martes, 2 de abril de 2013

7. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico: Ciro Mendía

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7. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico: Ciro Mendía

 Ciro Mendía

Víctor Bustamante

Alguna vez leyendo un ejemplar de El Espectador de Medellín de principios del siglo pasado,  indicaba Ciro Mendía que con algunos poetas de la ciudad se intercalaban la página de literatura para compartir lo que les pagaban y también para darse a conocer o mantener su vigencia, entonces los diarios tenían una fuerte presencia de la literatura, no en vano ellos venían de ese compartir la literatura con el periodismo que con los años, esa actividad dejó de lado a los poetas y escritores así como a la cuidad y su expresión la menoscabó. No hay nada más desmedido que exista un escritor en contravía aquí en esta región, sin embargo ha producido a los más contestatarios del país.

En una larga lista de escritores observaron ese espíritu antioqueño de la fatalidad del escritor –me refiero a los insumisos- y la primacía del auri sacra fames, definida por Weber. León de Greiff, Fernando Gonzales, tomas carrasquilla, Ciro Mendía captaron ese estilo de ser del antioqueño.

Situación que ha desembocado en la mentalidad del Medellín actual permeada por una sola manera de querer definir el mundo: las transacciones comerciales mientras aparentan ser religiosos, los más religiosos de Latinoamérica.

Ahora hemos buscado las huellas de Ciro Mendía por estas calles de esta ciudad de los despojos y hemos encontrado nada, es decir solo un paisaje alterado de lo que fue su casa en un núcleo intelectual de mucha importancia en Boston.

Se habla de Medellín siempre a nivel general poco conocemos de sus lugares valiosos, la ciudad se despereza y se abandona hacia urbanizaciones, donde aparece una nueva definición de ciudad, y ese es el Medellín que prima hoy en día

Entre el problema social casi inmanejable y la indiferencia de los demás hay una ciudad histórica, este Medellín que nos reclama que no la dejemos destruir. Así la presencia de Ciro Mendía.

Hay un poema de Ciro Mendía dedicado a Medellín a su mentalidad, que además es una requisitoria.

 

Oda bárbara

Ciro Mendía

A una ciudad de Hispanoamérica.

                                                         Para Fernando González.

 

Aprisionarte quiero, ciudad nueva,

no en mis brazos: en la cadena de una oda bárbara,

en estos versos, como tú, sin espíritu,

desquebrajados, inútiles y fútiles,

como tú, ciudad nueva.

 

Eres la ciudad miope y sorda, pero blanca y bella

como una mujer desnuda. Eres la ciudad sin entrañas,

sin espiritualidad, sin ensueños, sin pasado.

Tu porvenir lo señaló el índice grotesco

de Sancho —tu gran Santo— tu padre espiritual. No miras

al futuro de las urbes inmortales

porque tienes los ojos puestos

en el Hoy, como un gastrónomo, como alguno

de tus Mil y Un gastrónomos.

Pero eres brillante como el palacio del sol.

 

Eres la inhóspita y sórdida ciudad, donde hasta Helios

cobra a precio del oro el kilowatio.

Eres la burguesía constituida y edificada:

ahorcaste a Apolo un día

y a Como elevaste la mejor de tus estatuas.

Hasta tu Bolívar —erigido a base de limosnas—

en medio de su círculo de árboles, olorosos a incienso,

ha pensado bajar de su caballo

y dedicarse al agio como un mortal cualquiera.

 

Eres la ciudad sin cerebro, pero ventripotente.

Luces una grave y oronda calva

a semejanza fiel de las de tus orondos feligreses.

Custodiada por ásperas montañas

has de morir un día, borracha de gasolina y oraciones

y ahíta de cemento.

¡Yo he de cantar tu miserere,

tu miserere de cemento armado!

 

Tú no perdonas, ciudad blanca, ciudad nueva,

el divino pecado del talento:

soñar, cantar, reír, estando en tu regazo

—el menos maternal de todos los regazos—

es arrojar margaritas a los cerdos.

Tú te duermes con una sinfonía:

entre Ford y Beethoven, te llevas al mecánico Creso;

das puntapiés a quien te nombra a Virgilio

y te avergüenzas de un desnudo en mármol.

Pero eres luminosa como el palacio del sol

y silenciosa como una pobre aldea.

 

Eres brutal y ceñuda como la babilonia yanqui

y no eres sonriente como Lutecia divina,

porque tu rol en la comedia humana

es roncar y rugir como una bestia.

 

Si Tebas fue levantada con las armonías

da la lira de Anfión, tus muros fueron levantados

con los rezos de lánguidos patriarcas.

No te digo que no tienes alma

porque en verdad la tienes,

pero es un alma de cemento armado.

Si otra ciudad como blasón ostenta

ser el sepulcro del divino Loco,

tú eres la cuna de Tartufo

o la ciudad donde él mejor viviera.

Pero eres luminosa como el palacio del sol

y silenciosa como una pobre aldea...

 

Ya estás aprisionada, ciudad nueva,

en la cadena de esta oda bárbara,

en la cadena de estos versos trágicos,

desquebrajados, fútiles, inútiles y fatuos

como tú, ciudad nueva, luminosa como el palacio del sol,

graciosa y bella como una mujer desnuda

y silenciosa como un pobre aldea.

