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38.Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico: Ermita de Jesús Nazareno
Ermita de Jesús Nazareno, hoy Biblioteca
Provincial Claretiana
Víctor Bustamante
En tiempo de la Colonia cuando Medellín aún era
unas escasas cuadras alrededor de la Candelaria, Carabobo no existía; era solo
la calle de El Prado, entre Colombia y Maturín. Más adelante fue llamada
Carabobo en homenaje a la batalla decisiva de Independencia del Perú. Ya en
1865 Carabobo solo iba hasta el puente de Las Pisas, pero con la ampliación del
plano citadino continuó su apertura en línea recta hasta El Bermejal buscando
la carretera hacia Bello. Con el tiempo
Carabobo se convertiría en una de las calles más populares en la ciudad atravesándola de sur a norte. En el siglo
pasado había sido rebautizada, Paseo Benjamín Herrera, pero ese nombre no
prosperó.
La calle Moore debe su nombre al homenaje que
el municipio realizó a Tyrrel Moore, ingeniero inglés, que se había establecido
en Medellín desde 1829. Él participó, experto, en las minas del Zancudo, en las
de Marmato, Santa Rosa de Osos, y Anorí. Además donó los terrenos para el
Parque Bolívar, y la Metropolitana, claro que los lotes alrededor los vendería
a buen precio.
En
esta esquina, Carabobo y Moore, se inició la construcción de una capilla
dedicada al Nazareno en 1895, debido a doña Isabel Echavarría viuda de
Echavarría, no tan acaudalada como su otra familia, pero si más religiosa. Esta
obra fue terminada en 1899 con planos elaborados por el nicaragüense padre
jesuita Félix Pereyra. Otra dama, Leonor Arango de Muñoz, regaló la imagen del
Señor con la cruz a cuestas traída desde la Veracruz. Su pórtico era destinado
a albergar diversos actos, como la penitencia pública, ya que los penitentes
que no podían asistir a la misa debían permanecer allí.
Con
la ampliación del espacio urbano la Estación Villa fue construida a pedido de
los vecinos de Jesús Nazareno que no querían caminar largo trecho para tomar el
tren.
Ricardo
Olano, urbanista y ávido negociante, compró un extenso lote de terreno entre
Bolívar y Palacé, quinta parte en la “Manga del Bosque”, cerca de la capilla de
Jesús Nazareno, para construir su casa de campo. Al tiempo, previsor y especulador,
urbanizó dichos terrenos; con su propio dinero hizo pavimentar por Palacé la
entrada principal al barrio. Luego tramitó ante la empresa de energía la
iluminación y demás servicios públicos extendiéndose a las calles Moore y
Darién entre otras. Luego el barrio Prado fue habitado por familias acaudaladas
quienes construirían sus casas al estilo español e inglés, dándole a ese sitio
solaz una apariencia de metrópoli europea. La valorización de terrenos se
constituía en una verdadera forma de enriquecimiento lícito.
En la película Bajo el cielo antioqueño aparece
la fachada de la ermita. Allí el padre, don Bernardo (Gonzalo Mejía), llega por
su hija Lina (Alicia Arango) internada, y percibimos como este lugar, esta
iglesia de columnas dóricas, oficia como lugar de estudio para chicas en ese
Medellín del 1925.
Ahora en el 2016, en la misma esquina de
Carabobo con Moore, aún existe la fachada pero demolida de la capilla. Desde
hace años, cuando camino por esos lados, me pregunto la razón por la cual nunca
la terminaron de reparar para dar otra apariencia, y no la actual, como si la
hubieran destruido de golpe. Y, en efecto, la destruyeron de golpe para algo
impensado ampliar: Carabobo hacia el norte. En 1948 el próstilo de gruesas
columnas dóricas ejecutadas en ladrillo de la capilla sufrió el paso demoledor
del progreso, a la manera antioqueña, la calle debía seguir su curso.
Luego, ante la construcción de otra iglesia de
más tamaño, la de Jesús Nazareno, la capilla perdía su carácter sagrado y
sobrellevaba diversos usos, fue depósito, bodega de vinos importados, sala para
reuniones de alcohólicos anónimos, sitio para realizar el diseño de los
vistosos pesebres para Navidad, y, ahora, funciona allí la preciada Biblioteca
Provincial Claretiana, la cual es dirigida por Ángela Chica Bedoya. La
biblioteca, casi secreta, posee unos 15.000 volúmenes juntos a sus tesoros
bibliográficos. Y aún hay más sorpresas, pues, aún existe un fondo de otros
15.000 libros sin clasificar.
