martes, 27 de abril de 2021

Oscar Peláez Peña /poema/

 



Tomaré el rumbo

De los amargos laberintos 

Que cruzan los senderos

Entonces no habrá más que la soledad

Y un infinito silencio

De pisadas

Blandas 

Que sueñan con la muerte.


Poema tomados del libro Sarcófagos de una ciudad amarilla. Oscar Peláez Peña (Sevilla, Valle del Cauca, Colombia,1949_2001).

Cortesía de Pacho Herrera

sábado, 24 de abril de 2021

Y ¿AL ALCALDE QUIÉN LO RONDA? / Darío Ruiz Gómez

 


Y ¿AL ALCALDE QUIÉN LO RONDA?

Darío Ruiz Gómez

La llamada sabiduría popular proviene de una honda experiencia de la vida y de la muerte, del amor o de la desilusión y es ésta la que fundamenta la obra de Cervantes, de Shakespeare, de Rabelais, de Carrasquilla o Guimarães Rosa, escrituras de la verdad. En ella se fundamenta el lenguaje para recordarnos que de esa experiencia de los límites es de donde brota la moral que antes de prejuzgar, advierte. El dicho popular: “Y ¿Al alcalde quién lo ronda?” no se reduce en el refranero a una pirotecnia verbal, sino que es la advertencia de que no podemos juzgar irresponsablemente a los demás sin primero habernos convertido en jueces de nuestros propios actos, de nuestros propios juicios. La degradación del lenguaje es entonces la degradación de las responsabilidades personales ante lo que se dice, aceptar la falsedad como verdad. Aceptar un error, una equivocación en una discusión no es lo mismo que la irresponsabilidad de andar dando falsas informaciones, que calumniar por calumniar sin que haya una sanción justa para el calumniador(a). Y de esta irresponsabilidad se han contaminado ad infinitum los llamados y diversos medios de comunicación, los boletines de grupos políticos., los noticieros de t.v. La entrevista que le hicieron al Alcalde Quintero los periodistas Vanesa  de la Torre y Pascual Gaviria es, en contraste,  un ejemplo periodístico de lo que debe ser una entrevista a un personaje: la habilidad para de modo sutil ir haciendo que el Alcalde se descubriera  políticamente  como lo que es, en realidad rebatiéndole muchas de sus gratuitas  aseveraciones, sacando a la superficie la distancia que se da entre un joven  profesional que llegó a la Alcaldía gracias al poder de grupos de diferente ataduras  político-económicas  y  no pues con un  programa de gobierno sino, además,  parapetándose en una difusa  ideología  populista  impuesta por el petrismo en su ambición de copar el espacio político de Medellín con mira a las elecciones del 2022. La estrategia, como señalé entonces, del Caballo de Troya: entrar soldados ocultos en el vientre del animal y soltarlos cuando están dentro de la ciudad.  Fue sincero cuando de salida  anunció que su objetivo  era acabar con el Grupo Empresarial antioqueño   a quien continúa señalando como un grupo corrupto, algo que hasta el momento ni él ni sus asesores han podido comprobar.  Por el contrario ¿No se hace claro que ha recurrido al caso Hidroituango como un sofisma de distracción para disimular su desgobierno y permitir el avance del petrismo?  En esa entrevista se ha atrevido a acusar con nombre propio a las grandes empresas antioqueñas como Nutresa, Suramericana, Argos, o sea lo que para su populismo él identifica como “el odiado l capitalismo de los ricos”   recurriendo para ello  a clichés chavistomaduristas, iglesistas  y no a datos concretos, cifras concretas que es lo que hemos  venido  esperando. Su fracaso indignante para  enfrentar  la pandemia con su elevada cifra de muertos sí que  es un  irrebatible  argumento en su contra,  el ”Entran cien y salen cien” no solo es una  descarada mentira sino la demostración palpable de cómo este  populismo  es  incapaz de  acercarse a la realidad de las calles, a  las largas  hileras de los condenados a muerte por su negligencia  y  la  falacia de este grupo populista más preocupado por  obtener gabelas burocráticas  que en mostrar su solidaridad humana.

Quintero no es él, él es su grupo político que a control remoto le dicta lo que debe hacer, procurando eso sí ocultar sus identidades para  el caso de que  si Quintero  comienza  a ser   víctima de sus propias contradicciones  tal como lo pone de presente su escaso vocabulario, ellos no puedan ser acusados  de conspiradores. Y es este enfoque ético el que ronda hoy al Alcalde: no asumirse como un individuo pensante que toma decisiones   por sí mismo si no que  actúa  como el fonomimico que  “abre la boca fingiendo la reproducción de voces previamente grabadas”.

P.D Al estallar, lo vuelvo a repetir, el escándalo de Hidroituango especialistas de la talla de Johel Moreno   y el ingeniero Ordoñez dieron un informe científico sobre las causas y posibles responsables de ese fracaso. Las investigaciones de la Contraloría que culminan ahora con este veredicto se iniciaron desde las primeras denuncias. Quintero no existía entonces y lo que ahora  busca el petrismo – ideologizando el problema-   es sacarle beneficios  políticos. Por eso, tal como lo había denunciado, Quintero ha convertido a Tele Medellín  en su canal personal, el de Cepeda, Sanguino, Muñoz,etc .

miércoles, 21 de abril de 2021

BUENO PARA NADA / Mark Fischer

 




BUENO PARA NADA 

Mark Fischer

He sufrido intermitentemente de depresión desde que era un adolescente. Algunos de estos episodios fueron sumamente agotadores y resultaron en autolesiones, períodos de abstinencia (en los que podía pasar meses en mi propia habitación, solo aventurándome a salir para cobrar el seguro de desempleo o comprar las mínimas cantidades de comida que consumía) y estancias en clínicas psiquiátricas. No diría que estoy recuperado de esa condición, pero me complace decir que la frecuencia y la severidad de los episodios depresivos han disminuido enormemente en los últimos años. En parte, como consecuencia de algunos cambios en mi situación personal, pero también porque he llegado a tener un entendimiento diferente de mi depresión y de sus causas. Comparto mis propias experiencias de aflicción mental no porque crea que haya algo especial o único en ellas, sino para apoyar la afirmación de que muchas formas de depresión son mejor entendidas —y mejor combatidas— a través de marcos que son impersonales y políticos más que individuales y «psicológicos».

