miércoles, 7 de octubre de 2015

En la esquina / Rodrigo Tamayo





En la esquina / Rodrigo Tamayo

/Editorial Palabra Viva/

Víctor Bustamante


Sí, Rodrigo Tamayo, siempre tan sencillo, siempre tan cerca, siempre ahí dispuesto a compartir lo que conocía, sobre todo en ese momento cuando el reinicio del cine era necesario para que la ciudad no quedara atrás de este arte tan necesario para la memoria y la discusión. Con él, en esta apología, porque se la haré, porque se la merece, por su calidad, por su amistad, todo era sencillo, y simple, y fácil de compartir. Lejos de aquellos que se escudarían en el cine como conocimiento y se quedarán en nada, solo en el presentimiento de ser profesores universitarios sin obra. Rodrigo sí participó en muchas de esas actividades: cortos y documentales y películas, y es hora de hacerle un necesario reconocimiento a su aporte y no dejar su memoria disuelta en lo que ocupa a los antioqueños la recalcitrante trama de la inexistencia, la pequeña fama de un día, o la fallida cultura de los premios ocasionales como medida a sus artistas. No, Rodrigo es más que eso, es una presencia total en nuestro cine.

Rodrigo Tamayo fue una de las personas esenciales del cine en la década del 80. Entonces para paliar la necesidad de no poder hacer cine solo quedaba la opción de asistir a los teatros y a los cineclubes donde era fácil encontrarlo, disfrutando de algún ciclo de cine, de un gran autor que hacía posible saber que el cine, visto de esa manera, ampliaba fronteras.

No en vano, más tarde, Rodrigo había sido el camarógrafo de Hulleras de Gonzalo Mejía (1980), El tren de los pioneros (1986) de Leonel Gallego y de una película que estuvo mucho tiempo sin presentar al público como fue Mariposas S.A., (1986), dirigida por Dunav Kusmanich, y Canturrón (1991) de Gonzalo Mejía. Además de diversos cortos en la facultad de artes de la Universidad de Antioquia.

Pero ahora no voy a refirme a esas películas que son la continuación del cine en Colombia, y específicamente en la ciudad, en Medellín, y, que por supuesto, es necesario valorar, sino a otra fase creativa de Rodrigo: la literatura.

Un amigo suyo, Iván Puerta, mantuvo guardadas unas carpetas, legajos con notas y ahora ha recobrado una pasión de la cual conocíamos poco de Rodrigo a no ser un cuento ya publicado en el año de su muerte, de una forma casi marginal, pero al fin de cuentas publicado por la Cámara de comercio.

Una de esas carpetas contenía una noveleta, En la esquina, que ahora ha sido editada por Editorial Palabra Viva. En esta el autor nos lleva a su infancia trascurrida en Bello, a la presencia de las barras, a los amigos de esquina con las miradas a lo que acontece en el barrio como lugar de su ternura y de su presencia.

A ese tono confesional, porque ahí está Rodrigo, se sucede la vida marginal de cuidar animales caseros, de atisbar y sentir el pulso de la vida de una familia, donde él, Ricardo, es la persona que camina por Bello, y al comienzo ese nuevo espacio citadino lleno de putas y ladrones, trasunto de esos nuevos habitantes citadinos, como son quienes deben emigrar de pueblos y veredas a una ciudad para evadir el asedio de la Violencia, y rondar en la vagancia, en la falta de empleo de sus padres, en la acosada vida doméstica, en la asedia de los sueños de bachillerato, en una vida llena de soledades, espuria y sin posibilidades, donde solo aparece como manera de socializarse, las barras en las esquinas, y luego  ellos comenzar a delinquir en casa de sus mismos vecinos, sus amigos, y después, mejor huir a Venezuela como un pequeño sueño dorado que no valió la pena. Otras de las utopías imposibles: huir para regresar interiormente masacrado.

Rodrigo Tamayo Herrera nació en bello en 1954 y murió en Medellín en 1994. Era Comunicador social de la U de A. y realizador de cine.


1 comentario:

Mis Carracucas dijo...

lastima que se escuche tan mal porque es un buen testimonio de la memoria de Rodrigo Tamayo. un buen hombre, lleno de alegrías pero con un desencanto interior mayor. abrazos.