domingo, 25 de septiembre de 2022

Serafín de Omar Castillo / Víctor Bustamante

 


Omar Castillo

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Serafín de Omar Castillo

Víctor Bustamante

Para Luz Marley Cano

No sé si Omar se habrá dado cuenta del texto que ha escrito, precisamente en una ciudad, Medellín que se precia según los sondeos de ser poética, por supuesto que es poética de fachada, pero lejos del ámbito de las circunstancias políticas y públicas, porque en su interior la poesía bulle pero en el suceso personal de un poeta que la ha conformado y vivido, desde ese silencio y apartamiento que lo ampara para proseguir en ese camino a veces pedregoso de la palabra no como artificio, sino como mesura y como singularidad. Sí, sé que muchos decoran la palabra y maquillan su existencia para darle un golpe bajo a la poesía y pensar que con un verso comienza la obra de un poeta. Omar Castillo es de otro caletre; él, más desusado, vive la poesía como norma de una exigencia personal.

De ahí que, entre la realidad de la ciudad, con destellos de fantasía y devoción, construye este texto, este puñado de crónicas o de reflexiones donde Serafín, el poeta, se decide a compartir su ámbito desde su infancia hasta su momento de madurez; son además reflexiones sobre su quehacer poético, así como sobre sus poetas amados, aquellos que le dan lustre a la poesía y con los cuales dialoga.

¿Quién es Serafín que le ha dado título al libro? El autor, el poeta, el crítico literario, el novelista, o el alter ego o un seudónimo, o quizá es un ángel de élite en la corte celestial, un ser inasible, un ser alado y huidizo, ya que Serafín camina la ciudad, toma tinto, ama los cafés, disfruta de las conversaciones con sus amigos; es un trasunto del autor y no deja de serlo a lo largo de las crónicas o tableaux que se hilan para esclarecer su perfil. Cada una de ellas lo define, lo percibe, lo analiza, como si acudiera a esa máxima de Machado, porque lo es, converso con el hombre que siempre va conmigo.

Precisamente Omar, en Serafín, como escritor, pensador y poeta ha salido a la calle, a Medellín, desde hace muchos años para encontrar esas imágenes, esas crónicas para entregarnos un puñado de textos que van por fin a esclarecer esas preguntas que nos acercan más a su poesía, ya que el ámbito de la narración con sus explayamientos de caminos, de laberintos, de explicaciones, de notas, permite juntar esas suturas y esclarecerlas en la medida en que el poeta saca a la luz su concepto para rediseñar esa ciudad, Medellín, que es definida por sus pasos y poemas, o al sitiarse bajo el arco del Edificio Vicente Uribe Rendón, ahí en La Playa con la Oriental no como una alegoría para huir de ella, sino como la propia carnadura de su cercanía. Él no la protegerá de la oscuridad y del crimen, tampoco se protegerá él mismo, al contrario, la hace destellar no en su apariencia, sino en esa ciudad que el propio poeta ha vivido, en ese oasis en apariencia del Centro hacinado y caprichoso, lleno de las sorpresas, pero también de las contingencias que lo envuelven y engullen.

Sería fácil para él volver atractivas o extravagantes en este texto, sus crónicas, que llamo tableaux  donde cada uno expresa una idea, un personaje o un lugar determinado, o hacerlo excesivamente  visible, aunque sólo fuera por algunos matices personales atribuidos gustosamente a su entereza, la lejana evocación de su madre, de su abuela, de su calle la 25 con la 65 en el Barrio Antioquia como punto de inicio de un derrotero, que lo llevará a andar el  Centro mismo con sus injurias y desatinos, pero también con la levedad del abandono y de las ausencias de aquellos que reaparecerán, caros y únicos a través de este texto, porque este texto también es un canto a la amistad, pero esos amigos ya no están: Luis Darío González, Alberto Escobar, Amílkar Osorio, Humberto Navarro, Joffre Peláez, el editor Hernando Salazar, el cineasta Nevardo Rodríguez y el poeta León Pizano. Amigos que al mencionarlos se evita que su memoria se pierda porque en él solo al nombrarlos se reactiva su presencia con esa historia que el autor conoce de ellos en su cercanía y ahora en la inevitable ausencia, todos ellos desde una orilla diferente expresan una Medellín del Centro. Así la escritura a medida que pasa el tiempo se atribuye una característica, no dejar que la presencia de esos amigos quede extraviada en los recodos de otra generación que poco a poco deja que esos nombres se destilen hacia la dejadez de sus sombras. No, Omar al mencionarlos con su nombre propio no los abandona al azar, para que no se convierta en un desatino y desidia. Por esa razón al Omar caminar y dibujar su Medellín, ya que cada uno al ser testigo define su ciudad, transita sobre las cenizas que nunca dejan de humear de los amigos que se han marchado.

Él, cercano al nadaísmo, pero sin sus escándalos ni sus diatribas, sino con la certeza de su reflexión y de sus lecturas, ha creado una obra que podría tener ciertos tintes de cercanía con esos autores, como sería el desenfado, otra escritura, pero que también se erige como solitaria y muy personal, así algunas actitudes e imágenes prófugas del casino nadaísta puede que lo acompañen, pero que él rehusó a estar allí, mientras tanto lo sentimos tan cerca en otras esferas.  Serafín a veces da la impresión de ser un texto aislado en su obra, pero no es así, está más cerca de ella, debido a la inusitada manera de Omar, al juntar como ya había dicho algunos fragmentos que no se habían explicado en ella. Serafín permite acercarnos a Omar en su acepción más personal ya que él siempre ha tomado mucha distancia con las escrituras que lo tuvieron cerca a la hipótesis de un poema que se aparta de la realidad. Nada hay más cierto si en su poesía hay nervio, hay razón, así en este libro hay reflexión y un desafío para que el poeta vuelva sobre sí mismo.

