LA “DESAPARICIÓN” DE PABLITO
Darío Ruiz Gómez
Uno de las metodologías preferidas por el terrorismo soviético involucró a un importante creador del arte moderno como
Rodchenko a quien se acusa de haber
participado en la extinción de miles de condenados por el
régimen pues bastaba con un finísimo retoque sobre la foto de carnet de un condenado para que éste, convertido en un extraño, desapareciera
para siempre de la vida pública. Milán Kundera
mostró lo que la manipulación de fotos supuso en el régimen comunista checo. La
revista Semana tituló.”¿El Comandante Pablito está vivo o muerto?” “El
Colombiano”: “Pablito se perdió y Colombia ni se enteró…” Esta misma
información salió en “El Tiempo” y la recalcó Infobae. ¿Quién o quiénes podrían
recordar que el sanguinario Pablito Comandante del ELN se llama Gustavo Aníbal
Giraldo? ¿Pablito es el ladino personaje que nos mira de reojo en una foto? El
abrumador informe de “Human Rights” sobre las tropelías del ELN en Arauca muestran a Pablito como la versión de un dictadorcillo dueño de vidas y bienes quien abanicándose en
una hamaca dirige las operaciones de extracción de oro y de Coltán en las minas
de la frontera de Colombia y Venezuela. ¿Cuántas veces lo he descrito yo mismo
basándome en la documentación de grandes
periodistas venezolanos, de NTA24” Pero, recordemos en un país donde los
llamados medios informan para desinformar: Pablito y el ELN, Márquez, Gentil
Duarte juraron fidelidad al régimen de Maduro y por lo tanto al dejar de ser
colombianos se convirtieron en mercenarios al servicio de un régimen que ha
hecho del asesinato de sus contradictores un ejercicio cotidiano. O sea que Pablito es un invasor de un
territorio consagrado por la soberanía colombiana y en esa medida un terrorista
que debe ser juzgado bajo las leyes de la justicia penal internacional que
hasta el momento y ante este consumado violador de derechos humanos ha guardado
silencio tal como la justicia colombiana
ha sido incapaz de configurar jurídicamente sus monstruosidades. En el caso de Klaus Barbie el llamado carnicero nazi de Lyon, quien asesinó y torturó a miles de niños, de
familias enteras ¿Llegó a ser considerado como un despiadado carnicero
solamente después de que la justicia francesa lo condenara o ya había sido de antemano condenado por el juicio de las
víctimas con nombre propio? Esto mismo ha sucedido con Ratko Mladic condenado
por la Corte Internacional de la Haya por la matanza –entre otras- de 8.000 bosnios.
Reclutamiento de menores, violencia sexual, sometimiento de la población bajo
el terror, juicios y fusilamientos al capricho o sea un verdadero Compendio de brutalidades contra la humanidad que Pablito ha venido
cumpliendo con una pasmosa capacidad de sadismo, hechos comprobados ante los
cuales la justicia colombiana no puede declararse en suspenso para su
condena a la espera de que se le detenga y pase a ser juzgado por una “justicia transicional”
donde un hábil abogado puede
dejarlo en libertad.
Hay un momento preciso en
que la justificación de crímenes de lesa humanidad cometidos y justificados
bajo supuestos argumentos revolucionarios – lo repito- se extingue ante la Ley para ser considerados
como crímenes comunes, la diferencia que
es necesario que la JEP no olvide y que
se da – repito- entre el supuesto
altruismo de unos levantados en armas y la conversión de estos grupos y sus
responsables en multinacionales del crimen. ¿No es entonces justa mi curiosidad
de porqué a la vez y como si se hubieran puesto de acuerdo previamente los
grandes medios colombianos de comunicación hayan dado a conocer este más que evidente fake news
sobre la supuesta desaparición de Pablito “del radar de la justicia colombiana”?
¿No es llamativo que de nuevo los arzobispos de Monseñor Monsalve hayan salido
a pedir una urgente mesa de
conversaciones en Quibdó “con un representante de la Onu” y de los “grupos armados”? La guerra de las
plataformas aparece en toda su capacidad de distorsionar los hechos, de convertir en invisible a un criminal para que
escape impunemente sin castigo alguno. ¿Tenemos lectores de estos cambios de
narrativas digitales en nuestra justicia? Pablito se está escondiendo a la
vuelta de la esquina y está dejando a su paso cientos de cómplices de su inventada fuga.
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