sábado, 27 de junio de 2020

LOS MUSEOS DE LA MEMORIA / Darío Ruiz Gómez




LOS MUSEOS DE LA MEMORIA

Darío Ruiz Gómez

Tony  Jud quién murió en 2010 fue un notable  de la historia política  o sea que con gran claridad conceptual tuvo la capacidad de leer un acontecimiento, un choque racial, una guerra étnica para  hacer el debido diagnóstico de lo que este hecho podría tener en el orden social de una nación o del mundo entero contando para ello con un conocimiento profundo de la Historia moderna y de sus antecedentes  y por otro con la necesaria independencia intelectual para no dejarse arrastrar por el dogmatismo. Ser objetivo frente al conflicto de Israel y Palestina siendo judío le valió el anatema de ambos bandos, siendo de izquierda  levantó el rechazo  de la izquierda estalinista. El hizo suyo aquella advertencia del gran Hobsbawm de que “los historiadores son los recordadores profesionales de lo que sus conciudadanos desean olvidar”. Por lo tanto y siendo fiel a este postulado consideró absurdos los llamados Museos de la Memoria para que – esta es la presunción- el Holocausto no fuera olvidado  por parte de las nuevas generaciones. Estuve en el Museo del Holocausto de Berlín un edificio de paredes oblicuas, de corredores estrechos e intrincados mediante los cuales Libeskind  el arquitecto norteamericano  trataba de, mediante ese laberinto  y esos planos oblicuos que distinguen sus arquitectura, que  el visitante se llevara la impresión de lo que aquel sacrificio había comportado como ejemplo de una maldad que no podía repetirse. La realidad es que ese espacio deliberadamente  fragmentado, confuso con las paredes llenas de fotos de niños, mujeres ancianos, en los campos de concentración y que apenas  fugazmente podían verse  sin quedar en el recuerdo  y visto desde fuera los volúmenes del Museo no lograban alcanzar  esa imagen simbólica que era lo que se le exigía. El Holocausto debe permanecer en la memoria universal como testimonio de la inhumanidad extrema de un poder cruel y el sacrificio de millones de víctimas a esa irracionalidad suprema. Pero un monumento conmemorativo puede serlo una fuente, como en Nueva York o Washington, donde la belleza del mármol rescata con el agua que fluye el nombre de las víctimas de los atentados, de la guerra. Un espacio  simbólico  que desde el silencio interior  nos impone  la reflexión sobre  los sacrificados a un ideologías  para las  cuales  sigue siendo  más importante  una consigna terrorista que los seres humanos.

Se piensa  levantar en Bogotá un ostentoso edificio de la Memoria con los archivos,  los testimonios de las distintas comunidades ofendidas, documentación necesaria para los estudiosos que, paradójicamente, siempre permanecerán muda para aquellos que  carecen  de la piedad  y del amor necesarios para la tarea de buscar la verdad de unas vidas. No logro entender entonces la saña con que los historiadores de la llamada extrema izquierda cuya obra sobre la lucha de clases en Colombia, entre otras cosas, es aún desconocida  tratan de apoderarse  de estos documentos para imponer un único relato al servicio de sus intereses,  olvidando  que  la llama que arde como respuesta a la  barbarie, siempre permanecerá   viva en el corazón de quienes padecen el dolor de la ausencia de sus seres amados y seguirán  elaborando la necesidad de su presencia para seguir viviendo. Lo verdaderamente inmoral es tratar de manipular  políticamente a los muertos  sabiendo  que  los muertos  son los encargados  de  deshilvanar la trama de mentiras que ha impedido castigar debidamente   a  los  verdugos  de una tragedia que no puede ser convertida en mercancía de victimarios  y jueces  venales , en un vulgar artificio mediático:  incorporemos  al imaginario  el diseño por hacer de los humildes camposantos en los lugares donde las víctimas fueron sacrificadas,  escuchemos sus voces en el viento, no alejemos a los muertos de sus paisajes amados.   

