sábado, 2 de julio de 2022

EL TRAIDOR, EL DEFRAUDADOR Darío Ruiz Gómez

 


 EL TRAIDOR, EL DEFRAUDADOR

Darío Ruiz Gómez

La figura del traidor ha merecido amplias consideraciones filosóficas, jurídicas, obras de ficción, recordemos en “El señor de los anillos” a Gripa traidor por antonomasia. Pero la figura del traidor reviste siempre en el terreno de la ética un especial motivo de reflexión sobre lo que supone la traición a la amistad, a la confianza de ciudadanos o de una colectividad que depositó en un líder o  en un político su confianza. Aclaremos entonces que no me refiero a esos politiqueros de alcantarilla que medran buscando un puesto, a esas comadrejas que para salir en la foto son capaces de vender a un hermano, ese retablo de vilezas ya ha sido colocado en su sitio gracias precisamente al descrédito de estas prácticas rastreras contra las cuáles ha reaccionado la sociedad en su conjunto. Revisen la historia interna del ELN o de las FARC y se darán cuenta de lo que brutal y despiadadamente supone para estas cuadrillas de malhechores el concepto de traidor. En el caso de Hernández es otro el concepto que preside lo que jurídicamente debemos considerar desde este momento como un traidor a la confianza depositada en él por 10.500.000 colombianos y colombianas. En su más que efusivo reencuentro con Petro ha exclamado sin sonrojo alguno: “Se ha iniciado el cambio” Hernández habla con Hernández ya que para su ego de agiotista pueblerino la única realidad que reconoce es la que ha creado para escapar de cualquier cuestionamiento de la ciudadanía tal como se lo están haciendo y se lo van a hacer. Desafortunadamente la lista de políticos(as) que a última hora han cambiado de bando es infinita - lo del Partido Conservador es una vergüenza -demostrando con ello los niveles de relajamiento moral que desde hace décadas caracteriza a la política en Colombia. En España este concepto de traidor ha sido últimamente recurrente en distinguidos juristas, editorialistas, autores de importantes columnas de opinión: Sánchez ha traicionado en más de una ocasión a España llevado por su egolatría.

“Traición –recuerda un artículo tomado al azar en Google- es aquella falta que quebrantó la lealtad o fidelidad que se debería guardar hacia algo o alguien” ¿No es esto lo que se debe jurídicamente condenarse como delito en el caso de Hernández y su obvia previa componenda con Petro? Aspirar a una reconciliación nacional a partir de este personaje sería no solo dar un salto en el vacío sino consagrar la traición manifiesta a una ciudadanía como un método político legal, legitimando el uso de la difamación para destruir públicamente la honra de un ciudadano como se hizo con Fico.  ¿Desmontar el Esmad para establecer la policía secreta de Maduro? ¿No necesita un gobierno que aspira a una convivencia en paz, rechazar de plano las intervenciones a los teléfonos de los ciudadanos –doy fe de ello porque en mi caso lo constaté- montar desinformaciones, repito, recurriendo a métodos totalitarios contra la privacidad de las personas?  Si estos delitos no se condenan públicamente por el Primer Mandatario seguiremos bajo un régimen de interferencias a la vida privada, de mentiras prefabricadas, de continuos acechos a la ciudadanía disidente. Recordemos aquello que Sally Yates antigua Fiscal norteamericana dijo. “No podemos controlar si nuestros funcionarios nos mienten o son sinceros, pero podemos decidir si queremos hacerlos responsables de sus mentiras o, si llevados por el agotamiento o por un afán de proteger nuestros propios objetivos políticos, preferimos mirar hacia otro lado y convertir la indiferencia hacia la verdad en algo corriente”  Escandaliza  entonces que delincuentes como Guanumen, Chamorro,  Vendrell,  Vinicioi Alvarado  estén haciendo  el empalme como  representantes  del nuevo gobierno. La paz y la reconciliación nacional deben nacer de la recuperación de la confianza mutua rechazando el terrorismo cibernético tipificado ya por la justicia universal como un delito de lesa humanidad en la lucha del humanismo contra los nuevos   terroristas.

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