domingo, 5 de junio de 2016

MI PADRE / Raúl Mejía




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MI PADRE

Raúl Mejía

No sin asperezas, de regreso a tus lugares:
Calles, rostros y reencuentro con desiertos.
Desbordada estupidez cabalgante, inciertos
Alientos, cicatrices de latidos y hoscos aires.

Medellín y las fosas de su “Centro”: impares
Sombras se afrentan y destrozan. Conciertos
De bocinas, silbidos y estresantes entuertos
Que son lazarillos de ciegos y ocres azares.

Irrumpe junio con su hoz de meses y de días,
Hacinamientos convocan caos y fácil placer.
¡Es perentoria toda ocasión de desaparecer!

Me voy del asfixiante bar, se yerguen utopías.
(Tú, padre, ¿disfrutaste semejantes distopías?)
Ávido de sosiegos, huyo de este hoy y del ayer


Era muy difícil, padre, seguirte el paso.
Incluso, de hecho, era yo quien flaqueaba:
Tú y tus rones, de pie, mientras cantaba
Uno de tus ídolos de juventud. El ocaso

Acudía al oscuro bar, en el silencio raso
De enajenados del amor y odio. Celebraba
Esos instantes, tonto bebía y susurraba
Como segunda voz, activa por si “acaso”.

“Muchos años después” y ante el olvido,
He dejado de beber esas insólitas proezas
De alcohol, azúcar y melancolías sin suerte.

A solas canto, a solas recuerdo. En lo ido
Reencuentro tu voz, tu alegría y destrezas
De hombre y de padre. Vive en mí tu muerte.

Te visito: es el “día del padre”. Estoy listo…
 Solo al acercarme puedo, bien, recordarte.
 No es justo. Me siento mal, en gran parte
 Soy un mediocre exiliado y pésimo asisto

 A este tipo de citas. Poco logro, pero insisto
 En la asfixia de los recuerdos: amarte
 En lo místico es inútil; es más fácil dejarte
 Como utopía de sosiego en la que persisto.

 Todo Hombre es padre de algún defecto.
 Toda sombra es deudora de vívida luz
 Y toda fecha especial es humana estupidez.

 “Día del padre” … En tus cenizas el efecto
 Del tiempo, su horror, actúa cual avestruz
 Oculto, insidioso, a la espera de mi vejez…


En la voz de “Nano Molina” volviste
Padre mío, intacto en el recuerdo.
Tú mayor, yo joven, en musical acuerdo
De hombres a quienes el licor asiste

De palabras y gestos. El tiempo insiste
En su insana poda de imágenes. Cuerdo
Es quien no agoniza ante la luz. (Pierdo
Mi dosis de suerte ante lo que existe).

“Nano Molina” y sus “cicatrices”, melodía
Ahíta de rencores y de frustraciones
Que oíamos algo ebrios. Hogaña melancolía

De episodios de licor y viejas canciones.
Volví a escucharte con él, padre olvidado
Como trozo de vinilo roto y sepultado…


A la calle, al parque, salías muy temprano.
Algo de comida (poca) y el baño matutino…
Ignorabas si eran angustias o era tu destino
Despejar las afugias del día con la mano.

Acudías al centro de Medellín, algo ufano
De épocas pasadas. No amigos y el desatino
De cruzar, viejo, avenidas fatales. Adivino
En ti el afán de alejar lo triste, en vano…

“Muchos años después”, la mascota descansa,
Los montes padecen torres y el cielo alcanza
Al último ángel, decente, que quiso huir.

Sabías que tenías que volver a tus pesadillas
De una familia cobarde y que, a hurtadillas,
Pensaba que lo mejor para ti era morir…


No podías mover la pierna derecha, no podías.
-Salí temprano, vi a un can sucio cruzar lento.
-Invoqué al caos, al infierno, a todo mal momento.
Te apoyabas en mí y del cáncer nada sabías.

Bajamos los sordos escalones y hasta sonreías.
-El perro quiso saludarme, jugarme. No miento.
-Le dolió tenderse, mal la cadera: ningún lamento.
En el taxi, hacia tu muerte –sin afanes- salías…

Todos fracasamos en la ironía de un nuevo hogar.
-El perro aquel hurgó comida, restos de lo inerte.
Te vi, padre, festivo en ese último cuarto familiar.

-En las calles el can enfrenta desazón y muerte.
Mi padre, a días de fallecer agradece su “suerte”
-Y hoy, su recuerdo es tristeza de perro sin cesar.


El hotel donde trabajabas, padre mío distante,
Hace parte del tráfico de pieles y de humores.
Donde antes transitabas recuerdos, los olores
Despiertan al drogado, al perro, al vacilante…

Cerca a tu hotel, padre, un asustado “Dante”
Huía de esos infiernos. Y ausente de colores,
Un arco iris de miseria apabulla los dolores
De quienes agonizan sin alma y semblante.

Ayer anduve por allí, muy próximo a la edad
Que tenías al habitar ese, tu hotel. Y sonreía
Como hipócrita cosechando entre cenizas.

No pude verte: espíritus labran otra heredad.
Medellín oculta gusanos y ascos día a día
Mientras la muerte es la última de las prisas.

Caminando, padre, vi a un cachorro muerto.
Habitado por las moscas, la ausencia y el frío.
Yace, como basura, tendido, solitario y yerto
Ante la indolencia, el repudio y nuestro hastío.

Me cuesta vivir tanta miseria, tanto desierto
Que nos consume de ira, nos llena del vacío
De seres absurdos, ciegos ante este incierto
Convite de vidas asquerosas, oh padre mío…

No resisto la respiración de los demás, esta
Compañía de voces, de sus grasas y aullidos:
Me carcome la tristeza como gusanos al can.

Nada me protege, me alivia de lo que apesta
Día a día, centímetro a centímetro. ¡Ah los idos
Que ya no mueren, no padecen y no están!


3 comentarios:

Mabel dijo...

Vealo ahi como es el poeta de lloron..con la baba que le cae.. y no quiere a la tragica Alejandrita que no le dio miedo de nada.

Raúl Mejía dijo...

La baba si, pero no por tu muerta en vida: al menos mi padre si vivió y no le dio miedo vivir...

Angie dijo...

Que montón de moxos las del poeta anti pizarnic. Nos tiene peerplejas.ense que era mas ecuánime y no in lloro cito mas....