A veces no sé la razón por la cual recuerdo a Monsieur Teste de Valéry, no lo digo en el sentido que Omar asuma ese gesto de escritura en ese libro mítico que se fue completando en cada sucesiva edición, sino que Omar le da un giro y apuesta por varios tópicos, su infancia, su relación con la madre, su barrio, el Centro como un lugar donde se abre a su vida, sus amigos, así como los otros amigos que nunca conoció y a los cuales como en una alegoría le dedica algún capítulo, Rimbaud, Lemos, Mallarmé, Huidobro, Lezama Lima, Octavio Paz y León de Greiff a los cuales idea como unas trasfiguración en un sitio muy personal, El Café Azul o La Cantina Verde, para narrar encuentros ficticios con ellos donde ambos dialogan y apuran ese gesto tan humano de apurar unos tragos como una manera de ser cómplices, en las letras y en ese término algo desusado pero valioso, la amistad. Pero que es El Café Azul. Un lugar indefinible con mirada a la calle donde Omar se encuentra solo con sus autores amados con los cuales conversa y a los cuales les da su tributo como deber con aquellos que abren episodios, y caminos calles y preguntas.

Sin rodeos, pero sí con certezas Omar realiza una evocación para que perduren esos nombres en la fragilidad de un libro, ya que admite, al mencionar estos diversos nombres, que en su diversidad y lejanía exige algunos momentos de proximidad, de admisión, de premura en su formación literaria y en su poética. Al mencionarlos los implica, sin renunciar a que ellos estén presentes como si fueran un inicio, ya luego en guías, herederos cercanos, mejor, para acercarse a su centro de gravedad con lo que implica hablar lo esencial en su escritura, podría derivar hacia esos rasgos que confieren lo que es convertirse en poeta a partir de ellos, pero Omar no busca esa reputación ni el sabido reconocimiento, es más él ante todo prima en su discreción. La discreción que lo lleva  a la mesura y al alejamiento para poder ir construyendo una obra, que ya la ha hecho en parte,  y que la potencia con Serafín, que podría ser considerado el carnet de un poeta, a pesar de los saltos en el tiempo, que si lo leemos con prudencia, percibimos como Omar arriba y se queda en algunos poeta y así va formando su ductus poético, su camino, lejos de esos libros algo mendaces, como Las cartas a un joven poeta escritas para la difamación de los aprendices. No, Omar no aconseja, escribe, analiza, él no quiere dar consejos, sino por el contrario alejarse de esas buenas intenciones. De ahí que este libro donde aparece su pensamiento no se contenta con una verdad sencilla ni incluso quizás con ese nombre en exceso sencillo de verdad, guarda también una obra rica plásticamente, así como definitivamente medellinense.

De ahí que Serafín trata de una obra primordialmente muy personal, incluso si su riqueza y particularidad dan derecho a reconocer en ella algunos tintes biográficos que la empapan de ese conocimiento del Centro que Omar ha gestado desde hace muchos años. Serafín entrega y aporta a la literatura del país algo que pocas veces se ha hecho que, un poeta reflexione sobre su mismo devenir y que además se cuele en los caminos de otros escritores. Así lo que entrega Omar es la total decisión de escribir, de no dejar que su obra sufra otros interrogantes, que, en los pliegues del tiempo tan indecible, él mismo nos de sus respuestas, sobre la vastedad de la escritura.

Ha llegado el momento de interrogar en conjunto la obra de Omar Castillo acercándonos no a tientas, sin prevenciones, pero sí con el cuidado que merece su escritura, a las presencias y rupturas que la consolidan, a cada atisbo que el autor entrega, a veces, de soslayo, o como en el presente libro, con la valoración que le hace al Nocturno de San Ildefonso de Octavio Paz manteniéndonos alerta y de una forma necesaria ante un mundo que cambia en cada momento y donde el escritor se ve abocado a poblar el interludio de sus soledades, las significaciones de sus poemas, los esbozos que aparecen en Serafín de ciertos amigos comunes que es necesario ampliarlos para que su memoria no se disipe, ya que en su hábitat, el Centro, ellos moraron de una forma definitiva en otros años. Creo que este libro trae otra suerte de interpelaciones, que es legítima en un momento en que el poeta se decide a reflexionar no solo sobre sí, sino sobre los tópicos que lo arredran, ante un vórtice que avanza en apariencia y que pretende redefinir el hecho poético pero que no cambia y se devuelve para tener en cuenta a los poetas de los cuales somos herederos, así como Omar con Serafín nos quiere decir que la poesía no se inaugura con el primer verso, sino que viene desde lejos con quienes abrieron la sinrazón y la desazón, de un camino que nunca se agota ya que la poesía sigue torrentosa en el río de la vida  su curso poderoso.

