sábado, 27 de agosto de 2022

Librería Pigmalión / Antonio Arenas

  Librería Pigmalión

Antonio Arenas

Para: Augusto, viejo librero querido del pasaje la Bastilla

 


La leyenda nos habla de Augusto, un viejo un poco sabio que permanentemente era consultado por estudiantes, filósofos o aspirantes a ser pensadores en la Ciudad. Venían a él, cuando tenían un problema, una inquietud, una duda, una disputa teórica que resolver y adquirir un libro ya usado o antiguo. Los estudiantes eran seguidores de: Carlos Marx, Sigmund Freud, Federico Nietzsche, Gilles Deleuze, Emil Cioran, Michel Foucault, y unos cuantos indagaban por la literatura Universal. Ahora bien, La creencia popular señala que: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo". Pero aquí en la librería Pigmalión, parece que todo es una antípoda. Augusto, después de escuchar a aquellos estudiantes que se le acercaban, Iba a su anaquel de libros, mejor a su casilla personal y tomaba unos libros, siempre los mismos, los abría y los ojeaba, como buscando allí la mejor respuesta. Unas veces después de unos minutos, una hora, terminaba cerrando los libros y satisfecho regresaba donde los estudiantes, aportando siempre la respuesta que profesaba más adecuada y erudita a la pregunta que le habían hecho y el libro que necesitaban los estudiantes comprar…Pero los estudiantes no siempre compraban libros. Tenían más ganas de dialogar sobre tal o cual tema o autor conocido e inexplorado para ellos. Los estudiantes le pedían al viejo Augusto, de vez en cuando que se les permitiera examinar también esos libros, pero el viejo siempre se los negaba, argumentando que no estaban preparados para esto. Un día mientras el viejo dormía, los estudiantes se filtraron a escondidas en su local y biblioteca, robaron los libros y se los llevaron a la casa de uno de los estudiantes para leerlos. Una vez reunidos todos los estudiantes a la luz de una lámpara blanca que iluminaba toda la sala de la casa, abrieron los libros y descubrieron con gran asombro que todas las páginas de los libros estaban en blanco. Estaba claro que el viejo se les había adelantado y para darles una enseñanza, había remplazado los libros por otros. Avergonzados los estudiantes fueron al día siguiente a devolverle los libros con las hojas en blanco y le dijeron al viejo, que habían aprendido la lección y que los podía devolver a su lugar de origen. El anaquel de los libros para la venta. Augusto, riendo les dijo: esos son los verdaderos libros. Los estudiantes no lo entendían. ¿Pero si las páginas de los libros están en blanco? ¿Por qué los consultas? ¿Qué es lo que dicen esos libros? ¿No contienen una sola idea, ningún concepto, ni un conocimiento claro, ni siquiera hay letras en ellos? El viejo los miró y sonriendo les dijo: La verdad y la sabiduría de esos libros no están en lo que dicen, sino en lo que insinúan. El tiempo los forjará a pensar.  Compren libros y lean…

antonioarebe1@hotmail.com

 

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