Escribir sobre la propia depresión es difícil. La depresión está en parte constituida por una desdeñosa voz «interior» que te acusa de autoindulgencia —no estás deprimido, solamente te estás lamentando de ti mismo, debes tranquilizarte—; y esa voz tiende a despertarse cuando se hace pública la condición. Por supuesto, no se trata para nada de una voz «interior»: es la expresión internalizada de fuerzas sociales reales, algunas de las cuales tienen un interés particular en negar cualquier conexión entre depresión y política.

Mi depresión siempre estuvo atada a la convicción de que yo era literalmente un bueno para nada. Pasé la mayor parte de mi vida, hasta los treinta años, creyendo que nunca iba a trabajar. A los veinte, anduve a la deriva entre los estudios de posgrado, los períodos de desempleo y los trabajos temporales. En cada uno de esos roles, sentí la misma falta de pertenencia: como universitario, porque era un diletante que en cierto modo había falsificado su camino, no un académico con todas las letras; como desempleado, porque realmente no estaba desempleado como aquellos que honestamente buscaban trabajo; como empleado temporario, porque sentía que me desempeñaba incompetentemente y, en cualquier caso, porque tampoco pertenecía realmente a esas oficinas o fábricas, no porque fuera «demasiado bueno» para ellas, sino cal contrario— porque era sobreducado e inservible, y ocupaba el puesto de alguien que lo necesitaba y lo merecía más que yo. Incluso cuando estaba en las clínicas psiquiátricas, sentía que realmente no estaba deprimido: solamente estaba simulando la condición para evitar trabajar o, en la infernalmente paradójica lógica de la depresión, la simulaba para ocultar el hecho de que era incapaz de trabajar y de que no había ningún lugar para mí en la sociedad.

Cuando eventualmente obtuve un trabajo como profesor en una institución terciaria, estuve eufórico por un tiempo; pero por su misma naturaleza, esa euforia mostraba que no me había sacado de encima los sentimientos de futilidad que pronto conducirían a nuevos períodos de depresión. Carecía de la calma confianza de quien ha nacido para ocupar un rol. En un nivel no demasiado profundo, evidentemente todavía no creía ser el tipo de persona que pudiera tener un trabajo como profesor. ¿Pero de dónde provino esa creencia? La escuela de pensamiento dominante en psiquiatría ubica los orígenes de esas «creencias» en fallos en la química del cerebro, que tienen que ser corregidos con medicamentos; como es sabido, el psicoanálisis y el resto de las terapias influenciadas por él buscan las raíces de la aflicción mental en el trasfondo familiar; mientras que las terapias cognitivas están menos interesadas en localizar el origen de las creencias negativas que en simplemente reemplazarlas por un conjunto de historias positivas. No se trata de que estos modelos sean enteramente falsos, sino de que le escapan —y deben escaparle— a la causa más probable de esos sentimientos de inferioridad: el poder social. La forma de poder social que más me afectó fue el poder de clase, aunque por supuesto el género, la raza y otras formas de opresión producen la misma sensación de inferioridad ontológica, expresada con exactitud en el pensamiento que articulé más arriba: yo no soy ese tipo de persona que desempeña roles destinados al grupo dominante.

A instancias de uno de los lectores de mi libro Realismo capitalista, comencé a investigar la obra de David Smail. Smail —un terapeuta que plantea centralmente la cuestión del poder— confirmó las hipótesis sobre la depresión con las que me había tropezado. En su esencial libro The Origins of Unhappiness [Los orígenes de la infelicidad], Smail describe el modo en que las marcas de clase están diseñadas para ser indelebles. Para aquellos a los que desde la cuna se les enseña a pensarse a sí mismos como inferiores, la adquisición de calificaciones o riqueza raramente será suficiente para borrar —sea en sus mentes o en las mentes de los demás— la sensación primordial de inutilidad que los ha marcado desde su más temprana edad. Alguien que se mueve fuera de la esfera social que «se supone» debe ocupar, siempre corre peligro de sufrir sentimientos de vértigo, pánico y horror: «Aislado, desconectado, rodeado por un espacio hostil, repentinamente te encuentras sin conexiones, sin estabilidad, sin nada a lo que aferrarte para mantenerte erguido o en tu lugar; una vertiginosa y nauseabunda no-realidad toma posesión de ti; te ves amenazado por una completa pérdida de identidad, una sensación de absoluta fraudulencia; no tienes ningún derecho a estar aquí, ahora, en este cuerpo, vestido de ese modo; eres una nada, y ser “nada” es casi literalmente lo que sientes que será tu destino».

Desde hace algún tiempo, una de las tácticas más exitosas de la clase dominante ha sido la responsabilización. Cada uno de los miembros de la clase subordinada es empujado a creer que la pobreza, las faltas de oportunidades o el desempleo son solo culpa suya, y de nadie más. Los individuos se culparán a sí mismos más que a las estructuras sociales, que igualmente han sido inducidos a creer que realmente no existen (solo son excusas, esgrimidas por los débiles). Lo que Smail llama «voluntarismo mágico» —la creencia de que está en poder de cada individuo la posibilidad de ser lo que quiera— es la ideología dominante y la religión no-oficial de la sociedad capitalista contemporánea, impulsada por los «expertos» de los realities y los gurús corporativos así como también por los políticos. El voluntarismo mágico es tanto un efecto como una causa del histórico bajo nivel de conciencia de clase actual. Es la contracara de la depresión, cuya convicción subyacente es que somos los únicos responsables de nuestra propia miseria y que, por lo tanto, la merecemos. Una doble exigencia particularmente despiadada es impuesta hoy sobre los desempleados estructurales en el Reino Unido: a una población a la que durante toda su vida se le ha dado el mensaje de que es inútil, ahora se le dice que puede hacer cualquier cosa que desee. Debemos entender la resignada obediencia de la población del Reino Unido al mandato de austeridad como la consecuencia de una depresión deliberadamente cultivada. Esta depresión se manifiesta en la aceptación de que las cosas empeorarán (para todos excepto para una pequeña elite), de que tenemos suerte por el mero de hecho de tener un trabajo (así que no tenemos que esperar salarios que le sigan el paso a la inflación), de que no podemos permitirnos la provisión colectiva del Estado de bienestar. La depresión colectiva es el resultado del proyecto de resubordinación de la clase dirigente. Desde hace un tiempo, cada vez aceptamos más la idea de que no somos el tipo de personas que pueden actuar. No se trata de una falla de la voluntad, así como tampoco una persona deprimida puede simplemente «sentirse bien» y cambiar de actitud. La reconstrucción de la conciencia de clase es en efecto una tarea formidable, que no puede ser lograda a través de soluciones existentes; pero, a pesar de lo que nos dice nuestra depresión colectiva, puede ser puesta en marcha. Inventar nuevas formas de involucramiento político, revivir las instituciones que se han vuelto decadentes, convertir la desafección privatizada en ira politizada: todo esto puede hacerse, y una vez que ocurra, ¿quién sabe qué es posible?