Tal vez Omar tuvo el presentimiento, pero también la certeza de que era necesario relatar estas vivencias, estos juicios sobre sus escritores cercanos, aquellos que leyó, pero también aquellos que tuvo cerca en los cafés y calles de la ciudad y que lo acompañaron en una conversación cuando esta toma su curso duradero sobre el lomo del día, a lo mejor preocupado por esta desazón que produce un estado de cosas donde la decencia del escritor es menoscabada por el aparato social y que él ha dejado de lado porque existe algo más valedero, articulándose de una vez, de inmediato a la exigencia de sí mismo, desechando las hogueras de la maledicencia y la procacidad, eso sí nunca desviándose de su oficio de poeta, siempre presente en su tesón de saber que es contemporáneo nuestro ya en su lejanía y en sus pesquisas, en unas ocasiones muy cerca del presente, pero otras no dejando que se hunda su existencia en la parafernalia del recuerdo, eso sí con la conciencia siempre dispuesta para analizar esa condición de aquellos que estuvieron cerca en su formación, en sus lecturas, en sus reflexiones, en la conversación siempre luminosa y que ahora en su escritura trasforma en pura presencia, luego de decantar en ese absoluto de la luz y palabras, esas amistades, nombres verdaderos en su dimensión y circunstancia  ya fuera en El Astor o en La Boa, en Versalles, en El Festín o en Cardescos donde esas huellas visibles y promisorias, esas conversaciones, esos diálogos alrededor de un tinto, dieron pábulo a esa formación poética, al sucedáneo de esas pesquisas que traen hasta ahora este valioso libro realizado con los retazos, con la cobertura, con la magnificencia de lo que ha quedado, la magnífica y altiva presencia de esos amigos, al ser mencionados y por lo tanto traídos al presente desde ese oscuro callejón que Omar no quiere que se queden en el olvido como síntoma y símbolo de esos instantes que se licúan hacia el camino del ostracismo, como trauma de sus presencias.

Sí, sus imaginarios, El Café Azul y La Cantina Verde, se presentan como una alternativa para lo que podríamos llamar un enigmático sitio para el encuentro y las citas donde la fijeza y la conversación adquieren un tono inusual ya que esos escritores vistos, son homenajeados en la distancia de su presencia, pero así mismo ha llegado a ellos por lo cercano de sus palabras y obra. Además, Omar necesita decirles algo, a veces una requisitoria, otras veces apurar un trago con ellos, otras veces, mirarlos y admirarlos como ocurre con León de Greiff. Omar no toma distancia frente a ellos, antes, por el contrario, nos involucra, eso sí, éstos posibles encuentros contienen su propio distanciamiento en ese instante subterráneo que sería su traslado a ese presente que es posible por medio de la escritura y de su asombro al traerlos a algo tan aparentemente cotidiano como es un diálogo. De ahí los aciertos a los que da lugar una obra tan reciente como Serafín, con toda su significación en un lugar tan cerrado como la ciudad, ya que Omar no deja que se nos escape esa suerte de alegoría, porque es palmaria y se torna cercana y cuando la leemos  es más firme su convicción, su lealtad en esa exigencia única de buscar en la memoria de sus escritores favoritos su desusada presencia, cuyas anotaciones no guarda Omar para sí mismo, antes por el contrario las revela a pesar de que esa experiencia primera, secretamente reunida, la entrega en Serafín.

Valery nos aclara algo:

“Así Teste, armado de su propia imagen, conoce a cada instante su debilidad y sus fuerzas. Ante él, el mundo se componía en primer lugar de todo lo que sabía y de lo que le era propio —y esto no contaba—; después, en otro sí, el resto; y este resto podía o no podía ser adquirido, construido, transformado. Y no perdía el tiempo ni en lo imposible ni en lo fácil.

Una noche, me respondió: —«El infinito, querido amigo, no es gran cosa, es un asunto de escritura. El universo sólo existe en el papel.»”

 

“Un tal Cortázar y otros pasos en las huellas” de Gustavo Arango / Antonio Arenas



Gustavo Arango





 “Un tal Cortázar y otros pasos en las huellas”

(A propósito del libro del escritor, Gustavo Arango)


Escribir sobre lo que otro ha escrito, es casi siempre, un acto de amor”

