viernes, 30 de mayo de 2025

El silencio de mi padre de Tarsicio Valencia // Víctor Bustamante

 

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El silencio de mi padre de Tarsicio Valencia

Víctor Bustamante

El carácter de Tarsicio Valencia para mantener un equilibrio entre su oficio de escritor, por supuesto me refiero a su poesía, y su trasiego personal, es decir a su concepto de vida y ese valor que es producto de esta, su palabra, entrega una relación fundamental para entender su escritura, esa escritura que ya no es suya cuando se publica, cuando el libro salta a las manos del lector que decide proseguir en esa aventura de trasegar en sus páginas, ahondando en lo que el autor entrega, ese mundo que es la experiencia con sus pasos inconclusos, con sus vertederos como un oasis para conceder un poema o para recordar una salida lejos de sí mismo, es decir para soñar, o cuando la realidad que lo abarca, que lo sostiene, y por eso uno sopesa que es la necesidad de escribir que lo lleva por caminos insospechados o quizá por esos lugares y personas que están cerca. Es más, que él ha vivido en todo su esplendor y de ahí que las palabra, me refiero a su palabra, acuda a ser parte de él, dentro de esa actitud que considero el ser poeta, no desde el brillo que dan los viajes como escenario para vivir una experiencia sino desde el recogimiento, desde el interiorizar  esas prácticas vividas; muchas veces pensadas, repensadas, y por esa razón escritas con esa precisión de quien sabe que la palabra en el silencio, poblado de tanto ruido que ensordece, no lo hace especular, sino que en su poesía está la palabra única que enuncia su inspiración y por lo tanto lo expresa a él, en esos momento de placidez o de acedia, que son refugio para que la palabra vuele alto y pronuncie esa aventura sin tosquedades, pero también con brillo que es esa palabra que con el tiempo se convertirá en una huella personal, muy íntegra, dentro de esa poesía escrita son precisión y sosiego como si el poeta al terminar un poema, que es su representación, caminara por un sendero que él ya conoce; senderos seguros a veces un poco titubeantes, pero que con el paso de los poemas le dan esa unidad que pertenecen ya a un libro, su libro de poesía, es decir una escala dentro de su trasiego, ese trasiego que como un abanico se abre en la noche oscura del alma para brillar con el esplendor de la palabra única, esa palabra que lo expresa en la contemplación y más seguro en su propia reflexión como un momento en que uno denota como cada poema mantiene una cercanía como parte de la unidad en todo el libro, y esa unidad dentro de esa circunstancia es nada menos que la palabra que prosigue, la palabra que recaba el ruido, que no quiere ser mutilada; lejos de aquella que refleja el ambiente de los poetas alucinados nada menos que en ensañarse a sí mismo y en no darles a la palabra el peso específico de su don, ese don de ser poeta; ya que escribir poesía es nada menos que saber que cada palabra se convierte no solo en augurio, en ventana o camino, en noche o en horas que corren rápidos en la multitud del día, sino en esa poesía que el poeta sabe que lo delata y al mismo tiempo es escala dentro de esa larga gradería de escalones inconclusos que a cada instante cuando es escrito o se sube contemplar desde la montaña o se ahonda en sí mismo, en esas oscuridades, en esos socavones transitorios del alma no se divaga por laberintos nunca idealizados, sino en la realidad que presente desaloja al ser escrito un poema. Así Tarsicio Valencia, el poeta de la circunspección, diría más bien del recogimiento y también de esa esencia por las personas y circunstancias que lo rodean. Tarsicio no provoca malestar para nadie, reta, pero no es lejano, ya que su libro en la austeridad de su creación nos señala nada menos que la poesía es significación, síntesis y donosura. Tarsicio escribe en su retiro, pocas veces se de él, con tranquilidad para decirnos como la poesía llega a su ser y él la trasformad en aquellos momentos que lo embargan. Y es entonces cuando se establece ese diálogo siempre abierto entre el escritor y su lector que sigue las huellas del libro impresas en cada poema cuando las páginas se abren, suceden, para buscarlo a él, en su trasiego vital, aquel que lo ha llevado a ser escritor.

De ahí que, El silencio de mi padre, (Editorial Grámmata, 2024) configura y denota lo que podríamos llamar la premonición de su poesía, que es en realidad la certeza del poema escrito, es decir las huellas de ese camino que Tarsicio ha ido desbrozando. Muchas veces por pretender ser modernos con toda la impaciencia que produce esa poesía en apariencia futurista o de vanguardia, olvidamos nada menos que el mundo cercano con sus certezas y abandonos. De ahí que la presencia del padre, al darle el título a ese libro, su libro, es desde ahí un homenaje y eso sí dentro de ese silencio, respeto, y admiración, a un hombre que ha vivido y que es iluminado desde el recuerdo de su hijo que lo evoca, y al evocarlo y escribirle en ese momento pletórico de sencillez, es mantenerlo presente en toda su dimensión.

El poeta lo señala en su totalidad:

 

EL SILENCIO DE MI PADRE

El silencio de mi padre

Era un sí misterioso

Decidido siempre en las leyes

Del azar

Escuchó mucho a los árboles que amaba

Su tacto era firme y delicado

Un color tierno rubí en sus ojos

Horas y horas en silencio

Imbuido su espíritu

En olores de cafetos naranjos

Velando por sus hijos

Y una mujer que le regaló el amor entre amapolas

Un sí orquídea de sus labios.

 

Presencia y respeto, rigor y admiración canalizan esa cara persona, el padre, lleno de austeridad y de firmeza.


MARÍA NUBE

Sí María

Aún existe

Es azul como el amor

Florecen los siete cueros.

 

Aquí el azul expresa la inmensidad que no cesa, pero también manifiesta el sosiego, solo el poeta sabe en ese verso, la profundidad de su afecto y a quien le habla, Es azul como el amor.

 

COLIBRÍ

Para Susana

Colibrí atento al aroma del jardín

Todas las esencias de la Arabia

Me recuerdas

Un jazminero en la huerta de la Alhambra.

 

Aquí, en este corto poema, se han suprimido otros paisajes como es lo místico, la herencia y una diáspora, pero ese par de palabras al ser pronunciadas, Arabia y la Alhambra, con toda esa connotación que carga y eso sí pesan para saber cómo ese lugar que estuvo en España poblado por árabes y judíos ochocientos años 800 años, se juntan en la memoria para que un colibrí, frágil y asustadizo,  busque esas esencias que perviven en un lugar de una significación y de una inmensidad notorias.