DESPUÉS DEL CORONAVIRUS / Darío Ruiz Gómez





DESPUÉS DEL CORONAVIRUS

Darío Ruiz Gómez

¿A qué país aspiramos una vez desaparezca la pandemia? La pregunta ha sido lanzada pero no en voz alta  como para que solamente la escuchen  los más aparentemente despistados(as)  o sea quienes  atentos solamente a cumplir con sus deberes cotidianos , estuvieron  ajenos a las trifulcas  en  las calles y que hoy  confinados en los espacios  familiares  conocen de la atormentadora  estridencia del ruido que embobece y entontece  en   la ofensiva vulgaridad  de  la radio de las mal llamadas músicas “populares”  perversos contenidos  de estéticas que de mañés pasaron a lo que hoy se denomina la estética cuqui y que el filósofo inglés Simón May  ha analizado tan esclarecedoramente como distintiva de los nuevos grupos sociales. Si los gustos en el vestir de las nuevas clases medias – las que los filósofos “progres” criollos  llamarían del capitalismo tardío-  se han hecho más cursis  también esto ha sucedido con  la nueva clase política  “progre”. Pero vamos por partes y detengámonos  antes  en aquellas  circunstancias  de crispación social extrema en que un grupo muy reducido de estudiantes  y de trabajadores y por supuesto de delegaciones de indígenas disfrazados de indígenas, de afrodescendientes  disfrazados de afrodescendientes, de bandas musicales identataristas  de la clase media, intentó violentamente, antes de que irrumpiera sin previo aviso la pandemia,  protestar  airadamente  sobre temas desconocidos para ellos  como los de la educación, la  ciencia  alentados por  desahuciados  dirigentes obreros y dirigentes de Fecode que acusan notoriamente  el envejecimiento  mental que supone el haberse pasado la vida sin leerse un libro, solamente haciendo paros, propagando la ignorancia. ¿Por qué no rescataron la memoria del adolescente que murió al estallarle una bomba que iba a lanzar a un motociclista que se negó a obedecer  la orden caprichosa de detenerse?  El sentimentalismo, el maniqueísmo  y no el juicio crítico que debe nacer de la razón que brota del análisis objetivo de los hechos   imperó  en los intelectuales  de bolsillo  que se doblegaron ante desmanes que nada tienen de revolucionarios  porque lo que llamaríamos  la nueva “intelligentzia”  –algunos  no tan jóvenes- se han caracterizado  por este sentimentalismo seudo revolucionario y esta cursilería estética: el resultado que saldría de mezclar los gustos de maquillarse como Petro, los fashion de Claudia López,  Santrich y el autor de “Sin tetas no hay paraíso”, liquiliqui, mochila arhuaca, manta guajira de marca, turbante.  Por lo tanto el propósito de, en la  postpandemia,  aspirar a ser mejores  en una “nueva vida”  ciudadana  es algo que, recordemos,  hizo  parte de los objetivos políticos de las golpeadas  viejas clases medias , de lo que estas añoradas clases llamaban la decencia  del poder  justo a la medida de sus ideales  republicanos; propósito moralmente inalcanzable para estas nuevas clases políticas y su arribismo social cobijadas ahora por el vacío vital que causa el choque con medios tecnológicos que nunca serán capaces de adaptar a sus realidades e inalcanzables como propósito pospandemia para un populismo que pretende arrasar con aquello que considera elitista porque es lo mejor.

El santismo es el ejemplo  histórico  ya notorio de lo que supone la codicia, la falsa aristocracia, la engañifa, el fake news, el fracaso de las obras públicas, la mala televisión ¿Como volverse atrás en su caso? Creo que el confinamiento  de la pandemia nos ha permitido  distinguir  con  claridad el abismo que separa al país silenciado, y por lo tanto capaz de indicar una aurora  y el país de la infamia y  la alcantarilla que debería ser el pasado a olvidar.

