miércoles, 6 de noviembre de 2013

11.“Antioquia acrisolada, amalgama de razas” ORLANDO RAMÍREZ-CASAS



11.“Antioquia acrisolada, amalgama de razas

ORLANDO RAMÍREZ-CASAS

 

                                           PÁNEL 6 (DIÁLOGO DE SABERES 2)

 

3.
El Dr. Julio González Zapata estuvo a cargo del tema titulado “El discreto aporte del Derecho” y afirma que “Cuando la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia (FDUA) está próxima a cumplir 190 años de existencia… resulta sumamente importante, pero a la vez difícil, hacer el inventario de los aportes que el derecho antioqueño ha hecho a la región y al país. El historiador Jorge Orlando Melo se queja por la ausencia de una historia del derecho en Antioquia, y teniendo en cuenta que hasta cuando se creó la UPB en 1936 la nuestra fue la única facultad de derecho en el departamento, hacer esa historia es, en gran parte, hacer la de la región”. Y sigue citando al profesor Melo en su trabajo publicado en 1988: “no es mucho lo que se sabe sobre la historia del derecho en Antioquia. Los pocos trabajos existentes dan cuenta sobre todo de los principales abogados a partir de la segunda mitad del siglo pasado (XIX) pero no existen estudios sobre la evolución del sistema normativo, sobre los principios y corrientes ideológicos que han orientado la formación y el pensamiento legal, sobre el sentido social y económico de normas tan ligadas a la vida real de la región como el Código Minero, la legislación local sobre baldíos, o las normas de policía. A pesar de la larga lista de abogados notables poco se sabe sobre la historia de la profesión, el papel de los abogados en la historia regional, las formas habituales de su práctica, las redes de poder en las que se inscribe o el status económico y social que generaba. Y todavía menos se sabe de la relación entre el derecho y la realidad social, cuáles eran los delitos más frecuentes, y cómo fueron enfrentados por el sistema político y judicial, qué formas han adoptado la delincuencia, cómo ha funcionado el sistema carcelario, qué eficacia ha tenido el sistema de penas y castigos qué rituales han acompañado su aplicación”.

(No dice el Dr. Julio que de 1988 para acá las cosas hayan mejorado, ni hace alusión al desprestigio público que en la actualidad cobija a las denominadas Altas Cortes con su politiquería incorporada y su carrusel de las pensiones)

Dice el Dr. González que “La FDUA fue creada el 12 de diciembre de 1827 mediante un decreto firmado por el libertador Simón Bolívar. Sin embargo hay que reconocer que la idea nació del general Francisco de Paula Santander para quien los estudios de derecho eran muy importantes para la formación de la nación, pues con la recién estrenada independencia nacional se pensaba que la instrucción pública era el medio más fácil para que los ciudadanos de un Estado adquirieran el conocimiento de los derechos y deberes que tienen en sociedad y el gobierno está obligado a proporcionar a los gobernados esta instrucción, como que contribuye al bienestar de los individuos y a la felicidad de todos… Al parecer las familias antioqueñas no miraban con buenos ojos que sus hijos se dedicaran al derecho, ya que la preocupación giró en torno al trabajo y a la explotación de las minas… Su interés económico giró en la dedicación minera y comercial de tradición, por lo que se encotraron abogados titulados que dejaban de lado su profesión para ejercer y dedicarse a sus actividades productivas”.

(Veo aquí una especie de contradicción. No podemos dudar del interés del general Santander por el derecho, como que se le considera padre de éste en la nación, pero posiblemente ese interés estuviera más centrado en los establecimientos de educación existentes en la capital que en los nuevos que surgieran en provincia y lo que vimos en el pánel respectivo apunta a que la idea nació de los antioqueños en general, y de las matronas en particular, que no querían ver partir a sus hijos para estudiar lejos de casa y aspiraban a que pudieran hacerlo directamente en la región)

Sigue diciendo el Dr. González que “No obstante los tropiezos de la facultad empezaron casi desde su nacimiento y el día 25 del mes de octubre de 1828 otro decreto vino a suprimir las cátedras de jurisprudencia, ordenando que las rentas sobrantes de éstas se destinasen a la enseñanza de las ciencias naturales. El Colegio de Medellín perdió la licencia para impartir estudios jurídicos… despés de la conspiración septembrina de 1828 el general Bolívar expidió una orden explícita de suspender en el territorio el plan de estudios vigente en materia de jurisprudencia e instaurar cátedras de derecho canónico en todas las provincias”.