Pero hay un tema que predomina, un tema que es el paisaje mismo, y es debido a que sus poemas lo circundan árboles y agua, montañas y frutos maduros que no lo arredran, sino que son presente y refugio, deuda y afecto, escarmiento y oasis. Es decir, paisaje como presencia de lo usual, pero que el poeta le da su destino al particularizarlo.

En este libro fluctúan diversos temas que redimen y así mismo atraen al poeta al indagarlos, lo cual supone una tentativa quizá atrevida, quizá íntegra, pero eso sí muy personal, ya que a lo quiero referirme no es un tema, pero sí constituye cierta manera de indagar un libro y a su autor, el cual al nombrar ciertos autores entrega una huella capital, necesaria para su discusión personal, eso sí sin dejar de ser un lector para pasar a otra fase, ser escritor.

Desde el mero punto de vista es notable que después de leer, releer tantos libros consagrados, el poeta asuma ese diálogo personal con escritores diversos que algo le han aportado o a lo mejor lo han convocado y por alguna razón secreta que solo sabe él, al mencionarlos, y el lector curioso se pregunta cuál es la razón secreta para traerlos a su poesía. Son tan disimiles, desde Von Kleist a Julio Flórez, desde Bécquer a Pessoa, desde Lautréamont a Josefa del Castillo. Po supuesto los autores mencionados son más y eso sí diversos, lo cual denota algo, cada uno de los escritores poseen esos textos que con el paso de las lecturas y el abrupto tiempo que se sucede, establece esos diálogos y así regresa a ellos, y al mencionarlos en su poesía, los agasaja y celebra, y eso sí le señala al lector, aquí están mis guías, mis maestros en ese camino a veces oprobioso de la escritura. Es decir, ellos son sus clásicos personales. Ya que en esa diversidad se haya ese diálogo constante en que un escritor reconoce a quienes lo anteceden como si la lectura fuera esa conversación necesaria, adyacente para llegar a expresarse, después, en ese después que los convierte en cercanía.

Pero también el escritor nos persuade con sus diversos temas, la música el paisaje, la mística, la reflexión, y es, sobre todo, cuando nos sorprende con su definición de poesía, lo cual admite un efecto inesperado, que va a exteriorizar su autenticidad, la que nos interesa. Ya que a través de estos textos que se van dejando reluce una frase que indicará la oclusión o el verdadero ritmo de un poeta que a veces duda o a veces va de frente con la palabra para que su escritura exprese lo que él determina, pero que muchas veces entre líneas queda como he dihco alguna frase, en este caso un verso, que recupera y retrotrae a su definición de poesía.

¿Cómo no intentar buscarla en ese palimpsesto donde quien escribe imprime y describe su circunstancia?

 

LA POESÍA

La poesía se muestra

Dibujada

En el grito

Porque hay cosas que no pueden decirse.

 

¿Qué es lo que no puede decirse? ¿Cuál es el silencio o el cilicio del escritor? ¿Por qué razón no nos dice lo impronunciable y asume una renuncia?, pero a medida que leemos su libro nos damos cuenta que sí lo dirá, que a veces duda pero que esa respuesta la encontraremos en otro poema casi semi escondida a la luz de las páginas.

 

EL SOL DE LOS MUERTOS

Si lo dice

La poesía te enseña la pureza

Pantera entre barrotes

Sabes que afuera está lo extenso.

Un sol y sus pájaros.

Un cielo y sus pájaros.

LA CONVERSIÓN

Manchas sobre el muro

La hiedra poema que asciende

El agua

EL DECIR POETIZANTE

Guarda tu cálamo

Y tus palabras

Derrama tu tintero

Guarda la santa imagen de la poesía

Busca la voz habla en el poema.

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LA HOJA Y LA LLAMA

Escritura que crepita

Ceniza que arde

Flamea el poema

Poco a poco el poeta se responde, va hallando su verdad a medida que la escritura inicia su marcha. De esa manera aclara, pero no calla, define, y al definir encuentra nuevas respuestas. Esas respuestas se van sucediendo debido a la intención y al rigor con que refleja una intensa sacudida, eso sí obstinada, perturbadora, férrea, intuitiva e iluminada que persevera con decisión para instaurar y corregir un rumbo dado por el poema que antecede estableciendo esa relación a veces cautelosa pero certera de darle un sentido de verdad a su poesía diáfana, transparente que corre como cuando irrumpe el agua clara.

Por ese motivo sus poemas no dejan de inquietarnos. Poesía, visión y destino, palabras pulidas por las horas, sosiego y reato, caminos y recovecos para llegar a dar una perspectiva justa del poema, y del poeta luchando contra las sombras que se atraviesan y retan, pero encontrando en ella no solo sus soledades sino sus iluminaciones. Así la poesía de Tarsicio Valencia.

 


ONETTI O EL ARTE DE LA SIMULACION (A propósito de los Adioses) / Antonio Arenas Berrío

 



ONETTI O EL ARTE DE LA SIMULACION

(A propósito de los Adioses)

 Antonio Arenas Berrío

“Trabajamos en las tinieblas-hacemos lo que podemos-damos lo que tenemos. Nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión, nuestra tarea. Lo demás es locura del arte”