jueves, 18 de junio de 2020

EL FANTASMA DETRÁS DE LA “PAZ” Darío Ruiz Gómez




EL FANTASMA DETRÁS DE LA “PAZ”
Darío Ruiz Gómez

El lugar escogido en la Habana  para escenificar las conversaciones de Paz entre la Guerrilla de las FARC (Partido Comunista) y el Gobierno colombiano  recuerda de inmediato con sus inmensos floreros, el lujurioso  jardín, al escenario de una convención de  negociantes  norteamericanos de los años 60  en una película de Coppola  o una novela de Graham Greene: los  desgualetados  guerrilleros, la pinta de empleados judiciales de los “representantes  del gobierno colombiano” el envarado burócrata  cubano, la escuchimizada  noruega que nunca ríe. ¿Dónde se sentaba Enrique Santiago  vestido como un socio de  la familia Corleone? Santiago supo manejar  juiciosamente  la estrategia de “la estética de la desaparición”o sea el no mostrarse nunca, ordinariez  propia de los segundones. ¿Qué pasaba una vez terminaban aquellas  cansinas sesiones? Una película  los mostraría conversando  desprevenidamente,  tomando daikirís o mojitos o wisky con ese lerdo  y burdo humor que caracteriza a los funcionarios comunistas. También contaban con el catamarán. Cuatro años se pasaron en esas haciendo juegos de palabras, ensayando los gestos para estrenar   vida parlamentaria, imaginando el fashion a llevar ante las “multitudes” proletarias y campesinas que supuestamente  los  aclamarían  como a los nuevos dioses redentores. Hábilmente Enrique Santiago apenas   se dejó ver en Colombia y contó  para ello con la complicidad de los grandes medios de información que apoyaban irrestrictamente  las conversaciones de Paz. En una respetable publicación de izquierda gallega “La Marea”  me lo encontré por fin dando unas declaraciones muy explícitas: “El gobierno español debería tomar ejemplo del gobierno colombiano que amnistió a las FARC y concederle esa amnistía a los presos de ETA” Se supo que siguiendo el ejemplo de Iglesias y de Echenique  tenía una lujosa oficina en el aristocrático barrio de Salamanca y no en un barrio proletario.  Y ya en “El Español” el importante periódico fue más explícito en una entrevista que apareció  en el mes de setiembre del año pasado  donde reconoció que estaba vinculado a las FARC desde hacía tres décadas por recomendación de Piedad Córdoba como “experto en Derecho de Guerra y de los refugiados”. Cuatro años estuvo al lado de Márquez cuyo regreso a la violencia justificó porque “La Fiscalía busca hacer estallar el Proceso de Paz extraditando a Márquez y a Santrich, además de que Estados Unidos ya los tenía en la mira y Márquez llegó a la conclusión “de que debía tomar medidas de precaución”.

En “El Mundo” de Madrid del mes pasado Luis Fernando Romo hace de Santiago una pintoresca semblanza  después de haber sido nombrado por Pablo Iglesias  “Vicepresidente de la Comisión para la reconstrucción de España”, nada menos: “Campechano, muy majo, simpático, trabajador y sobre todo no es ningún mandón”  “Uno de sus logros internacionales  más destacable fue como representante de la guerrilla de las FARC” Y remata esta semblanza: “Enrique es fiel a la ideología de Lenin, y partidario de los ideales de Carrillo, Maduro  y Fidel Castro” La instalación de la Comisión presidida por Patxi López se incendió rápidamente con el odio desatado de Pablo Iglesias tratando de incomodar a Cayetana Alvarez tirando de  fallida ironía al llamarla Marquesa –que lo es- y recibir  la contundente respuesta de la representante del PP. De pronto un exaltado comenzó a dar gritos y Patxi López debió callarlo:”No te he dado la palabra cállate” Había aparecido Enrique Santiago en escena. ¿Apoyar a Bildu (ETA) y defender a los sediciosos catalanes “los Jordi” tal como lo ha hecho Iglesias es parte de esta reconstrucción  de España aconsejada por el leninismo de Santiago? Para nuestra investigación  las preguntas son lógicas entonces: ¿No fueron las décadas de consultor  de Enrique  Santiago  con las FARC las más sangrientas que hayamos vivido con toma a sangre y fuego de inermes poblaciones, la industria en auge del secuestro, el reclutamiento de niños, el más cruel desplazamiento de población campesina? ¿No fue Enrique Santiago quien redactó las condiciones para el Pacto de Paz y creó a su acomodo y con diabólica malicia la justicia  transicional  al uso hoy de las FARC y no de las víctimas? Lo qué ha continuado  hablando con Márquez  Colombia debe saberlo para no llevarse a engaños por parte de tramposos que siguen considerando  que no  hay conectividad entre narcotráfico y violencia terrorista y ahora preparan un nuevo asalto a nuestra desprotegida democracia. 