Fuente: Archivo Corporación Otraparte.

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CIRO DE MEDELLÍN

Jaime Jaramillo Escobar

Cuando le conocí,

El maestro Ciro Mendía estaba completamente ciego,

Y se veía obligado a depender de personas que le robaban a cambio de la más mínima caridad.

El maestro Ciro Mendía, que había escrito tan jocundos versos,

Estaba en ese año de 1978 sin un plato en qué comer,

Pero tampoco tenía qué comer ni comía.

Tomaba aguardiente a pico de botella con cáscaras blancas de limón,

Y se arrastraba hasta el andén para rogar a algún transeúnte apresurado

Que le tomara al dictado los versos que había compuesto durante el día de insomnio,

Pero nadie tenía tiempo para ocuparse de semejante cosa,

Y el poeta repetía sus versos hasta que se le olvidaban.

Le habían hecho completamente a un lado por sus ideas “de izquierda”,

Que nunca supo lo que hacía su derecha,

Porque la mano izquierda es analfabeta.

En ese Medellín pedestre que frente al mundo tiene una sola pregunta: “¿Cuánto vale?”

Y una sola respuesta: “¿Cuánto me rebaja?”,

Ciro Mendía tenía el orgullo y la dignidad y la nobleza de la vieja raza,

Y en la práctica había dejado de ser antioqueño, pues nunca me preguntó “¿Cuánto le debo por su abrazo?”, “¿Cuánto me paga por el mío?”

–“Aquí tiene un abrazo gratis, le deseo suerte, caballero, y le encimo esta mano huesuda que ya no me sirve para nada”.

Cuando le dieron el “Hacha de Antioquia”,

(esa hachita dorada, un bibelot),

Él la recibió y permaneció en silencio.

Cuando todos los visitantes se fueron me dijo:

–“¡Tantos rayos que caen, y no caerme uno a mí!”

Ya estaba muy triste y muy flaco el maestro Ciro Mendía cuando le conocí.

El gobierno local le había retirado la modesta pensión que le permitía sobrevivir, porque también estaba muy viejo,

Y sólo la fábrica de licores le mandaba botellas de aguardiente.

No se resignaba el altivo maestro Ciro Mendía, no se resignaba sin embargo,

Y en la nobleza de su rostro, en sus finas manos, en el ademán caballeroso, en sus elegantes palabras,

El poeta trataba de alzarse de sus cenizas, y en un esfuerzo sobrehumano trataba a cada rato de volar.

Pero ya sus huesos estaban muy tristes y todos quebrados desde la muerte de Vladimiro,

Y no era cuestión de buena voluntad ni de fuerza de ánimo,

Sino un simple problema de gravedad.

Con Vladimiro su hijo y con el Espíritu Santo, “esa paloma estúpida”,

Que sin embargo representa la inteligencia como propiedad de la materia,

Se encuentra en el reino de las chicharras y el cagajón,

Que los mulos ponen gratis, pero los antioqueños lo recogen para venderlo por libras de 400 gramos.

El maestro Ciro Mendía, honor de su raza y de su pueblo,

Me habla desde sus versos con entereza, con amor, con ternura y con ese humor a la antioqueña que tanto hace reír al diablo.

No me habla desde su estatua, porque en Medellín no hay ninguna estatua de Ciro Mendía, ni maldita la falta que hace.

Si hubiera sido un poeta antiguo, hubiese tenido su estatua de mármol,

Del epicúreo mármol de Paros.

Pero a pesar de ser antioqueño no tenía depósito de ahorros, ni propiedad raíz, ni era socio de nada, ni estaba autorizado a portar tarjeta de crédito,

Es decir, no era nadie,

Pues en esta tierra donde cada poeta se considera el mejor del mundo,

Él apenas se atrevía a ser el mejor de su calle.

Quedó con la fama de no ser un poeta serio, porque no creía en nada,

Pero de todos modos nos dejó esa risa maliciosa, socarrona, comprensiva,

Que desborda inteligencia, bondad, aceptación y perdón.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

no dejemos que olvidar de donde venimos......super el blogg
adriana sanchez -3B

Anónimo dijo...

olvidar de donde venimos......super el blogg
adriana sanchez -3B

clemencia dijo...

Felicitaciones por esta leccion de literatura y de historia mi admrdo Vitor

Leonardo dijo...

Cada dia mas aterrado ene sta ciudd de tanta publicida donde andie concoe ada y todos tumban todo. Mdellin asi es una ciduad gris y sucia

Anónimo dijo...

excelente blog, demasiado interesante la informacion tan espesifica y valiosa literatura e historia.
Wilton Restrepo Galdo

Anónimo dijo...

excelente blog. demaciado interesante la informacion, muy completa,valisa y espesifica. motiva a estar mas al tanto sobre la literatura e historia antioqueña.
WILTON RESTREPO GIRALDO

Anónimo dijo...

Las minucias de nuestra historia literaria son el verdadero rastro de nuestra literatura. Son el diezmo al altar donde surge la rosa del fuego, crisol de los brujos de todas las partes, de aquí y de otra parte. Todos los abrazos por este blog y lo que ello comprende.