Londres, Marzo de 2014

 

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* Mark Fisher fue un escritor y teórico inglés especializado en cultura musical. Colaborador regular de las publicaciones The Wire, Sight & Sound, Frieze y New Statesman. Fue profesor de Filosofía en el City Literary Institute de Londres y profesor visitante en el Centro de Estudios Culturales de Goldsmith, Universidad de Londres. Entre sus libros se cuentan Capitalism Realism [Realismo Capitalista. ¿No hay alternativa?] y Ghosts of My Life: Essays on Melancholia, Hauntology and Lost Futures [Los fantasmas de mi vida. Escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos]. Mantuvo «k-punk», uno de los blogs más populares sobre teoría cultural. “Bueno para nada” es uno de los textos que se recogen en su libro Los fantasmas de mi vida.

martes, 20 de abril de 2021

OFENSA AL CEMENTERIO DE BELÉN / Darío Ruiz Gómez

 


OFENSA AL CEMENTERIO DE BELÉN

Darío Ruiz Gómez

Un  llamado  colectivo  de “artistas urbanos” acaba de tomarse  el cementerio del barrio  Belén, un  discreto cementerio de paredes blancas, de  austeros  jardines, dominado por  un el beatífico silencio, abstraído del ruido vehicular para seguir siendo una invitación a la meditación, a la discreta visita de los familiares, un lugar sagrado que antes de todo debería haber sido restaurado respetando su  espléndido planteamiento neoclásico, la transparencia del peristilo con la  columnata blanca  y el templete de una insólita solidez  formal imponiendo de este modo la  poética  de un espacio íntimo  que se abre al cielo. Bajo el falso señuelo de un autocalificado  “ arte urbano revolucionario” - siempre hubo arte urbano en cada parque, plazoleta de Medellín-  se  disfraza la turbia  intención  de quienes  la promueven  e imponen  con la demagógica  grandilocuencia  de lo totalitario, olvidando  los murales de  Félix Ángel, Dora Ramírez, Pedro Pablo Lalinde, los grandes grafitteros, verdaderas respuestas y aportes visuales  para imponer por decreto una  ofensa a los muros del cementerio pintándolos con sus desabrochadas consignas: ”Vamos a traer aquí a nuestros muertos de la Comuna Trece” dice enfáticamente una miliciana, señalando que bajo esta  violenta  toma   ni siquiera  los muertos de este cementerio tienen el derecho a seguir en su diálogo eterno ya que  deberán  aceptar el tropel de los muertos inventados por estos Colectivos bajo el rótulo propagandístico  de “víctimas  del conflicto”  Este atropello  hace parte de una bien planificada  toma  de espacios públicos, de edificios, iglesias, museos, bibliotecas  por los guardias  de una memoria inventada y proyectadas desde la Secretaría de Cultura del Municipio, bajo la consigna de imponer en la ciudad  lo que sus  teóricos y gestores petristas llaman  la recuperación “para el pueblo” de monumentos y  lugares más significativos que fueron la memoria del pasado “burgués” y que por lo tanto  es necesario borrar para imponer   los nuevos  significados revolucionarios , la  manipulación ideológica  de la tradición oral, musical, científica, literaria   imponiendo  un caricaturesco   folclorismo  de uso propagandístico, para una ” revisión” de narrativas e iconologías  que son en el tiempo nuestra  verdadera y necesaria   tradición, mostrando esta tradición de cultura   como altamente  peligrosa  para su “memoria colectiva” y para los objetivos  políticos  estalinistas   que tratarán  de imponer  los Comisarios  Culturales  en el comienzo de su” revolución cultural” buscando borrar  “todo vestigio del pasado” cualquier presencia  de “las clases dominantes. ”Para ello estarán escuelas y colegios, centros de cultura barriales, bibliotecas donde desaparece la raza blanca en la historia y los Reyes Católicos, Fernando Cortez  son considerados como “sanguinarios imperialistas”  y la mayor causante de nuestras desgracias fue  la llegada de Cristóbal Colón. Este es un programa copiado de los modelos soviéticos, cubanos y sacado de la manga gracias al tartamudeo mental de López Obrador y  su chistosa  demanda contra España “por  los males causados por haber descubierto y conquistado México”. Y que son los modelos pedagógicos que maneja  FECODE y los que ahora  los consejeros de Cultura están imponiendo en Medellín  como lavado de cerebro a nuestra niñez y juventud.

Teorías convertidas en proclamas revolucionarias tal como lo vemos en el estallido social mapuche oponiendo  la “ ciencia ancestral” frente al coronavirus  frente a la “ciencia imperialista”, tal como lo vemos en el lenguaje primario del campesino que en el Perú funge de líder revolucionario y ni siquiera sabe el nombre de las cosas.

P.D.Solicitamos un inmediato pronunciamiento al respecto de la Filial de Monumentos Nacionales, de la Sociedad de Arquitectos e Ingenieros, de la Academia de Historia, de las Facultades de Arquitectura, de los espíritus  democráticos   para impedir que continúe con la impunidad que le concede la Alcaldía este intento de destrucción de nuestra verdadera memoria, de nuestro verdadero patrimonio.      

lunes, 12 de abril de 2021

Tantas vidas, Miguel / Félix Ángel / Tragaluz editores

 

Félix Ángel




/Tantas vidas, Miguel / 

/ Félix Ángel /

/ Tragaluz editores /

Capítulo de la más reciente novela de Félix Ángel, próximamente en circulación 



Mike escuchó el ronroneo del teléfono celular de uso personal puesto sobre el escritorio, y echando una ojeada a la pantalla descartó la llamada, sin pensarlo dos veces, al no reconocer el nombre ni el número de dónde provenía.

Sin darle importancia y olvidando inmediatamente la distracción, el sonido del celular anunciaba esta vez un texto de la misma persona que había hecho la llamada: Prescott Lewis.

Mike pensó en voz alta antes de abrirlo. Prescott, Prescott, Prescott Lewis… Who in the hell is Prescott Lewis?”. Curioso, se atrevió a abrirlo, esperando una oferta de ventas.

El mensaje decía:

Miguel, I just called you, but you must be busy. If you remember me, please give me a call. I hope you’re not following the lyrics of the song we heard together the other day, the one it seems you like so much: Don’t talk to me. I hope you do this time!”.