   

FAMILIA: PAREMIOLOGÍA DE UNA TRADICIÓN ANTIOQUEÑA / Juan Mares





Constancia de lectura

FAMILIA: PAREMIOLOGÍA DE UNA TRADICIÓN ANTIOQUEÑA

Juan Mares[1]

        Toda obra literaria tiene sus causas motivantes que la pueden llevar a trascender la cotidianidad de un pueblo para convertirse en su epopeya o en la saga de una familia, como nicho de donde se puede configurar ese pueblo. También puede ser la épica de un hombre.
         Esta novela cumple una tridimensionalidad en sendos frentes: es una epopeya en cuanto que es la consustanciación de un pueblo que emerge del mar y va a los Andes. Es decir, una familia en una idiosincrasia, como el pan y el vino en la Eucaristía. Es la saga de una familia, basada en una historia familiar con más despliegue “metastásico” en la configuración de un pueblo o nación desde dos, cuatro o dieciséis familias regadas por el espinazo andino. Y es una épica de la vida de un hombre en cuanto narra el viacrucis de quien va viendo desaparecer a sus principales parientes, padecidos hasta lo indecible, cruzando no el mar de los sargazos con todas sus amarguras, sino el padecimiento espiritual para descifrar el mundo de su tiempo desde la orilla de un litoral de amplias costas y arrecifes. De farallones y collados, de sabanas y rastrojos. Es, como ñapa, un patrimonio intertextual de la paremiología social como sustrato de las esencias de un pueblo.
           Miremos. Una novela es un riachuelo que se va ampliando en la medida en que le llegan varias vertientes hasta conformar un río, que va a dar al mar, donde se mezcla, de manera intertextual, con la quinta esencia de otras novelas que en el mundo han sido y donde se permean las experiencias del ser humano. Experiencias que se transparentan en la literatura.
           Así el asunto, me encuentro con que, al terminar de leer la novela, veo rastros de mar caribeño que es García Márquez en la literatura, nuestra literatura. Para mi criterio está de una manera diversa la hojarasca y explico por qué. En la obra de Márquez es un niño, una madre y un abuelo quien narra un episodio de un pueblo entorno a la vida de un médico; acá, Jairo nos presenta los sucesos desde el antes y el después de la vida de su padre, el hermano y la madre desde una visión en primera persona; por supuesto, esto nos lleva a Fernando Vallejo y su cantaleta de la primera persona.
        En este trance se van dilucidando asuntos que profundizan el carácter existencial frente a la muerte y del absurdo ante la sociedad y la justicia. En Albert Camus se plantea el problema cuando, en El extranjero, sucede que a Meursault, el personaje principal, lo condenan no por haber matado a un árabe, sino porque la noche de la velación de la madre se va de cama con “María Cardona, antigua dactilógrafa de la oficina donde trabaja”. En Familia, Jairo cae tres veces. Cuando muere el padre, cuando asesinan al hermano y cuando fenece la madre. Como coincidencia, la dama en este caso empieza por M, y no delata su nombre por razones que el corazón o el cerebro y, en cualquier caso, la hidalguía no permite.
          Por todo el espacio que se estructura a través de esos tres episodios se va relatando la historia del contrabando, y en la que Urabá es un camino, no solo de los principios de la mafia, sino de los más recónditos ancestros del mestizaje antioqueño, perfilado desde Santa María La Antigua del Darién. Incluso, el nombre tiene su doble sentido semántico: Familia como saludo en las vertientes del bajo Atrato y con eco en Victorio Mosquera.
        En las páginas 11, 19, 20, 21, 29, 96, 97, 101, en fin, en estas hojas se traslucen esas raíces o “meaitos” de perro que se permean como una ancestralidad antioqueña, que pudo ser consciente o inconsciente en esta novela reveladora de muchos aspectos donde se tocan asuntos de la moda, las negritudes, la religiosidad, el trabajo y, un ensayo o una reseña que hable de una excelente obra para complementar una tradición que atraviesa desde Tomás Carrasquilla, pasa por el mago de todas partes, Manuel Mejía Vallejo, hasta apostillar en los flancos de Fernando Vallejo. Todo esto con la evocación del mar paramiológico de Cervantes en su obra. Esta es la otra fuente que recoge como origen de los antecedentes antioqueños, y donde, igualmente, acopia en una página donde recrea el asunto de los rastros nativos que se pintoretean con el cuento de la cita de García Márquez en el Amor en los tiempos del cólera con las meretrices dabeibanas.