(Lo dicho. En Bogotá no debía haber por esos días mucho interés de que los provincianos se metieran en esos asuntos, y más bien querían que se dedicaran a otros menos estorbosos como decir la clasificación de plantas o cosas de clérigos, pues al fin y al cabo los curas son más fáciles de sacar del medio, como ya se había visto antes y se volvió a ver más tarde)

Luego dice el Dr. Julio, citando el periódico El Constitucional de Cundinamarca del año 1833, que “Por otro lado los antioqueños de ese entonces no se caracterizaban por su apego a la educación. Se cuestionó el por qué algunos antioqueños que vivían en una de las regiones más ricas e importantes de la República sentían desprecio por la educación aún sabiendo que era la fuente del progreso de las naciones… En ningún otro lugar se encuentran más jóvenes vagabundos, sin modales y de un carácter más áspero que aunque heredado de nuestros primeros padres puede y debe domarse por tres años de un rígido encierro en el Colegio… hay que recordar que en aquella época cuando estaba finalizando la Colonia y en los primeros años de la Independencia la provincia de Antioquia era una de las más atrasadas del país, tal vez debido al aislamiento geográfico que le imponían sus montañas”.

(Vuelvo a percibir un contrasentido de lo que he escuchado en los páneles en el sentido del interés de los antioqueños por dar estudio a sus hijos, lo que se contradice con lo dicho en este periódico. Por otra parte con una juventud tan díscola y rebelde, tan vagabunda y áspera, encuentro meritorio que esta región haya podido salir adelante y crear industria a principios del siglo XX cuando pudo perderse por los vericuetos de la vagancia fácil atribuida por este periódico en el siglo anterior. Algo hay que no me encaja con esta provincia tan atrasada y aislada geográficamente de la que tengo entendido que las familias procuraban ser numerosas para que hubiera muchos brazos para trabajar la tierra, lo que dio origen al dicho de que cada niño nacía con su arepa debajo del brazo y de ahí el disgusto cuando nacían mujeres que no eran vistas como productivas en el trabajo campesino. Es más, si los empresarios antioqueños pudieron salir adelante con una fuerza laboral tan perezosa e ignorante, lo que hay es un mérito de marca mayor)

Dice el Dr. González que “además de las dificultades surgidas desde la creación de la facultad debidas a las disputas entre bolivarianos y santanderistas, y en general a toda la inestabilidad política y jurídica del país a lo largo de su historia, con frecuenta las instalaciones de la universidad fueron utilizadas como cuartel para las tropas enfrentadas en los diversos conflictos armados del siglo XIX, lo que se aunaba a la pobreza e ignorancia del pueblo antioqueño y los estudios del derecho contaban con una dificultad adicional y era tener que convivir con la legislación colonial y la creciente normativa nacional. Sólo hasta el año de 1887 vino a derogarse toda la legislación española”.

(Más de medio siglo los hombres de leyes debatiendo con la palabra y con las armas, y las leyes ahí, sin poder salir adelante. Cualquier parecido con lo que sucede en la actualidad no es pura coincidencia. Son herencias tarales con las que tenemos que cargar)

En medio de tanta inestabilidad política y jurídica, no era posible esperar un gran avance en los estudios jurídicos… La enseñanza del derecho consistía básicamente en estudios de las leyes por medio de un profesor que dictaba, unos estudiantes que copiaban y después en los exámenes debían reproducir de memoria lo que le habían oído al profesor”. Setenta u ochenta años después, todavía hacían concursos con el Catecismo del Padre Gaspar Astete que ganaba el alumno que tuviera más buena memoria para recordar el texto aprendido sin omitir ni una coma. 100% memoria, 0% análisis crítico. Dice una nota a pie de página, citando a Silva, que “esta fue una herencia que soportó toda la educación nacional”.

