EL GOBIERNO DE LAS
CIUDADES
Darío Ruiz Gómez
Las ciudades
existieron antes de que existieran las naciones, los Estados. La ciudad griega
alcanzó la forma adecuada para la convivencia colocando el Ágora en el centro
de la vida ciudadana. Y desde la revolución industrial el acelerado crecimiento de las ciudades implicó la necesidad de una nueva planificación de los
territorios para enfrentar los graves problemas de insalubridad, hacinamiento,
polución. De manera que el gobierno de la ciudad debe partir ineludiblemente de
la tarea de hacer frente a estos retos y de proyectar a un futuro inmediato los
procesos que determinarán las nuevas
situaciones planteadas por los desplazados, los grupos étnicos. Aquí cobra su
verdadera dimensión el arte de la
política como gestora permanente del intercambio social derribando murallas de
segregación, recuperando el espacio público como el patrimonio cívico de todos
los ciudadanos(as), incorporando las nuevas tecnologías. Y aparece el enfrentamiento entre ciudades
democráticas y ciudades totalitarias.
Traigo esto a cuento ante el grave
impasse que está viviendo Medellín cuando Quintero el Alcalde elegido ha ido mostrando su verdadero perfil político: el
petrismo y lo que este grupo político
pretende a nivel nacional. Pero aclaro que cuando digo Petrismo como demócrata no es para señalar a un enemigo sino a un contrario político porque esta nueva expresión del populismo, en
la cual militan tantos amigos, tantos intelectuales, ha adquirido ya una dimensión pública que nadie puede negarle y frente a cuyos objetivos totalitarios estableceré mi derecho
a la discrepancia. Ejercicio de
discrepancia que son obvios en la
democracia francesa o la española donde los distintos
medios de expresión tienen un peso
real sobre la opinión pública y los
periódicos españoles llamados por este
populismo como de “derechas” están acompañados de destacados
columnistas, intelectuales y
pensadores que se oponen al populismo de “Podemos” sin que su vida corra
peligro tal como sucede en Colombia. ¿Se imaginan aquí en Colombia a
discrepantes como Savater, Gustavo
Bueno, Félix Ovejero, Manuel Arias Maldonado, Gabriel Albiac ? El error de
Quintero fue pretender ocultar su verdadera militancia olvidando que en la militancia pública se da un
correlato entre credo político personal y ética que, al pretender disfrazarse, transforma a un respetable militante en un infiltrado. Y hay además al respecto un
argumento contundente: quien ejerce el gobierno de una ciudad debe dejar atrás
su militancia para convertirse en el gobernante de todos, absolutamente todos
los ciudadanos sin discriminación alguna de clase social o religión o militancia política. Un
demócrata en el gobierno de la ciudad debe consagrar la pluralidad que es el derecho a que cada quién se exprese libremente y no al multiculturalismo que supone la intolerancia de minorías étnicas o
sexuales en lucha por el poder, tal como señala, Giovanni Sartori: “El consenso
pluralista se basa en un proceso de ajuste entre mentes e intereses
discrepantes. Podremos decir así: consenso es un proceso de compromisos y
convergencias en continuo cambio entre convicciones divergentes” ¿Por qué
entonces utilizar el señuelo de “ciudad del software” para recurrir al Big Data
y atentar contra el derecho a la intimidad de los ciudadanos, para elaborar listas de “discrepantes” medidas características
de un gobierno totalitario? Sobre la catástrofe que ha supuesto Hidroituango,
ingenieros de reconocida solvencia, especialistas internacionales, yo mismo
escribí de inmediato denunciando lo que supuso una cadena de errores, y así
mismo y en el momento debido se denunciaron los casos de Orbitel, Antofagasta, lo que sucede es que no
es lo mismo una denuncia democrática que
confía en una justicia democrática que un intento de golpe de poder de un grupo
político para conseguir un fin: fracturar la sociedad poniendo contra las
cuerdas a todos los grupos empresariales y no sólo a los implicados en el caso
Hidroituango. La escenificación por parte del grupo de asesores
del golpe fue precisa y nos pone
en alerta ante el hecho de que vulnerados los procedimientos democráticos lo que comienzan a utilizarse son estrategias
de toma de poder. Ejemplo: Pedro Felipe Robledo y quien como Superintendente de
Industria y Gobierno tal como lo relató un informe aparecido en “Las 2 orillas”
sus investigaciones sobre la dirigencia
azucarera del Valle “estuvieron cargadas
de excesos” con verdaderos “Bloques de
búsqueda” irrumpiendo en oficinas,
intimidando tal como también lo hizo en Tecnoglass o sea haciendo de un supuesto
acto de justicia un reprobable espectáculo. La pregunta es inevitable: ¿Debe
un Alcalde velar por los intereses de
los ciudadanos o seguir recibiendo órdenes de su grupo político?
P.D Alonso Salazar
nunca ocultó su populismo ni lo han hecho Claudia López o el actual Alcalde de
Cali.
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