      
LA PAREMIOLOGÍA EN FAMILIA

Son muchas las maneras de enfocar un señalamiento como ejercicio lingüístico en esta obra de Jairo Osorio, para resaltar ese aspecto filosófico de la moralidad donde se presentan otros tópicos éticos y un pequeño tratado de axiología.
Aquí me limito a sacar los que pillé más visibles en el camino de esas páginas de la saga familiar de Jairo Osorio. Veamos
Cuando alguien cercano muere y no sabíamos que existía: Se mueren personas que uno no está al tanto de que viven.
Por referirse a unos calzoncitos cortos y estrechos en una amazona: “etida en sus calzoncitos de algodón a culo pajarero.
Al  revisar un álbum familiar: ¿A qué hora sucede el tiempo?
Por referirse a un familiar camorrero: Liberal, putañero y además bribón.
Como advertencia: Nadie se va detrás de los desconocidos a tumbar las selvas.
De las despotricadas nacionales y detractoras de los ganadores para decir que se trataba sólo de: Comer bueno y dormir mejor.
Como para un refrán ante la necesidad de alguien que haga respetar la tradición o la parentela: Volvió el miedo a Celso Bala.
Como para despertar añoranzas: Los viejos de la familia extrañan la virtud del pueblo.
Por referirse a los aprovechados (2° párrafo, pág. 64) Así juntaba Dios el hambre con la gula.
Cuando se llega a alguna parte de manera huida: Llegó sin una muda de ropa.
Para decir verdades de a puño: El toro y el melón como salen son.
Sentencia que hace alusión a la avaricia: La envidia ahuyenta el oro.
Para recomendar una buena inversión inmobiliaria: Casa en plaza los quicios tienen de plata.
Sobre los destinos e imposibles: Al que nace barrigón es inútil que lo fajen.
Para dar una exaltación a la inversa: Docto en asuntos de teología y humanismo, buen escritor y lengua superna (lengua de trapo y de zurriaga, para el antioqueño).
Los derrotados ante la vida luego de haber sido prósperos: Los viejos se mueren de eso y hasta de menos.
El que es experto, diestro en algo, en cualquier lugar del mundo pelecha: Gallo que es bueno lo mismo canta en su corral que en el ajeno.
Sobre la calidad y nobleza de alguien o de un objeto: El puerco y el noble por la casta se conocen.
Sobre lo que corresponde a las habilidades de una persona: Mozo rondador no puede ser madrugador.
Filosofía de aguardenteros, contrabandistas y bandidos en general: Alfredo: –Mijo, el hombre que vale es el estudiado.  El Narizón –[…] un hombre que va a la universidad es un hombre inteligente; un hombre que va a la cárcel es un hombre íntegro; un hombre que va dos veces a la cárcel es un imbécil.
Ser retrechero: Salude, pero no dé la mano.
Es esa filosofía del vivo vive del bobo y el bobo del engaño: El Eme sí que supo de eso en sus tiempos. Igualmente, los candidatos políticos en cualquier nivel: Hurta y reparte que es buen arte.
Por lo ágil y rápido para caminar: Viajaba de Medellín al Golfo de Urabá en el mismo tiempo que se gastaba una mula espantada, Omar Garcés “El Patón.
Ante la prudencia frente a lo propio de la parentela: Nadie tira piedras a su propio tejado.
Es una versión antioqueña de la sentencia bíblica –El que a hierro mata a hiero muere  (Mateo, Capítulo 26, versículos 51-52) –, a la vez que es una sinestesia interesante: Le dieron sopa de su propio chocolate.
El que ofende fue porque fue ofendido: Nadie da palos de balde.
Es parte del patrimonio universal que se reenvasa aquí. Francisco de Quevedo y data del año 1603. Y donde se afirma el poder del vil metal para corromper la sal: Poderoso caballero que era don dinero.
Es decir, cada quien sabrá para dónde va y “todos los caminos llevan a Roma”, es un renuevo con otra adaptación creativa: La calle es camino de todas partes.
Sobre el acomodarse a lo que rinda estipendios: El oficio que no mantiene a su amo vaya al diablo.
Variante de al caído caerle”. O al perro flaco se le pegan todas las pulgas, o todo perro flaco es carranchiloso: “Del Árbol caído todos hicieron leña.
Sobre los avispados que llegan con el rabo entre las patas y terminan ladrando y mordiendo a quien les tiende la mano: De la calle vendrá quien de la casa te arrojará.
Sobre las rachas de suerte, cuando el buen sino favorece: El año que es de leche hasta los machos la dan.
Sobre el arte de la reciedumbre o acomodarse a las circunstancias: La desdicha nos enseñó que son más los días que las alegrías.
Es una variante de Cuando todo aprieta, el camino se aligera: La carga hace andar al burro.
