DECÁLOGO.
NO DESEARÁS LA MUJER
DE TU PRÓJIMO.
Henry Posada.
Romek, es un
laberinto de incertidumbres,
en su casa hay
ejércitos que impiden respirar,
no hay tregua desde
la luz crepuscular, al alba sangrienta que abre el día.
Hanka sabe que el
amor, ese fruto extraño
es esquivo a los
hombres
que creen hallarlo en
el abrazo espasmódico
como una opresiva
cárcel. Ella sabe con resignada esperanza
que Romek, descendería como Orfeo, a las profundidades del Hades, si fuera preciso en su búsqueda.
Romek, mira el rostro
de Medusa en Cracovia, su amigo Mikolaj,
quizá como Tiresias a Edipo le revela la verdad: No satisfarás a mujer alguna, huera es tu simiente.
Está roto el cristal,
naufraga en su propia realidad,
y la música de Van Den Budenmayer, como un mar silencioso penetra los vagos intersticios del alma.
Hanka en la gravedad
de la tarde acuerda Martes y Jueves, ocho menos diez
recibir a Mariusz
Zawydzki para entregarse a él, un estudiante de Física.
Las Erinias no dan
tregua y Romek huye...Huye del dolor
que con su diente
feroz lo devora todo.
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