Dice el expositor que “No podemos olvidar que para aquellos tiempos los curas, los abogados, y los médicos, ocupaban casi todo el especio de las actividades intelectuales… sólo en el año de 1942 se creó un programa de Economía que se separó de la facultad de Derecho en 1946; en 1968 se estableció un programa de Sociología, y apenas en 1965 se creó un programa de Antropología. En 1988 se formó el Instituto de Estudios Políticos, y el pregrado de Ciencias Políticas hizo su aparición apenas en el 2004; cuando durante mucho tiempo para los abogados todos esos campos del saber hacían parte de su quehacer intelectual y hasta ocupacional”.

A pesar del encanto que han despertado los estudios del derecho, no puede afirmarse que es estos, y sobre todo la profesión de abogado, hayan sido bien vistos por la sociedad y los gobernantes… Desde muy temprano se oyeron críticas a los estudios de jurisprudencia, especialmente por su mala calidad y el excesivo número de abogados”. Luego dice que “Se esgrimió con furor la necesidad de restringir por parte de los legisladores la formación de abogados… tal vez en el caso de Antioquia esta crítica, aparte del sustento real que pudiera tener, refleja ese espíritu pragmático de sus habitantes más interesados en producir y acumular bienes materiales que a dedicarse al cuidado del espíritu o las especulaciones intelectuales”. Aún así, “los padres y los hijos continuaban prefiriendo los títulos y se pensaba que era más ser un abogado que un agricultor, un minero, un ingeniero, o un comerciante… desde los tiempos del Virrey Góngora es queja tradicional contra nuestra raza y costumbres el predominio que tienen entre nosotros los estudios teóricos sobre los prácticos”.

Al margen de la profesión de abogado, la jurisprudencia y el ejercicio del derecho, surgieron los leguleyos, tinterillos, y rábulas cuyas definiciones específicas da el expositor y el periódico El Constitucional de Cundinamarca se quejaba de la plaga de estos que rondaba las oficinas de los juzgados y luego se hace mención de la aparición de la carrera de criminalística como apoyo a las investigaciones judiciales. Mucho se avanzó desde el siglo XIX pero “como veremos enseguida, en la década de los sesenta del siglo XX muchos de los defectos que se denunciaban a finales del siglo anterior todavía persistían”. Cita al Dr. Carlos Gaviria diciendo que con una adecuada preparación “desaparecerán como por ensalmo las insufribles e interminables lecturas de códigos seguidas de glosas magistrales, desvertebradas e inconsistentes casi siempre, donde el profesor apela simultánea y muchas veces inconscientemente a los más variados y opuestos sistemas interpretativos según la verdad que le convenga extraer de cada norma”. El Dr. Gaviria introdujo cambios durante su decanatura “pretendiendo que el estudiante fuera a clase no a oír las disertaciones del profesor sino a participar al lado de él, con sus lecturas previas, en la discusión de los temas y las evalucaciones debían ser ejercicios de análisis y no meras repeticiones”. Como dirían unos alumnos suyos: “Nos enseñó a mirar el código penal primero con el código cerrado”. En esa reforma “si bien se mantenía la idea de que la facultad debería seguir preparando abogados, se advertía que su tarea importante era preparar juristas… y se dejaba claramente establecida cuál era la diferencia entre uno y otro”. “El desprestigio científico del derecho es un fenómeno estrechamente conectado con las modalidades usadas para su enseñanza y con la inflexibilidad de los programas vigentes”. Dos rasgos bien destacados signan la enseñanza del derecho en nuestro medio, decía el Consejo Directivo de la U. de A. acerca de esa reforma en 1968: “1. Pretende formar abogados expertos a la vez en todas las disciplinas jurídicas, lo que es utópico; y 2. Se imparte a un solo nivel”. Así como en la medicina se había pasado del nivel del médico general a las distintas especializaciones, se imponía en el derecho el paso a la especialización en sus distintas ramas o disciplinas jurídicas.