Uhm! Shit! This guy must be already convinced I’m a real jerk”.

Automáticamente devolvió la llamada.

“Hola… Prescott. Qué bueno que llamaste. No reconocí tu nombre”… cayendo en la cuenta de la metida de pata, aunque de buena fe, hizo una mueca con el rostro sin emitir ningún sonido, dando a entender “la embarré otra vez”.

“¿Qué tal Miguel?. Estaba pensando en la invitación a tomar café que me hizo el otro día. Hoy dispongo de tres horas entre la salida del trabajo y la universidad. Se me ocurre que podríamos tomarnos hoy ese café, si quiere”.

“Trátame de , por favor. ¡Por supuesto! ¡Un café! ¡Estupendo! ¿Qué tal si nos encontramos en Paul a las cinco de la tarde, el de la Avenida Connecticut? No queda lejos del Mayflower. Estaré un poco ocupado, pero llego a esa hora. ¿Te parece bien?”.

“Estaré esperando”.

Un “poco ocupado” era un embozo. Miguel se comunicó de inmediato con su secretaria para revisar la agenda de la tarde. Todos los compromisos internos y un par de conferencias telefónicas inamovibles que no interferían, menos mal. Le ordenó ajustar algunas citas domésticas para salir quince minutos antes de la cinco. Pensaba tomar el metro hasta Farragut North. Dejaría el carro en el garaje. Por esa zona no había chance de aparcar. En cualquier caso, regresaría a la oficina a las siete de la noche y, si quedaba pendiente algo urgente, debía avisarlo si era el caso.

Al llegar al café Miguel se detuvo frente al ventanal de la fachada. Echó un vistazo para ver si Prescott se encontraba adentro y lo reconoció. Esperaba, como prometió, dando la espalda a la calle de forma intencional, dedujo Miguel. ¿No quería que le vieran con alguien? ¿Mayor? Parecía un colegial. Era un colegial. Hermoso, con esa personalidad mezcla de arrojo e impaciencia, a la par vacilante, sin duda confundido consigo mismo.

La brisa fresca anunciaba discretamente la proximidad del otoño. Miguel puso su mejor cara, entró y se arrimó a Prescott, golpeándole la espalda con la mano.

“Veo que ya pediste un café, pero te recomiendo el latte o el chocolate. Aquí los dos son deliciosos. Te aconsejo que acompañes con una tarta de frambuesa y crema. De pronto prefieras la de ruibarbo. El agridulce es misterioso. Ya sabes que la invitación es mía. Me sentiré ofendido si no aceptas”.

“Va llegando la hora de cenar y no tendré tiempo de comer nada hasta que salga tarde de la universidad. ¿Te importa si le sumo un sándwich de jamón y queso?”, preguntó el chico con los ojos abiertos y expectantes, alguien a quien frecuentemente le es negado lo que quiere.

“Por supuesto, Prescott. Por favor. Lo que te apetezca. Yo comeré lo mismo, tengo hambre. Espérame aquí. Voy a poner la orden”.

Al pagar, dio una propina desmedida a la muchacha que atendía pidiéndole el favor de llevar la bandeja a la mesa donde estaba el chico. Non, je ne regrette rien, por Edith Piaf se escuchaba débilmente, dando la impresión de originarse en el local de al lado.

OK”, dijo Miguel al regresar a la mesa. “Cuéntame. ¿Qué estudias en la universidad? A propósito, me gradué en Georgetown. Ya tenemos algo en común”.

“Espero que así sea...”.

“Es normal tener dudas sobre alguien que no conoces bien”.

“Lo que tengo es mucha presión. Estudio derecho, becado por la universidad. Me esmero para dar buen rendimiento. Mi padre no podría pagarme el estudio y menos en un centro de tanto prestigio”.

“Te entiendo porque yo también estudié becado. Viví literalmente esos años en la universidad. Sin embargo, ahora que lo pienso, nunca me asaltó la idea de perder. Me sentí muy seguro enfocado en el estudio. Le dediqué todo el tiempo. Mi padre me dejó algo de dinero cuando regresó a Irlanda, aliviando parcialmente la necesidad de trabajar para contar con dinero extra. Igual, tuve diversos empleos”.

“¿Tu padre regresó a Irlanda? ¿Y te dejó solo?”.

“Es una larga historia que te relataré otro día. Por el momento, lo importante es que tienes una oportunidad única y debes aprovecharla. La presión es normal”.

“Tienes razón. Otros becarios me dicen lo mismo”.

“¿Y qué haces?”.

“Soy economista”. Miguel estiró el cuello por encima del brazo de la empleada que traía la bandeja, para no perder contacto visual con Prescott.

“Algo así me imaginé”. Y luego de una pausa agregó: “Eres una persona amable por encima de lo que inicialmente pensé cuando te conocí. Estabas molesto”.

“Y muy borracho. Molesto es un término muy suave para referirse a la indisposición que cargaba ese día. Puedo decir lo mismo de ti, no solo por esa tarde sino por la segunda vez que te vi, en el Mayflower. No calificaste ninguna de las dos veces como Mr. Congenialidad”.

Prescott bajó la guardia. “Es que amedrentas de alguna forma, pero al mismo tiempo tienes algo que atrae. ¿Puedo preguntar qué era lo que te molestaba?”.

“La persona que más quería, con la que compartí a diario los últimos cuatros años, decidió dejarme”.

“¡Dejarte! ¡Qué tonta!”.

“Quedamos en que ese día recogería las últimas pertenencias y dejaría el apartamento para siempre. Me sentía confundido y ansioso. No sabía cómo reaccionar cuando llegara solo a casa. No me he recuperado. Me siento mal”.

“Hoy no se te nota”.

Miguel sonrió, con esa risa que sale por la nariz. “You are so sweet”.

“¿Y ella, cómo está?”.

“No ella. Él”.

Are you gay?”. Prescott lanzó la pregunta con un incremento en el volumen de voz que Miguel encontró característico cuando algo lo sorprendía, atrayendo la atención de la gente sentada en las mesas vecinas. Miguel no se inmutó.

“Por supuesto Prescott que lo soy. ¿Tú no lo eres?”.

“¡No!”.

Is it not what this date is all about?”.

“¡No!”, respondió enfático, mirando a lado y lado para asegurarse de que, esta vez, su respuesta no incitaba la curiosidad de los demás alrededor. “Mejor dicho, no sé… No creo… Sí… Puede que sí… No sé… Nunca he estado física ni íntimamente con un hombre”.

