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“Back to the
Beginning”
La despedida de Black Sabbath, desagradecidos
y pérfidos hasta la línea final..
A la memoria de Ronnie James
Dio que dejó su sangre y su huella, y no fue mencionado por los organizadores
ni por sus seudos amigos de Black Sabbat
Víctor
Bustamante
Las despedidas en el rock siempre suenan a una actividad comercial, a una
puesta en escena, a una situación inquietante de supremacía, ya que se despiden
las bandas que no solo tengan un amplio y aceptado catálogo, sino un éxito a
prueba de críticas. Lo digo por la siguiente razón, las despedidas en el caso
de la farándula donde terminó cayendo el metal, no es un acto de re
conocimiento sino una fiesta entre ellos mismos y para ellos mismos, un acto de
promoción inútil que nunca va a concluir el exigente trabajo creativo ni el
rumbo de ninguna banda de rock. Nunca un artista se despide, en este caso Black
Sabbath se sabe que siempre va estar ahí como uno de los grandes grupos. Un
artista cabal impresionante y tácito, nunca se despide; muere con las botas
puestas.
Solo que el peso de la edad que acaba con la vitalidad y se apropia de él, de
ellos, y con el conformismo que da el triunfo; el exito, apaga la llama enardecida
de los comienzos. Comienzos duros, comienzos con sueños, con rebeldía, con
tesón. Las despedidas indican que ellos mismos resuelven apagarse las luces,
bajar el telón, indicar el punto final.
Pero volvamos a esta despedida, es decir a esta puesta en escena de una
despedida, donde fueron invitadas bandas representativas, donde las cámaras
brillan, donde el escenario da una suerte de religiosidad, donde las luces
fulgen más aun, y donde la banda, Black Sabbath, deja toda la oscuridad que se
suponía como contracultura para propender por la llegada a lo mismo, a la
sociedad de consumo, como un producto más del catálogo musical, por acercarse
al aroma que da el éxito y por despedirse en público, con un gran público, como
si anunciara la muerte definitiva, como si esta despedida fuera su inicuo funeral.
Ya desde hace años cuando la familia de su frotman, de Ozzy Osborne,
participara, por unos dólares más, en un
show familiar continuo, era imposible que la banda mas silenciada en los medios,
la banda maldita iniciara ese camino de adaptación, desde ahí dejó de ser un
brillo en la oscuridad, dejó de ser un sábado negro, para volverse permeable
con el paso de los días, y así ese cantante díscolo
al comienzo, ya era adaptado y perfumado por Hollywood y no olvidemos que
Hollywood solo quiere el éxito en su trono californiano.
Desde ahí, desde ese momento, desde ese verano de fiesta de Ozzy, que debió
ser desalojado por sus compañeros, por estar de juerga con todo tipo de caramelos
tóxicos, e irresponsable dejar la banda para quedarse sin la voz principal y
casi a punto de desaparecer. De tal manera debieron de buscar un sustituto con
todo lo complicado que es cambiar el cantante que se convierte en símbolo, ya
que su tono de voz es lo que hace distinta una agrupación. Es entonces que
entra en escena, pero tras bambalinas la esposa de Ozzy y sus agallas para
representar los intereses de Ozzy que en un acto de cobardía deja a la banda
sin voz, su voz. Desde ahí comienza un lento desfile de cantantes que mantienen
sobreaguada la agrupación en esa tormenta comercial en que se convertiría el
rock. Y por supuesto a los brillantes
Iommi y Butler quedar solos, con su talento en la ejecución de las guitarras y
a veces sin los caprichos de Billy Ward
De tal manera en este caos de no poder tener una voz representativa a la
formación inicial de Tony Iommi, Geezer Butler, Ozzy Osbourne, Bill Ward, comenzaría
un periplo y eso sí la banda a punto de desaparecer. Para ello se sumarían en diversas
épocas otros nombres, dando la impresión de ser un desfile perpetuo, a veces
músicos de acompañamiento, ocasionales a veces, otros para conciertos, para
sesiones de grabación, para una gira de conciertos, para grabar algún álbum; cosas
de esas que no lograron cambiar con la identidad de la banda; sí, de Black
Sabbath que tambaleaba. Y eso sí con algún par de álbumes que los cubría de un desprestigio
enorme como un lapo de saliva en las cuerdas de las guitarras
De tal manera se inicia una puerta giratoria no solo de músicos, sino de
cantantes, a diestra y siniestra, como si la banda fuera una oficina de empleos
y no la banda más poderosa del metal en cualquiera de sus vertientes, por algo inobjetable
un par de músicos de categoría que crearon un sonido que solo tienen ellos, Tony
Iommi, Geezer Butler y Ward. Más Tony que, en un momento, por desavenencias con
sus compañeros de banda llegó a representar la banda como único músico
original. Creo que ninguna banda ha llegado a tener tantos músicos y a pesar de
ellos mantenerse a como diera lugar, no perder su esencia debido al tesón de
Iommi y Butler.