Dice el expositor que “Si vamos a juzgar a la FDUA de acuerdo con los propósitos que tuvieron sus fundadores, es decir, permitir que a través de los estudios se facilitara que la Constitución y la Ley orientaran a la Nación y a los ciudadanos; y nos atenemos a las palabras del abogado Fernando Botero, habría que levantar un acta de fracaso”. En este enunciado está justificado el título de la ponencia: “El discreto aporte del Derecho”. Sigue diciendo el Dr. González en su cita del Dr. Botero que “El imperio de la ley no existió sino en la retórica de los discursos, y esa última no ha regulado sino muy parcialmente la vida comunitaria”, agregando el expositor que “Si enjuiciamos la labor de la Facultad desde esa perspectiva, tendríamos que decir que no sólo ella ha fracasado, sino también el país entero porque desde hace 203 años viene tratando infructuosamente de ser una nación guiada por la ley y porque, como diría la maestra María Teresa Uribe de Hincapié, somos un país con la soberanía en vilo”, reforzando su pesimismo la Dra. Uribe con la afirmación de que “Tener una nación compacta, a lo mejor sea una utopía”. Y dice el expositor que “a una fábrica se le puede medir por lo que ha producido, pero a una facultad de derecho se le mide por lo que ha significado, y esta es otra manifestación de su discreto aporte”. No podía ser más pesimista la opinión del exdecano de la facultad. “El derecho es el vigilante de las normas de la sociedad, el que le permite encauzarla y probablemente su mayor valor depende de que la sociedad, y sobre todo sus gobernantes, no se desborden”. Y luego agrega, “Si se me permite la metáfora, el papel del derecho es bastante parecido a las redes subterráneas de acueductos y alcantarillados; cuando funcionan bien, ni lo percibimos, pero cuando no funcionan nos enfrentamos a un desastre”.

4.
El panelista Asdrúbal Valencia Giraldo, exdecano de la Facultad de Ingeniería de la U. de A., inicia con el planteamiento de que “casi todos los campos de la actividad económica de Colombia han recibido los beneficios de la Ingeniería: la agricultura, la minería, la industria, los transportes, las agroindustrias, los petróleos, la construcción, el sector eléctrico, los servicios públicos domiciliarios, la medicina, las telecomunicaciones, el sector financiero, etc.”. Hace un recuento de las labores de ingeniería empírica aplicada por los aborígenes. Habla de que la enseñanza de la Ingeniería en Venezuela se remonta casi hasta la mitad del siglo XVIII, mientras en Antioquia apenas hizo su aparición en la segunda década del siglo XIX con la llegada del sabio Caldas. Menciona a don Lino de Pombo (padre de los poetas Rafael y Manuel) como el primer ingeniero formado en el país. Menciona la llegada de aproximadamente 280 extranjeros que en ese siglo llegaron a trabajar la ingeniería y a transmitir sus conocimientos en nuestro país, y que la medicina formal tiene raíz en médicos que llegaron a trabajar en las minas de la mano de los ingenieros en lo que fue un preámbulo de la medicina ocupacional y la seguridad operativa puesto que “a partir de 1893 podría decirse que empezó la medicina laboral en Antioquia”. Habla el expositor del papel de Francisco Antonio Zea en Europa con el encargo de contratar ingenieros y expertos de esos que llegaron al país con sus conocimientos a transformar nuestra forma de trabajar, y se adentra en una larga lista de esos nombres y apellidos de extranjeros que se quedaron aquí y dejaron una descendencia que aún se percibe en esos apellidos. Menciona la Escuela de Artes y Oficios, propuesta por Pascual Bravo y llevada a la práctica por su enemigo político Pedro Justo Berrío. Habla de la creación de las escuelas de minas de Medellín y de Ibagué, de las cuales sólo la de Medellín tuvo continuidad. “La primera gran central hidroeléctrica del país fue la de Guadalupe 1… obra de los ingenieros Franciso Eladio Restrepo, Julián Cock y Gabriel Sanín, jóvenes profesionales antioqueños formados en la Escuela de Minas”. Menciona “la importancia que la tecnología tomó en las ciencias de la salud. Uno de los pioneros fue el ingeniero electricista Ignacio Escobar Mejía, quien orientó sus estudios de posgrado hacia el campo de la salud y participó en la docencia y la investigación en distintas instituciones de la región. Por su impulso y el de otros visionarios, como el ingeniero electrónico Mauricio Wilches, empezaron los estudios formales de Ingeniería Biomédica y Bioingeniería” y finaliza diciendo que “todo lo anterior evidencia la coincidencia cada vez mayor entre la ingeniería y las ciencias de la salud”.

