jueves, 10 de febrero de 2022

TOMARNOS EL PELO / Darío Ruiz Gómez

 


TOMARNOS EL PELO

Darío Ruiz Gómez

Es desesperante como lo recuerdan varios columnistas  esa demostración de provinciano narcisismo que nos están dando la mayoría de los  candidatos(as) de las distintas “coaliciones” políticas sin que previamente nos hayan dado a conocer  los contenidos de sus “programas” respecto a la situación del país mientras  abanican su pequeña vanidad  ante las cámaras de t.v,  A este avance de  la superficialidad en la escena política se refería Don José Ortega y Gasset cuando decía: ”Aquí tenemos el criterio para discernir dónde el sentimiento democrático degenera en plebeyismo”  Y, me adelanto a aclarar que  plebeyo se refiere a la plebe o sea esos estratos bajos donde malhechores, forajidos, delincuentes de cuello blanco actúan bajo el impulso de los más bajos sentimientos. Acudir a la plebe como lo hizo el rojaspinillismo es acudir a lo que Marx denomina como un peligro para el avance social, el lumpen proletariat  al que se agregará el lumpen intelectual de aquellos amargados que siguen cayendo en el odio a la inteligencia y a la razón y se prestos a justificar  cualquier expresión de irracionalidad totalitarista, el caso de quienes en Cuba, Venezuela y Nicaragua se arrodillaron  los Dictadores y aquí lo hacen ante los Dictadores en ciernes. Momento donde en lugar de contar con un proyecto social, comienza a operar la demagogia populachera “Si alguien se distingue de los demás por ser más inteligente o tener más autoridad -aclara Guillermo  Hurtado en El Nacional- sabe más o logra más resultados o posee bienes entonces se le acusa de ser un enemigo del pueblo y de merecer un castigo por ello” El temor de aparecer ante “el pueblo” por parte de un candidato(a) como culto, inteligente, conocedor de la temática colombiana, lo lleva a  disfrazarse de “hombre del pueblo”, a utilizar un lenguaje populachero, a colocarse al bajo nivel donde olvidará sus principios, sus valores. Son formas encubiertas de nuevo caciquismo donde el multiculturalismo divide las etnias, los grupos campesinos, los pobres y al estudiantado tal como lo he venido analizando.

“Pero quizás el mayor mal del plebeyismo sea su renuncia a la virtud de la fraternidad. En vez de alegrarse por los triunfos del vecino, del compatriota se le tiene resentimiento, odio. El plebeyismo es la enfermedad de Caín. La democracia no puede estar basada en esos sentimientos porque entonces se convierte en una relación hipócrita, una convivencia amarga, una guerra” Ver al candidato liberal Luis Fernando Velasco acompañando a Petro en un mitin en un pueblecito campesino de Nariño, escuchando a César Gaviria decir que no descarta una adhesión a Petro, es comprobar cómo lo que debía llamarse política ha descendido hasta los vertederos de la mayor sordidez humana. La Democracia a quien convierte en ciudadano le concede derechos y deberes a cumplir, no le está preguntando sobre su origen social o racial o su credo religioso porque el paso previo que cada quien debe dar para ser un ciudadano es el de haber salido de la noche de la ignorancia, liberarse de estos brujos de bluyín y collares de supermercado. Durante semanas hemos visto a doscientas personas, mujeres, niños, ancianos emberás katíos subsistir en malas condiciones higiénicas, de alimentación, entre aguas fétidas, ratas, manipulados por un grupo de falsos dirigentes que se han encargado de colocarles collares, chumbes, manillas comerciales  para que exhiban como “muestra de su artesanía ”  Creo que ni Gaviria ni Fajardo han visto en su vida un indígena Emberá Katío. ¿No se ha compadecido de su  suerte Francia Márquez porque son indígenas y ella busca siervos negros?  ¿Por qué la indiferencia de Gustavo Bolívar declarado Príncipe Mayor de las Letras por la nueva Academia de la Lengua de este populismo? ¿A quién les interesó la suerte de esta desgraciada comunidad, al mudo Cardenal, a la Mona González, a Monseñor Darío Monsalve o quién de estos narcisos (as) de sainete de Colegio autoungidos como supuestos representantes de las “mayorías”? Así van las cosas mientras seguimos viendo cómo se ha destruido a una comunidad.

1 comentario:

Eduardo Albión Bretón Porto dijo...

Por eso es que definitivamente en este país no vale la pena votar por ningún político. La política en Colombia, además de corrupta y violenta, se volvió todo un circo de payasos y bestias salvajes.