La ermita de Jesús Nazareno está asociado al
padre claretiano Carlos E. Mesa, quien luego de estudiar en Europa regresó a
Medellín en 1964. Se estableció en la casa contigua a la capilla, donde comenzó
a ordenar su biblioteca con su colección de libros conseguidos al tener
contacto principalmente con escritores españoles de la generación del 98 y en
la del 20 en quienes buscó, en un brillante ensayo, lo religioso en la poesía.
Además fue miembro de la Real Academia de la Lengua en Colombia, y reunió una
colección bibliográfica respetable. De la Biblioteca Nacional de Colombia le
donaron libros expropiados por los gobiernos radicales desde el gobierno de
Tomás Cipriano de Mosquera, -traidor, cruel y vengativo con sus oponentes. Aún
está fresca la sangre por haber ordenado fusilar a Salvador Córdoba, hermano
del héroe -, los cuales él supo escoger para mantener viva su pasión por
conservar los libros y también realizar sus traducciones de poetas latinos.
El
padre Guillermo Vásquez continuó su labor de librero al conseguir diversas
colecciones en el año de 1971. Actividad que lo llevó a conseguir libros que
eran desechados y desdeñados como manera de trasmisión cultural no solo debido
al bajo precio sino a los carretilleros que los llevaban para convertirlos en
papel de reciclaje. Esto, ante esas mentes calenturientas y aniquiladas por la
idea, cercana para ellos de la llegada de los heraldos negros y sucios de la
Revolución de las babas y los discursos interminables de la izquierda paisa,
con el avasallamiento de los marxistas de escritorio y fuego en la boca y odio
a la cultura. Algunos teóricos de plastilina y profesores doctrinarios de la
Universidad de Antioquia no les tembló el pulso para denigrar de Borges a quien
lo tachaban de reaccionario, y por eso, ante ellos pasó, la literatura y la sensibilidad;
no los tocó la sensibilidad de la poesía sino los vientos fatuos, teóricos de
pandereta y muerte, de los pésimos libros de Lenin, Mao y Stalin. Por tal razón
muchos de los jóvenes de esa época obviaron los libros ante la ortodoxia que
propugnaba que leer poesía y literatura era algo pequeño burgués. Lo cual
conmocionó el mundo del libro debido a este apocalipsis de una nueva era sin
clases sociales. En muchos espacios estos fueron desechados por “inútiles”,
pero existía un guardián de los libros en la labor del padre Guillermo. También la colección de la biblioteca se fue
ampliando con libros donados por el Seminario Teológico de Manizales, del
filosófico del Cedro, de Zipaquirá, de diversas casas que se fueron cerrando y
de la misma biblioteca de la iglesia.
Esta
colección de libros, itinerante, fue guardada en diversas casas, por ejemplo en
la de la del crítico de cine Luis Alberto Álvarez y en otras casas donde los
padres claretianos vivieron hasta que
por fin juntaron los libros en la ermita de Jesús Nazareno. Uno de los
incunables, de lo que más tarde será una biblioteca, es un ejemplar de la
poesía de Ovidio de 1550, así como clásicos españoles, pergaminos italianos del
siglo XVI.
La Biblioteca Provincial Claretiana es una
biblioteca de humanidades. Hay literatura, filosofía, poesía, una sección de
teología, y de materias de la iglesia, pero también, sociología,
comunicaciones, historia, y una sugestiva hemeroteca.
Bibliografía:
- Mora
Meléndez, Fernando. El guardián de los
libros. Universo centro. Número 19 - Diciembre de 2010. Medellín
-Una joya arquitectónica perdida en el centro
de Medellín. DE la Urbe. 30 junio 2014.
Medellín
- Los libros que ya alcanzaron vida en la
antigua ermita. El Universal. 28 de junio de 2016, Cartagena – Colombia.
3 comentarios:
La Ermita es una edificación bella, pero muy olvidada. Tampoco es muy conocida la biblioteca que funciona en este recinto. Felicitaciones Víctor por tu investigación sobre este patrimonio olvidado.
Excelente y hermoso articulo.Esta lleno de sabiduría y de encanto sublime por los libros.A la querida Angela Maria Chica, al sapiensal padre Guillermo Vasquez y a la comunidad Claretiana un Dios se lo pague.
Felicitaciones don Victor.Este es un articulo maravilloso.Que genio es usted para escribir, sinceramente me Auto-trasporto a otro tiempo pero que es realidad en el 2016.
felicitaciones amigo Víctor excelente articulo de historia ...y más aún la forma narrarlo gracias
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