Todo lo que se necesita se consigue en alguna parte. Muy original, buenísima: No hay chirimbolo que no se consiga en tenderete.
Desperdiciar alguna oportunidad por temor o por las urgencias del diario transcurrir: Desaprovecharse entre los apuros del mal vivir.
Con solvencia económica todas las desavenencias se hacen llevaderas: “Las penas con pan son menos penas”.
Nos evoca otros refranes del patrimonio universal: Más ayuda el que no estorba. Recuerda estos: “Comida se da, pero ganas no; Llorando también se goza; Hay unos que no dan, pero no quitan; Ni el que llega estorba, ni el que se va hace falta.
De cuando las dificultades apremian, bueno es chirinete[2] si falta la arepa: Con suficiente hambre no hay pan duro ni falta salsa a ninguno.
Lo bueno si mucho, empalaga, “lamber” mucho fastidia al lamido: En él lo poco agradaba y lo mucho enfadaba.
Sobre el disfrute evocado de algo muy bueno sucedido: Todavía me huele a panela caldeada la chocha que lamo.
Hombre satisfecho luego ignora las necesidades del otro (Entre otras, este refrán se lo escuché a varios arrieros y aserradores del Ato Sinú procedentes de San Carlos, de Urrao, de Uramita, Dabeiba e Ituango): Yo soy como Juan Orozco, cuando meriendo no conozco.
            Aunque los hijos nazcan de una misma chocolatera y de un mismo molinillo cada uno tiene su sabor, color y forma. Es decir, nace cada uno con su manía social y donde son tantos no faltan la puta, el cura, la monja, el matón, el ladrón o el marica y hasta buenos padres y madres de familia. No falta la oveja negra y el gallinazo blanco cuando es pichón: Cada hijo de familia es un dedo distinto, pues no hay sangre sin calavera.
 Remplaza al refrán: Vaca ladrona no olvida portillo: Perro y mujer que pisan cuartel regresan a él.
Es muy parecido al trillado en un vallenato que dice: El hombre que trabaja y bebe, déjenlo gozar la vida…; o este otro, El perdido busca el monte, o No ponga horqueta a burro puertero (Es bueno saber que hay vacas, mulas y burros que son portilleros y alambreros, a estos se les pone horqueta): No pongas bozal al buey que trilla.
Es remplazo a “al que le van a dar le guardan: Nunca es tarde cuando la dicha cuaja buena.
Sobre los desplazamientos forzados: La noche en que el miedo anduvo en burro.
Sobre el que no cabe en algún lugar, o bien, Perro de pocas pulgas, o de quien no carga agua en la boca: Culo de mal asiento.
Es decir, no saben lo que se pierden: No se arrepentirán de haber venido y sí se entristecerán si no vienen… (Pere Romeu y Borrás).
Es una réplica del Guerra avisada no mata soldado: Soldado cojo no muere en guerra.
Sobre estar alerta: Cabra coja no guarda siesta.
Sobre el abrazo disimulado cuando se baila amacizado mientras se caliente la arepa:
Ahí etá usté brillando hebilla; Haciendo ganas.
Sobre tener buen nombre, estar acreditado, que cuando no tiene plata a la mano le ayudan por ser un honrador de deudas: Es mejor tener crédito que plata.
Sobre el tacto en el tratamiento de alguien alebrestado para cogerlo con la mano en la masa: Espantar un pájaro no es la forma de agarrarlo.
Sobre el saber corregir: El amor filial puede más que la soberbia.
Dar espacio a la fe o al olvido, hacer mutis ante lo que no se puede hacer mayor basa:
A Dios se dejan las cosas sin remedio (A Dios se dejan los asuntos sin remedio).
Las personas aprenden con el ejemplo, y no por recomendaciones, lo que se ve se termina imitando: El lobo aprende a aullar en la jauría.
Comporta una actitud de “vivo” que se esconde tras la fe de otros: Tras la cruz está el diablo.
Este dicho o refrán tiene uno más contemporáneo: Hoy día hasta los espejos mienten. Claro, la mayoría de los espejos estándares muestran lo que reflejan, cuando no, son de aumento o que alargan o estilizan la figura, como si fuese una selfi con photoshop. Un espejo no sabe ser embustero.
Una sentencia que refleja la filosofía documentada del grafitero en asuntos del amor, sumiso de una de las partes. De un grafiti copiado en el texto (pág. 231): El amor y la libertad son incompatibles; el amante es un esclavo.  
La sentencia siguiente equivale a No botar pólvora en gallinazo:
Donde en el obituario del libro concluye: Hay que enseñarle al que no sabe, pero nunca al que no aprende.
Me encontré esta figura literaria que me pareció importante, aunque farragosa, novedosa:
Hipérbole: Fumarse un porro de aquellos daba la sensación de haberse tragado una granada de mano de combustión atómica. (pág. 70).