“¿Pero mentalmente sí?”.

Prescott no disputó ni estuvo de acuerdo. Guardó silencio.

“Tranquilo. Eres un chico muy guapo y bien plantado. No me extrañaría si me dijeras que en el hotel te echan el lance con frecuencia. No es un asunto tan complicado. Vivimos en el siglo veintiuno. Ya enviamos telescopios a lugares remotos del universo, robots a Marte y otros lugares buscando posibilidades de mudarnos. El planeta se despedaza con el cambio climático. Las guerras promovidas por ideas fundamentalistas e intereses económicos y los virus que han surgido por falta de higiene –la gente ha perdido el concepto de la limpieza–, están acabando con buena parte de la población mundial. La sobrepoblación tiene prendidas las alarmas porque no hay agua, comida ni trabajo para tanta gente. Paradójicamente, la economía no puede prescindir de los consumidores. ¿Y tú estás preocupado porque te gustan los hombres?”

“Estoy preocupado por lo que piense mi padre. No quiero imaginarlo”.

“Ya veo. Tarde o temprano es mejor que lo sepa”.

“No veo la forma”.

“Cuando conozcas a alguien que te haga parar en la cabeza, te roce el brazo por accidente y sientas una descarga eléctrica y en las noches su recuerdo no te deje dormir hasta que te masturbes, pensando que están juntos en la cama, sabrás que es el momento de decírselo a tu padre porque, desde ese instante, no hay marcha atrás y la única alternativa es vivir una mentira”.

“Ese alguien tiene que ser una buena persona”, dijo Prescott, más relajado. Si voy a salir del closet no quiero hacerlo por la parte de atrás. No quiero sufrir desilusiones y menos en este momento de mi vida. En el hotel, tienes razón, a toda hora hay gente que arroja el anzuelo para ver si lo muerdo, pero yo me hago el desentendido. Me inspiran miedo. Me muero del susto. Son gente de paso. No tienen nada que perder. Buscan un puto, alguien que no les cobre, alguien que quede contento con una propina extra, una aventura como complemento al motivo que los ha traído a la ciudad. En la universidad hay tipos lindísimos, pero la mayoría son chicos que buscan hacerlo como practicando un deporte. Debo tener prejuicios al respecto, o soy un idealista. Imagino que tú pasaste por lo mismo”.

Prescott permaneció en silencio escudriñando inquieto los impenetrables ojos negros de Miguel quien respondió a la mirada con tranquilidad y embeleso. Prescott podía quedarse mirándolo así, por el tiempo que quisiera. Si persistía, probablemente le daría un beso allí mismo, delante de todo el mundo, y se deleitaría con el sabor de frambuesas con crema y cappuccino. Nathan en ese momento no existía. Prescott le recordaba las veces que lo hizo a escondidas con esos “tipos lindísimos”, en el dormitorio, en closets, en coches, en apartamentos compartidos, en casas de amigos, donde podía.

Un atisbo advirtió Prescott, quien reaccionó mirando el reloj. “Va siendo hora de irme para la universidad. Me pregunto si te importaría que nos viéramos de nuevo, en otro momento”.

“De mi parte, encantado”.

“Gracias por el latte, el sándwich y la torta”.

Miguel continuó sentado observando al chico recoger prolijamente los libros, el computador portátil y la chaqueta. Miguel era de otro estilo. Brusco, seguro, casi el estereotipo de lo varonil, luchando últimamente por no resquebrajarse. Apreciaba la diferencia, pero no se arrepentía de nada. Era quien era. Las vivencias de otras vidas se atropellaban en el cerebro. Lo único que se le ocurrió decirle a Prescott al despedirse fue “cuídate, nene”.

 


Grabados de Félix Ángel

domingo, 11 de abril de 2021

LOS JUEGOS Y LAS ESTRATEGIAS DE PODER DEL POPULISMO / Darío Ruiz Gómez

 






LOS JUEGOS Y LAS ESTRATEGIAS DE PODER DEL POPULISMO

Darío Ruiz Gómez

A estas alturas y ya en pleno juego electoral seguimos cayendo en la trampa tendida por el madurismo y Podemos reduciendo los hechos de violencia por parte de las Disidencias de las FARC y el ELN a simples escaramuzas entre “grupos al margen de la ley” y sobre todo reduciendo el ejercicio de justicia por parte de la JEP a  un deshilvanado desfile de actores sin que previamente se  haya establecido de por medio la clara condena de esas metodologías del horror, de esos causantes de lo peor.  Olvidando   que detrás de estas escaramuzas lo que se esconde bajo el propósito de tomarse el poder es implantar un régimen populista como los de Argentina, Nicaragua, dictaduras infames alabadas por algunos comentaristas de  nuestra izquierda craqueta como modelos del llamado socialismo del siglo XXI. ¿Qué defendemos entonces sino los valores de una tradición civilista? En Argentina la noche del comienzo de la más tenebrosa vida argentina como lo señaló Juán José Sebreli con la compra de la justicia por parte de Cristina Kirchner ya ha comenzado con la devolución de todos sus bienes, con la libertad de Amado Buduou el íntimo Vicepresidente de Cristina acusado y sentenciado a cinco años por delitos comprobados como el llamado caso Ciccone donde se quedó con el 70% de la mayor imprenta argentina en la emisión de billetes. Toda esta parafernalia de enriquecimiento de una minoría de corruptos como los grandes dirigentes sindicales a coste de la alarmante  miseria de la población, de la niñez abandonada y la persecución contra la cultura.  Ábalos  el Ministro socialista que recibió en el aeropuerto de Barajas a Delcy Rodríguez  a quien la Unión Europea le ha vetado la entrada a sus territorios,  ha dado siete versiones diferentes  sobre este encuentro nocturno que no fue condenado por unos jueces que lo consideraron como un encuentro político y por lo tanto sin ninguna relevancia. ¿Por qué recientemente Pedro Sánchez envió a otra alta funcionaria a hablar en Caracas con la siniestra Delcy Rodríguez? ¿Por qué el gobierno socialista le concedió una ayuda de cincuenta y tres millones de euros a “Plus Ultra” una compañía   venezolana de aviación con un solo avión y de la cual es accionista principal la esposa de Maduro?  Ya conocemos las bien pagadas asesorías que los dirigentes de Podemos recibieron de Chávez y de las ayudas que les dio el régimen iraní de los ayatolás. Pero la justicia española tampoco se ha pronunciado sobre el llamado caso Morodo  entonces embajador de Zapatero  en Venezuela  y  en el cual treinta y cinco millones  de euros están desaparecidos. La desorbitada fortuna del matrimonio Ortega en Nicaragua es ya conocida mientras la población se muere entre el hambre y la miseria. Conclusión: estas degradadas versiones del populismo están mostrando que sus  políticas de abierta  corrupción constituyen su verdadera  carta de presentación  en este proceso  del “nuevo socialismo” para el cual mantener al pueblo en  la miseria  responde  a la estrategia de  que un miserable carece de conciencia de clase y por lo tanto es una fuerza políticamente  muerta y  en esa precariedad, manipulable.