Saramago


 Antonio Arenas

antonioarbe1@hotmail.com


Por un golpe de azar, en una librería me encontré un curioso libro: “Cortázar de la A a la Z, un álbum biográfico”, editorial alfaguara (2014), en la edición de Aura Bernández, Carles Álvarez Garriga y diseño de Sergio Kern. En el texto, en la página # 49, aparece la letra B en color rojo. Biografía y allí aluden a Julio Cortázar quien nos indicó lo siguiente: “Toda bibliografía es un sistema de conjeturas; toda estimación crítica, una apuesta contra el tiempo. Los sistemas son sustituibles y las apuestas suelen perderse” Julio Florencio Cortázar, no era muy amigo de las biografías al pormenor, de la documentación en detalle eso que lo hagan los demás cuando yo haya muerto lo expresó de manera irónica para atajar en cierta forma a los críticos y biógrafos. Lo curioso fue que sus biógrafos y críticos hicieron lo contrario después de su muerte. Biografías en detalle, documentación en detalle. Julio Florencio Cortázar, una figura en detalle. Ahora bien, en el libro antes mencionado, Cortázar de la A a la Z, se exponen dieciocho biografías y creo que están ubicadas en el orden que fueron apareciendo en el tiempo y el espacio de la vida de Julio Cortázar. La primera de pasta azul y blanca y con una foto es la de Gustavo Adolfo Arango Toro: “Un tal Cortázar”, escrita por un joven periodista de 22 años y la última que nos muestran, es de pasta de color ocre, “Julio Cortázar, Compromiso y fantasía”. Pienso que, hoy en día pueden existir muchas más, pero en el libro en la forma en que aparecen, sus portadas y colores, inquietan a cualquiera como lector de biografías. Otro golpe de azar nos llevó a entender que la primera biografía, fue realizada por un joven escritor de nacionalidad colombiana. En esas apuestas contra el tiempo me trasladé a buscar, dicha biografía. “Un tal Cortázar” (1987), y encontré que había sido una tesis laureada y que después de 25 años había sido aumentada y publicada de nuevo en (2012) por la colección mensajes de la UPB. Y en esta edición, los editores escriben algo muy esclarecedor: “La obra de Cortázar produjo un efecto liberador en la literatura de nuestro continente. A casi treinta años de su muerte, el escritor argentino sigue cautivando lectores inconformes que buscan escapar de “la gran costumbre” para saltar a una realidad más verdadera y enigmática. Personajes como Oliveira, la Maga y los cronopios son ya el patrimonio de varias generaciones y siguen siendo el símbolo de la juventud de espíritu”. La biografía, de Arango está escrita como un juego, juego de descubrir, pausar , descifrar e interpretar , donde el lector se conecta con la vida y obra del escritor argentino, y puedes llegar a un laberinto de fragmentos, ensayos, apartes de la crítica, crónicas, viajes, investigaciones de archivo y trabajos críticos que van ampliando la biografía inicial del año 1987. Su autor nos dice que: “En cierto modo, esos textos posteriores son textos al margen, recorridos por territorios ya vislumbrados en el texto inicial. La versión de Un tal Cortázar, que aquí se ofrece tiene algunos ajustes compasivos por parte del autor que ha vivido y ha escrito más”. La pasión por la obra de Julio Cortázar se refleja en este texto.  Los lectores activos de Julio Cortázar disfrutarán de este libro, y conseguirán volver una y otra vez a él en busca de recuerdos entretenidos, de imágenes, al detalle que antes se habían dejado de lado. Un libro que siempre permitirá: “Abrir la puerta para ir a jugar”. El juego narrativo es un acto de entrega y riesgo, que compromete la vida. Es un ejercicio de la palabra en busca de lo imperioso, del azar y de otra forma de captar la realidad.

Cortázar, nos mostró en su poema “El gran juego”, el adverso y el reverso del juego, donde se mezclan el azar y lo divino, y donde en el juego es el sujeto es el que juega o es el juego en realidad el que juega por todos:                                        


“Entiendo ya algunas figuras

pero no sé qué es la baraja,

qué adverso tiene esa medalla

cuyo reverso me dibuja…

 

Pero no sé si la baraja

La mezclan el azar o el ángel,

Si estoy jugando o soy las cartas”

 

El verdadero juego de azar, el juego narrativo, debería ser con la lectura de los libros del escritor argentino. La literatura se aprende leyendo a los cuentistas, los novelistas y poetas. Y es muy posible que desde muy temprana edad se logre ubicar al escritor-maestro-jugador, que te marcará y conmoverá para toda la vida. Hay escritores que escriben para cierto tipo de personas y el encuentro con ellos establece la influencia de la que ya no podrás salvarte. Quizá sea una fiebre que no termine nunca, un juego literario peligroso.  Porque la literatura es un oficio peligroso. Un juego de muchos peligros y la literatura será una iniciación o vocación. La vida de un lector o escritor está llena de encuentros y desencuentros con novelistas famosos y el afecto hacia ellos nunca será superado por nada. Unos te marcarán más que otros. Ahora bien, al leer por primera vez este libro: “Un tal Cortázar”, Se tiene la sensación de que se logra explicar el “conjunto” de la vida y la obra de Julio Cortázar, pero si reflexiona a profundidad y juegas, te darás cuenta de que en realidad este texto es, “un juego de interpretación”, una vida mezclada con la obra y en especial con la novela Rayuela. Un juego de construcción sentido con la figura de Julio Cortázar. Una biografía para que el lector la arme y juguetee a Bio- Rayuela. La admiración por la literatura, el reto intelectual, la pasión lectora, son también, el producto de un joven periodista que ha gozado de las novelas, los cuentos y se ha detenido en algún elemento significativo de las obras literarias allí mencionadas y a partir de ahí mostrarnos su intuición, su olfato de lector y su apreciación periodística sobre la literatura y la vida de un escritor. Al leer esta biografía, en la complicidad de un café sentimos la imperiosa necesidad de volver sobre los textos de Cortázar, de congraciarnos con sus temas e ideas en cuestión, con la vida de alguien que se va volviendo famoso en su proceso creador.” La creación literaria no sirve tanto en inventar como en trasformar, en transvasar ciertos contenidos de la subjetividad más estricta aun plano objetivo de la realidad”. El lenguaje es de un letrado. “Un tal Cortázar”, es un conjunto de fragmentos que nos habla de la narrativa del escritor argentino y su influencia en la literatura latinoamericana, sus mundos imaginarios, sus sueños y pesadillas y del seguimiento preciso de ciertas estructuras narrativas, El Perseguidor, Rayuela, Los Premios etc. Todos somos leyentes y cronopios de alguna manera de la obra de Cortázar, lo único que se busca es prolongar en lector el placer estético que les dio su origen.

“Rondar las cosas por el otro lado”, actuado como poeta o mago y viviendo el tiempo fuera del tiempo.