Y este pequeño glosario que anoté por poco frecuente su uso en el lenguaje coloquial, parte a destacar cuando se usan con un sentido espontáneo y bien aplicado:

Aguaitar: Arcaísmo caído en desuso y más frecuente en las viviendas campesinas de los ribereños de los altos del Sinú y San Jorge y significa: mirar, observar.
Chiribico: La definición de chiribico en el diccionario castellano es arácnido de las tierras calientes, de olor desagradable y cuya picadura produce fiebre. Otro significado de chiribico en el diccionario es también pez pequeño, de forma elíptica, color morado, boca y ojos muy chicos.
Filipichines: Es como decir hijos de papi y mami. Aunque en San Carlos, Antioquia, se le dice a un pequeño pan del tamaño del dedo pulgar.
Finero: clase de postín.
 Gamberras: Gente esparachinosa e iconoclastas.
Grillas: Metáfora por putas.
Cobil: Escondite o rincón de  mala muerte.
Piscolabis: Tentempié, especie de “algo” o chocolate parveado o con arepa. O pinchos en fiestas o presentaciones ceremoniosas de libros y fiestas  hogareñas o públicas.
La escala económica: Con las ganancias del oro de las minas se surtían las tiendas y se compraban fincas, con las utilidades de las fincas se adquirían casas, enseñaban los abuelos a sus hijos”.
Prorrateó: Repartición de manera equilibrada de algo entre unos y otros.
Miriñaques: pertenece a la moda como adorno o tela. Poner miriñaques es estar enredando un asunto con prosaicas expresiones rebuscadas tratando de demostrar finura.

Redondeemos este testimonio de lectura diciendo que  la importancia de un buen texto se calibra cuando este da para mirar más allá de la superficie, los accidentes de la geografía de las palabras, los conceptos y la percepción estética del discurso narrativo y también la historia. Familia, de Jairo Osorio es un texto bufete para que cada quien se sirva a gusto la cantidad y el gusto de los manjares elegidos para sentarse a leer. FAMILIA, tiene una carga simbólica para sustraer materia. Leer es buscar otros sentidos para recrear la alegría de la aventura tras las páginas de un libro.


Apartadó, sábado 23 de mayo de 2020



1Osorio Gómez, Jairo. Familia: la novela amoral de Antioquia. Bogotá: Ediciones B, 2015, 238 p.