Antonioarebe1@hotmail.com

No sé porqué dicen que Juan Carlos Onetti es un escritor hermético, a veces oscuro y difícil de entender. Con él siempre nos asalta la duda y la idea de interpretar. Onetti no poseía formación universitaria, sólo decía que su arte consistía en leer y escribir. Sus temas, historias son como el límite de lo impensado. Enfermedades como: el cáncer, la locura, y la tuberculosis lo atraían y representaban la autenticidad de la existencia humana. Cualquier relato suyo aún sea por discreción procura disimularse, vagar el contorno, la espesura, la vacilación y la especulación. Los Adioses (1954) es una narración contada a la mejor manera de Henry James por un narrador exterior, donde el lenguaje de la ambigüedad o el punto de vista juegan un papel fundamental en la historia y el desarrollo del tema. La ficción de los Adioses es moderna, con técnicas actuales, convirtiendo a Onetti, en un excelente escritor contemporáneo. Cuando se lee los Adioses, lo primero que como lectores nos preguntamos es: ¿Cuál es el tema?, ¿De qué habla esta ficción? La narración es misteriosa, llena de dudas y se puede “creer” que, es una novela de amor, con trama policial, con la diferencia de que no existe un crimen, ni inspector alguno que lo investigue. Hay un muerto y un sargento de policía que finalmente pasan desapercibidos. Lo definitivo del relato se centra en el almacenero-narrador quien inventa e imagina develar el enigma a través de dos cartas y se ve imposibilitado de contar la verdad. La historia se va volviendo un montón de conjeturas, rumores que sustituyen las circunstancias cotidianas de un hombre enfermo que se ha sacrificado. ¿Pero cual es el enigma?, ¿Qué es lo que realmente ocurrió? Un hombre enfermo tiene una relación con dos mujeres, es la comidilla del pueblo. Chisme va chisme viene. Horror moral. ¿Por qué murió? Acaso porque su enfermedad no tenía cura.  Fue por su imposibilidad de amar o es simplemente por la falta de voluntad para vivir. Estar no es más que subsistir y este hombre no desea persistir. Onetti en  la novela los Adioses lo que trata de crear es lector partícipe. Un lector que imagine el tema. Un lector que conjeture sobre un hombre solitario, narciso, que ha elaborado un triángulo amoroso con dos mujeres.

Hay un hijo; pero no se sabe bien, si una de las mujeres es su esposa, ¿la otra su hija -amante? o simplemente recuerdos amorosos de un ayer glorioso y eufórico por un deporte como el baloncesto. El hombre salía en páginas de la revista el Gráfico, era famoso.  En los Adioses siempre existirá un lector cómplice, que a la mejor manera del arte se ve involucrado en la narración y cree distinguir lo que el almacenero le relata. El sentido artístico de los Adioses puede ser la representación de la vida cotidiana de un pueblo. Un hombre sin atributos, mórbido, donde la enfermedad es el punto de conexión principal y el elemento que sirve para reflexionar y profundizar la existencia. Todo lector deberá meterse en la historia, descifrar los gestos del hombre, las mujeres, el enfermero, la mucama, los mirones. Traducir, darle sentido a todo. Las dos cartas olvidadas por el almacenero. Merodear, deducir. El lector es el cómplice de la muerte y del incesto del hombre. Lo obsceno del relato está en que, un hombre enfermo mantiene relaciones con dos mujeres, una es, su hija, la otra tiene un niño y la gente del medio no soporta está situación. Los Adioses, describe la condición humana, de la derrota y la agonía. El final trágico como despedida. Un hombre se encuentra en la cuerda floja entre la vida y la muerte. “Está desahuciado, aunque claro, nunca se lo dijeron”. El no hace nada para curarse, lo detiene un fantasma. El tratamiento al que se somete en la última etapa en el sanatorio es irrisorio. Cuando el hombre se da cuenta de todo ya es basura, desperdicio, tribulación. Una vida que se escapa y nada se puede hacer. La nada.  La novela los Adioses es espectacular, porque plasma la vida cotidiana y la manera como se comporta psicológicamente un enfermo. No es un estudio de su carácter lo que le interesa a Onetti, No es la variedad psicológica de los personajes, sino el tema el que interesa. No son esos momentos rápidos del hombre donde se manifiesta la consciencia, su “yo” interior, su destino, la enfermedad. El tema, es el tema lo que interesa. Es la ruptura de las condiciones reales de existencia para crear una agonía. El hombre enfermo miente o se miente a sí mismo y con esto logra mantener la comunicación con el mundo exterior y las dos mujeres. La enfermedad no lo hace lúcido, produce incertidumbre y ambigüedad afectiva. El narrador testigo es el que interpreta su interior. El lector de los Adioses ve con asombro tres adioses. Un adiós a “su” mujer e hijo”, otro adiós a un fantasma y un tercer adiós definitivo a una vida de sufrimientos suprimida por medio de la muerte. La ambigüedad, el punto de vista del narrador, disimulan el desastre del hombre. La enfermedad falsea el secreto del amor.  ¿La perversión del incesto es la clave única del relato? ¿Un fantasma de una mujer del pasado? Onetti ha logrado despistarnos y meter al lector en la historia como un personaje más. Ahora bien, un crítico como: Emir Rodríguez Monegal a insistido en que la novela es: “una historia de amor y no de sexo… lo que une a los personajes, en verdad esencial es el amor”.

Luego de esta aseveración, sintetiza la historia así: “Un hombre llega a una ciudad de las sierras, donde hacen su cura los tuberculosos. Pasiva, pero firmemente, se niega a asimilarse a esa vida de sanatorio, de adelantada esperanza, que contamina toda la ciudad. Es taciturno, no acepta. Vive sólo para dos cartas (el sobre manuscrito, el dactilografiado en la máquina de dos tipos gastados) que llegan regularmente y que son la vía por la que continúa comunicado con el mundo exterior. Un día llega la mujer, autora de una serie de cartas… Otro día distinto, llega la de las cartas a máquina: es una muchacha fuerte, indestructible, viva: para ella, el hombre ha alquilado un chalé”. Con estas afirmaciones, del crítico uruguayo ya se tendría el tema y la historia, pero no.  No dice que la muchacha sea su hija, no señala el incesto.  Da pistas de su fuerza, ella es indestructible y su potencia va a determinar la condición del hombre. Pero no creo que el tema, sea mencionado por el crítico uruguayo de una manera determinante. El tema es el arte de merodear del escritor, su lenguaje de la simulación y el despiste. El tema es todo, no importa los efectos de superficie, ni la fuerza y vivacidad de la muchacha o los rodeos en la escritura fragmentada por Onetti. La duda es la pasión y la pasión la tarea del escritor. Toda novela con un tema bien definido es una obra misteriosa y sorprendentemente bella y su belleza sería el  fondo. El tema se identifica por el rigor de la intriga, el poder fascinante de sus motivos, la capacidad de emoción y la solidez para entretener al lector. La novela los Adioses Posee un antecedente fabuloso: “La Vuelta de Tuerca” de Henry James. Este vivió obsesionado con el tema al punto de afirmar que: “el tema es todo” - “el tema es todo”.La Vuelta de Tuerca”, tiene la audacia de plantear el tema por medio de un narrador- exterior. Es la aya la que pervierte a los niños y los hace ver una historia fantasmal y que el mal esté en los niños. Henry James se plantea la técnica del punto de vista. ¿Qué ve el lector? … “Ella no se limita a ver los fantasmas, que tal vez habiten en los niños, sino que es ella quien habla de ellos, atrayéndolos en el espacio indeciso de la narración, en ese más allá irreal donde todo se convierte en fantasma, todo se hace escurridizo, fugitivo, presente y ausente, símbolo del mal”.  Henry James dice, además, la historia deberá contarla con suficiente verosimilitud un espectador desde afuera. El narrador es un ser insólito. Un testigo excluido que se impone por la violencia y fantasea el relato. Lo inventa, lo descubre, le da fuerza. Nos revela sólo   la ambigüedad.  Lo cual puede decirse que el tema de las novelas los Adioses y La Vuelta de Tuerca, son simplemente el arte del escritor. El modo de merodear siempre un secreto que, según el lector podría ser revelado o escapa a toda revelación.