El libro “Un tal Cortázar”, trata de la primera retrospectiva completa que atiende la obra de Julio Cortázar y la ubica según la creación y genio del escritor en su tiempo y espacio.

Se explora el pensamiento y el mundo interno y externo del artista y el creador, algo que queda patente en el seguimiento de sus huellas y trajinar en su vida y obra. Cortázar, señalaba: “Hay que ir mucho más lejos todavía en las búsquedas, en las experiencias, en las aventuras, en los combates con el lenguaje y las estructuras narrativas. Porque nuestro lenguaje revolucionario, tanto en el de los discursos y la prensa como en la literatura esta todavía lleno de cadáveres podridos de un orden social caduco. Seguimos hablando de hoy y de mañana con la lengua de ayer”. Empero, hay que crear otra lengua, otra forma de ver y decir la realidad y las coincidencias extraordinarias y comunes, la presencia del azar en la vida de Cortázar era tan cotidiana, todos los días sentía una señal, y se puede llamar sincronicidad con las personas y las cosas. Cortázar, no elige los temas, ellos llegan y trascurren a él como sueños o pesadillas intentando siembre ser otro. Cuando estas señales, o signos, o epifanías, comenzaban a repetirse, parecían formar muchas constelaciones que él llamaba “figuras”. Uno de los aspectos fundamentales en la biografía de Gustavo Arango, es el ensayo: “Figurando figuras” en la obra de Julio Cortázar. “La figura, entre muchas otras cosas, es una forma de escritura y, como tal, una forma de expresión emparentada con la magia y la religión …La idea de figura le ha permitido a Cortázar expresar una concepción ontológica que disuelve los sicologismos y casualidades para integrar la experiencia humana en un complejo sistema de sincronismos. Este planteamiento permite incluso la inserción de discursos matemáticos científicos en los múltiples niveles de sus libros. Podría hacerse una lectura general de la obra de Cortázar a partir de las alusiones a imágenes, trayectorias, o a partir de las reflexiones referidas al concepto de figura. Pero, sin duda, es durante el proceso de gestación de Rayuela cuando el interés por el concepto se hace más evidente”. ¿Un tal Cortázar, biografía para establecer la figura de Julio? En el texto de Gustavo Arango, del lado de acá, está la de figura de la infancia, del lado de allá está la figura de la llegada a París, de otros lados, están los fragmentos novelísticos, el final de la biografía de Cortázar, los ensayos, los artículos y otros escritos y el final imaginario con el sueño de Ariana. Ahora bien, hagamos un recorrido por el libro “Un tal Cortázar”, de Arango, del primer libro de poemas llamado: “Presencia”, vamos a la obra dramática. “Los reyes”. Allá, aparece el lamento de Ariadna. ¿Pero quién es Ariana o mejor Ariadna? Sea como sea, El libro de poemas, Presencia, que se publicó tempranamente de su propio bolsillo y fue su primera obra divulgada. Pero “Cortázar nunca se sintió satisfecho de Presencia, el libro de sonetos que publico en 1938 con el seudónimo de Julio Denis. Varias veces intentó escamotear este libro dentro de su bibliografía; aducía que eran sonetos “muy mallarmeanos”, escritos en una época que era “un burguesito” ciego a todo lo que pasaba más allá de la esfera de lo estético”. Cortázar nunca le dio importancia a su primera publicación a pesar de que la poesía jugó un papel importante en su vida, consideró desafortunada la publicación del libro Presencia. Cortázar, profundizó y dijo que su obra literaria empezaba con la publicación de un poema trágico: Los reyes. ¿Pero qué es este poema dramático y cuál es su tema en especial para merecer tanto aprecio por parte de su autor? Gustavo Arango nos explica que: “Los reyes, la obra que para muchos críticos marca el inicio de julio Cortázar como escritor apareció publicada en 1949 en una edición privada que le ofreció Daniel Devoto, un poeta y musicólogo amigo de Cortázar. Luis Harrs, el periodista y escritor chileno que con su obra: “Los Nuestros” quiso, dejar un testimonio de una de las épocas más brillantes de la narrativa latinoamericana, indicó: “Los reyes es una serie de diálogos sobre el tema del Minotauro cretense, en el estilo más imponente, abstracto, super refinado, que refleja su afición libresca la mitología clásica”. Pero en palabras del escritor, ¿cuál es el tema en realidad este libro interesado por la mitología? veamos: “Son diálogos, dijo Cortázar, “entre Teseo y Minos, entre Ariadna y Teseo, entre Teseo y el Minotauro. Pero el enfoque del tema es bastante curioso, porque se trata de una defensa del Minotauro. Teseo es presentado como el Héroe estándar, el individuo sin imaginación y respetuoso de las convenciones, que está allí con una espada en la mano para matar a los monstruos, que son la excepción de lo convencional. El Minotauro es el poeta, el ser diferente de los demás, completamente libre. Por eso lo han encerrado, porque representa un peligro para el orden establecido. En la primera escena Minos y Ariadna hablan del Minotauro, y se descubre que Ariadna esta enamorada de su hermano (tanto el Minotauro como ella son hijos de Pasifae). Teseo llega desde Atenas para matar al monstruo y Ariadna le da el famoso hilo para que pueda entrar al laberinto sin perderse. En mi interpretación, Ariadna (que en los reyes se llama Ariana) le da el hilo confiando en que el Minotauro matará a Teseo y podrá salir del laberinto para unirse con ella. Es decir, la versión es totalmente opuesta a la clásica”. No cuesta mucho sustraerse de la impresión de que aquí en este poema dramático hay algo, que hace que el libro “Los reyes”, valga la pena esforzarse por tratar de comprenderlo, algo que si es cierto y tiene enorme importancia y algo muy posible que sea cierto, el poeta no es libre y es perseguido, encerrado y muerto en los Estados Tradicionalistas y Totalitarios. Una obra importante y que para muchos críticos y académicos cayó en el olvido y hoy en día poco se lee. Pero el ambiente en Argentina era muy estrecho para comprender los intereses de un escritor que criticaba el Estado y ponía en jaque la condición de libertad del poeta en las sociedades actuales. Luego de: “Los reyes”, vinieron los cuentos como “Casa tomada” y “Bestiario”, y “Un tratado sobre John Keats”. El primer cuento fue publicado en la revista los Anales de Buenos Aires y con la complacencia de J. L. Borges y las ilustraciones de su hermana Nora, a quien el cuento le había encantado.  “Casa tomada”, “que había sido publicado en una revista en 1946, formó parte luego de “Bestiario”, el primer libro de cuentos publicado por Cortázar, en 1951. La editorial Sudamericana se interesó por sus cuentos, que habían venido apareciendo en revistas, le ofreció la oportunidad de reunirlos en un libro y el autor selecciono ocho, todos escritos durante los últimos cinco años”. En “Casa tomada”: “vemos como unos ruidos extraños se van tomando poco a poco la casa de Irene y su hermano, los últimos descendientes de la familia que por generaciones vivió en esa casa. Cada vez el espacio que les queda es menor y finalmente los hermanos descubren que la casa ha sido tomada totalmente, que lo mejor es marcharse y tirar la llave a la alcantarilla: “No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada”. Lo genial de este cuento es que al final el lector no sabe quién diablos se tomó la casa. Sobre la “Casa tomada” nos señaló Cortázar, en respuesta a un amigo que dibujo un plano de la casa lo siguiente “La idea de Fresán me parece muy buena, estuve releyendo el cuento y me encontré que la casa está minuciosamente descrita, cosa que yo había olvidado, el plano claro está, ha sido dibujado a base de mi descripción y es bastante demencial, cosa que no sorprenderá a nadie puesto que la casa y el cuento fueron soñados. Ya vez que no puedo proporcionarte datos catastrales auténticos, por otra parte, dado que en el cuento se detalla, no veo otra solución que utilizar un plano imaginario, sobre todo porque la idea de Fresán, si entiendo bien consiste en asimilar el texto visual a la presencia y los movimientos de los personajes en el relato (expulsión, progresiva etc.) “Un día me pregunté por qué entre todos mis cuentos “Casa tomada” inquieta mucho más que otros y creo que tengo una explicación, ese cuento es la explicación exacta de una pesadilla”. Un mes después de la publicación de Bestiario, Cortázar viajó a Francia porque, este país le representaba un lugar de atracción enorme y una ciudad donde desarrollaría sus obras y se haría famoso.