[2] Plátano hartón.

lunes, 1 de junio de 2020

LA CIUDAD DE LAS DESAPARICIONES / Darío Ruiz Gómez




LA CIUDAD DE LAS DESAPARICIONES
Darío Ruiz Gómez

Con una gorra y con el tapabocas  ningún policía o vigilante de la pandemia puede reconocerme y sobre todo certificar mi edad de manera que como lo haría un espía norteamericano en una ciudad comunista  puedo desplazarme en un vehículo  y dar un rápido vistazo a cierto sector de la ciudad cuyas calles deben  estar solitarias  tal como efectivamente lo compruebo en el sector de El Poblado pero cuando hemos cruzado el puente sobre San Juan y un gran aviso nos anuncia pomposamente que estamos penetrando en la “Ciudad histórica” al igual que en aquella visita que hice al Berlín Comunista  la fealdad  es lo que me recibe, lo que veo  alineados contra un muro es a una serie de drogadictos de figuras vencidas por la miseria y la droga, la muralla del llamado Parque de San Antonio es más fea y menos sólida de lo que recordaba y comienza   a emerger  una multitud de afrodescendientes que se mueven desordenadamente como si no existiera el peligro de un conductor  desquiciado que los atropellara o para ellos no existiera el Coronavirus. La impresión es la de un sector que sin remedio se degrada. El frustrado corredor verde se interrumpe con la aparición de una descomunal estructura de metal pintada de negro y que despliega sus alas como un ave maligna de manera que el verdor de las plantas es sofocado por este descomunal estructura que rompe la escala de los edificios   y deja al desnudo la fealdad de la abigarrada y desarticulada fachada de  chazas y almacencitos.  La escala humana que esos transeúntes debieron haber señalado a quien supuestamente diseñó esta avenida no existe y por lo tanto la mirada se desequilibra cuando observo la barbaridad cometida por quienes colocaron una estación del tranvía enfrente de la iglesia de San José agrediendo el volumen de la iglesia y el atrio. El cruce con La Playa que debió ser atenuado con entradas lógicas ha quedado como un problema de diseño resuelto con la chapucería propia de un contratista y no de un diseñador urbano de manera que la fachada  de edificios  modernos que debería verse como un sector renovado  anunciado por el  equilibrado volumen  del edificio del Banco,  se  esfuma  estéticamente   en lo más anodino pues  el tajo brutal que se hizo para crear la avenida Oriental   destruyó  bárbaramente un sector que era un verdadero patrimonio  arquitectónico, de ahí la persistencia visual de culatas de edificios recortados, la inexistencia de  un adecuado mobiliario urbano, esa hiriente panorámica de la  “otra” ciudad  que domina la visión de las montañas  agredidas, las ruinas de un edificio emblemático como la Casa Egipcia, el desorden, los casinos y los feos moteles y al entrar en el deprimido  constatar que no hay luz,  que penetramos de improviso en la oscuridad con el temor de que alguien lance una piedra y al salir  enfrentar el ofensivo espectáculo de  mendigos, enfermos terminales tirados sobre las aceras y los separadores entre papeles sucios, hogueras  primitivas:  una tierra de nadie. ¿No era este el Centro histórico? Si no he podido entrar al Parque de Bolívar es porque no hay lógica alguna en el trazado vial porque la fealdad que caracteriza al sector mentalmente  ha hecho desaparecer edificios, recorridos, a la   catedral  rodeada de feos moteluchos  y sobre todo porque  me ha espantado alejándome de cualquier interés por este sector en manos de la delincuencia.
Tomé el título de esta columna del extraordinario libro de uno de los mayores escritores ingleses del Siglo XXI, Iain Sinclair y su recorrido por Londres verificando desapariciones   de personas y lugares de trabajo, de bares famosos, de cafeterías y cines, de la altanería  humillada del Distrito financiero  o sea de una ciudad como nuestra propia historia personal. Recordemos que la Constitución de 1991 exige la inclusión del informe sobre Patrimonio Cultural para  que pueda ser aceptado el Plan de Desarrollo.  ¿Dónde está ese informe sobre Medellín? ¿Qué se hizo con los miles de millones que el anterior Alcalde se gastó para crear un “Centro histórico”?