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El Desarenadero
Medellín: patrimonio recuperado.
Víctor Bustamante
Por fin hemos entrado al Desarenadero, ha sido una larga espera desde que
se inició la construcción del tranvía por Ayacucho. Durante ese paso del Metro
paradójicamente se descubrió un sitio enterrado del primer acueducto de la
ciudad, así mismo reaparecía el tranvía que pasaba por esa misma calle, y que
también había sido declarado como inoperante y poco rentable muchas décadas
antes. Es decir, la idea de progreso sin cortapisas, sin evaluaciones realizada
por empleados ignorantes de la Administración pública siempre entregan esos
resultados: esconder los logros de otras generaciones. Lo considerado moderno,
lo nuevo, entrega más ignorancia. En esos días del 2013 de destrucción de
palacetes, de casas por Ayacucho, fuimos a ver el Desarenadero situado bajo la
casa, de ese palacete gris cemento, que alguna vez pintaron de blanco hueso con
ventanales de colores que le daban a esa esquina cierto prestigio y que llamaba
la atención a los transeúntes. Tuvieron que ver en ese descubrimiento algunos
estudiantes de la Universidad Nacional y su profesor Luis Fernando González,
quienes evaluaron ese hallazgo, cuando las mentes calenturientas de algunos
investigadores, entre comillas, cogidos infraganti, señalaban que desde allí
existía un pasadizo hasta alguna de las iglesias, la Metropolitana o la
Candelaria para esconder armas o presos o que, a lo mejor ese lugar, pertenecía
a los tanques de la Cervecería Tamayo, también se señaló que esos pasadizos
iban hasta el Paraninfo.
En la Ciudad del Eterno Maquillaje era tan evidente y valioso este hallazgo
que no hubo tiempo para que algunos empleados de baja estofa decidieran echarle
arena a este lugar para resguardarlo entre comillas, es decir esconderlo y no
aceptar el hallazgo de esa magnitud acaso el más importante en los últimos
años.
Luis Fernando González más obstinado con sus requerimientos pidió parar la
obra ya que le daba todo el valor histórico debido a su carácter de pertenecer
al período Republicano, por los arcos, por a diseño. El estudiante de historia
Juan David Verano fue quien encontró el contrato de construcción de 1896.
Así la palabra Desarenadero salió no solo de bajo las placas de asfalto,
sino que regresó a las cintillas de los diarios ya que Medellín en conjunto no
recordaba que tuvo un Desarenadero, a lo mejor el llamado progreso que dejó sobre este lugar pocas menciones llegó a definir
que era demasiado artesanal y primario para lo que consideran una gran ciudad
que cada día se avergüenza de su origen porque piensa que con el llamado bureau ha tocado el cielo del turismo.
Entonces llegó Pablo no el Tarso, sino Pablo Aristizábal, el arqueólogo, a
poner las cosas en su sitio, es decir, el Desarenadero, para darle su valor
histórico, y para decirnos, lejos de los especuladores del patrimonio, el
exacto valor de este hallazgo.
Decía que, en tiempos del inicio del tranvía, fuimos algunos amigos a
filmar el Desarenadero y encontramos el no rotundo de un celador moreno que nos
dijo de nuevo, no. Tantas entrevistas de
los medios lo habían mareado. Lo acompañaba detrás de la malla de tela verde
que ocultaba el lugar un mastín dispuesto a no dejar entrar los visitantes
inoportunos, no valió ninguna razón, él dijo otra vez un rotundo no. En ese mismo año Pablo Aristizábal nos
prometió entrar allá, pero las trabas burocráticas lo impidieron.
Pero el 17 de febrero Pablo y Luis Fernando establecen un diálogo valioso, y
así pudimos ingresar a la parte subterránea del Desarenadero, y henos aquí por
entre pasadizos donde debemos proseguir agachados para llegar a una sala oscura
con sus arcos elaborados en ladrillos, donde sentimos la magnificencia de este
lugar, de un Medellín que emerge eso sí del olvido.
Francisco Villa Rojas que vivía en la calle Aguinaga al frente de la
Iglesia de Buenos Aires, era el fontanero municipal y a él le debemos este
informe presentado al Consejo de la ciudad el 26 de enero de 1891. (Se ha
respetado la ortografía):
H.
H. [Honorables] Miembros del Concejo Muncipal
“Cumpliendo
por lo dispuesto con el Honorable Concejo, y siendo de mi deber el informar del
estado actual de las aguas y acueductos del Distrito, pasa a hacerlo de la
manera siguiente:
Acueducto
general esterior
Este
acueducto principia en una gran reja de hierro que se halla en los terrenos del
señor Carlos C. Amador, y antes del señor Nicolas Mª. Berrío, hasta los
depósitos o desarenaderos generales del agua, y mide una estencion de 1,187
metros.
En
esta gran estencion recorre en casi toda su totalidad, por solares y mangas, en
puntos tan superficial, que las tapas las cubre una capa de tierra de 8 a 10
pulgadas de grueso, y en otros puntos están completamente descubiertas. Del
lugar a donde se une la calle de la Cangreja con la avenida izquierda de la
‘Quebrada Santa Helena’ a la reja que antes he mencionado, en una estencion de
254 metros, atravieza por solares y cocinas tan superficial, que al Ayudante se
le ha impuesto como obligación diaria la vigilancia del acueducto en cada una
de las cosas y solares por donde pasa, para evitar que lo destapen y estraigan
agua de el, para [p. 676] servicio diario de las casas. Cuando me encargue de
la fontanería estaba establecido esto como servidumbre. Esta causa y la de la
infiltración de las aguas impuras que se recojen en tiempo de lluvias e
invierno en los solares fue el motivo para que el Concejo anterior ordenase la
cortada del arroyo de la “Cangreja” a unos 150 metros, mas al oriente de a donde antes se unia este a la quebrada Santa
Helena; para poder construir un nuevo acueducto por la calle de la menciona
(sic) “Cangreja” y abandonar el actual, y además este pasara por ensima del
agua de la Cangreja, para evitar las infiltraciones de esta agua al acueducto,
este mal quedo remediado con la ejecución de la cortada. Dicha cortada como se
ve se llevo a cabo, pero a la construcción del acueducto ni se dio principio,
por haberse agotado los fondos del tesoro principal. Y en mi concepto creo que
el Honorable Concejo debe dictar la construcción de este acueducto.