El libro: “Un tal Cortázar”, está lleno de sorpresas para un lector y se puede seguir hablando de cada uno de los análisis y fragmentos de los cuentos, poemas, novelas y ensayos y critica en la obra de Julio Cortázar. El texto en el año 2012 fue aumentado y diseñado en un contenido bastante interesante para un lector no especializado o especializado en literatura. “Una flor amarilla en Montparnasse”. Un tal Cortázar”: “Presentación de la primera edición de Un tal Cortázar, gran reportaje”; Prólogo: “Un juego irreverente y respetuoso”, “Del lado de acá”, “Del lado de allá”, “De otros lados”. Un lector entusiasta: “Manuscrito hallado en otro bolsillo”, “Opiniones de un lector”,” Todos los sueños el sueño”, “Un texto muy inédito”, “Milagro en la biblioteca”. De otros “otros lados”: “Telones de papel: el cine en la obra de Julio Cortázar”, “Rayuela entre el cielo y el infierno”, “Figurando figuras”, “El sueño de Ariana”. Debo confesar que salí encantado con Figurando figuras, El cine en la obra de Julio Cortázar, El sueño de Ariana. Aumentaría un ensayo sobre el Box, y el Jazz, asuntos que apasionaron a Julio Cortázar. Definitivamente tendría que decir lo que alguna vez le expresó Cortázar, a otro escritor Latinoamericano muy reconocido “Yo he vivido demasiado para saber que en mi hay muchos otros, y que eso que llamamos opinión es el producto misterioso de infinitos planos inconscientes de los que soló conocemos unos pocos, en especial los menos importantes”.  Vale la pena leer este libro: “Un tal Cortázar”, del escritor, Gustavo Arango Toro, porque representa un icono en las bibliografías de Cortázar, porque hay un conocimiento profundo del autor de Rayuela, y porque servirá de guía para los jóvenes lectores del escritor argentino. 

 

 

 

Poemas de Gloria Soto Ángeles

 

Gloria Soto Ángeles


Poemas de Gloria Soto Ángeles


Insomnio

En las avenidas se presiente el infinito,

el cigarro respira de milagro y se consume solo.

No tengo humor para los amaneceres,

ni para soportar el sueño de los corazones tibios.

La soledad llega para que la vacuidad se instale

y la existencia arda como carne viva.

Todas las familiaridades se recogen

y se siente el vértigo del despojado.

Se piensa en el domingo

y asalta la pregunta en común:

¿Cómo consolar sus tardes?