Esta flagrante inmoralidad la ha puesto de presente Pablo Iglesias con su enriquecimiento personal mientras fue creando, contando con la debilidad de Sánchez, espacios de poder que determinarán la política nacional e internacional de España hacia el futuro inmediato. Enrique Santiago ha sido nombrado Secretario de Estado para la Agenda 2030. El mismo personaje que declaró en una entrevista que si en España se diera una situación como la de la revolución soviética, estaría de acuerdo con fusilar a la familia real, haciendo un elogio de Lenin. Santiago es el mismo personaje que impuso en las conversaciones de paz en la Habana el acuerdo del gobierno Santos de no condenar a los asesinos de las FARC e imponer una cuota de ellos (ellas)  en el Congreso. Santiago es amigo de Márquez desde hace treinta años, fue asesor de Derechos Humanos de las FARC por recomendación de Piedad Córdoba. Santiago es un avezado abogado comunista, el que se  divirtió a placer  manipulando  a su antojo  a los folclóricos defensores de la Cultura Occidental, Sergio Jaramillo, Roy Barreras, de la Calle,  luminarias de la mediocridad burocrática santista.  Amigo y defensor declarado de  Evo Morales, de Ortega, de la Kirchner y sobre todo admirador y defensor de Maduro tal como lo he venido señalando  ¿No es hora de que ante la JEP y ante el país nos aclare de qué manera “un campechano madrileño” nombrado hoy como Secretario de Estado, logró  colocar  a la justicia colombiana ante una  malévola  trampa jurídica que  le  impide condenar  a  los genocidas, a los violadores, a los autores de los mayores desplazamientos  de campesinos  en Latinoamérica y conservar sus inmensas ganancias  obtenidas con el secuestro, el narcotráfico?  ¿Cuáles  son hoy sus conversaciones  y consejos a Márquez? Hay que hacerlo antes de que comience a mover la agenda española 2030 bajo el objetivo de fortificar a la “democracia bolivariana”

viernes, 2 de abril de 2021

La Casa en El Poblado / La Casa Gutiérrez /o La Casa Roja de Rogelio Salmona / Víctor Bustamante

 


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 Medellín: Destrucción y abandono de su Patrimonio histórico (85)

La Casa en El Poblado / La Casa Gutiérrez /o  La Casa Roja de Rogelio Salmona  

Víctor Bustamante


La pérdida de poesía de las ciudades colombianas es consecuencia del abuso de los tecnócratas, de su prepotencia, y de la avilantez de algunos urbanizadores y la pésima gestión de los administradores...

Rogelio Salmona

No sabía de la existencia de la Casa Roja de Rogelio Salmona, hasta que leí una denuncia en el Facebook sobre su destrucción. Para algo valioso sirven las redes, dan a conocer una noticia que ningún periódico local ha publicado. Al otro día, 30 de marzo, henos de visita, es decir, en búsqueda de la Casa Roja por la calle 10 con la 27. Subí, subimos en taxi con Luisinha por las estribaciones del Poblado, además el taxista, cosa rara, César León Madrid, le interesa el tema del patrimonio.

El lugar, la casa solariega, luce su abandono costoso cercada por mallas; las mallas en la parte alta de la entrada hostigan con sus rollos de alambre de púas para prevenir a los intrusos y dar seguridad a sus dueños de que ese botín, la Casa Roja de Rogelio Salmona, junto a los carteles perentorios nadie se las arrebatará. Desde afuera solo es posible observar sus paredes de color rojo, se me antoja frambuesa, aunque desvaído por los años, así como algunos vitrales rotos de los ventanales. Desde el interior nadie parece escuchar el saludo de los visitantes, o, a lo mejor, la casa está deshabitada. Junto a la reja, afuera, en la entrada, los avisos con todas las disposiciones legales anuncian la próxima debacle para iniciar lo que sabemos, la construcción de unas torres de apartamentos. En esos carteles, el de color verde, unas palabras que son eufemismos, que es presencia, legitimación y connivencia en este tipo de casos. “Aprovechamiento de árboles aislados”, que sígnica en el lenguaje real nada menos que arrasar, talar este pequeño bosque que aísla la Casa Roja y le da esa donosura. Quien haya vivido en ella, sabe de la paz que fructificó en el curso de su vida, en este oasis porque lo era. Pero la especulación por la desmesura y la rentabilidad por el uso del suelo, no tiene en mente lo que es el Medellín histórico.

Aquí en lo alto de estas colinas de El Poblado se erige una multitud de torres de apartamentos que masacraron con esa especulación inmobiliaria las casa fincas de los millonarios paisas que se habían refugiado en el solaz de sus mansiones. Por supuesto cuando llegó el boom de la construcción en la década del 80 con el arribismo de opereta y los oropeles de los medellinenses, con la mafia tras bastidores, destruyeron muchas casas de Eduardo Caputi y Rafael Uribe, para citar dos arquitectos, y convertirlas en anónimas colmenas de apartamentos, debido a la voracidad y urgencia de quienes querían vivir en El Poblado cerca al prestigio que da el bon vivant, reflejo tardío, así sea el de la mafia que cambió y trastocó las costumbres de esa ciudad con sus utopías de hojalata y vidrios ahumados, ademanes descarnados y los bultos de dólares olorosos con que convirtieron este barrio de casa fincas en el hacinamiento más costoso de la ciudad.

