domingo, 20 de septiembre de 2020

SOBRE EL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN / Darío Ruiz Gómez

 


SOBRE EL PERDÓN  Y LA RECONCILIACIÓN

Darío Ruiz Gómez

El excelente reportaje de NTN24 sobre el caso del niño enfermo de cáncer que suplica  una y otra vez a “Tirofijo” que le permita  ver a su padre mantenido en un alambrado  Campo de Concentración a cargo de ese abusador de niños y niñas que  fue “El Mono Jojoy” donde estupefactos volvemos a contemplar  las indignantes condiciones en que se mantuvo  a los soldados prisioneros, imágenes desconsoladoras de lo que supuso un abrumador  atentado contra la dignidad humana equiparable  a la de los Campos nazis  o los Gulags soviéticos por lo cual no puede nunca tal como lo hacen algunas  Onegés  proFArC, pensar que una vez cerrado un Acuerdo de Paz   era necesario por parte de las víctimas proceder  de inmediato a conceder a los victimarios “el  perdón y  olvido”  ¿Les puede perdonar  Stiven Martínez que les rogó durante nueve años que no mataran a su papá  que finalmente fue fusilado? En los grandes alegatos contra la barbarie totalitaria lo que prima no es un frío documento sobre lo que supuso la maquinaria del exterminio – sobre el cual hay obras clásicas de estremecedora contundencia-  sino ante todo la condena de formas de opresión cuya inhumanidad nunca había sido conocida en la Historia y en Colombia son nuestra Historia de la Infamia. Hablamos de, tal como lo acaban de recordar Savater y Daniel Gascón a propósito de un etarra que se suicidó en la cárcel y cuya muerte lamentó el inefable Pedro Sánchez, de inhumanos que actuaron bajo políticas inhumanas. Pongo un ejemplo: cuando “Tirofijo” responde que no puede autorizar la visita del niño a su padre alegando que son los médicos de las FARC quienes deben dar esa autorización pues” todo puede ser una trampa” nos descubre con su rostro de verdugo que hay médicos y una medicina al servicio de esta  guerrilla  con lo cual el llamado Médico adquiere una inesperada  relevancia pues muchas adolecentes guerrilleras  lo reconocieron como un cruel abortista. ¿Cuántas de esas adolecentes murieron de fiebre puerperal o desangradas? El Médico no solamente debe responder por su militancia en las FARC” sino por estas afrentas al juramento Médico. La comprobación de la existencia de Gulags en las selvas donde torturaron, asesinaron, fusilaron a los prisioneros,  humillaron a las secuestradas(os)  merece un juicio de responsabilidades a cada uno de esos carceleros, a cada uno de esos “teóricos” que justificaron estos oprobios a la dignidad humana cometiendo con ello lo que desde los juicios a nazis y estalinistas se tipificó como crímenes de lesa humanidad, incluso como genocidio en nuestro caso por el exterminio de muchas de las etnias indígenas. ¿Perdón ante afrentas que son de amplio conocimiento de la Comisión de la Verdad?

Jean Améry inmenso escritor quien fue torturado, humillado en los campos de concentración nazi, se negó a perdonar a sus verdugos al contrario del perdón que otros escritores que sufrieron las mismas afrentas concedieron a sus victimarios. “Mis sentimientos existen con el objeto de que el delito adquiera realidad moral para el criminal, con el objeto de que se vea obligado a enfrentar la verdad de ser carne” Para Améry el resentimiento será la única forma de moralizar la Historia tal como se ha señalado. Y tal como lo aclara Eugenio Sánchez Bravo, “Quienes piden olvido y mirar hacia adelante como método de superación ofenden el dolor único de las víctimas” El niño murió de cáncer, languideció entre las lágrimas de sus ojos tristes y su papá fue fusilado por simple capricho tal como lo hicieron con los papás de otros niños, con una madre y otra madre que ahora desconocen el lugar donde fueron enterrados. ¿Porqué tu obsesión con las FARC? me recrimina un escritor: porque es claro que sin enjuiciar el uso de la crueldad, de la tortura, del desplazamiento masivo, del fusilamiento de niños, de la ofensa contra mujeres y etnias, la justicia -que con nuestra cuota de modernidad-  se puede convertir en una amarga humorada y la literatura  que debe tomar el partido de los niños ofendidos  convertirse en cómplice de los verdugos. Estas mismas consideraciones he escrito sobre la barbarie de los paramilitares.  Como lo dice un notable pensador como Jankélevichit:  “El perdón murió en los campos de la muerte”

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