Las horas se reparten, indiscriminadas.

Debería ser siempre jueves...

 

 

Duermevela

En lo más hondo de mis sueños,

más allá, en una tierra extraviada, lejos…

un faro me manda señales

en un lenguaje antiguo y secreto.

En el trayecto el mar las mira y las descifra.

No sé cuándo, pero olvidé el lenguaje del viento

y tan inmensa fue mi nostalgia

que comencé a hablar…

La rosa que Paracelso no revive

Esta costumbre de mantenerme al margen,

siendo una espectadora triste

con el corazón crispado,

parásito de la palabra,

porque me he tomado muy en serio

que al proferir la orden Paracelso,

la Rosa se levantaría de entre las cenizas.

Pero los versos míos nada erigen,

de lejanías insalvables están hechos.

 

 

Meditaciones de una innominada

1

El viento hincha el clamor

nunca escuchado en las paredes,

todo es un estertor

que sostiene el silencio.


Somos seres que a lágrimas

regresamos a la Tierra,

resignados a nutrir en nuestro regazo

el corazón del mar.


¿A dónde zarparán

los amores de cajón?

Quedarán con certeza

a los domingos adheridos.


Acaso soñaré la poesía,

acaso en la vida sostenida,

el misterio de la luz

encenderá mi frente.


El corazón está

inundado de tanto amar,

la soledad se cuela por la herida

que mi vientre engendra.

Mientras espero y contemplo,


deslumbrada ante la vida,

detengo mi canción,

desbaratando el tiempo.

 

2

Mi escritura es el resultado de una subjetividad incierta,

escribo entre paréntesis,

en la palabra sedienta de una multitud sin voz.

Yo no soy lo que habla,

nadie que escribe esto soy yo,

y estas letras perdidas de un eco colectivo

(que no tienen dueño, ni forma)

vienen y se acomodan

sin aspirar siquiera a alcanzarlas.

¡Qué importa!

Si esta canción no se cansa,

si despierto envuelta en el sudario de un sueño,

una sonámbula repitiendo versos

en la encrucijada donde se juntan los mundos,

buscando en el poema mi sitio,

sabiendo que el verso no me dirá,

que no encontraré mi espejo cifrado.

En espirales este canto se pierde

antes de alcanzar lo que no tiene nombre,

el cauce donde la razón termina,

el mar de la conciencia abismal.

 

3

¿De dónde nace mi voz?

Nadie contesta.

Yo no tengo una voz,

sino el vertedero donde se filtra

la grieta, en la garganta del mundo.

Espero paciente,

desde la ficción de mi pena,

que la tragedia reviente,

que de su grito encendido

mi sombra se alumbre

persiguiendo su forma

para procurarse un cantar.

Y, aun así,

huérfana de nombre sigo.

Intuyendo que soy hija

de un solo fuego

me desprendo de la identidad,

pero la innominada

me encuentra a través

del espejo

y el poema es el coágulo

en la irrigación del silencio,

postergando en desahogo barroco

este despertar.

 

 

Segando

"Sí, como una semilla enamorada

que pudiera soñarse germinando".

 J. Gorostiza

 

Escribo como quien enciende una vela,

ahuyentando la negrura del eco.

Por mi sangre corre la salvia con nuevas primaveras,

haciendo correr los dolores viejos

de islas rodeada por mares,

donde habitó la esperanza de ahogar en la Tierra

el grito de desarraigo,

que profirió la extranjera de muchas vidas,

de ojos oscuros, pelo revuelto y largo.


Todavía quedan algunas tristezas

en este corazón que reclama el Fuego,

pareciera, por ratos, que basta una lágrima para extinguirlo,

conocidos de sobra los caminos de mi cara

para desvanecerse después

como la sombra del anhelo

(palabra que no tiene puerto).


Ya no me asusta que se desdibuje el umbral

entre la lucidez y locura

porque al cerebro -como dijo el poeta hay que hacerlo explotar,

aunque después de esto el extravío sea mayor

en este mundo devoto de la razón

y las líneas

y los caminos trazados.

 

 

Farabeuf

Recuerda con algo más hondo que la memoria,

hemos avanzando hasta el fondo de la noche,

tuvimos que haber recorrido

todas las tonalidades de nuestra galería barroca.


Habría que darle al misterio las gracias

que no vemos sólo lo blanco y lo negro,

porque ni Ormuz, ni Arimán

tampoco sólo los matices del gris.


Pero al vivir esto, por cierto

tuvimos que habernos arrancado los ojos,

para obligarnos a mirar hacia adentro,

pues sea lo que sea

que aparezca allá afuera,

el vacío nunca se colma

y yo he puesto mi voluntad entera

en alimentar al mundo

que traiciona al que crea en él.


Sólo nos aflige lo perecedero,

que son todas las cosas...

Dejo mi pequeño discurso colgado del viento,

en tu mirada secreta mis versos dejo

porque la inmensidad todo devora.


Nos vemos del otro lado del espejo,

para ver si somos algo más que memoria.



Ausencia de ausencia


Y al final todo resulta ser un giro ambulante

de desechos diarios,

cada vez más grandes,

porque mucha es la música y las maravillas,

los desastres,

las palabras que embrujan

dada la realidad siempre cambiante,

subiendo y bajando,

del lado izquierdo o derecho.


