera un texto o un video para distorsionar el significado  de una información, aquel que  fabrica un enemigo de la “paz” pero desconoce los derechos del opositor a pensar diferente. Kraus no habla de la  corrupción porque  al describir con exactitud amarga un estado de  vileza general nos recuerda que lo que pone al descubierto el  derrumbe,  es la putrefacción : el nepotismo, el tráfico de influencias, los carteles del robo a la educación, a la salud, los carteles de abogados para el crimen organizado, la prevaricación, las viviendas mal construidas, el robo del dinero de los niños y los epilépticos,  pero igualmente  la muerte de las ilusiones, la estafa de la revolución social por parte de burdos  narcotraficantes disfrazados de mesías ateos. ¿Cómo ejercer justicia desde una lengua desacreditada?

No puede llamarse lengua a un palabrerío  manipulado por  ideologías desacreditadas, capaz de decir que no es verdad lo que los ojos certifican porque como recuerda Gabriel Albiac  invocando a los clásicos,  “corromper el lenguaje es la raíz de todas las corrupciones”.
  

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