LO QUE DEJASTE SIN HACER
Darío Ruiz Gómez
A un
Alcalde se le atribuye dar la
desdichada respuesta cuando llegó a la Alcaldía de Medellín rodeado de un
destacado grupo de jóvenes profesionales que propusieron un modelo nuevo de
ciudad con su plan de bibliotecas barriales, sus replanteamientos paisajísticos
del espacio público, la defensa del
peatón como protagonista principal en el camino hacia la construcción de una
ciudad más humana, con una más intensa integración de los barrios propiciando
recorridos para convertir la inter relación social en una realidad fundamental,
cuando dijo refiriéndose a algunos proyectos como el
de la Avenida la Playa que el Arquitecto Laureano Forero había felizmente
intervenido, que no lo completaría “Porque ese proyecto no es mío” Actitud
que permitió que algunos observadores
políticos recabaran sobre lo que había
venido sucediendo en la ciudad donde cada Alcalde hacía borrón y cuenta nueva
de lo que habían hecho o habían dejado sin terminar las anteriores Alcaldías para, en un gesto adánico, estar
siempre comenzando de nuevo. Sorprendido por su nombramiento Fico en su
primera Alcaldía recurrió como es natural a gentes de su confianza que no
siempre estuvieron respaldados por una experiencia necesaria en lo referente a
las distintas problemáticas urbanas como el eterno rescate del Centro, el metro
de la 80 y la culminación de una obra decisiva como Parques del Río. “Fue –dijo
un comentarista- el único Alcalde que no terminó lo que había comenzado” Lo
cual no constituye recriminación alguna pues muchos proyectos urbanos son pensados a futuro si ese futuro está respaldado por la
viabilidad técnica y económica del
proyecto y el respaldo de la comunidad y
no por los contratistas. Ahora Fico se encuentra ante una ciudad que durante
cuatro años de gobierno populista y con un gabinete de vivos oportunistas dejó a la ciudad, abandonada a su suerte tal como
lo he venido comprobando en sucesivos recorridos: la espléndida intervención de Nano desapareció
por completo y hoy a un cúmulo de basuras, a un quiebre de los bordes
sigue la afrenta de cuerpos de mendigos muriéndose de hambre. Lo que fue una avenida
emblemática en la continuidad de los recorridos gracias a un gran diseño es
ahora una calle de Calcuta no por casualidad sino por la acción de un
desgobierno fríamente calculado por burócratas resentidos. El proyecto de
normalizar el flujo de gentes de los barrios altos con la Playa quedó en el
aire gracias a esa insultante decisión de “Esto no lo hice yo” que en el caso
de Quintero fue un desafiante “no me da la gana de hacerlo”
Contratar una obra urbana sin
antes prever su diseño para no impactar negativamente a las Comunidades
impidiendo una condenable fractura de la malla urbana, el desplazamiento inicuo
de vecinos ¿Para qué entonces existen los planes de ordenamiento territorial,
sino para dar paso a una idea de ciudad
que debe nacer de la lectura precisa de lo existente? ¿No es necesario
replantear la función de los Planes Parciales? Partir de una falsificada idea
del “Medellín de ayer” es abocarse a un fracaso insultante ya que tal como lo
puede uno observar las invasiones se han expandido escandalosamente en las
laderas, los antiguos bordes han sido sobrepasados, han surgido nuevas
economías y nuevas centralidades, nuevos grupos de cultura urbana que la
Oficina de Planeación debe reconocer y ordenar
ahora que ya la gentrificación de barrios como Manrique, Aranjuez, Belén
es un hecho. Y en estas instancias lo escandaloso es que el deprimido de la
Avenida Oriental siga a oscuras y las salidas de Medellín hacia el Sur y hacia
el Norte sean cada vez un problema que se acrecienta y que no se resuelve
gracias a un oscuro contratismo y al olvido de las tareas del Área
Metropolitana.
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