No somos el objeto del espionaje,

no hay una autoridad divina, ni terrenal

que nos persiga,

tampoco somos víctimas de los que juegan a ser

amos del mundo,

pase lo que pase,

no importará nada,

al final

lo que importa es este sueño aferrado

a la identificación y lo cuantificable,

a lo externo,

nuestra tendencia a pensar y pensar,

todo el tiempo,

a pesar de la vista cansada y las ideas cercenadas.


Pero detrás de esto hay un silencio profundo,

eso sí,

una ausencia de ausencia

que no se puede nombrar.

 


Poema no dual

Escribir hasta que tiemble la Tierra,

Hasta que nuestros cimientos colapsen

Adentro y fuera de nuestros ojos

para volver a sembrarnos

y crecer conforme a la vida,

sin tanta duplicidad,

ni ejercicios mnemotécnicos,

adorando dioses que se desvirtúan,

buscándonos por todos lados,

cruzando mares,

domesticando fieras y cuerpos,

abriendo boquetes en los muros

para encontrar alguna seña nuestra en el otro,

que también acecha sin saber qué…

pues así son los extravíos:

se esconden de sí mismos

y nos fingimos certeros

¡Y hasta libres!

Qué labor inmensa ir abriendo el corazón,

porque no sólo se filtra el néctar

y las cosas bellas

sino también el dolor,

como esta sal de la existencia

que nos permite sentirnos desde adentro,

donde ocurre la alquimia

de la que se desprende una hermosura

que no conoce su contrario

viernes, 23 de septiembre de 2022

LAS FARC Y EL SICARIATO: JESÚS BEJARANO / Darío Ruiz Gómez


Jesús Antonio Bejarano

LAS FARC Y EL SICARIATO: JESÚS BEJARANO

Darío Ruiz Gómez

Julián Gallo el inevitable Lozada acaba de declarar que fueron las FARC quienes ejecutaron en 1999 al eminente economista e historiador Jesús Bejarano, mediador en las fallidas conversaciones de Paz en el gobiernos  de César Gaviria y que “se sienten afligidos  por esta ejecución” pues el Comisariado creyó por un “error” que Bejarano “estaba boicoteando esas conversaciones” ¿Recuerdan que  Gallo hizo lo mismo cuando  declaró  que él había asesinado a Álvaro Gómez Hurtado? Sofismas de distracción como estrategias leninistas  para encubrir la espantosa ofensa moral que supone un crimen de lesa humanidad  disfrazándolo de justificaciones políticas.  Lo que descaradamente está haciendo sin consultarle a nadie Iván Cepeda saltándose a la torera la advertencia que la justicia universal establece para diferenciar a un actor armado que actúa bajo un supuesto ideal político de un simple sicario al servicio de una organización de narcotraficantes.  ¿La legalización del crimen político? La lista de anónimos políticos, profesores universitarios, intelectuales, de periodistas   desaparecidos por las FARC durante dos décadas es desproporcionada  por el número y sobre todo por el silencio que se ha tendido sobre estos crímenes por parte de la justicia. Lo que las escuetas  cifras del Informe de la Comisión de la Verdad  ocultan es el escenario de mezquindad, de traiciones, de miseria moral que imperaba e impera aún  en los diferentes grupos y grupillos de estalinistas, guevaristas, maoístas, troskistas  y todas las raleas de las cloacas  “revolucionarias”  que  justificaban  la desaparición  de  un opositor, las matanzas de gentes inocentes  con el cínico razonamiento “materialista” de que “la revolución exige altas cuotas de muertos”. Algo espantoso fue el hecho de que Jesús Bejarano supiera días antes que lo iban a asesinar, pidió ayuda y muchos de sus considerados amigos lo fueron dejando solo  hasta que dentro de la Universidad el sicario enviado por  Tiro Fijo, Arenas, Lozada, Reyes, Cano, Márquez  le dio un tiro en la frente  en nombre de nada. Todavía las FARC no habían tomado la decisión de que entrar en el narcotráfico  estaba justificado revolucionariamente  “para acelerar la caída del imperialismo y de la burguesía”

El asesinato de Jesús Bejarano fue acompañado, repito, del silencio vergonzoso no solo de la justicia colombiana  sino de la llamada “izquierda de cafetería universitaria”, del  malévolo silencio  de quiénes tantas veces vi salir efusivamente a su encuentro. De esos(as) que cuando calificaban a un discrepante de “Derechista” no volvían a dirigirle el saludo, lo censuraban. Leer a Bejarano es encontrarse con un  pensador de la economía  que entiende las lecciones que ya Adam Smith o Ricardo o Keynes, Hayeck   aconsejaban: para exponer un argumento económico  es  necesario  contar con  un gran estilo literario que permita la clarificación de  ideas e hipótesis   y no pues  como los marxólogos  que,  limitados  a la aplicación del  desacreditado cliché  de lo “ científico y de masas ” publicaron insoportables ladrillos que hoy nadie lee.  Pensamiento crítico y por lo tanto liberal capaz de mirar la economía y los conflictos sociales bajo la perspectiva de un humanista para una paz fundamentada desde una lectura de la historia universal y regional   y desde la premisa necesaria de la libertad. Los ocho tomos de su obra recopilados por la Universidad Nacional dan fe de una fervorosa pasión intelectual por la verdad que hoy en medio del asalto de la ignorancia cobra una urgente vigencia al convertirse en un punto de partida necesario para defender la democracia. El error de un alto el fuego con las FARC, nos recuerda Jesús Bejarano, fue aprovechado por éstas para su expansión territorial. Que no se repita ese error.