 

·        JUAN CARLOS ONETTI, CINCO NOVELAS CORTAS, MONTE AVILA EDITORES LATINOAMERICANA.

 

lunes, 26 de mayo de 2025

Aqui vivía el maestro Gonzalo Vidal. / Víctor Bustamante /Patrimonio Medellín (107)

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Aquí quedaba la casa del maestro Gonzalo Vidal

Patrimonio Medellín (107)

Víctor Bustamante

Debo la memoria de la localización de la casa donde vivió Gonzalo Vidal, el maestro, porque lo fue, a un historiador y profesor, Heriberto Zapata Cuéncar, que intuyó que la historia posee otras aristas, como es la vida cotidiana y, sobre todo, al destacar en ella a aquellos personajes que con su calado intelectual le han dado lustre a la ciudad y al departamento. Zapata en su libro sobre Vidal anota que vivía en una casa situada en lo que es hoy el parqueadero del Club Unión en la carrera Palacé, de lo cual colegimos que esa perversión de convertir casas históricas en parqueaderos data de esa época, actitud que hoy, debido al libre emprendimiento paisa y a la desidia oficial, los parqueaderos se han convertido en el mayor logro de algunos empresarios privados, y ante ese emprendimiento entre comillas, no hay quien frene esa actividad en el Centro de la ciudad.

También le debo su localización a una memoria de primera mano: “Historia de la carrera de Palacé” de Ricardo Olano aparecida en el Repertorio Histórico: Unas casas más lejos, hacia el Norte, vive Don Gonzalo Vidal, artista consagrado, actualmente ciego. Allí escribió la música del Himno Antioqueño y de otras de sus obras”.

Con más detalle, certeza y encantamiento lo confirma Luis Carlos Rodríguez Álvarez en, Un himno, una historia: 100 años del Himno Antioqueño, en reportaje que le hizo y publicó “El Colombiano” en su edición del 26 de noviembre de 1939 con motivo de cumplir 76 años, le preguntó el periodista:

“¿Sigue dedicado a la composición musical, maestro?” Contestando Vidal: “Dicto algo. Para esto me valgo generalmente de nuestro común amigo Zulategui, el más fiel de mis amigos que me hace pasar días y veladas agradables”.

Así era, en efecto. Cada sábado se hacía algo constructivo en nuestra cordial reunión: se leía un rato (las Meditaciones de Fray Luis de Granada, eran para él música y rocío espiritual); dábamos un buen avance al dictado musical que trajéramos entre manos, él al piano y nosotros al papel; luego alternábamos en el teclado y nos dábamos mutuamente temas para improvisar sobre ellos; todos los suministrados por él los guardamos como joyas. En varias ocasiones vimos, entera su “Misa de Mariquita”, réquiem compuesto a la memoria de su hija menor, Mariquita, que murió de 21 años. Es una misa a 2 voces iguales y órgano, que no tiene un solo compás que no lleve infundida la rara inspiración que iluminó al Maestro durante todo el período de su composición. Es lo mejor de su producción de música religiosa.

El actual parqueadero del Club Unión, en la carrera Palacé, enmarca exactamente el área que ocupaba el jardín y la habitación del maestro Vidal, donde fueron concebidas las melodías del Himno Antioqueño y del Himno de la Carretera al Mar. En la casa de Palacé, propiedad que fue del distinguido comerciante medellinense don Indalecio Villegas, tuvieron lugar las famosas tertulias de intelectuales que se reunían en torno al inolvidable Pacho Cárdenas Villegas, el ciego, que, si falto de la vista, irradió conocimiento y erudición apenas apreciables por las mentes que congregó en torno de sí. Díganlo Ciro Mendía, Félix Mejía, León de Greiff, supervivientes de las históricas tenidas. Tabique de por medio quedaba el estudio del Maestro Gonzalo Vidal, al que en ocasiones se trasegaba la Tertulia de Pacho en pleno, juntando derroches de ingenio y euforia”.

Hay un suceso difícil de creer, Epifanio Mejía y Gonzalo Vidal, a pesar de ser coetáneos y vivir en la misma ciudad, de tener ambos una formación artística y de haber compuesto entre Epifanio Mejía la letra del Himno Antioqueño y Gonzalo Vidal la música, de haber tenido diversos amigos en común, nunca se conocieron.

En 1940 el maestro Gonzalo Vidal tuvo una charla con Camilo Correa, director de la revista Micro, N.8. Ahí se nota ese tono de veneración y, además, un acercamiento a su vida en lo referente a lo musical y al trascurso de lo cotidiano en su casa.

