Carlos Eduardo Henao- Cine en Medellín

Carlos Eduardo y Mercedes

 

. Cine en Medellín
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Carlos Eduardo Henao

Víctor Bustamante

Carlos Eduardo ha estado presente en la elaboración de los guiones de las últimas grandes películas producidas en Medellín, y ese oficio de ser crítico antes de que estas obras salgan a la luz, lo ha llevado a tener ese ojo propicio para que estos guiones no se salgan de las manos y posean ese sentido estricto que los ha llevado a convertirse en obras de calidad en el escaso firmamento del cine nacional.

Esta formación la logró Carlos Eduardo a partir de su disciplina personal ya que en la ciudad el estudio de cine se ha visto abocado a algunos cursos de apreciación, a algún evento sobre guiones, pero nunca a la formación integral del que quiere convertirse en cineasta. De esta manera el cine, en estos años de solidificación, ha gozado de ese carácter de autodidactismo, lo que permitió indagar en la ciudad, lejos del maquillaje soporífero y de otros que buscaron alucinados una suerte de Hollywood paisa olvidando el paisaje y el carácter de una ciudad, a su regreso de estudiar cine en Usa, París, en Italia, o últimamente en la escuela de San Antonio de los baños.

Y ahí reside lo valioso de Carlos Eduardo, haberse sobrepuesto a esa presunción de irse al extranjero a aprender de cine (muchos regresaron con las manos portando una cámara, sin ideas y con un terrible complejo de inferioridad porque aquí no existía infraestructura). Cierto, a él  le tocó nada menos que los tiempos de la escasa tecnología, tanto en lo visual, en el sonido y en la iluminación para que junto a otros cineastas, hayan llegado a donde llegaron, ser cineastas de tiempo completo dando una idea del carácter de sus propuestas.

Una muestra de esa época es el cine aun valioso que realizaron Jorge Silva y Martha Rodríguez y al otro lado, contemporáneos, los presuntuosos Caicedo, Ospina y Mayolo que terminaron deslumbrados en Caliwood con un cine fallido de corte parroquial con el Monstruo de los Mangones merodeando y salido de sus manos.  Fue una época en que muchos pensaron que El Chacal de Nahueltoro de Miguel Littin era una obra maestra.

En las décadas del 70 y 80 cuando surgen las primeras propuestas de cine en Medellín, solo había una posibilidad: ver cine y escribir sobre cine, pero poco en realizar cine en súper ocho ese formato ya desueto por el avance irredimible de la tecnología. A pesar de esa escasez de medios, pero él sí con todo a su disposición, Luis Alberto Álvarez, realiza un corto El niño invisible que ha quedado olvidado, tal vez debido a cierto tono de ingenuidad.

Carlos Eduardo ha sido un cineasta entre dos épocas, la del cine clubista en el Ukamau, la de un súper ocho que era un freno a la creatividad, pero él nunca rehusó arriar sus banderas y se mantuvo firme en su decisión de ser un cineasta de fuste como ahora lo ha logrado, nunca supe porque no quiso ser crítico de cine, siendo un cineasta total, sino que persistió en la elaboración, como ya dije, de guiones, que es en realidad el camino para lo soñado: filmar.

Una noche, en el Panamá, con John Jairo Restrepo le dio una cátedra de como corregir sus guiones, pero Carlos Eduardo también refirió su deseo de realizar un largometraje cobre Melitón Rodríguez.

Este domingo de julio ha ocurrido un encuentro fortuito en Versalles junto con Mercedes su compañera y con Juan Diego Velásquez y hemos conversado largamente sobre cine en su casa del edificio Santa Clara, ahí en el Parque de Bolívar.

Por supuesto, faltaron temas, pero es que en una hora aun existen momentos que se deslizan como si el olvido estuviera presente. Además nos exhibió un avance de un corto suyo, Sofía, donde Juan Diego mostró sus capacidades para ver bien el cine.

A Carlos Eduardo le deseamos larga vida en el cine y muchos deseos de éxitos en su papel de cineasta primordial de la ciudad.