Eso sí a los millonarios paisas nunca les ha importado la ciudad, primero vivían en el barrio San Benito, luego fueron a La Playa, luego siguieron a Prado, luego pasaron el río, Otrabanda, a Laureles, luego se marcharon a El Poblado, siempre huyendo de sus barrios mientras la guacherna esnobista iba impávida tras de sus apariencias. Pero ellos luego se fueron para Llano grande o Sajonia y de ahí, en ese espejismo de alquitrán, se marcharon para Miami. Esa es una de las razones por las cuales algunos medellinenses no sienten su ciudad, detestan sus barrios. Muchas de las casas de Prado fueron vendidas por sus dueños para irse a otros lugares. A muchos de ellos cuyos descendientes aún viven no les interesa su arquitectura, es solo para algunos que buscamos a Medellín desde otra perspectiva donde la historia habla, nos habla. Lo mismo ocurrió con Laureles y con El Poblado, fueron destruidos de una manera total ya que los urbanizadores con sus harapos elegantes y el festón publicitario para vivir allí, cautivaron a miles de medellinenses que querían respirar la aureola del barrio, para ellos, de más prestigio. Ilusos querían aparentar ser vecinos de los Echavarrías, y terminaron viviendo junto a los diversos Escobares de la mafia.

En este Poblado agresivo con su patrimonio, -ya sin historia ni pasado, ni presente porque al medellinense raso no le importa sino el eterno futuro en que han sido cebados  por el blasón de lo nuevo para sus mentes edulcoradas, blandas, repetitivas y cómodas como las series de Netflix con sus argumentos truculentos sinónimo de lo baladí-, aún posee una de las casas del mayor arquitecto de Colombia, Rogelio Salmona, que ha sido nombrada de acuerdo al año y al uso:  La Casa en el Poblado, la Casa Gutiérrez y luego la Casa Roja, pero esa casa de 1968 va a ser destruida para erigir otra torre de apartamentos. Aquí surgen varias preguntas que en ninguna oficina de la Administración municipal van a responder: ¿Por qué razón siempre los encargados de patrimonio no saben la riqueza histórica y patrimonial de esa ciudad? ¿Por qué motivo se hacen los de la vista gorda, y siempre llegan tarde? ¿Qué y quiénes hay detrás de ese detrimento y de ese silencio para que la ciudad sea tierra arrasada? ¿A quién se acude para este tipo de reclamos, a la Secretaría de cultura, al EDU, a Planeación, a la Agencia de Patrimonio y Paisaje, al Alcalde mismo?, pero ya sabemos que estos funcionarios en términos de patrimonio, es decir de conocer su ciudad, solo pueden lucir su evanescente torpeza matizada de una ignorancia crasa, ya que deben andar mirándose al espejo portátil de su soberbia de pavos reales de ocasión para ascender en sus carreras políticas mientras el patrimonio de la ciudad les resbala.


Hace poco se creó la Agencia de Patrimonio y Paisaje, pero aún no sabemos la definición de patrimonio para esta oficina  que supuestamente iba a velar por la conservación del patrimonio, ya que en un giro, que es una burla, ya exhibe como si fuera un gran proyecto con muchos likes los planes para remodelar el estadio Atanasio Girardot, mientras la ciudad en su riqueza histórica se deteriora, no les da ni pena a estos funcionarios que así no se engaña la ciudad, que hay hitos más importantes, pero a un funcionario y a su equipo sin ideas claras sobre la ciudad solo les quedan las mega obras para esconder su pusilanimidad y su falta de ilustración sobre el tema y olvidan se les ha asignado una responsabilidad que evaden. Estos funcionarios deberían caminar el Centro y conocerlo primero, y eso sí averiguar quién fue Rogelio Salmona. Estoy seguro que estos funcionarios de esas entidades no saben quién es Salmona, y que una casa donde se origina su proyecto creativo que desemboca en la Casa de Huéspedes Ilustres en Cartagena se haya en Medellín.

El otro caso despreciable y turbio es el de las curadurías. ¿Cuándo ellas se han dispuesto a proteger el patrimonio de la ciudad? ¿Cuándo se han preguntado si un bien urbano posee riqueza histórica que avale su conservación?  ¿Son las curadurías entes sin ningún control? ¿Qué hay allí en esos nidos de destrucción, que tanto poder tienen para decidir qué se tumba o no en la ciudad?   Uno de esos curadores que fue en la UPB profesor de derecho urbano que con su salacidad y ramplonería decía ante una requisitoria de parte de una alumna que para construir una torre de apartamentos en un humedal, supuestamente protegidos, la iban a construir como fuera ya que allí solo vivían unas ranitas. Ese curador, avivato y negligente, es el mismo que ha estado detrás de los permisos para la construcción de los edificios de estilo traquetus miaminsis  que ahora ocultan el Palacio Nacional.

Estos funcionarios sin responsabilidad ni entereza por sus cargos, desde el Alcalde, los funcionarios de la Agencia del Paisaje y Patrimonio, de la Secretaría de Cultura, y los diversos curadores no tienen el valor civil de frenar las agallas del sector privado que hace lo que quiere en materia de patrimonio.  Todos ellos, en su enjambre, parecen habitar el mundo de un video juego, de Love city, encandilados no junto al amoroso fuego del hogar sino por esa luna cuadrada de tungsteno  que los hipnotiza y aun los obnubilada con su idea de la construcción permanente sobre planos de ciudades repetitivas, entre comillas hipermodernas, monótonas, con una sola clase social, la fila de consumidores, no solo de vituallas en los supermercados, sino en los parques con edificios ideados de cualquier manera sin historia, donde esos consumidores hacen sonar constantemente la registradora para aumentar las ganancias y seguir construyendo ciudades higiénicas, con paisajes similares, tediosos, debido a esa perfección de los video juegos donde no existe quién piense sino quien haga fila con una utopía común: consumir para que suene de nuevo la registradora.

Ante esta pobreza creativa, falta de responsabilidad, falta de entereza y de amor por Medellín solo nos resta esta denuncia pública que no leerán esos funcionarios que solo viven en su ceguera mediática, que no arriesgan un ápice por conservar la ciudad y que no salen de sus autos blindados con vidrios polarizados, así como blindados tienen el cerebro con hormigón para saber cómo la ciudad se diluye sin que ellos se den cuenta.

Mejor sigamos son estas tres de personas que desde diversos puntos de vista han valorado la obra de Rogelio Salmona en Medellín. Uno de ellos es Daniel Arias en su blog, EL KILO. NUESTRO MUNDO. MI VERSIÓN. En el 2007, añade:




Casa Roja

Ese fue el nombre que se me ocurrió. Bueno, no se me ocurrió a mí, se le ocurrió al genio recientemente fallecido de la arquitectura colombiana Rogelio Salmona, único ganador colombiano del premio Alvar Aalto, que solo se lo han ganado 9 personas (es más difícil ganarse un Aalto que el nobel, realmente, y el no jodía tanto como García Márquez). Aalto también es de mis diseñadores favoritos, y su vaso será el vaso de mi restaurante cuando yo tenga un restaurante.

