sábado, 26 de septiembre de 2020

EL TERRITORIO Y LOS TERRITORIOS / Darío Ruiz Gómez

 


EL TERRITORIO Y LOS TERRITORIOS

Darío Ruiz Gómez

Las “masacres” de campesinos en zonas apartadas de nuestra geografía han sido convertidas en oportunistas escándalos  por parte de algunos políticos y los medios de comunicación de la llamada oposición. En Medellín en el último año de gobierno de Federico Gutiérrez hubo seiscientos asesinatos, una suma mayor hubo en Bogotá y en Cali y en cada ciudad colombiana, en cada región el número anual de asesinatos es escandaloso  pero solo ahora se ha sacado esta problemática  de las páginas rojas de los  medios de comunicación  para  manipularlas   en una escalada de esa Oposición  en  contra de nuestras fuerzas de seguridad. Por el hecho de ser cometidos por “grupos armados al margen de la ley” – con este eufemismo se pretende ignorar el nombre y la responsabilidad de cada grupo criminal-  se ha pretendido no seguir diferenciando las verdaderas matanzas  de las Disidencias de las FARC,  ELN, Los Pelusos, El clan del Golfo, de los  asesinatos   cometidos a diario  por  la delincuencia  común. Que cobre inusitada relevancia  informática  el asesinato de unos pobres mineros o de unos mercenarios  en  algún territorio ignorado  es algo que  cobra  una gran importancia en estos momentos  al venir a recordarnos  que existen los territorios y que en esas periferias viven ciudadanas(os) para los cuales su territorio es sagrado y que ningún violento puede avasallarlo por la fuerza. El comienzo de la reestructuración  democrática del país a partir del frágil acuerdo de Paz debió  comenzar por replantear divisiones territoriales  caducas  mantenidas solamente por un  interés   electorero  de algunos grupos  políticos  gracias a los cuales  se  continúa  permitiendo abusos administrativos, ausencia grave de la justicia y el hecho de que la barbarie  campeen a sus anchas  recurriendo al más horrendo delito como lo es el desplazamiento violento.  ¿Existe Urabá o existe el Meta o  Barbacoas o Itsmina o Bagadó o Peque o Samaniego? El monstruoso  bogotanismo  de la información y la justicia  ha supuesto como lo acaba de recordar el Procurador  la invisibilisación del país nacional. ¿De qué se habla entonces en el Senado y el Congreso, en las Asambleas y Concejos  a qué  Colombia  se refiere  nuestra izquierda pija? La ignorancia, el cretinismo, son manifestaciones  propias  de la tautología   que se ha apoderado de buena parte de nuestra clase política cuando  como hoy  la realidad se ha encargado de   cuestionar  su supuesta representación de las regiones  o sea de realidades  históricas, culturales ,  legitimadas  por las  redes del intercambio social establecidas a lo largo de los años y que muchos de esos representantes ni siquiera conocen. Reconocer las regiones   consiste en reconocer sus autonomías  para contar con el más válido de los argumentos contra la violencia de los  desplazadores. En un mapa abstracto cualquier atrocidad puede  pasar de soslayo  ya que sus habitantes  simplemente no existen para esta bogotanización de la justicia que instrumentó  el santismo para su propio beneficio y que sólo puede ser respondida recuperando la autonomía de los territorios, el rostro y los derechos y deberes de sus pobladores.

  Pero la tarea destructora del  populismo y anarquismo   consiste en negar la fiscalización de  la razón y regresar a la ley de la selva tal como lo vemos en el caso del  petrismo  donde el individuo convertido en masa es capaz de cometer los peores desafueros y donde las  ideas  políticas  convertidas  en religión conducen  al fanatismo:  organizadas  brigadas de choque mussolinianas transformadas hoy en frenético  yihadismo. Y nuestro eufemismo: seguir llamando  vándalos  a  quienes la justicia universal tipifica como terroristas y somete a severas condenas.

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