5.
El panelista Dr. Adolfo León González Rodríguez, miembro del Comité de Historia de la Medicina en Antioquia, presentó su ponencia titulada “Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia (FAMUDEA), 142 años orientando el rumbo de la medicina en Antioquia y en Colombia” hizo referencia a la medicina tradicional practicada por los aborígenes antes de la llegada de los españoles, con prácticas que “bajo otra racionalidad e ideas no fueron comprendidas sino despreciadas, y aún satanizadas por el conquistador… Los indígenas recurrían a saberes ancestrales de curación relacionados con la flora y la fauna” y “Aún hoy la mayor parte de estos métodos son desconocidos por la medicina y la antropología”. “A estas prácticas se sumaron posteriormente la del conquistador español empírico y los métodos curativos de los esclavos procedentes del África… y fueron los únicos recursos curativos con que contaron los antiguos pobladores de la actual Antioquia en el período de la Conquista, la Corona, y gran parte del siglo XIX con prácticas que se denominaron despectivamente medicina de curanderos”. “Es importante anotar que el programa de Expedición Antioquia y otros grupos interdisciplinarios de la U. de A. están trabajando sobre la etnobotánica y esas medicinas, lo que posibilitará en un futuro la apropiación de esos saberes para el beneficio de la región y del país”. “En el año de 1675, cuando se efectuó el primer censo en la recién fundada Villa de la Candelaria, la aldea censaba 700 habitantes y entre ellos no se registró alguien con el oficio de médico o de cirujano, lo que indica que la medicina en esta región estaba a cargo de curanderos y comadronas, lo que se extendió hasta las primeras décadas del siglo XIX, cuando en los registros históricos aparecen médicos graduados en Europa como el francés Pedro Eusse Henri, el marinillo Isidro Peláez Toro, y el español Fray Marcelino Trujillo”. “Para estos períodos la provincia de Antioquia se encontraba en un estado lamentable de atraso cultural, económico y de higiene pública... y el oidor José Antonio Mon y Velarde estableció correctivos para mejorarla”. “Al paso de Medellín de villa a ciudad, una vez obtenida la independencia del régimen español, Antioquia comenzó a crecer económicamente debido a la explotación del oro… y comenzaron a llegar médicos europeos, muchos de ellos procedentes de las antiguas tropas libertadoras y antioqueños que habían logrado estudiar en Europa algunos o en Bogotá otros como los Dres. José Ignacio Quevedo Amaya, Manuel Uribe Ángel, y Andrés Posada Arango”. “En 1896 el rector de la Universidad, Eduardo Zuleta Gaviria, quien había estudiado en la Universidad de Columbia en Estados Unidos, fundó los cursos prácticos de cirugía y dotó a la Escuela de un anfiteatro para la enseñanza de la anatomía y las prácticas médico legales de la ciudad”. “En la década de los cuarenta del siglo XX algunos profesores de la FAMUDEA consideraban que la formación de los médicos no era la más adecuada para las necesidades de salud del país, y se responsabilizó de esto al antiguo modelo educativo francés… modelo incapaz de formar médicos para las nuevas exigencias de una creciente población antioqueña y colombiana que afrontaba los nuevos retos de la modernización de las ciudades, municipios, y aldeas en las cuales se había incrementado todo tipo de accidentes, violencias y enfermos”. Fue creciente el número de heridos con arma de fuego, por sobre las llamadas