Alvar Aalto era un diseñador y arquitecto finlandés y creo ese vaso con su esposa. El tipo es el padre del modernismo, y es tan influencial (sic), que en su honor la asociación finlandesa de arquitectos creo el premio, el mismo que se ganó Salmona.

La Casa Roja es una de sus obras. Queda en la calle 10 de Medellín, arriba de la Transversal Inferior. No se puede ver porque está completamente cubierta de maleza y está francamente abandonada. Hoy vi que abrieron una especie de tienda ahí. Sin embargo, en eso que los gringos llaman "daydreaming" (no encuentro la palabra adecuada en español) me imaginé un restaurante ahí, en esa preciosa, probablemente super-costosa y antigua casa.

Como mi mente funciona como por asociación, como la Wikipedia, hago click en ideas que me salen de ideas, mis pensamientos idiotas. Ahí pensé que mi restaurante, que tendría vasos de los de Aalto, precisamente en la Casa Roja de Rogelio Salmona. Inmediatamente click al nombre del restaurante. ¿Cómo lo llamaría? y ahí se originó este post. Se llamaría Casa Roja. Es una casa roja, es La Casa Roja.

¿Por qué tanta alaraca con la Casa Roja? por el nombre, precisamente. Y es que mientras escribo, tengo abierto el directorio de Medellín, sección restaurantes: Chop Chops, Yakitori, MarlDonals (no es un error de tipeo, lo juro), Porkys, Sushi to Go: the new concept in fast food, Angels Italian Gourmet, Krusty Burger”.

Por supuesto la Casa Roja llegó a funcionar durante unos años, en Facebook 2011 se anota. “En La Casa Roja podrás encontrar nuestras líneas Taller de Linos y Le Petit Prince. Taller de Linos ofrece una variedad de lencería de mesa, accesorios de cama y baño y cojines decorativos. Le Petit Prince se especializa en decoración infantil y lencería. Cita Previa”.

Pero ese lugar que con tanta donosura ha cautivado a quien regentó la Casa Roja posee una historia de más peso, ya que se trata de la Casa Gutiérrez (1968) diseñada por Rogelio Salmona.

Germán Téllez, arquitecto e investigador, da su reseña en Rogelio Salmona: obra completa 1959/2005: “La Casa Gutiérrez, en las inmediaciones de Medellín, se benefició inicialmente de un lugar de notable interés paisajístico y ambiental, así como de vista lejanas entonces atrayentes. de ahí la decisión de enfocar el panorama con la apertura de todo un lado de lo que, de no mediar otra cosa, sería una versión de del patio interior tradicional. La Casa Gutiérrez, en el fondo tiene aires histórico- funcionalista en la sencilla claridad de su organización utilitaria, y en la modestia de su lenguaje formal. Más que reflejar el uso   de un “Tipo” o “Modelo”, la Casa Gutiérrez replantea sin alharaca formal el tema, sencillo y complejo a la vez, de cómo albergar cierto estilo de vida”. 

Es cierto en ese tiempo El Poblado era campestre y el paisaje era lo más logrado para sus habitantes, unos años más tarde es posible notar el desarrollo de la ciudad con sus colmenas que parecen construidas con un mismo plano y donde ha desaparecido el concepto del arquitecto como artista.

En otro texto es posible rastrear el valor arquitectónico de la Casa Roja en otros tiempos La casa en El Poblado, lo notaremos en un trabajo de la arquitecta Clara Mejía Vallejo: Elementos para una búsqueda: Le Corbusier y Rogelio Salmona:

“Salmona comienza a proyectar a partir del patio, y este se haya en su primer proyecto que es la casa de El Poblado

En un texto “Allende los patrones”, Rogelio Salmona, refiriéndose a un proyecto ajeno, anticipa y compendia los principios de lo que se convertirán en las directrices de su trabajo:

                     La necesaria consideración del paisaje y de su imbricación con la arquitectura.

                     El entendimiento de la arquitectura desde su vivencia eminentemente espacial.

                     La incorporación de los espacios abiertos como articuladores de la arquitectura.

                     La consideración de cuestiones como la luz, la sombra, la decoración o los materiales como materiales de proyecto.

Desde el proyecto de la Casa en El Poblado, es perceptible la aparición de una retícula métrica que, sin introducir propiamente una modulación, ordena la composición. Esta retícula varía ligeramente en las distintas casas, no obstante, permanece siempre presente como una herramienta clave en la proporción de los espacios”.

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“La Casa en El Poblado es la única a la que se accede a través del patio. Esta decisión es esencial en su percepción y experiencia al convertirse necesariamente en un espacio direccional y de tránsito obligado. Tras el ingreso, y a nivel del patio, se encuentra un deambulatorio perimetral que da acceso a las diferentes estancias”.

Menciono solo las anotaciones y reflexiones de la arquitecta Clara Mejía Vallejo de la Universidad Politécnica de Valencia, que realizó sobre la Casa en El Poblado (1968), ya que su investigación la tiene en cuenta para la evolución del diseño creativo de Salmona y su relación con Le Corbusier junto a otras casas diseñadas por el arquitecto colombiano como son La Casa en el Refugio (1968-69), la Casa en el Chicó (1969-70), la Casa Franco (1978-79).

“Dejad hacer, dejad pasar” es una de esas palabras que se convirtieron en consignas para los fisiócratas con respecto al libre comercio, que luego se extendió bajo otra óptica a las diversas esferas de la vida pública en el país. Desde esta definición algo es cierto, Medellín la ciudad de las siglas, no es la ciudad que tiene rostro de muchacha bonita como alguna vez escribió Uriel Ospina, sino la ciudad de la hipocresía, de las coimas, del incumplimiento, de las mentiras en las entidades que se crean para proteger el patrimonio y son solo una estafa para la misma ciudad por parte de  administradores sin carácter donde el sector público y privado la exprimen en su rentabilidad como norma por encima de la historia misma de un patrimonio que merece mejor suerte, su preservación.

 

Bibliografía:

-Mejía Vallejo, Clara: “Elementos para una búsqueda: Le Corbusier y Rogelio Salmona”,  en Colaboradores de le Corbusier N.1,  dearq 14. Julio de 2014. ISSN 2011-3188. Bogotá, pp. 136-157. http://dearq.uniandes.edu.co

- Téllez Germán. Rogelio Salmona: obra completa 1959/2005 - Volumen 1 - Página 169. Facultad de Arquitectura, Universidad de los Andes, Bogotá 1991 - 348 páginas

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