De
este mismo punto de unión de la avenida izquierda con la Cangreja, al occidente
o centro de la ciudad, recorre un trayecto de 270 metros por la calle hasta la
esquina donde se cruzan esta avenida con la calle que llaman de Ramon Torres,
aquí se interna de nuevo por entre solares y mangas hasta los depósitos, en
esta estancia esta a un poco mas profundo y menos espuesta a impurezas el agua,
pero el trayecto que ocupa los terrenos del señor Rafael Florez el acueducto es
sumamente estrecho y la fuerza del agua a labrado el terreno por la parte de
atrás de las paredes, cuya [p. 677] construcción es de piedra, quedando estas
aisladas y por consiguiente espuestas a destruirse con cualquier peso que
reciban, en estos últimos seis meses se han hecho varias refacciones, debido a
grandes montones de tierra que han depositado ensima del acueducto, sacados de
los banqueos que se ejecutaron en la plaza de mercado y las paredes no han
podido con el enorme peso, por consiguiente considero como de gran importancia
la construcción de un nuevo acueducto por la calle para abandonar el actual,
pues además de ser de muy mala construccion, y estar en malísimo estado, dentro
de poco tiempo quedara expuesto a las mismas contingencias y defectos a que
esta sometido el trayecto de que antes he hablado, con la construcción de
edificios en los terrenos del Florez y los demas inmediatos que el acueducto
atrabieza, y además hoy se presenta como gran inconveniente para el arreglo del
piso de una de las calles de la plaza de mercado.
Acueducto general interior
De
los depósitos al crucero de las calles Ayacucho y Carupano donde termina el
acueducto general, en una gran poseta de repartimiento, mide una estencion de
588 metros y su construccion es de adobe de puntos realzado con una hilada de
adobe tendido, pegado y masisado o reyenado con greda, esta construccion es
malísima, el agua va diluyendo la greda, y por las junturas de los adobes, es
mucha [p. 678] la cantidad que se distrae, en el mes de noviembre del año
pasado se hicieron dos remiendos de alguna consideracion, uno al frente del
local de la “Escuela de minas” y el otro cerca a los depósitos, remiendos
importantes, pues era mucha el agua perdida. De esta poseta de repartimiento se
desprenden dos acueductos que son secundarios. El uno que sigue la calle de
“Ayacucho” al occidente a terminar en el crucero de esta con la de “Carabobo”
en una poseta de repartimiento, su construccion es mejor que la del general, y
esta en buen estado, y mide una estencion de 403 metros.
El
otro sigue por la calle de “Carupano” al norte hasta la de “Colombia” y por
esta al occidente a terminar0 en una poseta también de repartimiento, a donde
se cruza esta con la de “Palace” en la plaza principal, mide una estencion de
319 metros. Este acueducto tiene un trayecto de 77 metros de muy buena
construccion, esta formado de dos cañerias de atanores de 10 pulgadas de
diámetro cada una, capaz de contener la cantidad de agua que corre por ellas,
puede creerse que no se pierde mas agua que la que se filtra por el cuerpo del
atanor, que será muy poca, por ser construida de buena arcilla; el resto del
acueducto no esta en muy buen estado, pues se pierde bastante agua.
Hay
otro acueducto que se desprende del general, de una poseta de repartimiento que
se halla en la esquina que forman las calles de “Ayacucho” y “San Felix” y [p.
679] sigue por esta al sur hasta la de “Pichincha” y por esta al este a la de
“Palace” y esta al sur á terminar en una fuente publica, en la calle de
“Maturin” y mide una estencion de 426 metros, este acueducto se halla en buen
estado, es de solida construccion.
Estos
son los acueductos principales que posee el Dto., posee además 21 cañerias de
las fuentes publicas y las de las afueras de su propiedad.
Depositos ó desarenaderos
El constructor del Desarenadero fue el ingeniero de la Escuela de minas Antonio José Duque, quien creo en 1894, la primera oficina de ingenieros de la ciudad, con Dionisio Lalinde realizaron el trazado y el levantamiento del mapa de Medellín y el diseño del Parque Berrio, 1892. Suyas fueron las construcciones del Almacén Británico, el edificio de las señoritas Lalinde, de algunas casas-quintas de la Avenida La Playa. Ayudó en los estudios para la canalización y rectificación del Río Medellín. Intervino en el cálculo del puente de San Juan, el primero que hubo allí. El edificio construido para los señores Luis y Manuel María Escobar, llevó el nombre de “Edificio Duque”, como un recuerdo a su memoria. Autor de: Memorándum de bolsillo, 1896. (Gallo Martínez, Luis Álvaro, Diccionario biográfico de antioqueños)
Con este descubrimiento y su debida proyección se planea construir el Pabellón del Agua, por supuesto, ojalá no sean solo planes y las buenas intenciones que da la publicidad, ya que este sitio merece ser restaurado y puesto en valor desde hace muchos años que se dio el hallazgo y rescate (2015). Cada día que pasa con la estructura antigua bajo un invernadero plástico, se va deteriorando.
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