armas blancas, y los traumas por accidentes vehiculares. En 1948 directivos de la FAMUDEA y del Hospital San Vicente de Paúl recibieron la visita de la Misión Médica Unitaria, procedente de la Universidad de Columbia (USA), “que reveló las grandes deficiencias educativas y asistenciales de ambas instituciones y presentó un informe escrito en donde se hicieron propuestas y orientaciones para mejorar la docencia y la asistencia. En este sentido la Misión proponía cambios significativos en el proceso de selección y admisión de los estudiantes, como también cambios curriculares, para lo cual recomendaban ampliar la práctica clínica en los distintos servicios del hospital… y visitó las otras facultades de medicina existentes en Colombia, donde encontró deficiencias similares a las de Medellín, pero anotó que de las escuelas existentes la de Medellín era la que más se prestaba para asimilar el modelo educativo vigente en los Estados Unidos”, con lo que se produjo la transición de la escuela de medicina francesa, basada en el diagnóstico intuitivo, a la de medicina de la escuela norteamericana soportado en exámenes y análisis de laboratorio. Se extiende el expositor en el recuento de los hitos históricos de modernización que fueron siendo introducidos en la práctica de la medicina local y nacional con registro anecdótico desde los tiempos en que el Dr. José Ignacio Quevedo Amaya practicó en la fracción de La América la primera operación cesárea de la ciudad, cirugía que se verificó sin anestesia clínica y la madre sólo fue sedada con alguna bebida alcohólica o bebedizo de alguna planta. Para ese tiempo en nuestro territorio y en gran parte del mundo las operaciones se practicaban a sangre fría y apenas embotada la conciencia con grandes dosis de bebidas alcohólicas –recordemos en las películas del Oeste al actor empujándose un gran trago de whiskey y mordiendo una bala mientras le hacían la incisión con una navaja calentada al rojo vivo–. Con esta lamentable práctica el paciente corría riesgo de morir “por dolor, hemorragia o infección”, pero “Tal práctica llegó a su fin cuando en 1864 el Dr. Quevedo introdujo y utilizó por primera vez en Antioquia el cloroformo como anestésico”. “Es de resaltar, entre otras, las intervenciones del grupo de cirugía de corazón abierto con circulación extracorpórea en 1954” y luego “un grupo de trabajo multi y transdisciplinario conformado por especialistas de la FAMUDEA y del HUSVP, junto con otros de la Clínica Cardiovascular y su facultad, liderados por el cirujano cardiovascular graduado en esta especialidad en los Estados Unidos Dr. Alberto Villegas H, practicó el primer trasplante de corazón”. “En 1988 se realizó el primer trasplante simultáneo de páncreas y riñón en un paciente diabético, y también debe hacerse mención del trasplante de laringe que fue segundo en el mundo, en el año de 2002… con estos trasplantes se demostraba a Colombia y al mundo la alta formación científica y técnica de la cirugía en Antioquia”. Finalmente, el Dr. González hace un recuento de las circunstancias que llevaron a la creación de la Policlínica Municipal y a la importancia de ese establecimiento para la formación de las generaciones de médicos y la atención de pacientes politraumáticos.

Noviembre 5 de 2013

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1 comentario:

Pepe dijo...

Preguntan por el maleante Gustavo Zuluaga, alias El Hamacas,miembro de las Convivir de la Calle Barranquilla.