OFENSA AL CEMENTERIO DE
BELÉN
Darío Ruiz Gómez
Un llamado
colectivo de “artistas urbanos”
acaba de tomarse el cementerio del
barrio Belén, un discreto cementerio de paredes blancas,
de austeros jardines, dominado por un el beatífico silencio, abstraído del ruido
vehicular para seguir siendo una invitación a la meditación, a la discreta visita
de los familiares, un lugar sagrado que antes de todo debería haber sido
restaurado respetando su espléndido planteamiento
neoclásico, la transparencia del peristilo con la columnata blanca y el templete de una insólita solidez formal imponiendo de este modo la poética de un espacio íntimo que se abre al cielo. Bajo el falso señuelo de
un autocalificado “ arte urbano
revolucionario” - siempre hubo arte urbano en cada parque, plazoleta de
Medellín- se disfraza la turbia intención de quienes la promueven e imponen
con la demagógica grandilocuencia de lo totalitario, olvidando los murales de Félix Ángel, Dora Ramírez, Pedro Pablo Lalinde,
los grandes grafitteros, verdaderas respuestas y aportes visuales para imponer por decreto una ofensa a los muros del cementerio pintándolos
con sus desabrochadas consignas: ”Vamos a traer aquí a nuestros muertos de la
Comuna Trece” dice enfáticamente una miliciana, señalando que bajo esta violenta
toma ni siquiera los muertos de este cementerio tienen el
derecho a seguir en su diálogo eterno ya que
deberán aceptar el tropel de los
muertos inventados por estos Colectivos bajo el rótulo propagandístico de “víctimas
del conflicto” Este
atropello hace parte de una bien
planificada toma de espacios públicos, de edificios, iglesias,
museos, bibliotecas por los guardias de una memoria inventada y proyectadas desde
la Secretaría de Cultura del Municipio, bajo la consigna de imponer en la
ciudad lo que sus teóricos y gestores petristas llaman la recuperación “para el pueblo” de monumentos
y lugares más significativos que fueron
la memoria del pasado “burgués” y que por lo tanto es necesario borrar para imponer los nuevos
significados revolucionarios , la
manipulación ideológica de la
tradición oral, musical, científica, literaria imponiendo un caricaturesco folclorismo
de uso propagandístico, para una ” revisión” de narrativas e
iconologías que son en el tiempo
nuestra verdadera y necesaria tradición, mostrando esta tradición de
cultura como altamente
peligrosa para su “memoria
colectiva” y para los objetivos políticos
estalinistas que tratarán de imponer los Comisarios
Culturales en el comienzo de su”
revolución cultural” buscando borrar “todo vestigio del pasado” cualquier presencia
de “las clases dominantes. ”Para ello
estarán escuelas y colegios, centros de cultura barriales, bibliotecas donde
desaparece la raza blanca en la historia y los Reyes Católicos, Fernando Cortez
son considerados como “sanguinarios
imperialistas” y la mayor causante de
nuestras desgracias fue la llegada de
Cristóbal Colón. Este es un programa copiado de los modelos soviéticos, cubanos
y sacado de la manga gracias al tartamudeo mental de López Obrador y su chistosa demanda contra España “por los males causados por haber descubierto y
conquistado México”. Y que son los modelos pedagógicos que maneja FECODE y los que ahora los consejeros de Cultura están imponiendo en
Medellín como lavado de cerebro a
nuestra niñez y juventud.
Teorías convertidas en proclamas revolucionarias tal como lo vemos en el estallido social mapuche oponiendo la “ ciencia ancestral” frente al coronavirus frente a la “ciencia imperialista”, tal como lo vemos en el lenguaje primario del campesino que en el Perú funge de líder revolucionario y ni siquiera sabe el nombre de las cosas.
P.D.Solicitamos un inmediato
pronunciamiento al respecto de la Filial de Monumentos Nacionales, de la
Sociedad de Arquitectos e Ingenieros, de la Academia de Historia, de las
Facultades de Arquitectura, de los espíritus
democráticos para impedir que
continúe con la impunidad que le concede la Alcaldía este intento de
destrucción de nuestra verdadera memoria, de nuestro verdadero patrimonio.
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