 “Tuve el honor de conocer al maestro Gonzalo Vidal. Durante una hora disfruté de su adorable conversación; quiere ello decir que aprendí muchas cosas que ignoraba; porque en cada frase, en cada palabra del autor de nuestro Himno Antioqueño, reluce el ingenio que siempre se le atribuyó. Mucho hablamos sobre la radiodifusión: él cree que MICRO es un periódico de porvenir y conceptúa que hasta ahora va bien conducido; le agradezco aquí esta gentileza, sin incurrir en la mentira protocolaria de "que nos abruma, que no lo merecemos, etcétera"; ante todo, en don Gonzalo brilla la franqueza; si no le pareciera bien el periódico, me lo hubiera dicho en seco y sin contemplaciones; por ello puedo aceptar de plano sus conceptos amables. Me dijo que él es un constante radioescucha de todas las emisoras; en unas oye unos programas y en otras otros; sus preferencias están por los conciertos donde actúan Alicia Borda de Zalamea, Gilma Cárdenas, Alcira Ramírez y Pedro Sánchez; es gran admirador de Pietro Mascheroni y de Joseph Maza; el resto de su sintonía es para Dramas y Noticieros; las piezas completas presentadas por Marina en la Voz de Antioquia lo obligan trasnochar; episodios no le agradan mucho; en cuanto a radioperiódicos, varios le gustan. Parece que con especialidad Amerindia y El Micrófono. Una objeción tiene para la mayoría de los programas: los temas; dice que no entiende por qué se da exactamente el mismo disco para tema de un programa, pudiéndolo cambiar siquiera cada año y, sobre todo: ¿por qué tocar cada vez el disco completo? Citó varios ejemplos, rogándome que no fuera a mencionar nombres para no echarse enemigos; pero que le mortifica mucho este asunto, especialmente cuando tal tema es alguna pieza delicada o carente de méritos: "por ahí alguna audición femenina tiene como característica un pasillo que estaría muy apropiado para cantinas o días de diciembre, pero que abriendo y cerrando un programa femenino disuena una barbaridad. Si el tema es malo, quita méritos al programa: si es bueno, siempre cansa eso de oírlo todos los días dos veces (o cuatro como sucede con los radioperiódicos); esa costumbre debería dejarse totalmente o al menos recortar esos discos, tocando apenas unos compases como hace con tan buen acierto Amerindia”.

Mil cosas hablamos quedando yo autorizado para irlas comentando poco a poco en estas páginas. Especialmente hablamos, sobre los abusos de los músicos “de oído” al interpretar los himnos Nacional y Antioqueño: siempre hacen unos "arreglos" irreverentes que dejan a estos símbolos convertidos en pésimas caricaturas de la partitura original. Pero casi no es de culparlos; desde que el disco con el Himno Antioqueño, maestros de escuela y músicos, lo aceptaron como norma de ejecución, sin tomar en consideración las alteraciones de que fue objeto al grabar: la ODEÓN, en busca de comodidad para colocar la música en los tres minutos de disco, recortó nada menos que CUATRO COMPASES; para hacer que se luciera el tenor, inventó adornos y calderones que modificaron el carácter de MÚSICA PARA VOCES BLANCAS; y luego, quién sabe por qué motivo, distribuyeron las letras a su antojo en este verso, Amo el sol porque anda libre sobre la azulada esfera”. Yo lo coloqué así, “… sobre -laa- zu-lá-da- es-fe-ra. Ellos hicieron cantar: “…so -brela- zú-la- daes-fe-ra”. Como puede verse es una “reforma vital” pues la música original permitía conservar la acentuación de la letra mientras la “nueva” la echa a perder”.

Gonzalo Vidal fue impulsor y colaborador de revistas culturales. De él no se ha descubierto su faceta de escritor, sus poemas jocosos, sus crónicas. Mencionemos algunas de las publicaciones donde colaboró: La miscelánea, El repertorio, Alpha, El montañés, El proscenio, La bohemia alegre, La lira antioqueña, Bohemia, Lectura y arte, Lectura amena, Panida, Colombia, Ibis, Sábado, Micro, Letras y Encajes. Además, dirigió su Revista musical. Igualmente, fue un hombre que no se desconectaba de sus amigos, es decir, “no se mantenía muy ocupado”, como algunos amigos en estos tiempos turbulentos y de las redes sociales. El maestro descollaba con sus parodias y chascarrillos en algunos cafés: El Blumen, El Bambuco y en la cantina del Mono Villa.

En Palacé, filmo algún video en la fachada trasera del actual Unión Plaza, lo que fue su parqueadero, y antes la casa de Gonzalo Vidal.  Algo es cierto como dice Harold Dávila en una de sus valiosas y bellas baladas, cada lugar en la ciudad tiene historias que contar, pero ahora frente a este conglomerado de almacenes que viene desde Junín y que constituía el poderoso y secreto Club Unión, es notorio el mismo infundio con eslóganes elocuentes sobre la Villa, que se suceden hace años, ya que el peso de la historia de la ciudad se oculta bajo las catatumbas mentales, como si a los medellinenses no les interesara su devenir. Eso sí solo se habla bajo la óptica del mercader sin ilusiones, de alta y baja estofa, que prosigue destruyendo edificios, fachadas y calles de una ciudad que no le habla a nadie, de una ciudad que no se interroga, ya que solo departen los avisos comerciales que se suceden y son reemplazados por otros. Así Medellín. El delirio de quienes destruyen Medellín hace mucho tiempo, se asila en la vaga idea de ser modernos como un escudo que prosigue, pero a la hora de la verdad ya sabemos la razón de ese desinterés por el Centro de la ciudad.

Queda siempre la acedia de preguntas que nadie responde, solo escuchamos la voz del viento, ¿Quién realmente es el encargado de responder y cuidar el Patrimonio de la ciudad? ¿Quién mantiene secuestrada las instituciones encargadas de esta labor? No se le puede pedir cordura y humanismo al Establishment medellinense, ya que es un grupo de gente unida por un objetivo común: dejar que la ciudad histórica colapse. En algunas reuniones hablan los responsables de esas instituciones, y sin reato, afirman, que hay que dejar de ser románticos y dejar que esas casas viejas sean reemplazadas. En esa logia nunca masónica, merodean políticos sin formación intelectual que legislan el rumbo de nuestras vidas; barones de los medios de comunicación de toda calaña que evitan el debate, y se asilan en el pasado como si fuera un tónico; los empresarios y banqueros que dirigen la economía nunca les ha interesado el tema patrimonial ya que se necesita aceitar el aparato reproductivo en todas sus aristas. Ellos son el principal impedimento para la preservación del Centro, contumaces, con propuestas ridículas, y su amancebamiento con las babas de sus discursos, habitantes de sus delirios, impulsores del turismo a raja tabla, han asumido su carácter, ya que el turista fugaz mira, busca las scorts y prepagos de la ciudad, asume la droga como el ritual, y el mundo digital donde conviven políticos, empresarios, algunos intelectuales, banqueros y algunos directores de medios, mientras la ciudad prosigue su rumbo; todos a una, imbuidos por la lógica tediosa y banal del pensamiento turístico, para definir Medellín, vivir sus noche lujuriosas, nunca legendarias, dejar su basura personal en las calles y luego buscar los discursos banales para la supervivencia.  Esos que comienzan con la idea de que la historia de una ciudad está en otra parte.