Aunque sí, la banda, Black Sabbath, perdió
su esencia una vez, con un solo músico, lo que llenó de odio a Ozzy que se creía irremplazable. El cimbronazo lo sintió este frotman disoluto que dejó a sus compañeros en
medio de la autopista con las guitarras colgadas y la batería sonámbula. Ese cantante
que llegó a sacarlos del pantano creativo era nada menos que Ronnie James Dio. Olvidadizo
el Ozzy, creía ser la única voz de Black Sabbat, y celoso amenazó a Dio por si se
atrevía a cantar sus canciones. Ahí le
salió el envidioso a Ozzy, apestado en una nube de inmisericordia con su voz
dulce y melancólica porque había llegado un frotman, que nunca sería un cantante
para una gira o un concierto. ¡Que no! Dio llegaría a Black Sabbat con toda la seriedad
y el compromiso y les daría su toque personal a ellos, además de ser la voz más
valiosa del metal, además de sus composiciones fuertes, duras, penumbrosas y tácitas como nadie más en Black Sabbath. Pareciera que Iommi y Butler lo estuvieran esperando
hacía años para que la banda diera un mazazo definitivo a las otras bandas y así
erigirse en el alto cielo o en el infierno del metal como la supremacía. Black Sabbat, con Dio, enturbió a las otras bandas, las dejó en la antesala y con muletas, ya
que parecía que estos solo cantaran villancicos.
Así, Dio, con esa fortaleza, con esa
voz del trueno, sacó de la caída libre en que venía a Black Sabbath y le dio un nuevo
aire, un nuevo renacimiento, un poderoso renacimiento. Nunca Black Sabbat fue
tan grande como con Dio.
Esta despedida deslucida, orquestada por el lado oscuro; la sombra de los que manejan a Ozzy, incluida su esposa, solo pensaron en él, en Ozzy, y opacaron a esos dos monstruos Iommi y Butler y al silencioso de Ward. Todo giró alrededor del mundo lejano de Ozzy.
En el “Back to the Beginning”, cada grupo invitado podía tocar una canción propia o alguna de Black Sabbath o de Ozzy en solitario.
No se explica cómo los otros tres compañeros se aguantaron este desplante. Eso sí,
desde acá, desde Medellín, lo percibimos, y les decimos también algo, Ozzy parecía
un monarca en sus últimos estertores, eso sí, nunca el derrotado Príncipe de las
Tinieblas como se repite en carne y hueso, y en su enfermedad dura y terrible. Creo
que pudo más la compasión de todos al verlo sentado en una silla, preso en su
trono hacia la inmortalidad que es tan momentánea e ilusoria.
Así, como ellos mismos, no tuvieron en cuenta, ni en una sola mención a Dio el más grande cantante que ellos han tenido, tampoco aludieron a los bateristas Vinny Appice, Eric Singer, Terry Chimes, Cozy Powell, Bobby Rondinelli, Mike Bordin. Ni otras voces como Dave Walker, Ian Gillan, David Donato, Jeff Fenholt, Glenn Hughes, Ray Gillen, Tony Martin, Rob Halford, Gordon Copley. Y menos invitarían a estos bajistas: Dave Spitz, Bob Daisley, Jo Burt, Laurence Cottle, Neil Murray. Y nunca a estos músicos de sesión o de gira a los bateristas: Bev Bevan y Tommy Clufetos y al tecladista: Adam Wakeman.
A ninguno de ellos se les puede
borrar de la historia de la banda.
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