LA MONSTRUOSIDAD EN ESTADO LÍMITE
Darío Ruiz Gómez
A
Voltaire se atribuye la famosa frase que desde el colegio escuchamos: “Miente,
miente que algo provechoso sale de mentir”
Mentir para un niño(a) o un(a) adolescente constituía el peor de los pecados y por no decir mentiras
muchos niños o ciudadanos(as) paradójicamente habían sido castigados por la corrupta
justicia humana. De pronto descubríamos que tratar de mantenerse en la verdad
era un imposible pues en el mundo de los adultos todo se movía a través de la
mentira. Pero, nos explicaba aquel iluminado maestro, hay ocasiones en que se puede mentir como lo
podríamos hacer para salvar la vida de un perseguido por una tiranía. Hoy todo
es desinformación como lo he repetido, por
parte de los informes oficiales y de los medios de comunicación privados. En este
estado de desamparo que constituye un
atentado contra nuestros derechos a que se nos diga la verdad es cuando la noticia que se nos da como un
flash nos lleva al “deja vú” al sentir que
lo que acabamos de escuchar ya lo
habíamos escuchado: ”nueve soldados volados con dinamita por el ELN”¿No lo hemos
venido escuchando durante años de años?
¿Cuántas conversaciones de Paz se han intentado celebrar con el ELN y todas han
sido fallidas precisamente a causa de
una matanza cruel? ¿Por qué entonces este gobierno es tan masoquista? ¿No creo haber escrito esta misma columna
varias veces? ¿Hace cuantos meses Marlon descuartizó personalmente a ocho
infantes en el Cauca y nadie dijo nada? Siempre que se recurre a este propósito
en Colombia la crueldad aumenta como un desafío a nuestra cordura. Desde
aquella farsa de las Conversaciones en Maguncia (Alemania) hasta la que ahora
se reúne en México – 60 años transcurridos- cuántas vidas se ha cobrado la
fiereza de estos fundamentalistas? ¿Cien
mil almas de jóvenes militares, de niños, de familias? Lo inescrupuloso de estas falsas conversaciones comienza cuando
el Gobierno desconoce olímpicamente la presencia de las víctimas, de juristas
demócratas como verdaderos garantes de Paz
y coloca a un miembro de las Farc como cabeza del Grupo de
representantes de la Ley, a la asesina de tres mujeres, etc. Repitámoslo: los verdugos juzgando a las víctimas.
Las
anteriores conversaciones en Quito se suspendieron luego de que un perturbado
asesino de nombre Pablito asesinara a
once soldados que dormían y demostrara que la justicia en Colombia no existe
pues nadie lo ha condenado por sus crímenes, ni a tipificado como grupo
terrorista a una organización cuyos fines no son los de una lucha por una
sociedad justa sino el negocio particular de unos poderosos cuyo rostro nunca llegaremos
a conocer como sucede con grupos
terroristas de Palestina, Irán, Rusia, manipulados por magnates a la sombra. La estrategia de poner a prueba la justicia mediante estos atentados busca
calibrar cuál va a ser la reacción de
ésta, para, entonces, llevar más lejos aún
los efectos del terror, desmoronando de
paso las convicciones morales y
democráticas de los representantes “de la sociedad civil” y acallando los
medios de comunicación, las instituciones tal como lo hizo ETA durante su
apogeo de terror, haciéndonos creer que
si no hay justicia que castigue a los criminales y defienda a la ciudadanía, el crimen debe ser una costumbre aceptada y lo monstruoso es lo normal. A ocho meses del
Gobierno Petro vamos comprobando que el mapa de Colombia ya no es el mismo que
diseñó la República, que una compañía particular de helicópteros se encarga de
desplazar a los Comandantes guerrilleros y a este paso todos los valores que rigieron
nuestra vida de civilizados desaparecerán al ritmo de nuestra indolencia moral.
Ellos nos tendieron una trampa y
volvemos a caer en ella. ¿Por qué algún
despistado magistrado insiste en que aún vivimos en un Estado de Derecho?
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