Aun miro la ilusoria imagen de esa fachada donde vivió Gonzalo Vidal, donde compuso tantas piezas musicales, y por supuesto, el Himno antioqueño y ese canto fúnebre, golpeador y fuerte, que reaparece cada Semana Santa, Las Estaciones. Mejor me voy por entre fachadas obscenas carcomidas por esas colmenas con ventorrillos, por entre el tráfico trágico, desordenado y por entre la mugre mental como sinónimo del abandono del Centro, que oscurece la ciudad ilustrada. Me asilo en Versalles. Pensaba y parodio esa frase del gran Vargas Llosa que se debe asimilar, ¿en qué momento se jodió Medellín?


sábado, 24 de mayo de 2025

LA TAREA DEL INTELECTUAL COMO SER ÍNTEGRO / Darío Ruiz Gómez

 

LA TAREA DEL INTELECTUAL COMO SER ÍNTEGRO

Darío Ruiz Gómez

Cuando la irracionalidad se ha apoderado como en Colombia de todas las instituciones públicas, de la política, de la educación  e incluso de la misma religión sustituyendo la razón por un  odio atávico es imposible hablar de diálogo y mucho menos de reconciliación y mucho menos como sucede en Colombia cuando  son los bandidos quiénes “dialogan”entre sí  ajenos en su primitivismo a lo que supone la ley y ajenos por supuesto a lo que debe ser la justicia. El bandolerismo que durante décadas asoló nuestras cordilleras centrales fue mutando  ahora con el populismo a las aberraciones más desaforadas que incluso ya han desaparecido del continente africano. La figura de una falsa india estilo “made in Hollyood en la Onu “informando” al mundo sobre el medio ambiente, da la medida de estas aberraciones donde se olvidó  la ciencia en la explicación sobre los verdaderos responsables de la deforestación o sea del crecimiento de los sembrados de coca, del envenenamiento de los ríos, del desplazamientos de campesinos, de contínuos atentados contra una fuerza pública dejada en total indefensión olvidando  que el ser humano es parte determinante  del medio ecológico que la barbarie está destruyendo, lo que olvida ese ridículo discurso  sobre la Pacha Mamá leído por una ciudadana multimillonaria. Canetti describió para prevenirnos de lo que supone el hecho de que desaparecida nuestra individualidad seamos convertidos en una masa informe que ni piensa ni reflexiona y solamente obedece órdenes. Cuando con su enorme lucidez Mario Vargas Llosa se refirió a “La llamada de la tribu” latente en este regresismo. describió  el fenómeno que cultural y políticamente ha venido acompañando la oportunista transformación del antiguo materialismo científico en esta irrupción congestionada de las tribus en universidades, sindicatos de maestros  y asociaciones de escritores de todo el país donde la razón fue sustituida por, tal como lo he venido describiendo desde hace años por inocuos sermones populistas y las horas de estudio y formación por sesiones de adoctrinamiento.

Lanzarse como candidato a la Presidencia del Perú no fue por mera vanidad sino como la respuesta directa de oponerse a la brutalidad de Sendero Luminoso y al peligroso populismo de Fujimori recordando con Ortega y Gasset que “la democracia liberal es la forma que en política ha representado la más alta voluntad de convivencia sin precedentes en la historia ya que el liberalismo  es el derecho que la mayoría otorga a la minoría, “ la decisión de convivir con el enemigo”  Indeclinable  posición moral que sabrá mantener en pleno auge de la mentira castrista en manos de los  llamados intelectuales sumisos al radicalismo de izquierda, lo que naturalmente le trajo el odio  y la persecución de nuestro  estalinismo  del cual fui testigo en un scracht perpetrado contra Mario en una Feria del Libro de Bogotá  dirigido por Arturo Alape y sus secuaces. Leer desde dentro lo que supone una dictadura - como la que describe en “La fiesta del chivo”, por ejemplo-  es mostrar lo que sucede hoy en un país como Cuba donde ya no hay  seres humanos si no  muertos en vida que se arrastran. Gran novelista, gran renovador del ensayo literario devolvió la fe en el papel que debe jugar frente a los totalitarismos el intelectual libre. Ser incluido en la biblioteca  de la Pleiade es un honor solamente concedido a los más grandes escritores en Francia. El antídoto para no volverse tribu  o sea para no  enajenar nuestra libertad, - tal como se continúa haciendo en Colombia- se basa en recordar la actualidad y vigencia de los guardines de la libertad, Hayek, Popper, Aron, Isahia Berlin, Ortega y Gasset en un texto que  es lectura obligada para  quienes dudan aún de que estamos cercados por la brutalidad.

  

MATANDO ETERNAMENTE A JESUCRISTO / Darío Ruiz Gómez

 

MATANDO ETERNAMENTE A JESUCRISTO

Darío Ruiz Gómez

Para celebrar la orden personal, ya que es solamente suya, del Presidente Petro, ordenando a nuestras Fuerzas Militares el cese de toda clase de asedio contra Calarcá y sus Disidencias, éstas colocaron en La Plata una moto bomba que mató dos personas y dejó decenas de heridos, dejándonos la certeza de que le ha sido concedido por parte “de la Justicia revolucionaria” el derecho a asesinar inocentes. Lo cual constituye una burla despiadada contra el derecho a la vida de todo ser humano y un acto explícito de terrorismo condenado de inmediato por un Derecho Universal que en Colombia no existe. Sólo que en este caso Calarcá, Otty Patiño y demás miembros y miembras, tal como dicen ellas, de las nuevas  “Juntas de verificación” son militantes de la misma filosofía que de una propuesta de revolución social – repitámoslo hasta la saciedad, terminó en el narcotráfico y el terrorismo, en continuas demostraciones de extrema crueldad sin que ningún juez ni ninguna ley ni divina ni humana logre y pueda detenerlos. Este atentado infame ha tenido lugar en el día en que Cristo moría crucificado en una demostración de que todas las barreras que unía nuestra sociedad al imperio de la Ley han desaparecido por completo y quienes como yo profesamos el catolicismo, y los cristianos, la sociedad laica han entrado en la clandestinidad ya que como recordaba el gran Chesterton que nadie olvide que “al entrar a la iglesia los católicos nos quitamos el sombrero pero no el cerebro” Hoy han quedado al descubierto los falsos mesías de la falsa Iglesia, los títeres políticos a los cuale4s solamente parece interesarles sus logros electoreros, la falsa justicia bostezante

Recordaba Lucía Vallejo Rodríguez a propósito de un texto de Russel Kirk un más que notable pensador conservador que “Así la persona prudente es aquella capaz de distinguir en cada situación, qué debe conservarse, qué merece protección y qué necesita ser reformado” Ya que sin orden moral que sustente la política, el ser humano inevitablemente sucumbirá a la alienación. ¿Un planteamiento político frente a la malignidad de quienes consideran que la vida humana poco importa o la enérgica respuesta de una política que parta del rescate de los valores humanos para impedir que seamos dominados por asesinos despiadados y que sin capacidad de reacción nos deslicemos aún más hacia la alienación? Tener fe es volver a contar con la conciencia de que lo humano es la imagen del Cristo que agoniza por amor a la humanidad. La sagrada metáfora de las catacumbas permanece hoy en el pecho del cristiano inocente, desconocido que en medio de la represión de la barbarie y la entronización política del Victimario lleva la luz a quien la espera en silencio.    


LA METAFORA DE LA GUERRA / Antonio Arenas Berrío

 


LA METAFORA DE LA GUERRA

 

(Necrópolis, novela del escritor colombiano, Santiago Gamboa)

 

Por: ANTONIO ARENAS B

antonioarebe1@hotmail.com

 

Toda guerra de liberación es sagrada, toda guerra de opresión es maldita”

Lacordaire

 

Los agentes de la globalización y las nuevas relaciones de poder siguen las pautas del mercado de los bienes de consumo que sitúan la guerra como una estrategia de seducción y la instalan en la conciencia de los sujetos causando miedo, intimidación o euforia. Los encantos del conflicto bélico su persuasión y la publicidad nos hacen sordos frente a la realidad social. Estamos confinados en las ciudades para impedir los desmanes de la guerra. La forma en que la gente vive con el miedo y la angustia, se vuelve parte de la solución de las contradicciones existentes de una sociedad acorralada por las armas y los artefactos bélicos. Nos vemos obligados hacer uso de nuestra razón e inteligencia. Hay que tener el valor de servirnos de nuestra propia razón. No razonar, ni pensar la guerra, ni hablar sobre ella, se constituye en un disfrute que mantiene el olvido. Hoy vale más el grito a la guerra, que el diálogo sobre la convivencia y las formas racionales de resolver los conflictos. La guerra urbana está sujeta al tiempo, y se sustenta en el tiempo, por lo que no se quiere renunciar a ese mecanismo. No se sabe necesariamente donde va a finalizar el conflicto, hay que hacer del diálogo un principio efectivo, aún las cosas sucedan.  En el interesante libro: “La sociedad sitiada”, Zygmunt Bauman nos habla de cómo, la sociedad y el Estado están cercados por la globalización, la guerra y la biodiversidad. La sociedad tiene la tendencia a desaparecer, las instituciones políticas son confinadas, geográficamente y atadas al suelo de las ciudades e incapaces de hacer frente a las oleadas de violencia. Este sociólogo postmoderno estudia la política global, las políticas de vida y la velocidad sobre la lentitud y lo sólido en los seres humanos y de cómo todo esto se desvanece en una sociedad líquida. En sus interpretaciones examina la guerra y establece la frontera global, las batallas de reconocimiento, las guerras asimétricas y la guerra como vocación, para concluir que, todas ellas son un absurdo derivado de la globalización, libradas en las circunstancias globales y a la medida del mercado global y no de un pequeño territorio. Dice Bauman, que lo que está en juego es el principio mismo de territorialidad y su abolición. Afirma, además, que las partes en conflicto ayudan, de una u otra manera, a consolidar la “nueva extraterritorialidad” de las personas. Es decir, el individuo ante la guerra no es más que un paria o un desplazado en el mundo globalizado. Es ineludible entonces, leer las guerras contemporáneas en los contextos globales y en las lógicas de reconocimiento, asimetrías y la vocación beligerante. La novela Necrópolis del escritor colombiano, Santiago Gamboa, pretende ser “la Metáfora de la guerra”. La idea de una sociedad sitiada. La ciudad de Jerusalén, acorralada por la guerra. La ficción es desigual y contada de manera lineal, con visos reflexivos y una carga ideológica frente al conflicto humano presente. La peor lacra que amenaza con desaparecer la sociedad es la guerra. La urbe descrita se compone de un conjunto de destinos individuales, sin vínculos ni acciones colectivas. Personajes, acciones, existencias asimétricas que sólo se acoplan por la guerra y una invitación a un congreso de biógrafos. La ficción de Santiago Gamboa no va más allá de 450 páginas y está construida como una maraña de (13) relatos, que confluyen en una misma historia con un final feliz, místico y lejos del ruido de la guerra y todo lo citadino.

El tema fundamental de la novela es la guerra; mejor, una ciudad milenaria y devota circundada por la guerra. Jerusalén es el infierno urbano de la conflagración de las vidas y de lo carnavalesco de la existencia humana. El miedo, la amistad, las violencias urbanas son cruzadas por el sexo, la droga, y la pornografía de consumo masivo. Coexiste en la novela un narrador-autor, mejor “un escritor colombiano” que, relata la farsa humana y va detrás de cada personaje en busca de su historia, su vida, sus intrigas y secretos. Guerra, sexo, porno, drogas y un suicidio. Todo es como una inmovilización líquida. La ilusión que reconstruye un mundo actual Se ve así la humanidad constreñida por los males actuales. Las irregularidades de unas vidas narradas en medio del conflicto Israel- Palestino. Hay ironía en la muerte de un pastor evangélico, que fue drogadicto, criminal en conversión y bienaventurado. Se suicida en medio del congreso en un acto teatral exagerado. Hay sátira en una bella actriz porno, Sabina Vedovelli, salida de la nada y con un pasado de drogadicción y violaciones. Enseña sobre el placer y el goce del cuerpo por medio del video porno y su escultural cuerpo de hembra postmoderna. Habla sin rodeos del sexo, del amor por el cuerpo y el placer carnal. Hay también un librero y biógrafo francés (Edgar Miret Supervielle) que relata, con sarcasmo, las peripecias y el juego de su vida. Un empresario judío colombiano (Moisés Kaplan) que huye de la guerra. Una periodista extranjera que conjuga el placer de los vicios urbanos. Un escritor invitado al azar a un congreso de biógrafos, unas mujeres compañeras y cómplices de hombres bienaventurados. La paradoja consiste en que el escritor convaleciente, no había podido escribir hasta ser invitado al “congreso”. Todo ocurre en el aparatoso hotel: el “King David” en la venerable ciudad de Jerusalén. Dos espacios sitiados por la guerra. Cada asistente al congreso expone al público sus ideas. Estallan las bombas y el desastre es total al final de las conferencias con la confabulación y suicidio de José Maturana. El escenario parece derrumbarse, la gente se refugia en los silos y surge la anarquía, el miedo y la zozobra. ¿Qué sentido tiene un congreso de biógrafos en medio de la guerra? Vaya sarcasmo. Burla y comedia. ¿Quién era realmente José Maturana? ¿Un doble personaje? Los relatos de las vidas representan, en la ficción una cadena de artificios que el lector va hilando a lo largo de la historia. En los umbrales de la contemporaneidad, en las ciudades, lo que brota es la violencia, esta es la principal incertidumbre que afrontan las personas. Las dificultades que en una sociedad genera un estado de guerra son prácticos, no son abstractos, ni obtusos. La destrucción, la muerte, los miedos, las separaciones de improviso, la protección de la vida, las muertes colectivas o selectivas, el desarraigo, el desplazamiento, las vidas que se van y no vuelven, lo incierto del día a día. La guerra es la peor peste de la humanidad. Actúa como una fuerza ciega, fatal; produce en los humanos una conducta de aprensión aleatoria que desafía todas las expectativas de la vida y el uso de la razón. La guerra es el caos total, el reparo, la perplejidad. Un juego de fuerzas desconectadas y descontroladas que proceden sobre la sociedad y acentúan el poderío de los imperios, impone ideas arbitrarias y afianza el poder de los países desarrollados. En la guerra quienes pierden casi siempre son los niños, las mujeres y los viejos. Necrópolis, como cementerio urbano no es más que un resultado de la realidad social. Un concierto de los vicios actuales. En la novela Necrópolis, el “congreso de biógrafos”, es un simulacro para contar los horrores de la guerra y la hipocresía de las sociedades. En la historia el contexto es el conflicto y no la oración, la palabra escrita o hablada. El goce y la felicidad no existen y cada ponente en el congreso emite un discurso ficticio y el destinatario no será el lector, sino la humanidad. La invención es la reminiscencia del presente. Podemos preguntarnos: ¿es esta una historia verdadera? Ah todas las guerras, dicen ser verdaderas y por una causa justa, pero imperecederamente ocultan los intereses de los poderosos. Las guerras de ayer y de hoy, son las raíces de un incansable horror y repulsión ante el exterminio de vidas. Guerras inútiles, sin soluciones finales.

En la guerra, al igual que en la novela Necrópolis, las identidades individuales se pierden, sólo queda el miedo y la desdicha. La turbación y la violencia se trenzan hasta el punto de resultar inseparables. En toda guerra se pierde la razón, la cultura y la memoria.  Quien pierde la memoria colectiva, pierde la identidad, el presente y el futuro. La guerra es una complicación que supone cierta perplejidad. Un no saber qué camino coger. Al igual que los desastres naturales queda mucho por enmendar. En la novela Necrópolis, la expuesta guerra es ficticia y somete a la diatriba la coexistencia humana. Se asume la guerra con sospechas y sin discusión, la conflagración es un acto humano atroz. En la ficción hay juegos, me refiero a juegos del lenguaje, a los juegos de ajedrez, de pornografía y juegos de consumo, de sexo y droga; como formas de evasión. Juegos de vida, parodias de existencias inútiles, similitudes y amistades. La invención literaria se apoya en entramados textuales, en la interposición de unas voces; en las frecuencias de varios personajes, la intromisión de un narrador como ejercicio complementario al lector. La novela, no es más que una habilidad literaria que coopera en la actualización del miedo y la angustia. El lector de Necrópolis entenderá que el mundo es real y no se evade con la droga o el sexo. La violencia no es perfecta y no poseerá circunstancias de felicidad establecidas en ninguna parte del mundo. La “extraterritorialidad” toca con las personas, el exterminio humano y la depredación de la naturaleza. Se habla de una metrópoli sitiada por la guerra y, cualquiera que sea su intención, aún se imagine el final como una isla, un lugar pertinente, lejano, feliz. Los sujetos y su naturaleza mortal sentirán la pérdida.

 

Leer la novela, Necrópolis no es más que un pliegue de la experiencia humana. Esa búsqueda de un reposo imposible o inalcanzable en la sociedad sitiada por la guerra.

 

 

miércoles, 14 de mayo de 2025

Francisco Velásquez en sus 80 años / Carlos Bueno y Víctor Bustamante.

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Francisco Velásquez en sus 80 años

Víctor Bustamante

 

En este catorce de mayo, días, meses y años se han disuelto en una sola palabra

lo que es el tiempo, tiempo jugador que llega lento, espía y pasa de largo,

 y aun deja,

 en cada risa esa suerte de felicidad inexacta y de condena

en cada línea que leas Sartre se asomará sigiloso

así como Barquillo divagará por los estantes escribiendo uno de sus relatos memorables del Metropol

en cada momento de jazz sentirás la plenitud de haber vivido y bebido

en cada referencia, y atisbo al Centro, merodea y se diluye la ciudad que has caminado, ese Medellín que tus pasos han definido como si fuera tu propia esencia,

mapa personal, sin guía, secreto, con sus calles, con casas y edificios que has visitado en tu memoria, porque algo es cierto, uno posee solo la ciudad que ha vivido, y revisitado, auscultado, y recorrido, sentido sin agotarla,

ya que siempre en cada esquina o calle aun espera la sorpresa de un diálogo que se reinicia con algún suceso que renueva la existencia

en cada copa de vino se sucede inobjetable la odisea de ese mismo tiempo que genera en cada instante los pasos,

las huellas y los caminos que han formado y que se convierten en tu trasiego

y así, gota a gota, palabra a palabra, comprender como esos rumores escondidos, forjados, hacen parte de la otra historia,

y en esa copa de vino rojo que brindamos con aguaceros de mayo,

aún desafías la utopía por un mundo mejor, por contradecir,

por ser tú mismo en la profundidad de tanto desasosiego.

Lento mes de marzo que traes una fecha que es símbolo, 

plenitud, paciencia y asombro

pero también entrega demasiadas lluvias, temporales y crecientes

tus libros y tu irreverencia

tus incalculables historias en este rincón de la noche

cuando con la compañía de Carlos Bueno, y tu inigualable presencia

desbrozamos vinos, risas e instantes de la vida que acecha.

14 de mayo de 2025